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13

KILIAN

Visitar a mi madre en el hospital siempre ha sido el mayor sueño de mis hermanos, adoran cada vez que subimos al ascensor y esperamos con ansias llegar al piso de mamá, hasta se han inventado una canción que es secreta porque nunca me han querido decir la letra pero seguro que es algo muy tierno.

—¿Están emocionados?—pregunto.

—¡Sí!—gritan ambos. Están tomados de la mano y puedo ver sus mejillas rojas, aunque no sé si es por el frío o por la emoción porque los Spinster tenemos ese defecto, nos ponemos rojos con facilidad y las emociones fuertes solo hacen que nos pongamos como tomates. Mamá dice que es una cualidad hermosa, para mi lo es a los siete años, pero a los diecisiete tratando de ser un chico malo en la preparatoria se convierte en un defecto.

Cruzamos la puerta giratoria de cristal y nos dirigimos hasta el mostrador donde una enfermera nos espera sonriente. De inmediato Olivia brinca para poder tener visibilidad y saludar como en cualquier lugar al que llegamos.

—Holis, venimos a visitar a mi mami.

—Holis, solo necesito que me digas el nombre de tu mami—le responde en el mismo tono y el mismo entusiasmo.

—Onna McQuaid—respondo.

—¿Quiénes visitan?

—Kilian, Oliver y Olivia Spinster McQuaid.

Teclea de nuevo, asiente y toma tres gafetes que tienen la palabra "visitante" en color rojo, para poder caminar libremente en los pasillos que nos lo permiten obviamente. Sin esperar más subimos al ascensor en el que mis hermanos comienzan a cantar su canción inventada en susurros que sólo ellos pueden entender.

Juro que algún día averiguaré de qué va la letra.

Una vez estamos en el piso corren hasta la puerta ansiosos por ver a la mujer que más amamos en la vida, así que no los hago esperar y abro la puerta. Ahí está ella, con un gorro color negro, cables conectados y unas enormes ojeras debajo a sus ojos.

—¡Mis tres bebés!—dice con emoción. El dispar corre a ella y la abrazan como pueden si lastimarla. No puedo evitar sonreír, es un momento muy emotivo—me falta mi bebé mayor—me acerco y la abrazo con delicadeza.

Mi mamá, mi mamá es una mujer hermosa, es amable, amorosa, humilde, comprensiva, positiva, ella lo es todo, no creo que haya una persona que nos ame más que ella, y estoy seguro de que daría todo por vernos felices, como justo ahora, luchando contra el cáncer y las quimioterapias para poder seguir a nuestro lado. Aunque me duele mucho verla siempre tan débil y delicada sé que es una mujer fuerte. Mamá es la mujer más hermosa que conozco y no solo de forma física, sentimentalmente también es bella.

Cada vez que enfermábamos nos preparaba nuestra comida favorita y nos apapachar tanto que era imposible no sentirse bien dentro de la enfermedad, así que es lo que yo estoy haciendo ahora, hacer que sus días se sientan felices aun dentro de su enfermedad. No es que yo sea negativo, al contrario, sí se trata del cáncer de mamá trato de ser la persona más positiva del mundo, pero también soy realista y solo hay dos opciones, la vida o la muerte, y yo no sé sí mañana mi madre estará para poder abrazarnos.

—¿Qué tal la pasaron ayer?

—Muy bien, había pastel, regalos, piñatas, dulces, globos y todos nuestros amigos—responde Oliver aun sin soltarla.

—¿Tienes fotos? —pregunta dirigiendo su mirada a mi.

Coloco la galería y comienzo poniendo la primera foto en la que aparecen mis hermanos abrazados antes de que comenzara la fiesta, se lo doy para que las vea de cerca junto a los pequeños, con una gran sonrisa mamá va deslizando su dedo para cambiar de foto mientras los disparejos explican cada detalle para nada importante.

—¿Ella quién es? —pregunta mamá mientras me muestra el celular.

Es una foto del dolor de cabeza con los gemelos, es una selfie, las chicas sonríen mientras Oliver solo mira con seriedad la cámara.

—Se llama Havzel.

—¿Es tu novia? —pregunta mamá.

¿El dolor de cabeza, mi novia?, me rio fuerte.

—Iugh, no—hago una mueca.

—Es amiga de mi hermano.

—Y mi mejor amiga.

