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12.

HAVZEL

He decidido ir a la fiesta de los Spinster ya que mis padres se irán a sus trabajos y entonces me quedaría sola en casa, además que le dije a Via que irá y ahora soy como su heroína o algo así. Una vez estoy bien abrigada y con ambos regalos en mano voy hasta el auto, al pasar los minutos y un par de canciones finalmente llego a la casa de los Spinster, esta está decorada con globos y un cartel que dice: "cumpleaños siete de Olivia y Oliver". Voy hasta la puerta y toco el timbre esperando que alguien venga a abrir.

—Hola.

—Si viniste...

—No iba a faltar al cumpleaños de mi fan número uno.

—Tampoco te lo creas tanto. Pasa.

Al entrar nos dirigimos al patio donde hay muchos niños corriendo, algunos en un brincolín, otros más están bailando, comiendo o simplemente hablando. Hay varias mesas blancas de tipo picnic, una mesa del mismo color con dos pasteles, hay otra mesa para regalos y otra de dulces para tomar durante la fiesta.

Estoy impresionada con el trabajo de Kilian.

—Wow, te esforzaste mucho.

—Deja de idolatrar y sal.

—Solo dije "wow", tampoco te la creas tanto—le doy ambos regalos para que él se haga cargo de ellos.

—¡Havzel!—gritan detrás de mí. No puedo confundir esa voz, es Olivia gritando y corriendo hacia mi, me abraza las piernas con fuerza y yo solo puedo tocarle la cabeza con delicadez.

—Hola Olivia, feliz cumpleaños número siete—me pongo en cuclillas cuando suelta mis piernas y la abrazo.

—Gracias, ya soy una niña más grande, podré votar ¿verdad?

—Aun no pero creces tan rápido que muy pronto podrás hacerlo.

Hace un sonido de desilusión pero de inmediato cambia su rostro por uno de felicidad al escuchar a los niños gritar.

—Ven, te llevaré con Oliver y también te presentaré a mi amigo Henry.

Jala mi mano a través de todo el jardín hasta que llegamos a una mesa con muchos niños incluido Oliver, que es a quien me dirijo antes de nada.

—Feliz cumpleaños Oliver espero la estés pasando muy divertido.

—Gracias—se limita a decir junto con una sonrisa pequeña. Pequeño hombre de pocas palabras.

—Y él es Henry, mi mejor amigo.

Un pequeño niño con peinado engominado me extiende la mano con educación y una gran sonrisa, tiene una cara de ángel, espero que se comporte como se ve.

—Un gusto conocerte amiga de Via.

—Hola, eres muy lindo Henry, el gusto es mío.

Sus mejillas se ponen rojas y ríe por lo bajo, antes de que pueda decir alguna otra cosa un niño pelirrojo se pone frente a él y toma mi mano dándole un beso en el dorso.

—Hola yo soy Paúl Evans, soy muy guapo, cariñoso y romántico, según mi mami.

—Hola Paul, sin duda eres muy romántico, tu mami tiene razón.

—Lo sé, me lo dice mucho—un pequeño casanova—cuando quieras te puedo invitar una leche chocolatada.

—¿De verdad?, eso me encantaría mucho...

—Okay, Romeo—le quita la mano de la mía. Kilian—necesito de la ayuda de tu princesa pero te la devolveré a media noche.

Sin poder despedirme toma mi muñeca y me jala hasta dentro de la casa, específicamente la cocina.

—¿Por qué interrumpes mi amorío?—bromeo.

—Oh lo siento, perdón por interrumpir tu ligue con un niño de siete años, los únicos que te ponen el ojo—dice sarcásticamente.

Eso no es verdad, hay muchas personas que quieren una cita conmigo, estoy consciente de los rumores sobre mis besos, así que no me siento mal por sus palabras.

—Tyler no tiene siete.

—Bueno, no te he traído aquí para hablar de tus amoríos sino para que me ayudes a servir la comida.

—Pero soy invitada.

—Los mayores de diez ayudan, he puesto la regla justo hoy e Ian y la señora Allen también me ayudarán, anda, son demasiados mini demonios.

Suspiro y giro los ojos.

—Okay, ¿qué hago?

