Querido diario...

En ese momento, en ese instante, me encontraba tan feliz. Nunca antes me había sentido de esa manera. Durante el último año, luego de mi desastroso intento de salir con alguien. El verano había llegado. En ese entonces, me sentía un poco acongojada, tenía que regresar a casa de mis padres, y no tenía idea de si te volvería a ver durante mi estancia en aquel pueblo.

Pero el destino estuvo de mi lado y pude verte.

Fue el mejor verano de todos por muchas razones. Estuvimos juntos todos los días, poniéndonos al tanto sobre lo que pasaba con nuestra vidas. Hablamos durante horas y en ningún momento nos aburrimos. Todos se sentía como antes.

Pasaron muchas cosas en ese verano.

Una de ellas ocurrió luego de la fiesta que asistimos de nuestra antigua compañera. Disfrutamos mucho esa noche, nos divertimos como nunca lo habíamos hecho. Bebimos demasiado y eso afecto nuestro sistema. Recuerdo manos rozándose, tu hermosa risa en mi oído, besos por todo mi cuello y luego cuerpos desnudos.

Después de eso, ninguno dijo nada. Supuse que era mejor así, pero días más tarde comenzaste a recordarme lo que pasó y un extraño juego comenzó entre los dos.

Un juego que me encantaba tanto.

Hasta que meses mas tarde me llamaste y no fue lo mismo. Dijiste algo que me rompió el corazón, algo que me desmoronó por dentro.

—Conocí al amor de mi vida.

¿Quién dijo que un alma destrozada, no puede destruirse más?

Besos.

Allyn Sonaher.