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ℂ𝕒𝕡.24


—Quizá en otro momento —dijo él visiblemente desilusionado.

—No, no, señor Routier. No he querido... Me encantaría. —Se obligó a sonreírle.

El sonrió a su vez, pero la sonrisa no le llegó a los ojos. Lanzándole una rápida mirada de impotencia a Jungkook, SooHyo regresó a regañadientes a la pista. Era un vals, y ella sintió cierta repugnancia cuando Routier la tomó en sus brazos.

Se sorprendió de aquella reacción, porque no le había ocurrido con sus anteriores parejas de baile. Sin embargo, ese hombre tenía algo que no lograba identificar, había un no sé qué en sus atractivos rasgos que a ella le resultaba repugnante.

—¿Se está divirtiendo esta noche? —preguntó Routier muy educado.

—Oh, sí, mucho —respondió ella con fingido entusiasmo.

Él le miró los labios.

—Ha causado un gran revuelo. Todo el mundo habla de lady Darfield —señaló. —Ha tenido usted lo que se diría un éxito instantáneo.

SooHyo se esforzó por sonreír.

—Perdone que disienta, señor Routier. No acabo de entender a qué se debe tanta fascinación, claro que nunca se sabe qué esperar cuando se entra a formar parte de un nuevo entorno, ¿no le parece?

—Sobre todo dadas las circunstancias de su esposo. —aunque seguía sonriendo, SooHyo se molestó.

—¿Cómo dice?

Routier volvió a esbozar su sonrisa afectada.

—Le ruego que me disculpe; he hablado sin pensar. —Le hizo un gesto cortés con la cabeza y se la llevó al centro de la pista.

SooHyo alzó la vista a las resplandecientes lámparas de araña para no tener que mirar a su pareja de baile. Aún se encontraba bajo el efecto del champán que había bebido y, al mirar a la luz centelleante que daba vueltas sobre su cabeza, no pudo reprimir la sonrisa. Ni el mareo. Bajó la vista de las luces al cuello rígido de la camisa de Routier y frunció el cejo.

—¿Se encuentra mal, lady Darfield?

—No, sólo me estaba mareando un poco. —Cuando él sonrió, SooHyo se percató por primera vez de que su sonrisa de verdad era muy bonita.

—Si me permite el atrevimiento, señora, a mi juicio es usted la mujer más hermosa de la sala —le dijo en voz baja.

Incómoda, SooHyo notó que se sonrojaba y miró hacia otro lado, topándose sin querer con Jungkook, que llevaba por la pista a una rubia muy guapa. Los dos hablaban muy entretenidos, y no pudo dejar de mirarlos. Cuando Routier se interpuso entre ella y Jungkook, intentó mirar por encima de su hombro.

—Lady Davenport —dijo Routier muy seco.

—¿Perdón? —graznó SooHyo, volviéndose para mirarlo.

—Su marido está bailando con lady SoonGi Davenport.

SooHyo no podía creer lo que estaba oyendo ¿Esa era lady Davenport? ¿Estaba bailando con su amante? ¡Cielo santo!, era tan hermosa como había temido.

—¿Quién? —espetó SooHyo sin pensarlo

—¿La conoce? —inquirió el hombre con una sonrisa perversa.

Ella estaba muerta de vergüenza, consciente de que Routier observaba muy de cerca su
reacción.

—Lo cierto es que no he tenido el placer... —murmuró con tristeza.

La sonrisa perversa de Routier se intensificó.

—Lo suponía.

SooHyo resistió la tentación de volver a mirar a Jungkook y, en su lugar, miró fijamente la pechera de volantes de su acompañante.

—¿De modo que asistió usted a la fiesta del gobernador en Bombay, señor Routier? —preguntó SooHyo intentando en vano cambiar de tema.

Una leve sonrisa de satisfacción se dibujó en los labios de él.

—Yo, sí. ¿Recuerda el lío del gobernador?

SooHyo negó con la cabeza.

—Vagamente. Era muy joven.

—Si no recuerdo mal, tenía diez u once años. Lo que sí recuerdo perfectamente es que estaba obsesionada con un caballero mayor que llevaba turbante —señaló.

La joven no pudo contener la risa.

—¡No lo dirá en serio!

—Lo digo muy en serio —sonrió. —Su padre me dijo después que estaba decidida a averiguar qué llevaba aquel hombre debajo del turbante, pero la fiesta le parecía un lugar algo intimidante para desenmascararlo, por así decirlo. De modo que se acercó a él, le confesó su intención y le propuso reunirse con él en el muelle a la mañana siguiente antes de partir.

—¿Le propuse a un completo desconocido que se reuniese conmigo en el muelle? —Rió como una tonta.

—Eso me han contado. Todo ello por el bien de la ciencia —espetó con fingida solemnidad.

—Mi padre no fue siempre... ¿cómo lo diría yo?... —sonrió cuando él le hizo un giro, —todo lo insistente que debía haber sido. —Rió, meneando la cabeza.

Routier forzó una sonrisa y sus ojos brillaron de un modo extraño.

—Pero sí que insistió en que se casara con Darfield, ¿verdad?

El comentario la sorprendió. Imaginó que Jungkook lo habría puesto al tanto de las circunstancias de su matrimonio el día en que se habían visto en Blessing Park. Jungkook y lady Davenport estaban de nuevo a la vista y se acercaban a ellos. Él no la había visto; estaba demasiado absorto en su conversación con la dama.

SooHyo empezó a marearse.

Cuando empezaron a oírse los últimos compases de la pieza, se acercaron al borde de la pista. El señor Routier sonrió y le hizo una reverencia.

—Gracias, lady Darfield. —hizo una pausa y la escudriñó extrañado. —La veo algo azorada. ¿Le apetece un poco de agua? —preguntó y, atrapándole la mano bajo el brazo, la condujo a la mesa de las bebidas antes de que pudiera responder.

De pronto, notó que una mano la agarraba por el codo.

—Si ya ha terminado de bailar con mi esposa, le ruego que nos disculpe —le dijo Jungkook a Routier desde detrás de SooHyo.

Los ojos ambarinos del hombre lo miraron con dureza por encima de la cabeza de ella. Jungkook lo miraba a él impasible.

Routier sonrió a SooHyo.

—Gracias otra vez, lady Darfield. —con un gesto brusco de la cabeza, se alejó.

Jungkook agarró a su esposa del codo y la llevó de inmediato hacia las puertas que daban al balcón.

—¿Has disfrutado del baile? —inquirió con frialdad.

A SooHyo le pareció inquieto, algo que le resultó divertidísimo, teniendo en cuenta que acababa de bailar con su amante.

—Soportable. ¿Y tú, has disfrutado del tuyo?

El frunció el cejo levemente, la sacó al balcón y la empujó a un rincón oscuro.

—A mí ni siquiera me ha parecido soportable —murmuró.

—¿Ocurre algo? —preguntó SooHyo algo irritada por tan repentina frialdad.

—Sí, ocurre algo, SooHyo. No te he besado en toda la condenada noche —señaló y, estrechándola entre sus brazos, la besó con vehemencia.

La joven, que le había detectado los celos en la voz, se derritió en sus brazos y profirió un
gemido de placer. Jungkook ladeó la boca con una urgencia que ella entendía muy bien y, cuando él empezó a acariciarle los costados.

SooHyo se retiro.

—Jungkook —lo reprendió, luego sonrió seductora.

El protestó y le besó la mano.

—¿Habrá algún día , un momento en el que no te desee? —le susurró con voz ronca, luego bajó la cabeza despacio y le dio un beso muy suave y muy provocativo.

—¡Cielo santo!, espero que no —murmuró ella cuando Jungkook levantó por fin la cabeza.

El rió y se la llevó a una zona aún más oscura.

—Parece que te gusta bailar.

—Me gusta bailar contigo, no con otros hombres. —quería decirle que tampoco le agradaba verlo bailar con otras mujeres y que la enfurecía verlo con lady Davenport.

El rió en voz baja y le rodeó la cintura con los brazos.

—A mí tampoco —coincidió, y volvió a besarla antes de regresar con ella de mala gana al salón de baile, donde un pelotón de hombres esperaba impaciente para bailar con su esposa.

Poco después de las cuatro de la madrugada, Nam le dio un codazo a Jungkook y le señaló con la cabeza a la exhausta SooHyo.

Apartada de los invitados que quedaban, estaba apoyada en la pared con los brazos cruzados sobre la cintura y aquel persistente mechón de pelo tapándole el ojo. Apenas se podía mantener despierta y, agotada, disimuló un bostezo tapándose la boca con una mano enguantada. Jungkook le guiñó el ojo a su amigo, luego se acercó como si nada a ella.

SooHyo intentó sonreír.

—¿Cansada, cielo? —preguntó.

Ella asintió con la cabeza.

—Te llevo a casa —le dijo en voz baja, apartándole con dulzura el pelo de los ojos— Creo que ya nos hemos dejado ver bastante por una noche.

Mientras el coche recorría las calles envueltas por la niebla, Jungkook contempló a SooHyo, dormida profundamente sobre su pecho. Nunca se había creído un hombre celoso, pero el verla en los brazos de otros hombres lo había afectado.

En su cabeza, aún la recordaba bailando con Routier, levantando la vista a las lámparas de araña y luciendo aquella sonrisa soñadora tan suya. Esa sonrisa le pertenecía, la tenía reservada sólo para él, y le dolía que ese hombre hubiese tenido la oportunidad de disfrutarla.

Si hubiese estado más cerca de ellos, se la habría arrebatado de los brazos a aquel sinvergüenza y le habría entregado a la furibunda SoonGi.

Él no la había visitado, ni había respondido a sus patéticas cartas desde que había puesto fin a su relación. En las últimas semanas, Rebecca había pasado de dolida a rabiosa y, al ver a SooHyo, había sacado los colmillos, la constancia de que Jungkook jamás iba a volver con ella había provocado una disputa entre los dos.

♡♡♤♡♡

Váyanse preparando bellas 🥺😥

Beeeeeeesosssssss😥💜

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