—Es mi compañera de equipo de clase—corrijo—Via la invitó a la fiesta.

—Oh, pues es muy guapa—mamá mira una vez más la foto. La foto de Havzel se debió haber colado por accidente, la borraré en cuanto salgamos de aquí, no merece quitarme espacio en el celular.

—Es una chica común, no es para tanto—murmuro, aunque sonó más como un pensamiento por el nivel de voz.

—¿Cómo va la escuela, Kilian?

—Como siempre, genial y siendo el mejor de todos, otra vez me ofrecieron ir al Decathlon académico pero no es lo mio.

—Deberías intentarlo, sería bueno para tu perfil académico, te ayudará para la universidad.

—Tengo suficiente con el hockey y tratar de mantener mi promedio perfecto, además ya comenzaré con el servicio al iniciar el próximo año, mi asesor dice que eso es suficiente.

—Yo se que puedes con todo, eres un chico muy inteligente y perseverante—acaricia mi mejilla con cariño. Extraño que lo haga cada mañana antes de ir a la escuela o antes de iniciar un juego de hockey

—De verdad te extraño, me asusta que no vuelvas a casa—susurro para que mis hermanos no escuchen.

—No te preocupes por el futuro, es mejor vivir el presente y aceptar lo que venga.

Esa frase aunque es muy buena no es mi favorita en estos momento.

Pasan los minutos en los que hablamos y reímos de diferentes cosas divertidas, simplemente creando momentos en familia, pero llega el momento menos favorito de la tarde, irnos, no nos queda más opción de despedirnos de mi mamá pues el horario de visitas ha cerrado, por suerte mis hermanos han comprendido bien que no nos podemos quedar mucho tiempo, porque la ultima vez me costó mucho cesar los lloriqueos de ambos, aunque he de admitir que en varias ocasiones quiero llorar de la misma manera, es que yo solo quiero estar feliz, no triste por tener que volver a dejar sola a mamá, porque no ve a sus hijos crecer, porque no me ve crecer...

Es triste en verdad.

Mientras conduzco tranquilamente a Olivia se le ocurre comenzar con su sesión de veinte mil preguntas por segundo, y me toca responder cada una de ellas porque si no piensa que estoy enojado, yo jamás estaría enojado con ella pero tiene un corazón de pollo muy sensible.

—¿Te gusta mi amiga Havzel?

—No.

—¿Por qué?

—Porque no.

—¿Por qué no tienes novia?

—Porque no estoy en un momento para tener novia.

—¿Por qué?

—Porque muchas novias siempre quieren todo tu tiempo para ellas, toda tu atención, muchas veces no les importan tus problemas, solo los de ellas, también pueden no quererlos a ustedes o que no le gusten las cosas que a mí, o simplemente nunca me apoye en ninguna decisión. Por eso y muchas cosas más no tengo novia.

—Oh.

—¿Y Havzel es así?

—Si, es muy mala—miento. No es mala pero si muy estresante.

—Mentirosos—murmura.

—Pero tal vez sí sabes buscar encuentres a la chica correcta, que comparta el tiempo contigo, que no necesite toda tu atención, que te ayude con tus problemas y que nos quiera obviamente, una chica bonita con la que puedas jugar hockey porque a los dos les gusta, y también que vaya y te apoye, y así pueda hacer que ya no estés triste y te haga sonreír siempre, porque eso hace el amor—dice Oliver sin dejar de ver por la ventana el paisaje.

Definitivamente él está enamorado, pero me parece que tiene una imagen del amor un poco más inocente, aunque tiene algo de razón razón, esa sería la chica que necesito, tal vez no llegue ahora, tal vez la encuentre en unos cinco años o la tengo frente a mi nariz.

—Describiste parte de mi chica perfecta, pero eso es muy irreal.

Según los libros nada es imposible.

Los libros son simples pensamientos de un escritor con falta de realidad, pero no se lo diré a mi hermano amante de la lectura porque eso provocaría una pelea sin fin.

No tengo novia desde secundaria, desde mi primer año para ser exacto, no duramos mucho pues éramos dos adolescentes experimentando el amor, y la verdad no fue exactamente bueno ni bonito, ella cubría toda mi anterior descripción sobre por qué no tengo una novia actualmente, y no necesito otra chica así en mi vida.

