ℂ𝕒𝕡.20
—¿Quién ha encendido ese fuego? —preguntó él verdaderamente asombrado, y dejó caer la leña. SooHyo rió. —No veo indicios de ningún intruso. No veo huellas en la arena, salvo esas pequeñitas —añadió señalando las de ella. —Señora mía, deduzco que lo has encendido tú.
—¡Pues claro! —exclamó SooHyo con una risita tonta.
—¿Cómo demonios?
—Con una piedra y unas ramitas, por supuesto —declaró ella fingiéndose ofendida.
Jungkook meneó despacio la cabeza.
—¡Cielo santo!, mujer, ¿tus conocimientos no tienen fin?
«Desconozco sí me amas», pensó ella, pero le sonrió y no dijo nada.
—¿Tienes hambre? —preguntó ella. Jungkook sonrió burlón.
—Sí, tengo hambre —murmuro y se dejó caer a su lado.
Con un solo movimiento, la acomodó en su regazo y le buscó la boca. Las manos de SooHyo ascendieron de inmediato por su pecho y se enroscaron en su cuello. Cuando la lengua de ella se introdujo entre sus labios, él le gimió en la boca. Ella notó que la tendía en la manta y que sus manos se movían con destreza por los botones de su blusa.
—Jungkook, no estarás pensando en...
—Sí, estoy pensando en... —respondió él y le envolvió la boca con la suya para que no volviera a protestar.
A la escasa luz del sol poniente y el calor de un pequeño fuego, Jungkook le hizo el amor muy despacio. «Delicioso», pensó SooHyo mientras él se introducía hasta lo más hondo de su ser y los músculos de los brazos le temblaban de sostenerse sobre ella.
Como tenía el sol de frente, a la espalda de Jungkook, SooHyo no podía distinguirle los rasgos, pero lo oía, lo olía y, cuando le pasó la lengua por el pezón, pudo saborearlo.
Él empezó a acariciarla con mayor insistencia, luego metió la mano entre los dos y, tras unos momentos de pura agonía, estalló en su interior una oleada de placer.
Con un último empujón, Jungkook gimió y se estremeció, derramando su semilla en lo más hondo de su ser, después bajó despacio hasta ella y apoyó la frente en su hombro.
—Te amo, Jungkook —le susurró al oído.
Él la envolvió con sus brazos y la estrechó contra su cuerpo en respuesta. Ninguno de los dos dijo una palabra en mucho rato, hasta que él suspiró y se retiró. Se entretuvo más de la cuenta recolocándole la blusa, luego se levantó de un salto y se abrochó los pantalones. Ella se bajó las faldas y se incorporó, después intentó recolocarse el pelo. Jungkook le besó el cabello revuelto.
—Creo que encontrarás algo de cerveza en ese jarro —le dijo y fue a echarte un vistazo al fuego.
SooHyo encontró dos copas de madera y las llenó de cerveza; después le sirvió comida a él.
Satisfecho con el estado del pequeño fuego crepitante, Jungkook se instaló junto a ella y empezó a contarle sus aventuras juveniles en la cala con Somi. Cuando terminaron de comer tranquilamente, Jungkook se apoyó en un árbol. A SooHyo empezaban a pesarle los párpados y apoyó la cabeza en su regazo.
—¿Con quién hablabas en el jardín esta mañana? —murmuró él.
SooHyo pestañeó y tardó un momento en responder. Se le pasaron varias cosas por la cabeza, pero la que más le impactó fue el que los hubiera visto. Sin embargo, a aquel pensamiento siguió la advertencia de Galen de que le guardase el secreto.
En cosa de un instante, decidió que su primo tenía razón. Cuando consiguiera el puesto de capitán, se lo contaría todo a Jungkook. Él le había dejado muy claro que no iba a cargar con ningún familiar, y no quería que pensara que su primo iba a ser una carga.
Además, tampoco quería hacer nada que pudiese envenenar el vínculo íntimo que parecían haber establecido y fortalecido aquella misma tarde.
