10.
KILIAN
La mañana ha llegado tan pronto que quiero llorar, no tengo ni idea de que hora es pero tampoco me importa, solo me acurruco más con las cobijas mías y de Havzel, volteo a verla y sigue dormida dándome la espalda pero se que lo está porque su respiración apenas y se nota. Trato de dormir de nuevo pero una vez un rayo de sol entró a la tienda este se ha esfumado de mi sistema, no me queda más que revisar el celular.
Son tan solo las ocho con quince, no me levanto tan temprano los fines de semana porque me encargo de cansar a mis hermanos tanto como puedo para que duerman hasta tarde, y creí que en esta ocasión dormiría hasta tarde como día libre, pero me he equivocado al parecer.
Será mejor ir a tomar un poco de aire.
Me quito las cobijas de encima y se las acomodo a la castaña dormida a mi lado, quien solo se aferra a ellas envolviéndose y acurrucándose. No hay muchas personas afuera, si mucho algunos cerca del mini lago o sentados alrededor de una fogata mirándola fijamente como si fuera lo más interesante en este mundo.
Camino entre las tiendas hasta llegar a la de Ian, y por equivocación y no pensar bien la abro sin aviso dándoles a penas un segundo para separarse de ese beso tan apasionado que se daba el con su compañera. Sin pena me quedo mirándolos esperando que Ian paré y venga conmigo, no me he levantado para nada, y si vuelvo seguro que Havzel no me regresa mi parte de las cobijas. Ian me da una mirada que quiere que me vaya, pero no me iré sin él.
—No me iré.
Gira los ojos y sale de entre todas las cobijas.
—Nos vemos más tarde—se despide de su compañera con derechos.
Caminamos a la par mientras se acomoda correctamente el suéter.
—Gracias, Kilian, eres un gran amigo.
—De nada, agradece que llegue antes de que las prendas fueran nulas, te hubieras metido en un gran problema.
—¿Qué no tienes nada que hacer en tu tienda?, que no se te olvide que una chica durmió a tu lado.
¿Con Havzel? Iugh.
—No haría nada con ese maldito dolor de cabeza.
—Oh sí, por un momento olvidé que te había tocado con Havzel.
—Te tengo envidia, sí me hubiera tocado con otra persona probablemente hubiéramos estado haciendo lo mismo que tú y tu pareja.
—No entiendo el por qué con Havzel no, es bonita.
—No lo sé, solamente es un gran no.
—¿Y qué tal la noche con el dolor de cabeza? —pregunta y luego ríe un poco tal vez por el apodo que le he dado.
De lo más normal, ambos logramos dormir gracias a la idea de compartir cobijas, en dos o tres ocasiones sentí patadas pero creo que los dos siempre estuvimos conscientes de quien estaba a nuestro lado y nos mantuvimos alejados, no fue lo mejor pero tampoco lo peor que pudo pasar.
—Solo dormimos, compartimos cobijas pero dormimos a una distancia grande.
—¿Es enserio?, ¿nada?, ¿ni un abrazo, caricia o beso?, ¿eres el Kilian real?
—No Ian, y sí, soy el real— comienzo a jugar con un palo que encontré —todo entre el dolor de cabeza y yo... —Ian comienza a hacer ademanes para que deje de hablar.
—Linda forma de llamarme, apellido raro.
Me giro y ahí está Havzel, lleva una de las cobijas enrollada alrededor de ella para evitar el frío de la mañana, también tiene el cabello medio revuelto y las mejillas hinchadas, además de... alto, ¿me dijo apellido raro?
—Es un apodo cariñoso—sonrío de manera burlona.
Nos quedamos mirando con el ceño fruncido y sin tratar de retirar la mirada, como una especie de guerra de miradas, ella me mira tan mal como yo con ella, y obviamente no retiraré la mirada porque yo ganaré como siempre lo hago.
Un dolor de cabeza no vendrá a cambiar eso.
—¿Puedo ir de nuevo con mi compañera?
Rompo el contacto visual y asiento. Se aleja después de medio sonreírle a Havzel y perderse entre las casas de campaña.
—¿Tan creativa eres para llamarme "apellido raro"?
—¿Tan idiota eres para llamarme "dolor de cabeza"?
—Es que lo eres—sonrío.
—No lo soy.
—Sí lo eres.
—¡Que no! —se queja con desesperación.
—Lo ves, justo ahora lo estás siendo, no hables mas que me da una migraña después—me toco la cabeza como si estuviera sufriendo justo ahora un dolor de cabeza.
Me mira con enfado, lo cual me divierte, es con lo que me gusta divertirme, viendo como se molestan los demás por mi culpa, sobre todo ella.
—No me vuelvas a llamar así.