Al día siguiente toca volver a empezar con la rutina de todos los días, he llevado a mis hermanos con la vecina para que los deje en la escuela y yo he ido a la parada del autobús, hoy tenemos examen y no tuve tiempo de estudiar nada pues ayudé a mis hermanos con sus proyectos escolares y sinceramente al momento de tomar el libro de texto los ojos se me cerraban por si solos, aunque tampoco estoy mortificado por eso pues me sé de memoria cada una de las cosas que se mencionaron en clase. Tengo buena memoria y un coeficiente intelectual alto.

Al llegar al salón de clases voy hasta mi lugar junto a Ian, quien parece que ha recogido todos los nervios que yo no tengo y se dio un baño con ellos, el movimiento frenético de sus piernas no me parece de lo más sano pero sé que las matemáticas no son lo suyo así que tampoco me preocupo demasiado.

—No estés nervioso por este examen.

—Claro, me lo dice el único que está relajado aquí, oh claro, es el cerebrito de la clase—murmura sin mirarme. Creo que está repasando las fórmulas una y otra vez en su cabeza.

—Disculpa por saber cosas...

—Lo siento, de verdad lo siento, es que no estudié absolutamente nada, se me fue el tiempo en estupideces.

—Tranquilo, te dejaré copiarme cuando acabe, tengo ganas de ser buena persona hoy y tu fuiste el ganador del boleto.

—Uff—se relaja—creí que nunca lo ibas a decir, te prometo que la próxima vez si estudiaré.

—Y la próxima vez será la próxima vez de la próxima vez...

El profesor entra al salón seguido del dolor de cabeza, Gia y el nuevo rostro sensación Noah Townsend, los tres se sientan cerca uno del otro, para mi mala suerte Havzel mas cerca de mi de lo que me gustaría, y desde aquí puedo notar el nerviosismo que la carcome porque mueve la pierna de la misma forma que Ian antes de facilitarle la vida.

—Espero hayan estudiado, tuvieron mucho tiempo para hacerlo así que no espero que me decepcionen—dice mientras comienza a repartir los exámenes por filas y personas—mucho menos usted—deja la hoja frente a mi.

—No se preocupe, nunca lo he hecho—sonríe grande y continua con su labor.

Odio que me diga eso, me hace sentir como sí sacar algo abajo de diez es un pecado, pero únicamente para mí, podría hacer mal todo el examen para jugarle una carta que nunca he puesto en la mesa, pero esa beca académica se podría ir al caño solo por esa "bromita". No me queda más que aguantarme.

—Pueden comenzar— dice el profesor mientras pasa a sentarse en su cómoda silla giratoria.

4x – 2(6x – 5) = 3x + 12(2x + 16)

Sí el profesor quiere mi nota baja entonces que me ponga problemas difíciles, esto es mero entrenamiento para la mente.

4x – 2(6x – 5) = 3x + 12(2x + 16)
4x – 12x + 10 = 3x + 24x + 192
4x – 12x – 3x – 24x = 192 – 10–35x =182

x=180 +7
- 35. 7

x=-26
5

Fácil. Resuelto.

Acerco un poco el examen a Ian cuando termino los diez ejercicios, y sin esperar más copia el primer problema mientras yo cuido que el profesor no nos atrape, trata de hacerlo rápido y sin equivocaciones, por suerte el profesor lee su celular, lo que nos da tiempo de sobra para haber cumplido con nuestro objetivo.

—Listo—susurra regresando a su lugar correctamente.

Me pongo de pie y voy hasta el profesor dejando la hoja cerca de él. Creo que he roto un récord aún con el tiempo que perdí pasándole las respuestas a Ian.

—Todo un flash, como siempre...

No sé por qué le molesta tanto que sea bueno y rápido en las matemáticas, debe tener alguna frustración por ahí escondida.

—Pude haberlo entregado antes pero no quise hacerles sentir presión a mis compañeros tan rápido.

—Puedes salir el resto de esta hora y la siguiente, únicamente pueden estar en las gradas del campo de fútbol, y la próxima no presuma tanto sobre sus dotes matemáticos.

Sonrío por última vez y salgo del salón en espera de mi mejor amigo, somos como uña y mugre, chicle y zapato, cerilla y oreja, siempre juntos a donde sea que vayamos. Espero y espero pero no sale, realmente no sé porque tarda tanto si terminamos al mismo tiempo...