—Tienes que servir dos rebanadas de pizza, una porción de macarrones con queso y de postre una gelatina.

—Está bien pero que ganaré, a los meseros les pagan y no dejaré de lado que me has reclutado de la nada, no será gratis.

Me mira serio y con cansancio, tal vez sí sea un dolor de cabeza pero no uno de migraña, así que seguiré siendo igual con él.

—Te regalo un chocolate.

—Hecho.

Comienzo a sacar los platos y me acerco a las cajas de pizza donde también trabaja Ian haciendo lo mismo que yo y llevando los platos a los niños.

—El gruñón te puso a trabajar.

—No trabajo gratis, me tendrá que comprar un chocolate.

—Suerte con eso, me debe uno desde hace un año.

—Pues no a mí, soy un "dolor de cabeza" al parecer—hago comillas—no me voy a callar hasta que me lo dé.

—Con insistencia tal vez si te lo cumpla.

—Les pago para trabajar no para platicar—dice Kilian entrando a la cocina y toma más platos.

—A mí no me pagas—dice Ian al instante.

—Pues a ella sí—me apunta.

—Ya me ha dicho que eres una farsa.

Cierra los ojos y respira hondo para después soltar el aire lentamente. Debe estar super estresado con todo esto de la fiesta y tratar de que treinta niños no se mueran en el intento de divertirse.

—Solo... ayúdenme.

—Si no nos interrumpieras podríamos hacerlo más rápido.

Ya no dice nada, solo se aleja con un par de patos para repartir a los niños en el patio, justo cuando él sale la madre de Ian entra con una sonrisa amable, igual que en el estacionamiento de la escuela cuando le apretó las mejillas a Noah.

—Hola—saluda con una sonrisa, se acerca a mí—Havzel Relish, ¿verdad?

—Así es, Alice Allen, aún no lo olvido.

—No sabía que Kilian te había invitado, ¿están saliendo?

—Mamá...—susurra Ian entre dientes.

—¿Que?, Kilian no invitó a nadie de su edad, solo es una suposición.

—No pasa nada pero no salimos, en realidad me invitó Via.

—Oh, Via siempre tan social con todos.

—Kilian dijo que Via piensa que ser Havzel es una profesión y siempre dice que quiere ser una Havzel.

—Soy buena persona, así que es bueno que ella quiera ser como yo.

Kilian regresa pero no se integra a la plática, trata de acomodar algunas cosas de la cocina y contar a los niños que faltan de comida a través de la ventana.

—Déjenme esto de servir la comida a mi, yo soy más vieja que sus almas jóvenes, ustedes tres repartan, además hay un niño pelirrojo que no piensa comer si una castaña linda no le lleva el plato—me guiña el ojo.

—Esos niños son unos mimados, tendrá que comer se lo lleve quien se lo lleve—responde Kilian con un evidente estrés en su rostro.

—Yo se lo llevo, es solo un niño—tomo una bandeja y pongo platos en ella para ir hasta la mesa donde está el mini casanova y el enamorado de Via esperando que les den comida.

—Por fin vuelves, guapa— trata de guiñar un ojo pero cierra los dos cuando me ve frente a él.

—Espero lo terminen todo.

—Por ti si.

¿De donde aprende esas cosas este niño?, tan tierno pero probablemente de grande sea todo menos tierno y hará llorar a muchas chicas.

Tratando de volver a la cocina por más platos veo a Oliver sentado junto a una niña rubia, pero sin dejar de ver a su hermana quien se ha acercado a hablar con el pequeño Henry, quien le sonríe de inmediato con las mejillas rojas, es muy tierno ver como se enfada porque su hermana comparte tiempo con otro niño, debe ser difícil crecer juntos siempre el uno al otro y siendo prácticamente mejores amigos y de un dia a otro un niño extraño te desplace.

Continúo repartiendo platos hasta que por fin se acaban y puedo sentarme a comer como la invitada que era al principio. Cansada y hambrienta me siento al lado de la señora Allen y amablemente me acerca uno de los platos restantes, le agradezco y comienzo a comer sin perder tiempo, porque o como ahora mismo o me desmayo aquí mismo.

—Muchas gracias—agradezco.