—Un marinero de Pemberheath, fue grumete del Dancing Maiden hace unos años. Bang y los chicos lo conocen —respondió ella en voz baja.
Jungkook se la quedó mirando en busca de algún signo de engaño, y poco a poco, a regañadientes, aceptó su explicación. Le costaba creer que ella pudiera mentirle, menos aún cuando, con sólo preguntarle a Bang podía comprobar cualquier cosa.
Teniendo en cuenta que era capaz de abrazar a una vaca lechera porque le apetecía, tampoco era de extrañar que saludara así a un viejo amigo. O si. No lograba deshacerse del todo de la duda.
Ella hizo un ruidito y se acurrucó aún más en su regazo. Con el habitual mechón de pelo por el ojo, se la veía tan joven y tan inocente, allí dormida... le apartó el pelo de la cara y, rodeándola protector con el brazo, contempló el mar. Saboreó una felicidad que nunca había creído posible, y lo maravilló darse cuenta de pronto de lo importante que era para él.
SooHyo empezó a notar que algo le hacía cosquillas y, malhumorada, intentó quitárselo de un manotazo. Lo que parecía una pluma le recorrió de pronto el rostro. Volvió a darle un manotazo y abrió despacio los ojos.
Aún estaba recostada en el regazo de Jungkook y, al levantar la vista, lo vio sonreírle desde arriba, con una pluma en la mano.
—Despierta, preciosa. Llevas toda la tarde durmiendo —murmuró él, besándole la mano.
—No, sólo he cerrado los ojos un momento —insistió ella, y se incorporó.
—Te aseguro que ha sido más que un momento —rió él.
La vio apartarse el pelo de la cara, soñolienta, y mirar luego, perpleja, alrededor de la cala.
—Hay algo que quiero preguntarte —dijo él. SooHyo asintió con la cabeza y cruzó las piernas por debajo de sus voluminosas faldas. —Hace unos meses, jugamos al billar, ¿te acuerdas? —preguntó Jungkook, esbozando una sonrisa.
—Me acuerdo perfectamente.
—¿Y recuerdas la apuesta?
—Mejor aún —respondió SooHyo despacio. De pronto, como un relámpago, le vino a la cabeza que ya habían pasado los tres meses. Palideció visiblemente; la sonrisa de Jungkook se esfumó.
—¿Ocurre algo? —preguntó él en voz baja. SooHyo tragó saliva y negó con la cabeza. —Hoy se cumplen los tres meses de nuestra apuesta —señaló él, e impulsivamente le cogió las manos con una de las suyas
A SooHyo se le secó la garganta; ¿qué quería que le dijera? Se sentía muy vulnerable; los hechos no habían cambiado con respecto a aquella noche de hacía tres meses, Jungkook se había visto obligado a casarse en contra de su voluntad y merecía su libertad.
Pero... ¿quería que lo liberara?
SooHyo empezó a respirar con dificultad. No podría soportar que él le dijera que quería deshacer su matrimonio; sin embargo, le debía la oportunidad de hacerlo. Cerró los ojos; las manos de Jungkook le apretaron las suyas con fuerza.
—SooHyo, aceptaré tu respuesta —insistió él. Ella se estremeció. —Pero, antes de que digas nada, creo que debes saber que lamentaré mucho tener que decirles a los Delacorte que no vamos a asistir a su baile del mes que viene.
SooHyo abrió los ojos de golpe y empezó a negar con la cabeza. El se puso de rodillas en seguida y la agarró por los hombros; sus ojos negros atravesaron los de ella con una intensidad brutal. Ella no quería irse, pero no podía negar la realidad de su matrimonio.
—¡N-no... no es justo! Mereces...
—Merezco ir a Londres del brazo de mi esposa. Merezco tenerte en mi cama por las noches. Merezco ver esa sonrisa arrolladora todos los días. Además, ¡juraría por la tumba de mi madre que tú no quieres irte! —dijo él con voz ronca.
