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Cabaña

Medusa salió del templo, dejando atrás al Mounstro que había creado. Al abandonarlo para que se hiciera pasar por ella pensaba que podía olvidar y alejarse de todo para vivir en paz.

Pero en el fondo, no era lo que quería, ella anhelaba justicia y sabía que ningún dios se la podía otorgar. Pues ellos habían causado su desgracia y dolor.

-Atenea, Diosa de la Sabiduría, de la estrategia y la Justicia, jajaja, sobre todo de la justicia.-murmuro.

-¡Yo, que fui tu sacerdotisa más devota!, ¡Yo que te veneraba y adoraba!, Ahora, solo te odio, y te repudio, por ser cruel y despiadada, cuando fui ultrajada de la forma más canalla, mientras pedía tu ayuda.

-Ahora, solo quiero venganza, por todo el dolor y daño que me causaron. ¡Malditos sean tu y el asqueroso de Poseidon!, Juro que van a pagar.

Medusa solo quería vengarse, camino por el bosque, durante días, sin saber a dónde ir, o como empezar con su venganza. Estaba agotada por todo lo que había vivido los últimos días. Necesitaba un lugar en el cual refugiarse, pero se encontraba tan débil, que al quinto día, sin alimento ni bebida, cayó cerca de un río, en el que se disponía a beber un poco de agua.

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Cerca del río, se encontraba la casa de Percy, sin embargo este no se encontraba en su hogar. Había salido hace tres días a la capital Atenas, había hecho una buena cacería la semana anterior y aprovecho para transportar varios productos que su madre le había enseñado a realizar. Con la piel de los animales que cazaba, creaba aditamentos para las armaduras de los soldados, cinturones para las espadas y algunos chalecos de piel. Vendía algunos animales, Leña y fermentados de frutas del bosque.

Esa semana le había ido muy bien en Atenas, la próxima vez iría a Rodas, pues quería aprovechar para conocer más sobre el Coloso de Rodas y aunque sabía que no podía verlo, se conformaba con escuchar algunas buenas historias sobre el tema y de ser posible, también intentar intercambiar algunas pieles por algo de pescado y sal. Pronto se acercaría el invierno y la sal era uno de los mejores ingredientes para mantener la carne por mucho más tiempo y que conservará su sabor, el sabía que así también podía durar mucho más a la hora de transportarla a ciudades lejanas.

Camino a casa, Percy llevaba su carreta con algunos productos como azúcar, pan y algunas herramientas que había comprado.
Su madre, le había enseñado como viajar en caballo y a manejar la carreta sin necesidad de ver.

-Percy, pon mucha atención...
-Ser ciego, no es algo que te limita, tu puedes hacerlo todo.
-Debes aprender el camino, pero más importante, ¿Que escuchas cerca?, ¿Que sientes en tu piel?,¿Como hablan las personas en este lugar?, ¿Que puedes oler?.-preguntó la madre de Percy.

-Huelo, sal, y siento el aire fresco, escuchó el sonido de las olas golpear la madera de los botes. -Respondió un pequeño Percy de 6 años.

-¡Muy bien!, ¿ahora dime en dónde estamos?

-No lo sé, nunca he estado aquí , viajamos por 7 horas. ¿Quizá sea Camiros?, escuché a un señor decir que estábamos cerca de Camiros cuando estábamos en la carreta hace un par de horas.

-Así es..., estamos en Camiros. -respondió la madre de Percy.

-Aún así, no solo te dejes guiar por tus oídos, utiliza siempre todos tus sentidos. Pues no habrá quien pretenda engañarte con el sonido de sus palabras.

Mientras regresaba a su hogar, Percy percibió un ligero olor a sangre, que mientras más se acercaba a su cabaña, el olor se intensificó.

-Por el aroma, Percy pensó que podía ser una bestia herida, por lo que mientras se acercaba al río, fue caminando con cuidado, escuchando y prestando atención a sus sentidos ofativos noto, que aquello que sangraba o se hayan herido era aquella chica que había encontrado hace unas semanas atrás.
Olía ligeramente a sacuco, hierbas venenosas, pino y menta. No podía estar equivocado, pues Percy reconocía a las personas por su aroma, su tono de voz y sus movimientos aunque no los podía ver, si los podía sentir.

En ese momento, Percy bajo de la carreta y se dirigió hasta donde se encontraba Medusa desmayada.

Al llegar a ella, percibió que había algo extraño en ella, además de el aroma a sangre que desprendía de ella, sentía la esencia de otro ser en ella.

-Quizá sea mi imaginación o está chica habra Sido atacada por alguna criatura. - pensó Percy

Se inclino para tocarla y verificar que no estuviera herida de gravedad, y corroborar que aún siguiera con vida, pues Percy no olía ningún rastro de sangre fresca.

Tocó a la chica en sus brazos y abdomen, pero no noto nada extraño, más que algunas quejas inconscientes por parte de Medusa. Palpo su cuello y su rostro y se extraño al sentir en aquel rostro, lo que parecían ser escamas. Percy volvió a tocar y noto que en sus pómulos y algunas partes del cuello y de sus manos, se sentían unas gruesas escamas. Aunque su rostro parecía tener forma humana, Percy descubrió que no lo era, cuando estaba por revisar si tenía una herida en la cabeza, sus manos se retiraron rápidamente al tener contacto con una serie de cuerpos extraños y fríos.

De la impresión que le causó aquella sensación, Percy se había hecho hacia atrás, callendo justo sobre su trasero. Lanzo un pequeño grito de dolor, y miedo.

Percy no sabía nada de Medusa, o al menos eso creía, en Atenas había escuchado que Perseo estaba en una misión y tenía que cortar la cabeza de un Monstruo, una gorgona que si la mirabas te convertía en piedra.

-"Es un ser horripilante" con garras afiladas y cuerpo de serpiente, en sus cabellos lleva miles de serpientes. Ha matado a cientos, no, miles de soldados. -Percy recordó escuchar la plática de unos jóvenes en la Capital.

Percy no sabía, si se trataba de la misma criatura, pero el sabía que no podía ser posible, quizá solo era una confusión.

Volvió a caminar hacia la chica y tocó de nuevo sus cabellos, esto le provoco un escalofrío por todo su cuerpo, ¡Eran serpientes!

No podía dejarla morir, recordó las palabras de su madre antes de morir y tomo a la chica en sus brazos hasta llevarla a su cabaña.

Al acercarse a su caballo, este relincho echándose hacia atrás tan rápido, que casi voltea la carreta.

Percy llevo a medusa hasta la habitación que había pertenecido a su madre, quitó sus ropas y con delicadeza la limpió, evitando el contacto más de lo necesario para limpiarla.

Le puso unas ropas de su madre y bajo hasta su cocina para preparar un té y la cena.

Percy preparo un caldo de verduras con un poco de pescado y especias, un té de hierbas y un par de rebanadas de pan con miel.

Subió hasta la habitación donde se encontraba Medusa y pudo notar que ella se encontraba parada a un lado de la ventana la cual tenía vista hacia el bosque.

-¿Quien eres? -Preguntó Medusa sin voltear a ver al joven.

-Soy Percy, creo que ya nos conocíamos señorita, no tema, le traje algo para que cene. Seguro tendrá hambre, aunque a decir verdad, me gustaría comer juntos. Hace tiempo que suelo comer solo.

-¿Por qué me has ayudado?, ¿A caso no sabes quién soy?, si me miras Morirás, ¿Es eso lo que quieres?, solo deja la comida y sal de la habitación, escondete en dónde no me puedas mirar. Agradezco que me salvarás y la comida, pero después de terminar me marcharé.

-Está bien, si es lo que deseas no me opongo, pero hay un problema. -Respondió Percy.

-¿Cuál problema?

-Yo, no me esconderé de ti, y tampoco te miraré, por qué a decir verdad, no puedo hacerlo. ¡Yo, he nacido ciego!...

Medusa se quedó callada, no sabía que responder y se sentía mal por su comportamiento grosero.

-Ahora, si quieres puedes quedarte, no creo que en realidad tengas a dónde ir. Estaré a bajo, por si quieres acompañarme a comer.

Percy salió de la habitación y se dirigió a la cocina para servirse algo de comer. Estaba tranquilo, pero tenía curiosidad sobre aquella mujer y su apariencia.

-¿Será una gorgona como dicen en la capital?, si es malvada, seguro estoy muerto. Pero no me importa, si muero estre a lado de Madre. Finalmente, no la podía abandonar, estaba sola y herida, debió haber pasado por mucho.

-¿Que le hablara sucedido?, en realidad, dudo un poco que sea malvada, creo que sí lo fuera, me habría matado cuando la encontré en el bosque.

Percy fue interrumpido en sus pensamientos, cuando escucho pasos que provenían de las escaleras. Entonces ella entro a la cocina con su bandeja de comida y se sentó enfrente de Percy en una pequeña mesa de madera, que apenas quedaba exacta para dos personas.

Medusa, dudaba si alzar la mirada y verlo. Su corazón latía rápidamente, no quería matarlo por ninguna razón.

-Creo que decidiste quedarte, me alegra, supongo que la soledad no es buena para ninguno. -Respondió Percy para tratar de aminorar la tensión y el silencio.

Medusa quien estaba dudosa de alzar la mirada y quién llevaba puesta su peculiar capa que le cubría casi todo el rostro. Levanto un poco la capucha de su capa, para poder ver de frente al Joven.

Los ojos de Medusa brillaron ligeramente en un color rojo brillante, particular de sus hijos desde la maldición. Pero no sucedió nada, el chico frente a ella seguía comiendo como si nada.

Ella observo al joven comer, casi olvidando que ella estaba totalmente hambrienta.
Lo que veían sus ojos era precioso, era el ser más hermoso que había visto en su vida, y estaba vivo, comiendo frente a ella...

Medusa estába tan conmovida que de sus grandes ojos rojos salieron varias lágrimas que después seco con las palmas de sus manos para después comer todo el contenido de su bandeja.

-Gracias, estuvo delicioso, -respondió Medusa.

-No hay de que, me agrada saber que te gustó mi comida. Mi madre me enseñó a preparar muchas recetas, me se en un montón de platillos deliciosos. -Exclamó orgulloso Percy.

--Por cierto Med, ¿Te puedo llamar así?, me es más fácil y creo que ya que te quedaras aquí podemos ser amigos.

-¿Amigos?, -respondió Medusa.

-¿Si, o no te parece?, tampoco es que te diga, ¡Ey! Seamos amigos, y nos veamos de vez en cuando como la gente normal, por que en primera no puedo ver y en segunda creo que no eres de muchos amigos ¿No? Así que empecemos por conocernos y eso.

-Si, supongo. Si quiero se tu amiga.

-Bien, en realidad tengo muchas preguntas, pero no quisiera agobiarte con eso. Así que mejor cuando estes comoda pará hablar, te escucharé.

-Aammm, Yo... Te agradezco, es una historia larga y...

Percy interrumpo y tomo la mano de Medusa haciéndola saltar del asiento, vamos, quiero mostrarte algo.

Percy llevo a Medusa a la parte trasera de la cabaña en dónde tenía un gran jardín y un pequeño huerto. Su jardín era precioso, lleno de enredaderas, flores hermosas, y un pequeño estanque en el fondo de este, junto a el una banca de madera. En el estanque había algunos nenúfares, peces y ranas. El ambiente era pacífico y los sonidos al rededor del estanque eran hermosos.

-¡Vamos di, algo!, ¡Me siento muy orgulloso de mi Jardín! Aunque no lo puedo ver trato de cuidarlo lo mejor posible. Recién sembré algunas uvas, espero se me den bien, me gustaría preparar algo de vino.

-Es hermoso, si pudieras ver...

-No es necesario, lo se, yo sé que es muy bello. La vista nunca me ha limitado. Cuido bien de mi jardín, así que se que debe ser hermoso.

-Lo siento, no quería ofenderte.

-Está bien, no pasa nada. Puedes venir aquí cuando quieras. -Respondió Percy.

Medusa asintió, mientras Percy indicaba a Medusa, que estaba demasiado cansado por su viaje e iría a Dormir.

Aquella noche, Medusa se quedó en el jardín admirando la belleza y tranquidad que irradiaba el lugar. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía en paz.

Esa noche lloró desconsoladamente, hasta el cansancio. Agradeció estar viva y agradeció haber encontradose con una persona que pudiera convivir con ella, sin temor.

Pero en su corazón aún estaba encendida la llama de la venganza....

Hola! Espero te esté gustando está historia, si es así, por favor deja una estrellita o un comentario.

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