—Ya es nuestro turno—bromea entre risas.

Unos minutos después se unen Kilian e Ian, igual que yo no esperan nada para meter las rebanadas de pizza a sus bocas.

—¿Qué tal el pequeño Romeo?—pregunta Ian mientras come.

—No hables con la boca llena—le regaña Alice.

—Perdón mamá.

—Bueno, probablemente sea un rompe corazones en su adolescencia pero es muy tierno.

—Que sea lo que quiera pero que no se le acerque a Via—responde Kilian alzando parte de la pizza.

—¿Y el pequeño Henry sí?, se enrojece cada vez que ella le habla.

—No me agrada la idea pero el chico parece correcto, es lindo con ella, le regala chocolates y cartas, algunas notitas, al menos no va por ahí diciendo que es novio de la primera castaña que le da comida.

Todos continuamos hablando y comiendo sin dejar de supervisar a los niños en el patio quienes se divierten riendo con los payasos que contrató Kilian, todo parece muy feliz durante el show de medio tiempo si podemos llamarlo de esa manera, cuando los payasos se van solo basta con cinco minutos para escuchar el grito furioso de Oliver.

—¡Kilian!

Los cuatro salimos de inmediato para ver que ha ocasionado el problema y tratar de resolverlo, todos los niños juegan menos Oliver.

—¿Qué ocurre?

—Ocurre Via, ella no deja de habar con ese niño feo, con Henry, no me ha mirado y no quiere jugar conmigo— se cruza de brazos.

—Oliver tranquilo, Olivia puede tener amigos y jugar con ellos, ella juega contigo todos los dias—le explica Kilian agachándose y tomándole de la mano para calmarlo. Oww, el pequeño Spinster está celoso.

—No, no puede tener ese tipo de amigos, amigos que le toman la mano y le dan cartas de amor, no, esos no.

—Simplemente ve con la niña que te gusta.

—Ella no me gusta, y no quiero, quiero jugar con mi hermana.

—Pues ve con ella.

—Pero no quiero jugar con Henry, es mi enemigo.

Kilian suspira cansado y se pone de pie.

—Llama a Via para cantar el feliz cumpleaños y así dejará de jugar con él un rato, ¿te parece?

Oliver termina asintiendo sin más y perdiéndose entre los niños en busca de su hermana, rápidamente los invitados se amontonan alrededor de la mesa principal y al poco tiempo Oliver y Olivia aparecen sonrientes frente a sus pasteles. Comenzamos a cantar a los gemelos dándoles una gran alegría que Via demuestra al instante y Oli solo con mínima sonrisilla.

—Feliz cumpleaños a ti... —terminamos de cantar.

Ambos soplan las velas cerrando fuerte los ojos y seguido de esto los aplausos suenan por todo el patio.

—¿Qué deseaste Via? —pregunta Kilian.

—No te diré, es sorpresota.

—¿Y tú, Oli?

—Poder ver a mamá—susurra. Oww, me rompe el corazón, aunque no conozco nada de ella puedo deducir que es una gran madre por el enorme amor que le tienen sus hijos.

—Pronto Oli— dice Kilian y le revuelve el cabello.

Kilian comienza a cortar los trozos de pastel y repartirlo a los niños que se amontonan alrededor de la mesa.

—A Henry no le des de mi pastel—susurra Oliver pero para su mala fortuna Olivia lo alcanza a oír y lo mira mal de inmediato, pone sus manos en la cintura y niega con desaprobación.

—Pues a Sofía no le des de mi pastel.

—Ya basta, no empiecen a pelear de nuevo— les regaña el hermano mayor y ambos se callan, ponen las manos a los costados como soldaditos mientras tanto Kilian sigue repartiendo. Es tan bruto que no sabe cómo sostener el pastel con la palita para pasarlo al plato, por suerte yo soy una experta.

—Quítate—lo empujo ligeramente y le quito el cuchillo de la mano, parto las rebanadas y las pongo en los pequeños platos con rapidez para agilizar toda la multitud de niños que gritan a diestra y siniestra. Nunca falta el típico niño que quiere algo específico, en este caso fueron Henry y supongo que la niña rubia de ojos azules es Sofía, supongo que sí es ella, ya que las mejillas de Oliver se pusieron más rojas de lo que ya estaban por el sol.