Para mi fortuna la puerta se abre dejando ver a Townsend y a Ian.

—¿Por qué tardaste tanto?

—No quería levantar sospechas, decidí esperar un momento.

—Vamos a las gradas a relajarnos—hago un movimiento con la cabeza para que me siga pero no lo hace.

—¿Vienes Townsend?—le pregunta antes de venir conmigo.

—No, estoy esperando a Havzel y a Gia—responde de la forma más fría que puede, y sin mirarlo a los ojos como si mi amigo fuera a fulminarlo.

—Pueden venir cuando salga.

—No gracias...

—Así déjalo Ian—lo tomo del brazo y me lo llevo—no van con nosotros, que se queden en su soledad siendo patéticos.

—Solo quise ser amable, estoy feliz porque sacaré diez.

Al llegar a las gradas vamos hasta la parte media y nos sentamos a descansar y perder el tiempo mientras todos los demás terminan sus exámenes, miramos el campo desolado mientras los pájaros cantan a lo lejos.

—Hay un juego mañana, ¿estás listo?

—Siempre, pero no sé con quién dejar a mis hermanos.

—¿Y tu vecina?

—Se va de viaje por una semana.

—Sí mamá no fuera a salir de la ciudad mañana por la mañana, te aseguro que podrías dejarlos ahí.

—Sí no logro encontrar quien los cuide tendré que faltar al juego, aunque sé que eso no hará feliz al entrenador.

—¿En serio?

—No me queda más, soy hermano mayor y ellos están a mi cargo.

—Existen niñeras.

—¿Son de confianza?

—Alguna buena debe haber.

Tendré que hacer algunas llamadas por la tarde, debe haber mucha disponibilidad. Tal vez una niñera me funcione bien.

Minutos más tarde las gradas comienzan a llenarse, incluyendo a Townsend, Gia y Havzel, quien parece que no la ha pasado muy bien durante el examen pues su rostro solo emana angustia y decepción. Se sientan unas cuantas bancas alejados de nosotros y se ponen a platicar de inmediato.

—Havzel parece que llorará—murmura Ian—hay que molestarla.

Estoy por levantarme e ir a burlarme un poco de su trágico examen, pero justo en el momento en que lo pienso Tyler llega hasta ella con una sonrisa reconfortante y la distrae sacando un tema de conversación.

—Esos dos de nuevo... —dice Ian mientras los ve.

—Creí que sería cosa del campamento. ¿Crees qué él quiera algo serio o más aventurero?

—Se nota nervioso y no la mira mucho a los ojos, además juega con sus manos constantemente con cada palabra que sale de su boca. Me atrevo a decir que él busca algo serio con ella, tal vez se gusten mutuamente—entorna los ojos en su dirección analizando la situación.

—¿Cómo es qué puedes deducir todo eso?

—Observando—sonríe con grandeza y orgullo.

—Pues yo la verdad no creo que se gusten, conozco a Tyler y él nunca ha sido un chico de cosas serias, ¿por que lo sería con ella?

—¿Y por qué no?

Porque no congenian mucho desde mi punto de vista, son dos personas con vibras diferentes, además de tener formas de ser que no conectan mucho, el es un poco más reservado y tranquilo y ella un perico con hiperactividad, simplemente no los veo juntos, mejor dicho no los...

—Kilian—me llama una voz femenina que no conozco, es una chica que no es de nuestra clase y a la cual obviamente intimido pues su tono de voz es muy tímido.

—¿Sí?

—El profesor de matemáticas me pidió que te llamará, dijo algo sobre tu examen, quiere que vayas y les digas a todos tus demás compañeros que también lo hagan—dice sin mirarme a los ojos.

—Gracias...

Me levanto y bajo de inmediato las escaleras, sin pensarlo me acerco primero a Havzel y Tyler, quienes siguen manteniendo su conversación a flote con grandes sonrisas en sus rostros. El profesor pidió la presencia de todos y es lo que estoy haciendo.

—Tenemos que ir ya por los exámenes revisados.

—Iremos en un momento—responde Tyler apenas mirándome.

—El profesor dijo que ahora, en este momento.

Tyler se levanta y me mira directamente a los ojos.

—Tengo un amigo muy aburrido que cumple las reglas—ríe.

—Sabes como soy.

