Hoy despertaste reflexiva. Tan intensa como siempre. Desearía poder mostrarte como duermes, con tus brazos debajo de la almohada. Tu ceño fruncido, nunca te relajas. ¡Ni siquiera cuando cierras los ojos! Pero es entendible, después de todo, tus sueños están aquí, afuera, en la realidad en la que vivimos y te agradezco por ello, porque alimentas mi día a día de historias fabulosas.

Hoy despertaste pensativa. "Estábamos destinados a encontrarnos". Aun puedo oír tus palabras rezumbando en mi cabeza. Tu chasquido, tu mirada perdida en el borde de tu taza de té. Te sonreí, con disimulo y observé cada línea de tu rostro.

¿Si no fue el destino lo que nos unió, que podía serlo acaso?

"Dios".

Y volviste a dejarme sin aliento. Porque tienes esa cualidad ¿Sábes? De volverte tan intensa que me asfixias y que sólo me devuelves el oxígeno cuando tus labios rozan los míos. Cuando me abrazas. Cuando tus dedos se entrelazan en mi cabello. Cuando te miro y veo en tus ojos el reflejo de lo que anhelo, de nuestro futuro juntos, de los hijos que aún no llegan.

Hoy despertaste indefensa. Tardía, y te lanzaste a llorar. Muñeca ¿Que es lo que te aflige? ¿Que oprime tu pecho? ¿Que te obliga a callar? ¿Por qué no me cuentas? ¿Por qué no hablas? Confiésate. Inúndame de palabras. Haz tu catarsis conmigo, ahógame de tu llanto y tus gritos mas oscuros. Húndeme en tu sepulcro de vehemencia y depresión por que sólo ahí me sentiré útil, una vez que te ayude a salir.

Hoy despertaste buscándome. ¡Y me hallaste como siempre! Esperándote, sediento de tu boca. Mi boca...tu boca... La boca a la que lleno de besos, besos que actúan como llaves abriendo la jaula de las mariposas atiborradas en mi vientre. Vientre que cubres de tu peculiar perfume, que se enredan al tiempo en que tus brazos se cuelgan de mi cuello como jazmines enredados.

Porque a eso hueles tú, a jazmines. Pero no te das cuenta porqué tu no te ves como te veo yo, no te sientes como yo lo hago. No te escuchas. Simplemente te gritas, potenciando el daño que le haces a tu propia mente, a tu propia alma, alma que yo estoy y estaré dispuesto a curar.

Pero al fin y al cabo, Desnuda o cubierta, fuerte o débil, llorosa o risueña, despertaste. Abriste los ojos y alimentaste las ganas de apretarte entre mis brazos y no soltarte nunca más, dejando que mi espíritu se alimente del tuyo. Abriste los ojos y en ellos yo vi lo que me impulsa a vivir: Tu entrega completa a este ser que por entregarse también a ti, ha perdido la razón, y de lo cuál esta orgulloso.

Lo único que importa es que despiertes. Y a mi lado. Y que me sonrías cómo sábes hacerlo, como me has enseñado. Y que me grites, y que te escabullas en mi pecho cuando necesites un hogar para tu corazón, porque créeme cuando te digo que el mío ya ha encontrado refugio en el tuyo.

[i]Kakashi[i]