Debería llamar a los hermanos Spinster: tomatillos, tal vez sea mi nuevo apodo para referirme a ellos.

—¿Me puedes dar parte de los lentes de Harry?—pregunta Henry.

—¿Y a mí me podrías dar parte de la tiara de la princesa— dice el crush de Oli.

Los mini tomatillos miran a sus amigos con mucho enojos, ninguno cederá tan fácil, y creo que Oliver menos que Olivia. Sin saber que hacer miro al hermano mayor en busca de una respuesta, la cual me da con solo asentir la cabeza y señalar ligeramente a los niños que no son parte de su familia. Invitados son invitados. Tal vez los hermanos me odien, tal vez ya no sea la heroína de Olivia y Oliver me aborrezca más de lo que ya lo hace. Parto ambas rebanadas y se las doy, de inmediato llega la primera objeción por parte de Oli.

—Oye no...

—Yo le dije que lo hiciera, son invitados y se deben tratar bien, así que si vas a odiar a alguien, ese alguien soy yo—le interrumpe Kilian.

El pequeño lo mira enojado y baja de la silla blanca donde estaba parado, toma un trozo de su pastel y se va hasta donde esta la rubia sentada comiendo, el toma glaseado de su pastel y le hace un pequeño "pup", en la nariz haciéndola reír y replicando su acción. De las pocas veces que lo veré sonreír, definitivamente ese niño está conociendo lo que es el amor.

De repente un trozo de pastel se cruza en mi vista haciendo que los deje de ver, volteo a ver a Kilian y agarro el plato.

—Gracias por tu ayuda, olvídate del chocolate porque este es tu nuevo pago— dice Kilian. No pienso decir nada sobre mi chocolate, sabía que no me lo daría después de lo que me dijo Ian— ya que eres muy acomedida... ¿Podrías ayudarme más tarde con las bolsas de dulces?

Asiento mientras meto una cuchara de pastel en mi boca, tampoco es como si me fuera a ir muy vacía, tal vez me pueda robar los dulces sobrantes... dulces gratis de contrabando es mejor que un solo chocolate. Miró al apellido raro, me está viendo, no a los ojos, sino en dirección a la boca...

—¿Acaso no sabes comer?—dice sin quitarme los ojos de encima, mejor dicho a mi boca.

—¿Tengo algo?

—Sí—toma una servilleta de papel y extiende su mano a mi rostro para limpiar lo que sea que tenga en la boca, pero no de una forma cliché y linda, sino de una forma brusca y para nada linda. Tan él. Le retiro la mano de inmediato porque me llega a lastimas un poco lo rasposa que está la servilleta.

—Eres muy brusco—me quejo.

—Pues no tenía intención de ser lindo—dice y se va hasta donde Ian.

En fin Kilian Spinster, alías tomatillo y apellido raro, siempre va a ser el mismo Kilian Spinster idiota que conozco desde hace dos años.

Luego de los dulces y las piñatas los niños han comenzado a irse por lo que la fiesta ya está terminando, yo no me puedo ir porque deje de ser ase mucho una invitada más, pase de eso a ser alguien de un servicio de festejos que es pagada con dulces robados, así que si sigo en la casa Spinster con muchos regalos esperando ser abiertos cuando lleguen por el último niño. No entiendo esta manía de Kilian de esperar a que todos se vayan para abrirlos, ¿quien en su sano juicio los abre a solas?, cuando yo era una niña amaba el momento de abrirlos y sorprenderme con los juguetes que no eran míos.

Pero no me quejo, siempre quise ayudar a mamá con los cumpleaños de mis hermanos, pero... no todo se puede tener en la vida, nunca pude tenerlos.

Kilian entra a casa después de dejar al último niño hasta la puerta del auto de los padres y es cuando el dispar puede finalmente tomar el primer regalos.

—¿Havzel, te quieres quedar a ver los regalos? —pregunta la señora Allen.

Antes de responder miro a Kilian. No se queja, no hace caras, ni siquiera me mira, así que estoy bien, de todos modos me quedaría si hiciera alguna mueca, antes dije que los regalos son mi parte favorita, no miento.