Le ofrece la mano a Havzel para ayudarla a levantarse, como si ella no pudiera hacerlo sola, y ella la acepta sin rechistar, le dedica una sonrisa además y se van caminando juntos sin siquiera agradecerme por el aviso. Maleducados. Como si su plática fuera muy interesante para no interrumpirla y agradecerme, ¿que pueden estar platicando esos dos?, apenas y se hablaron en el campamento, e incluso habló más con él que conmigo que era su compañero de casa de campaña y...

¿Y a mí qué me importa?

Cuando entro al salón voy hasta el profesor quien espera pacientemente con mi examen en la mano solo para decirme que he sacado la mejor nota como siempre desde que entré a esta escuela.

—Diez, otra vez.

—Obviamente es un diez, no sé por qué esa cara de decepción señor—tomo el examen con una sonrisa.

—Talento desperdiciado, no quieres ir al Decathlon solo por estar de vago con tus palos de hockey.

—Es lo que hay señor—alzo los hombros y salgo del salón de clase dando entrada a otro compañero, Havzel, quien entra con las piernas casi temblando de los nervios.

—¿Qué sacaste cerebrito?

—La pregunta me ofende Ian, obviamente un diez.

—Significa que sacaré un nueve, me equivoque un poco para no levantar sospechas.

—Y que te invitarán a la olimpiada matemática.

Nadie quiere ir a la olimpiada matemática, sólo los cerebritos que viven y respiran por eso, sería uno de ellos si no fuera una persona con estatus social e intereses más importantes.

—Ian, sigues tú—le indica el dolor de cabeza con la hoja entre sus manos. No puedo descifrar su rostro, no sé si está feliz, triste o decepcionada.

—Está bien, vuelvo en un segundo.

Cuando él entra ella se acerca a mí sacando a relucir finalmente una gran sonrisa, lo que solo me hace saber que sacó una buena nota.

—¡Saqué un ocho!

—¿Y eso te emociona?—no pudo evitar hacer una mueca. Un ocho no es la gran cosa, es un intermedio, casi mediocridad.

—Eso... sí, no voy a recursar la materia—hace una mueca y esconde su examen detrás de su espalda con pena.

Sí a ella le emociona que más da, una felicitación de mi parte no es un pecado.

—Felicidades Havzel, te lo...

—Felicidades, Havzel, te dije que lo lograrías—dice Tyler interrumpiendo mis palabras, y no solo eso, interponiéndose entre ella y yo dándome la espalda como si fuera cualquier persona. ¿No le enseñaron a no meterse en pláticas ajenas?

El dolor de cabeza sonríe mientras lo mira, sus mejillas se pusieron rojas y yo no puedo evitar pensar en lo asqueroso que hacen ver el romance estas dos personas. Sin más que hacer en este lugar me alejo para esperar a Ian.

Supongo que mi felicitación no valía tanto para ella...

Luego de un largo día escolar he vuelto a casa con mis hermanos, en cuanto pisé mi habitación me dediqué a buscar una niñera en línea esperando tener éxito, el cual obviamente no obtuve pues no era de mi conocimiento que las niñeras necesitaran un cita con antelación y saber todo el itinerario de los niños por un word, y mucho menos que existiera tanta discriminación hacia los gemelos o mellizos, nadie quiere cuidar dos demonios.

Ya es casi la hora de dormir y aún no encuentro a nadie que cuide a mis hermanos, estoy entrando en una crisis y creo que quiero llorar, pero me queda una última opción para nada de mi agrado.

Havzel Relish, alias dolor de cabeza.

Busco su número entre los contactos del grupo escolar y me atrevo a llamarla un par de veces pero no responde a ninguna de ellas. ¿Ir a su casa es una opción?, en momentos de crisis y todo es una opción.

—Via, Oli—grito para que bajen de sus habitaciones.

—¿Qué pasa?

—Pónganse el abrigo, iremos a un lugar.

—¿Qué lugar?—pregunta Via.

—Casa de Havzel.

—¿Pará qué?—pregunta Oliver.

¿Cuándo pasan la edad de los "por qué"?

—Necesito un favor.

—¿Un beso?—pregunta Oliver.

—Eso no es un favor.

—Sofía me dijo que si le hacía el favor de darle un beso,a si que si es un favor.

—No, eso no es un favor y tú aún no estás en edad de besar.

—Yo le di un beso a Henry—murmura Olivia mientras sube el cierre de su abrigo.

