Memoria uno
¿Cómo son los comienzos?
Mas viables que los finales seguro. A ellos no les toca la parte de contentar a la gente que los lee. Ellos simplemente se limitan a invitar. A introducir. Como yo lo estoy haciendo ahora.
Me resulta difícil traer a estas páginas pensamientos resueltos que ni yo sé cómo ordenarlos. Porque no concibo otro orden mas que el desorden que siempre existió en mi vida y que al tratar de arreglarlo no hice más que embarrarme hasta los talones.
Hasta hace unos momentos mi mente no se decidía por donde comenzar, y magníficamente buscó el alfa de mi abecedario. La buscó a ella. O ella me buscó a mi.
Yo no soy escritor ni mucho menos, pero mi corazón se desborda de letras igual de conflictivas que mi comienzo. Igual de extrañas y variadas, que solo logran encontrar una coherencia pensando en ella. Quien recibió la carga más pesada de esta vida, recibió mi espíritu.
Espíritu que con gracia sabe llevar ¡Y vaya que si! Con Su sonrisa. Su caminar. Su pose encorvada.
Sus pecas. Sus senos. Su vertiginoso punto de placer.
Ella sabe sacar de mí las ganas de tenerla como así también las insólitas declaraciones de un armonioso sentimiento que nunca creí sentir.
Mis palabras son toscas. No son buenas, a diferencia de las de ella. Ella que con tanta elocuencia me gana batallas orales, y en todos los sentidos.
El día de hoy ha sido penoso. Mi secretaria me ha encontrado siendo invadido por súbitos sueños de tierras lejanas, fértiles, labradas por temblorosas manos. Frias y blancas, pero hábiles y tiernas, poseedoras de una ternura incansable, fuente de recursos renovables como su amor. El amor que yo no me merezco.
Y aunque no me lo merezca, yo lo deseo profundamente. Deseo que nuestras almas se fundan en una lucha incansable. Vertiginosa. ¡Luchemos hermosa! Hasta que la carne se nos destroce. Hasta que las estrellas se atormenten y tiemblen del miedo de saber que tu y yo juntos, brillamos mas que ellas. Y cuándo no podamos respirar por tantos gemidos atascados, nos soltemos, serenos, en una galaxia infinita de cuentos de orgasmos bravíos y recuerdos salvajes. Porque yo la amo, señora, y ansío que su alma reproduzca en mi, melodías de lluvia, con su cabello mojado, escurriendo dejos de atardeceres.
Atardeceres de brazos gigantes. Como los suyos, finos, delgados, pero más fuertes que mi propia voluntad. Directores de una orquesta que son sus manos, cuyos dedos se mueven con tanta gracia en mi cabello, y que cuando estoy sobre sus piernas me transportan a espejismos reales de brillosos amaneceres.
Nunca me dejes. Nunca permitas que me olvide de respirar. Guíame. Encuéntrame. Piérdete, pero hazlo conmigo. Vuélvete aire, vuela como solo tú sabes hacerlo. Pero no me sueltes, ni te vayas, porque evidentemente, este ser inoportuno en tu vida, necesita que tú seas su luz.
Invade mi mente todos los días de mi vida. Y que esta vida sólo me encuentre a tu lado.
Firma, Hatake Kakashi.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro