ℂ𝕒𝕡.17
[⚠️𝔸𝕥𝕖𝕟𝕔𝕚ó𝕟⚠️]
☆(❁‿❁)☆
Capítulo (completo) con escenas sexuales.
Si las mismas no son de su complacencia , por favor , abandonen el capítulo ahora mismo.
Pero si es lo contrario espero que lo disfruten pecadoras...
(≖ ‿ ≖)
Al poco, SooHyo estaba de pie delante de la ventana de su habitación, bañada por la luz de la luna que se colaba por ella, meditando en silencio sobre el terrible giro que había sufrido su vida.
Cuando oyó que la puerta se abría despacio, suspiró y contempló la luna llena.
—Gracias, Jess, pero no necesito nada. —Notó que la doncella se movía por la habitación. «Ahora no», pensó hastiada. —En serio, prefiero estar sola —insistió sin fuerzas.
—Yo prefiero estar contigo —respondió Jungkook en voz baja.
SooHyo contuvo la respiración; no se movió, ni dijo una palabra. Notó que se situaba a su espalda, sintió que sus dedos le acariciaban los brazos, produciéndole un hormigueo en la piel. Cuando él se le abrazó a la cintura y la atrajo hacia sí, ella descansó su cuerpo instintivamente en el de él.
—SooHyo —le susurró dulcemente al oído, causándole una intensa punzada de placer.
Ella imaginó sus ojos negros como los había visto en el prado.
¡Cielos, cuánto lo había deseado aquel día!
De pronto, segura en sus brazos y sintiendo su cálido aliento en el cuello, la invadió un deseo mayor de lo que creía posible, que parecía propagarse por su cuerpo sin control alguno, suplicando las caricias de él.
La mano de Jungkook abandonó su cintura y le acarició la nuca. SooHyo permaneció en silencio mientras él le cogía un mechón de pelo y se lo llevaba a la cara, dejándolo caer suavemente. Sus manos volvieron a envolverle la cintura y, apretándola con firmeza contra su cuerpo, empezó a tararearle una vieja tonada inglesa al oído, meciéndose despacio.
Pasaron unos instantes sin hablar, sin nada más entre los dos que la luz de la luna, el fuego ardiente de sus cuerpos y el suave y grave canturreo de Jungkook.
SooHyo lo deseaba mucho; cuando él posó sus labios cálidos en su cuello, ella abrió los ojos y suspiró agradecida.
Él la agarró por los hombros y la volvió hacia sí. Sus ojos oscuros, recorrieron lánguidamente el rostro de SooHyo mientras le apartaba despacio un mechón de pelo de la frente.
—Eres una mujer asombrosa, SooHyo —murmuró mirándole la boca.
Con el pulgar, trazó la línea perfecta de su barbilla, luego sus labios. Le deslizó la mano por la nuca y le cogió su exuberante melena. Era como la seda, deslizándose por entre sus dedos. Jungkook la imaginó en su cama, con aquel pelo envolviéndole el cuerpo y descansando en sus pechos desnudos, le colocó poco a poco la sedosa y abundante cabellera por encima de los hombros. Sus ojos violeta, muy abiertos y alerta, no se apartaban del rostro de él
—¿No estás enfadado? —le preguntó ella en voz baja, y le miró la parte superior del pecho que asomaba encima blanquísima camisa de seda.
—¿Enfadado? ¿Por qué demonios iba a estarlo?
—Por las cosas que ha dicho lady Haversham.
Jungkook rió discretamente
—Me han parecido muy entretenidas, aunque más adelante te insistiré en que expliques tus labores de cuatrera.
SooHyo cerró los ojos y gruñó arrepentida. Él le acarició la mejilla con naturalidad.
—¿Tienes idea de lo hermosa que eres? —murmuró él.
—No soy hermosa.
Jungkook respondió besándole los párpados.
—Debo disentir, señora mía —señaló él con voz grave, luego le acarició los labios con los suyos.
Ella se le acercó más. Complacido, él le acarició con ternura el contorno de la mejilla mientras posaba de nuevo sus labios en los de SooHyo, con suavidad.
SooHyo se rindió de inmediato y un escalofrió la recorrió cuando la lengua de Jungkook empezó a explorarla acaloradamente. Cualquier desazón se disipó de inmediato y fue reemplazada por un deseo que la hizo sentirse como si flotara.
Él le acarició el cuerpo con delicadeza, dejando una estela de fuego a su paso. Ella le devolvió el beso explorando con cautela los labios y la boca de Jungkook, y éste respondió estrechándola con más fuerza entre sus brazos. Lo sorprendió que el cuerpo de SooHyo reaccionara por su cuenta, apretándose contra él como si pretendiese integrarse en su poderosa estructura.
Entonces él se apartó y la contempló.
—Eres magnífica, cariño —le susurró.
Aquel piropo le alborotó el corazón, y suspiró.
Él le levantó la barbilla con dos dedos. El beso que le dio, a la vez tierno y vehemente, la marcó de deseo. Jungkook le pasó un brazo por la cintura para sujetarla. Cuando le besó el cuello, SooHyo echó la cabeza hacia atrás. La mano del hombre revoloteo por el pecho de ella, produciéndole una oleada de puro placer hasta las puntas de los pies, y SooHyo se agarró a sus hombros, temiendo caerse por un momento.
—Te deseo, SooHyo —le susurró contra la piel. Ella no respondió. Él levantó la cabeza y la miró, acariciándole la mejilla con los nudillos. Lo invadió el deseo tan de prisa que su intensidad le sorprendió. —Quiero hacerte el amor.
—N-no... no sé —le susurró ella.
Jungkook sonrió seductor y le besó la frente.
—¿Tienes miedo? —preguntó, besándole despacio el hueco del cuello.
La joven sintió que le flojeaban los brazos.
—No lo creo. ¿Y tú? —se obligó a responder ella.
El contuvo una carcajada, luego, de pronto, la cogió en brazos.
—No —dijo con énfasis y, dando media vuelta, la condujo a su dormitorio, a la inmensa cama de cuatro postes. La dejó en el suelo, volvió a besarla con vehemencia, luego le llevó las manos a la espalda y empezó a desabrocharle el vestido.
—¿Q-qué d-demonios estás haciendo?
—Desabrochándote el vestido.
—¡P-pero tu asistente...! —le susurró, histérica.
Jungkook sonrió.
—¿Prefieres que lo haga Damon? —bromeó mientras descendía hábilmente por la larga fila de botones.
SooHyo se puso como un tomate.
—Pero tú me dijiste...
—Olvida lo que te dije, olvídalo todo salvo el hecho de que te deseo desesperadamente. —Le llevó las manos a los hombros y le bajó el vestido poco a poco. La prenda cayó al suelo en una nube de lila y oro, dejándola con tan sólo una combinación fina. —¡Cielo santo! —exclamó verdaderamente admirado, con lo que ella lo miró pasmada.
Era tan distinta de cualquier otra mujer que hubiera conocido...; la suya no era una candidez fingida. A pesar de su increíble belleza, era obvio que nadie se lo había dicho antes. Cuando Jungkook alargó la mano para deshacerle el lazo que le sujetaba la combinación, ella le agarró nerviosa la mano.
—¡Jungkook, yo no sé nada! —le suplicó de pronto.
El se detuvo, consciente de lo verdaderamente inocente que era, y la abrazó con ternura.
—¿Qué sabes? —le preguntó con serenidad.
—¡Nada, nada de nada! Sólo que me tengo que tumbar ahí mientras tú me haces... eso.
Jungkook le besó la nuca, se zafó de los dedos de ella y volvió a tirarle de la cinta de la combinación.
—Eso —habló él con paciencia —es la experiencia más placentera que un hombre y una mujer pueden compartir, muy a pesar de lo que te hayan podido decir. —La vio dudar y prosiguió: — Cuando un hombre le hace el amor a su esposa, la cubre de besos suaves para demostrarle lo hermosa que la encuentra —dijo mientras soltaba la segunda cinta, revelando sus voluptuosos pechos, redondos y deliciosos, tan perfectos como había imaginado. Le acarició un pezón, y éste se irguió de inmediato.
—¿Y ya está? —le susurró ella escéptica.
El rió en voz baja mientras extendía los dedos por el pecho y el pezón y lo pellizcaba con suavidad.
—Puede surgir algo más, pero creo que es preferible que te lo demuestre.
Antes de que ella pudiera negarse, le envolvió la boca en un beso hipnotizador y le quitó la combinación deslizándosela por los hombros y los costados. Su piel tenía el tacto de la seda. SooHyo se estremeció, de deseo o de miedo, SooHyo no lo sabía, y él la tumbó despacio sobre su cama.
Se quitó rápidamente la camisa. La tenía allí tendida como había imaginado que estaría, con su abundante pelo oscuro enmarcando aquel cuerpo sensual. Cielos, qué cuerpo tan hermoso, desde los pechos hasta su fina cintura, las curvas de sus estrechas caderas o sus piernas largas y bien formadas. A la débil luz de la luna, su piel se veía radiante. Ella le miró el torso con ojos chispeantes, pero, cuando Jungkook liberó su miembro rígido, se estremeció.
—¡Cielo santo! —susurró.
Jungkook sólo había estado con otra virgen en su vida y entonces era joven e inexperto. Había sido doloroso para los dos, pero él había aprendido. Con precipitación, se inclinó sobre SooHyo y ancló su boca a la de ella hasta que, al fin, la joven le enroscó las manos en el cuello. Jungkook levantó la cabeza y la miró desde arriba.
—Tú te tiendes ahí mientras yo te cubro de besos —le dijo llevándole una mano al pecho y sonriendo al verla arquearse.
—Pero ¿qué...?
—No tengas miedo.
Jungkook sonrió, luego le besó la punta de la nariz. Ella le miró la boca. Él volvió a tenderse sobre ella y notó que se le aceleraba el pulso en el cuello. El roce seductor de sus pechos en la fina capa de vello del torso de su esposo contribuyó a potenciar el anhelo que crecía en su interior.
Inició una exploración lenta y sugerente de su cuerpo mientras su boca se ladeaba sobre la de ella, exigiéndole más y más. Volvió a llevarle una mano al pecho, luego la deslizó por el costado, y se detuvo en su estómago plano mientras se frotaba sutilmente contra ella, su miembro engrosándose al contacto con su suavísima piel.
Cuando paseó los dedos deliberadamente por la entrepierna de ella, SooHyo inspiró despacio, tanto que Jungkook tuvo que apretar los dientes para mantener el control.
Ella sólo estaba pendiente de sus caricias, a un tiempo alarmada y cautivada por la reacción que despertaban en lo más hondo de su ser. Jadeó cuando él le acercó la boca a un pecho, pero, cuando le deslizó la mano entre las piernas para acariciar sus pliegues sedosos, se sobresaltó.
Perdía el control a toda velocidad; las piernas se le abrieron para él como si tuviesen vida propia. Jungkook le murmuró algo incomprensible en el pecho antes de meterle los dedos muy adentro. SooHyo se alzó desconsoladamente contra la palma de su mano.
No tenía que ser así. A ella no tenía que gustarle. Pero le gustaba; de hecho, se deleitaba en ello. La invadió una mezcla curiosa de placer e ilusión. Necesitaba que Jungkook hiciese... algo.
—Estás lista para mí, cariño —le susurró él mientras la exploraba despacio con los dedos, se retiraba, acariciándola de paso, y repetía aquel movimiento terriblemente placentero. SooHyo sintió que se desmoronaba, y apoyo las manos en el cabecero de la cama, gimiendo suavemente.— Aún no —le murmuró Jungkook en el estómago.
SooHyo no sabía a qué se refería, pero le dio igual. Su cuerpo pedía a gritos que lo liberaran de aquel peso sensual que lo aprisionaba; se retorció cuando él le puso un muslo entre las piernas y se alzó sobre ella. Su respiración era entrecortada.
Él le besó un pecho al tiempo que entrelazaba sus dedos con los de ella por encima de su cabeza. Con la otra mano, la incitó a que palpara su pasión.
SooHyo se espantó al tocar la punta aterciopelada, alarmada por su tamaño. Aquello no disuadió a Jungkook, que le condujo la mano a su propia entrepierna mientras él le acariciaba la zona con la punta de su miembro. A la joven, estremecida, la inundo una oleada de deseo.
—¡Algo pasa! —gimió.
El marqués no necesitó más incentivos.
—Tranquila, cariño, no pasa nada —musitó mientras se introducía despacio en su interior, deslizándose cada vez más hondo con movimientos cortos y rítmicos.
Las manos de SooHyo se tensaron entre las de él, suplicándole en silencio que le proporcionara la satisfacción que ella ni siquiera sabía que buscaba.
Jungkook estaba a punto de perder el control; no creía que pudiera contenerse ni un segundo más. El interior tenso y cálido de ella se contraía en torno a su miembro; SooHyo arqueó la pelvis contra el cuerpo de él e instintivamente pidió más.
Él notó la fina membrana de su virginidad y se detuvo. Ella tenía los ojos cerrados, la boca entreabierta mientras respiraba con dificultad. A Darfield le pareció extrañísimo que él, hombre de mundo y conocedor de las mujeres, deseara a aquella virgen más de lo que había deseado a ninguna otra mujer en su vida.
Gimió, envolvió la lengua de ella con la suya y se lanzó con vehemencia a su interior. SooHyo le gritó en la boca mientras su cuerpo se convulsionaba alrededor de él. Se quedó rígida y cerró los ojos con fuerza para ahuyentar el dolor.
—Lo siento, cariño, no volverá a dolerte —le susurró con voz ronca.
SooHyo se quedó muy quieta debajo de él y no dijo nada. Él le besó la mejilla, el cuello y la oreja. Cuando ella aflojó un poco las manos, Jungkoook inició un movimiento lento y sensual, mordiéndose el labio para no vaciarse dentro de ella.
SooHyo gimoteó al principio, pero luego en seguida comenzó a reaccionar.