—Solo estoy llamándote por lo que eres, ¿qué de malo hay con eso?
—Es tonto, yo no voy por ahí llamándote por lo que eres.
—¿Y qué soy?, a mi no me molestaría si vas por ahí llamándome guapo, perfecto, amado...
—Un idiota, eso es lo que eres—se da la vuelta y se aleja poco a poco.
—¡No olvides que hoy veremos las estrellas como parte de la clase!
—No soy tonta—grita sin verme.
—Un poquito tal vez.
Alza el dedo medio y sin poder evitarlo sonrío, hay que admitir que estas peleas son muy divertidas, sobre todo cuando ella coopera y se defiende, lo que no entiende es que solo hace que me guste más molestarla.
Lastima por ella.
...
En este momento todos estamos reunidos alrededor de la gran fogata, la noche ya se hace presente y en este lugar con tan poco contaminación se ve claramente cada una de las constelaciones, incluso sin un telescopio. Havzel está a mi lado mirando el cielo con la boca abierta, es tan fácil que se le meta algo a la boca y s eso sucede me reiré de ella hasta la graduación.
Tenemos que dibujar las constelaciones y alcanzar a escribir sobre lo que nos hablará la profesora mientras miramos el cielo y nos turnamos el telescopio.
—Tyler te mira mucho—susurro cerca de su oreja—¿le digo que cambiemos lugares para que estén juntos?
—Cállate y pon atención.
—¿No es que te gustaba?
—Cállate.
—Te mira como si te quisiera besar, si quieres la próxima fiesta jugamos a lo mismo que la anterior para que lo beses, es mi amigo y tu... tu eres Havzel, pero un beso no te caería mal para quitarse ese humor de perros.
—Cállate, no tengo un humor de perros.
—Uy, ahora estás confundido, ¿será porque te susurro en el oído?
—Pues deja de hacerlo.
—Le daré celos para que te bese.
—¿Que mierda de fetiche tienes con que me besen?, ve al psicólogo.
—Dejaré de hablarte para que no pienses mal.
—Gracias al cielo.
Me alejo y trato de continuar dibujando pero conforme veo las constelaciones no puedo evitar pensar en mi madre, ella ama todo lo que tiene que ver con el cielo, la lluvia, la nieve, las estrellas, nubes, todo lo que viene de él, adora pintarlo y observarlo por largos lapsos de tiempo. Creo que por eso estaba evitando verlo para la práctica y preferí hablar con Havzel, ni siquiera la estaba mirando Tyler, solo quería distraerme con algo.
—Oye Havzel.
—¿Ahora que mierda quieres?, ¿puedes dejar de hablar y poner atención al maldito cielo de una buena vez?
—¿Por qué estás tan enojada?
—Porque trato de ser buena estudiante y no me dejas.
—Solo quería preguntarte algo.
—¿Qué? —me mira finalmente desde que comencé a hablarle.
—¿Quieres ir a caminar cuando acabemos esto?
—Es tarde.
—Por favor.
—¿Y porque no vas con Ian o alguien del equipo?
—Ellos no saben escuchar e Ian solo me dará el mismo sermón de siempre, y tú aunque seas un dolor de cabeza supongo que te callas la maldita boca cuando alguien quiere paz, entonces, ¿me acompañas?
—Si quieres tata paz pues ve solo.
—Es que tampoco quiero estar solo, solo será mientras pienso un poco.
Sus ojos conectan con los míos por unos segundos, no sé qué trata de deducir pero no encuentra nada, solo sonríe ligeramente y suspira.
—Está bien, cuando acabemos vamos a caminar un rato.
—Gracias...
Me limito a decir, no sé si sea buena idea que ella me acompañe, pero no quiero estar solo y es mi única opción medio agradable, lo único que quiero es no quedarme solo para no hundirme en mis pensamientos ni llorar, porque siempre que estoy solo eso sucede y es difícil salir de ese mar de pensamientos.
HAVZEL
No tengo idea qué es lo que quiere hacer Kilian en esa caminata, pero seguro es algo personal, porque desde que llegamos a mirar el cielo ha tratado de evitar mirarlo, ni siquiera a dibujado las constelaciones correctamente. No tengo idea de lo que pasa en su vida pero seguro no es agradable para que me pida a mi acompañarlo.
La práctica termina después de casi una hora, Kilian se ha levantado primero que todos y ha huido a la tienda, creí que iríamos a la caminata para qué pensará. Entro a la tienda y me percato de que habla por teléfono, hace un ademán para que pase, me acomodo en mi almohada y me quedo callada.
—Sí, ya voy Via, tranquila ya voy— dice Kilian mientras pone el teléfono en altavoz.
Pone el celular entre los dos y la chillona voz de Via suena.
—Hola Havzel.
—Hola Via, ¿cómo estás? —pregunto con una sonrisa.
—Muy bien. Te quiero invitar a mi cumpleaños, es en dos días, Kilian nos hará una fiesta, te diré un secreto pero no se lo digas a mi hermano—trato de no reír pues ella nos sabe que está en altavoz—Kilian me dijo que no te invitara, pero yo le dije que sí porque eres mi amiga nueva, así que llegas de sorpresa a mi casa a las cuatro en punto, y si trata de sacarte le dices que yo te invité, habrá regalos, dulces, pastel y pizza, será divertidísimo.
Giro el cuello para ver a Kilian, este trata de no reír. Maldito.
—Ahí estaré, les llevaré el mejor regalo de todos.
—Me haces muy feliz, te veré ahí adiós porque Alice necesita su celular.
—¿Te paso de nuevo a tu hermano?
—No adiós— dice y cuelga.
Rio un poco y miro al ojo azul a mi lado quien mira el celular sonriente.
—Pues parece ser que ya te invitaron.
—Así es, aunque tu no quisieras.
—Es que no eres cercana a ellos, pero Olivia tomó una obsesión contigo, incluso ahora dice que de grande quiere ser una Havzel, por alguna razón piensa que eres como una profesión.
—Es linda y sociable, y si quiere ser como yo entonces tiene buenos gustos.
—Ni loco la dejo ser una Havzel de grande, solo imagínate tener que lidiar con un dolor de cabeza y que para colmo se emborracha besando chicos, primero la meto a un convento antes de dejarla ser como tu.
—Ja, ja. Mejor vayamos a caminar, tengo algo de sueño pero te acompañaré.
Los dos nos levantamos, él sale primero y yo detrás.
—Lleva un abrigo, puede hacer aire más tarde.
—Que atento.
—Solo evito que te enfermes y me enfermes.
—Aja, admite que tienes buen corazón.
—Sígueme—dice sin seguir mi juego, camina en dirección a algunos árboles, alejado de todos los demás y las casas de campaña, sin más lo obedezco y sigo por detrás.
Quiero hablar, quiero decir lo agradable que es estar aquí porque el sonido del aire contra las hojas es relajante y el olor a naturaleza me fascina, pero él dijo que quería paz. Soy una persona muy parlanchina y no creo aguantar demasiado sin decir ni una sola palabra.
Kilian lleva las manos en los bolsillos de su chamarra y la vista en el suelo. Aquí es cuando lo miro más detalladamente, su cabello ligeramente despeinado, la nariz perfecta, sus labios ligeramente gruesos que se pueden notar a pesar de que los veo de reojo, como sus mejillas se ponen rosadas por el frío como si se hubiera puesto tinta en ellas. Tengo que admitir que es guapo, cualquiera en la escuela lo piensa, incluso las maestras lo cual es turbio, pero no somos ciegas.
Toma aire y alza la vista de nuevo lo cual me obliga a apartarla de él.
No me haría mal pensar a mí también, pensar sobre ese horrible examen que me esperará en unos días del que no sé absolutamente nada, simplemente no entiendo porqué tengo que sacar la "x" o "y" de un número. Apenas y sé dividir, más o menos...
Tal vez podría pensar en qué les regalaré a Oli y a Via en su cumpleaños, en casa tengo la saga completa de libros de Harry Potter, se la pedí a mamá hace mucho tiempo por el simple hecho de que a un chico que me atraía le gustaba Harry Potter, quería hacerme la interesante, pero finalmente no leí ningún libro, por eso decidí regalarle el primero a Oli, ahora podría regalarle todos los libros, a fin de cuentas no los pienso leer; a Via le puedo regalar maquillaje de niña y cosas de princesas, como he visto las pocas veces es vanidosa y le gusta estar a la moda, puedo hacer que se sienta toda una princesa de cuento de hadas y por supuesto cosas para su muñeca de mil nombres.
Sí, eso me suena bien.
¿Ahora qué puedo pensar?, no sé...
Esto de pensar no es lo mío, lo mío es hablar, hablar y hablar para nunca callarme, y como dice Kilian: ser un dolor de cabeza.
Me estoy aburriendo.
—¿Qué tanto te angustia?— pregunto al no poder mantener la boca cerrada otro segundo.
—Creí haber dicho que quería paz—dice en un tono frívolo.
Suspiro.
—Bueno, yo no sé mantenerme callada, así que si quieres me voy, porque no me podré callar ni un segundo más, me aburro, luego no sé qué pensar y solo abro la boca inconscientemente, yo solo quiero hablar y hablar...
—Ya me dí cuenta.
—¿Entonces?