—Se ganó un puño en la nariz—Oli la mira con enojo y cerrando su pequeño puño con fuerza.

—No Oliver, no, eso no se hace, y Olivia tampoco debes darle besos a Henry, también eres pequeña.

—¿Es malo dar chocolates Kiss?—frunce el ceño.

Oooh, ese tipo de beso.

—Los chocolates son buenos, pero... ah, olvídalo.

Durante el camino nadie habla pues decido ponerles sus canciones favoritas y mantenerlos ocupados para así evitar sus preguntas, además debo evitar distracciones y apresurarme porque la hora de dormir de Olivia está por llegar y si se pasa por unos minutos me olvido de descansar mis ocho horas adecuadamente.

Por suerte Havzel no vive tan lejos y llego al pasar unos cuantos minutos. Estaciono fuera de su casa y bajamos.

—Que bonita casa tiene mi mejor amiga.

Toco el timbre y espero a que alguien abra, solo espero que lo haga ella y no otra persona como sus padres o qué sé yo, eso sería muy vergonzoso por alguna razón.

—Oh, hola—dice cuando abre la puerta, afortunadamente es ella.

—Hola...

—Pasen, está haciendo frío—abre más la puerta para darnos espacio de entrar—vengan, vamos a la sala—hace un movimiento con la cabeza para que la sigamos, y es lo que hacemos. Entramos a un espacio muy grande y cálido con una gran chimenea que alumbra el lugar—¿que los trae por aquí a esas horas de la noche?, ¿quieren algo de beber?

—No, solo es una parada rápida.

—Oh, está bien, ¿que necesitan?, con gusto les ayudaré si está en mis manos.

Tan amable como siempre, ¿será así siempre o es una máscara bastante falsa que algún día se la caerá?

—Necesito un favor.

—Sí, mi hermano necesita un beso—se adelanta Via provocando que Havzel abra los ojos y me mire con sorpresa.

—No, eso no es cierto—digo rápidamente—el favor que necesito es que los cuides a ellos, solo eso lo prometo.

Suspira aliviada tocándose el pecho, como si yo besara horrible, ¿qué le pasa?, ¿si mi verdadero favor fuera el beso me lo rechazaría?

—Claro que sí, ¿cuándo?—dice con rapidez, mientras tiene una gran sonrisa y mirada iluminada llena de emoción, al menos ella no es como las niñeras que le tienen miedo a los mellizos.

—Mañana, tengo juego y no sé quién puede cuidarlos, mi última opción eres tú.

—¿Tengo que cuidarlos mientras tú juegas?

—Sí, al terminar vendré por ellos.

—¿Y sí mejor los llevo al juego?

—A ellos les gusta pero no quisiera que te aburras.

—No me he perdido ni un juego desde que comenzó la temporada, no tengo problemas en ir con ellos.

—¿Te gusta el hockey?

Ella asiente con una sonrisa.

Vaya, no recuerdo haberla visto en algún juego de esta temporada, ni de ninguna otra, seguro está mintiendo por convivencia.

—Oh, entonces eso sería genial, desde que mamá entró al hospital no han ido a verme, no vendría mal su presencia.

—Sería un gusto llevarlos—sonríe.

De la que me salvé.

—Gracias, sí te parece justo yo puedo llevarlos conmigo a los tres.

—Iré con Noah y Gia, los llevaré conmigo, de todos modos gracias.

—Gracias a ti supongo, me salvaste—sonrío con la boca cerrada.

—Cuando gustes te puedo salvar, se me da muy bien ayudar a las personas—se pone de pie y hago lo mismo sin pensarlo. ¿Eso qué quiere decir?

—Bueno, nos vemos mañana, vendré a dejarlos aquí antes de mi entrenamiento, ¿te parece? —comienzo a caminar a la salida.

—Sí, no hay problema.

Abre la puerta principal para nosotros como acto servicial o algo así.

—Adiós chicos, nos vemos mañana—se dirige a los gemelos.

—Adiós, Havzel— la abraza Via.

—Adiós—dice Oli sin más.

—Adiós, Apellido Raro—se burla sin pena alguna, así que no me queda de patria más que replicar su broma con mi creativo apodo para ella.

—Adiós, Dolor de Cabeza.

Creo que está vez le daré el mérito, me ha salvado.

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