—Claro—respondo con una sonrisa.

Comienzan sacando diferentes cosas, Via saca una muñeca de una princesa de Disney junto a una carta con una dedicatoria.

—"Para: Olivia Spinster, una princesa de Disney. De: Henry, un príncipe azul—lee Kilian. Oli gira los ojos y se dispone a sacar su regalo que es una capa y una varita al estilo Harry Potter.

Y así continúan sacando más cosas y más cosas, hasta que llegan a mis regalos, la primera en abrir el suyo es Via, sus ojos se iluminan al tomar la cartera de maquillaje como si fuera lo que más deseaba en la vida, chilla de emoción y le muerta a su hermano de cerca.

—¡Mira, mira, mira!— grita con emoción mientras abraza el regalo—podré ser un princesa, gracias por esto Havzel—me sonríe.

—Ya eres una princesa—le dice Oli en un susurro. Ese es el amor de hermanos.

Es el turno de Oliver, cuando saca el primer libro sus ojos se iluminan, y esto no deja de suceder conforme saca los demás libros, los pone en la mesa en su respectivo orden y los mira con admiración. Me mira y finalmente me sonríe más que otras veces, una ligera sonrisa de boca cerrada, de verdad es tan ligera que casi no la noto pero con eso me doy mas que bien servida.

—Gracias, Havzel.

—De nada chicos, espero les gustaran muchos sus regalos.

Y al final solo quedan los regalos de Kilian. Via baja de la mesa ya que el suyo es grande y está en el suelo, camina hasta la enorme caja y rasga el papel, cuando lo quita todo grita tan fuerte que tengo que cerrar un poco los ojos. Es una casita donde ella puede entrar, tiene aspecto de castillo y de verdad es grande, va hasta su hermano mayor y lo abraza con mucha fuerza, así que nuevamente saco mi celular y tomo una foto, estuve tomando fotos toda la fiesta para que tenga un buen recuerdo, seguro Kilian me lo agradecerá porque en ningún momento lo vi tomando fotos de este bello momento, no todos los días se cumplen siete años.

El turno de Oliver llega y sin esperar saca libros, los libros de "Narnia", sus ojos se iluminan mientras abraza el primer libro tal como lo hizo con los libros que le regalé.

—Y les tengo una sorpresa más para ambos—Kilian se pone en cuclillas frente a ellos.—mañana iremos a visitar a mamá.

Los gemelos se miran y se lanzan a abrazar a su hermano mayor, lo hacen caer de un sentón pero nunca lo dejan de abrazar.

—¡Sí, veremos a mamá!— dice Olivia con emoción.

—Mi deseo se cumplió.

No llores...
No llores...
No llores...

—Pero tienen que despertar muy temprano y lavarse los dientes.

—Lo prometo.

—Yo lo medio prometo—alza la mano Via haciéndonos reír a todos.

Después de tirar todo el papel que se rompió la señora Allen e Ian se fueron, así que yo haré lo mismo porque estoy muy cansada como para seguir quedándome en un lugar donde me da vergüenza bostezar.

—Gracias por tu ayuda— me dice Kilian con su típico tono serio que lo caracteriza.

—De nada. Tomé fotos de la fiesta porque noté que no tuviste tiempo ni de checar la hora.

—Sí, podré mostrárselas a mamá—saca el teléfono de su bolsillo—ya están vinculados, sólo selecciona las fotos y...

—Sí sé cómo funciona la tecnología.

Pasan unos cuantos segundos cuando me dice:

—Ya llegaron— enseña su celular con todas las fotos en su carrete.

—Okay, que pasen buenas noches—abro la puerta y salgo aferrándome a mi abrigo por el frío que ha comenzado a hacer.

—Adiós dolor de cabeza—dice mientras cierra la puerta lentamente.

—Adiós apellido raro —digo mientras me alejo.

Veo como gira los ojos y luego cierra la puerta, yo subo a mi auto y me voy a casa a descansar por fin de este día tan divertido pero tan ajetreado, nunca había trabajado con tantos niños en mi vida, y aunque me encanta trabajar con ellos es bastante cansado, pero por fin podré comer los dulces de la bolsa de dulces que me robé.

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