—¿Entonces, qué?
—¿Qué te angustia tanto?
Se mantiene en silencio, adelanta el paso hasta un lugar que parece un gran desnivel del suelo, desde ahí se puede ver un gran y bonito lago, este lugar está tranquilo y sin personas que molesten. Solo yo.
Los dos nos sentamos uno al lado del otro mirando la bonita vista que ilumina la Luna. Me gusta aquí.
—Has ido a mi casa dos veces, ¿verdad?—rompe el silencio que él mismo había creado—y ninguna de esas veces has visto a mi madre o padre, ¿cierto?
—Así es, ¿ellos tienen que ver con tu angustia?
—Me angustia mi mamá.
—¿Por qué?
Un silencio nos vuelve a gobernar.
—Sí no me quieres contar no hay problema, hablo conmigo misma si quieres o...
—No, no, quiero que alguien nuevo me escuche, Ian es la única persona que sabe todos mis problemas y como me siento al respecto, pero cuando quiero volver a platicar siempre me da el mismo sermón tipo regaño. ¿Me quieres escuchar?
Asiento con una leve sonrisa.
—Mi mamá...—toma aire y luego lo suelta—ella tiene cáncer.
Ahora entiendo muchas cosas, debe haber sido una noticia muy fuerte para su familia, no me imagino el miedo que deben de sentir día a día.
—Tiene cáncer desde hace un año y cuando ella tuvo que ir al hospital y quedarse ahí yo me encargue de mis hermanos en casa.
—¿Tus hermanos saben que ella lo tiene?
—Ellos saben que mamá está en el hospital, pero no saben que es el cáncer o sus problemas, tampoco quiero decirles porque no quiero asustarlos.
Estoy a punto de hablar pero él se adelanta.
—Pero yo sí lo sé, y sí estoy asustado, me asustan muchas cosas Havzel, y no quiero que se lo digas a nadie porque justo ahora estoy sensible y estoy contando cosas que tal vez no debería.
—Soy un baúl.
—Bueno, tengo miedo de que ella se vaya y me quede solo cuidando a un par de niños.
—Pero los tres aún son menores de edad, ¿no se supone que deben estar en custodia de alguien?
—La madre de Ian tiene nuestra custodia por el momento.
—¿Y por qué no van con ella?, sería más fácil para ti.
—Seria un gran cambio para ellos irnos de casa, ademas que yo no quiero irme porque es como si aceptará que mi madre ya no regresará y me tengo que ir, yo quiero estar en nuestro hogar cuando ella regresé, aunque no te voy a mentir, me da miedo que no lo haga.
Es la primera vez en los tres años que he compartido con Kilian que lo veo o escucho asustado por algo, sobre todo tan vulnerable como hoy.
—Pues muchas veces se recuperan...
—¿Y qué si no es el caso?
—Pues tendrás que superarlo, las personas se van, por más que las queramos no podemos tenerlas, por ahora solo queda disfrutar que está contigo, se esos momentos que les dará el tiempo. ¿Qué hay de tu padre?
Suelta una risa sarcástica.
—Él decidió abandonarnos cuando yo tenía once años, desde entonces no hablo con él y no tengo interés, no lo quiero cerca ni de mis hermanos ni de mí.
—¿No crees que deberías darle una oportunidad?, tal vez quiera arreglar las cosas con sus hijos y...
—No, no la merece.
Asiento lentamente.
—Por eso comencé a trabajar en la cafetería desde los quince años, el señor García, el dueño, me dio la mano y desde entonces nunca la soltó, nos ayuda mucho, es como mi padre.
—¿Siempre vas a visitar a tu mamá?
—Algunos días, me gustaría estar siempre ahí con ella pero tengo que cuidar a mis hermanos, ir a entrenar, jugar, trabajar. Hay veces que me siento insuficiente en el mundo, que no hago mucho.
Y pensar que llegué a juzgar a Kilian como un idiota, insensible y cara bonita, cuando en realidad es una persona muy responsable, sensible y sigue siendo cara bonita.
—Todo saldrá bien Kilian. Sí algún día necesitas algo puedes decirme a mí, sí necesitas que cuide a tus hermanos o les haga sopa, yo te puedo ayudar.
—No necesitamos caridad.
—No es caridad, es solidaridad.
—Gracias por escucharme, pero por favor no se lo cuentes a nadie, no muchas personas conocen de mi vida...
—No te preocupes, igual si en algún momento necesitas hablar de nuevo puedes buscarme.
Sonríe ligeramente y asiente.
Siempre quise tener hermanos pequeños, podría tratar a Via y Oli como unos, será divertido pasar tiempo con ellos y ser solidaria con los demás, sobré todo después de conocer su historia...
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