Cuanto mayores eran sus caricias, más apasionada e increíblemente instintiva era su respuesta. Puso las rodillas una a cada lado de él y levantó la pelvis, igualando su ritmo. El pelo, que se derramaba descontroladamente por todo su ser, le cubría parte del rostro, y Jungkook creyó perder el precario control que tenía ya sobre su propio deseo ardiente. Se mantuvo firme, ansiando que ella alcanzara pronto el clímax.
SooHyo se sintió como si estuviese en una nube, alejándose despacio del mundo, de todo menos de Jungkook. Aquella presión curiosamente placentera volvió a crecer de nuevo en ella y, cuando él empezó a penetrarla cada vez más, la presión se hizo insoportable.
—Vamos, cielo, ahora —la instó él, mirándola a los ojos mientras lo hacía.
—¡Jungkook! —le susurró ella muy angustiada. Se agarró a los hombros de él con gran vehemencia, clavándole las uñas en la espalda, y alzó las caderas al ritmo de sus intensas caricias.— ¡Jungkook! —casi le chilló, —¿... qué?
Hasta que sucedió. De pronto nació de su interior una sucesión de oleadas de placer que la apartaron de inmediato de toda realidad, salvo de la magia de tener a Jungkook dentro de sí. Echó la cabeza hacia atrás y arqueó el cuello mientras el alivio le brotaba de todos los poros de su ser. Luego se derrumbó sobre la cama.
—Ay, Jungkook —jadeó.
Incapaz de controlarse un segundo más, la agarró por el trasero y la levantó de la cama. SooHyo notó que a Jungkook se le aceleraba la respiración, lo oyó susurrar: «Mi vida», al tiempo que sus movimientos se aceleraban e intensificaban.
Apenas fue consciente del poderoso deseo de Jungkook mientras su cuerpo era presa de un auténtico arrebato. Se tensó alrededor de él, deseando que aquella increíble experiencia no terminara nunca. Él gimió y, tras un poderoso empujón final, la llenó por completo, la semilla de Jungkook se propagó hasta lo más hondo de su ser al tiempo que él susurraba su nombre, provocando en ella una emoción tan profunda que sólo podía ser amor.
SooHyo abrió los ojos despacio. Jungkook la contemplaba, con una mirada insondable de sus ojos negros. Él se apoyó en los codos y le cogió la cara con las manos. —¡Cielo santo!, SooHyo.
Ella le apartó de la frente el mechón de pelo empapado, le recorrió la mandíbula con el dorso
de la mano y le acarició los sólidos músculos de los hombros.
—Han sido más que besos —observó ella con solemnidad.
Jungkook sonrió ligeramente.
—Confieso que no te lo he contado todo.
—¡No tenía ni idea de que esto pudiera ser tan... tan... exquisito! —espetó.
—Yo tampoco —respondió él muy serio, pensando en cómo ella lo había complacido más allá de sus mayores expectativas.
Su inexperiencia había quedado completamente eclipsada por su increíble reacción natural. Jungkook se dio cuenta, de pronto, de que en su vida había vivido una experiencia sexual tan profunda. Su absoluta satisfacción, algo que jamás había experimentado con una mujer, no en aquel grado, lo tenía atónito.
SooHyo se alzó sobre los codos para besarle el cuello, luego ancló sus labios inflamados en los de él y lo besó apasionadamente. Él notó que volvía a excitarse con rapidez y, a regañadientes, levantó la cabeza.
Algo acobardado por la intensidad de aquellas sensaciones tan puras, lamentaba también la dolorosa invasión del cuerpo de SooHyo. La besó una vez más y se retiró, luego se tumbó boca arriba y se pasó un brazo por debajo del cuello al tiempo que la abrazaba con el otro. Ella suspiró contenta y apoyó la cabeza en su pecho, con una mano bien resguardada bajo la mejilla.
Jungkook contemplo la figura que descansaba en su torso, las oscuras medias lunas de sus pestañas contrastando fuertemente con su piel blanca y sus deliciosos labios, aún inflamados por la pasión que habían compartido.
Aquella criatura bella y asombrosa que yacía silenciosa en sus brazos era su mujer, que había reservado para él y sólo para él su increíble pasión natural. Lo que acababan de compartir lo emocionaba, pero también lo perturbaba.
No estaba en absoluto preparado para emociones tan fuertes. Por primera vez en su vida se sentía perdido Levantó despacio un mechón de pelo que le tapaba el ojo y la abrazó con más fuerza. Su esposa. Su preciosa, apasionada y extraordinaria esposa. ¡Cielo santo!
Cuando Jungkook salió de su cuarto a la mañana siguiente, casi chocó con Jessica, que iba a toda prisa por el pasillo cargada de sábanas limpias.
●•°○°•●
¿Que les pareció?
Creo que Lord bromista no le contó todo a la nena Soo 🤔
¿Ya comienzan a notar el cambio?
Ya verán ㅠ ㅠ .....
♡♡♡
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