—¡No quiero irme! —gritó ella.
—Entonces, ¿por qué demonios parece que te vas a desmayar en cualquier momento? —bramó él.
—Prefiero morir a vivir sin ti, ¿es que no lo sabes? Pero ¡no puedo pedirte eso, Jungkook! ¡Papá te mintió! —añadió ella nerviosa.
Un extraño destello cruzó los ojos negros del marqués, que sonrió con tristeza.
—SooHyo, escúchame. Eso es historia pasada y no tiene nada que ver con nuestro presente. Preferiría que no te fueras.
Conmovida por aquellas palabras que tanto había querido escuchar, se lanzó de pronto a los brazos de su esposo y lo tiró de espaldas.
—¡Ay, Jungkook! —gritó ella, y le cubrió la cara de besos apasionados, hasta que su regocijo logró manifestarse en forma de lágrimas.
—Cielo santo —murmuró él, y le limpió las lágrimas con los pulgares.
—¡Darfield n-no sabes l-lo feliz q-que me haces! —lloró ella.
¿La hacía feliz?
Apenas había insinuado de forma extraña que quería que se quedara, la estrujó contra su pecho y la besó acaloradamente, a lo que SooHyo respondió con desenfreno. La tumbó de espaldas con premura y le subió las faldas hasta la cintura.
Nervioso, se desabrochó de prisa los pantalones, luego se introdujo en su interior con tanta fuerza que la joven gritó de éxtasis, alzando las caderas para recibir el siguiente empujón poderoso. Cuando alcanzó el clímax, le susurró que lo amaba, una y otra vez, henchida de felicidad.
Al fin exhaustos el uno en brazos del otro. Jungkook rió acurrucado en su cuello.
—¿Qué te parece tan gracioso? —preguntó ella mientras contemplaba el cielo rosado.
—¿Me prometes que no vas a agredirme?
—¡Claro! —dijo ella muy seria.
—Bien, tengo que confesarte algo —dijo él, divertido. —La apuesta era con cuatro bolas, ¿recuerdas?
—Sí.
—Te diste la vuelta, ¿te acuerdas? —inquirió él, y le llevó un dedo a los labios inflamados.
—No podía mirar. Tenía miedo de que fallaras —añadió tímidamente.
—Fallé. Sólo metí tres. Empujé la cuarta bola a la tronera —confesó como si nada.
—¿Que hiciste qué? —exclamó ella.
—Hice trampas. Descaradamente. Incluso amenacé a Anderson con despedirlo si se atrevía a decir una palabra —sonrió.
SooHyo entrecerró los ojos.
—Jeon Jungkook, ¡qué vergüenza! —dijo ella. Él asintió, risueño. —Aunque supongo que no soy quién para censurarte.
Jungkook arqueó ligeramente las cejas
—¿Y eso por qué?
—Sólo gané cien libras, no mil —dijo ella con dulzura.
Él soltó una sonora carcajada.
×°•°×
Ambos son unos tramposos jaja....
Pero el Marqués lo hizo para lograr lo que logró , llegar a su esposa si tener que decirle lo que siente , muy sabio de su parte .... 😒
Nos leemos!!!
_𝔸𝕕𝕒𝕡𝕥𝕒𝕕𝕒 𝕒𝕝 𝔼𝕤𝕡𝕒ñ𝕠𝕝 𝔹𝕪 𝕊𝕖𝕟𝕚𝕠𝕣𝕚𝕥𝕒ℝ𝕄𝕕𝕖𝕁𝕖𝕠𝕟√
_𝕆𝕣𝕚𝕘𝕚𝕟𝕒𝕝 𝕨𝕣𝕚𝕥𝕖𝕣 𝕠𝕗 "𝕋𝕙𝕖 𝔻𝕖𝕧𝕚𝕝'𝕤 𝕃𝕠𝕧𝕖" 𝔹𝕪 𝕁𝕦𝕝𝕚𝕒 𝕃𝕠𝕟𝕕𝕠𝕟√√
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