•VODKA•
No estabas. Ian no estaba.
El departamento estaba completamente vacío, el refrigerador solo tenía agua adentro y la alacena comenzaba a acumular polvo.
Los efectos de la desintoxicación por abstinencia comenzaban a aparecer poco a poco cada vez con más fuerza que la anterior, necesitaba con desesperación conseguir la más mínima gota de alcohol, la que fuera.
Así que con decisión tomé mis llaves, decidido a ir al bar que estaba a unas cuadras por un trago que no sería uno solo. Las llaves estaban sobre una mesita en el centro se la sala, la misma que tenía fotos de nosotros, fotos de Ian y mías, fotos tuyas en las que sonreías y fue cuando me di cuenta de que hacía mucho tiempo no sonreías.
Me di cuenta que no recordaba la última vez que sonreíste, no recordaba que la persona que vivía con una sonrisa ya no la tenía.
Muchas veces había escuchado a mi profesor de biología decir que el alcohol además de sus inhibiciones mataba neuronas poco a poco, haciéndonos perder recuerdos. Quizás solo era un engaño de su parte para que adolescentes hormonales que buscaban cualquier atajo para ir a una a fiesta no tomaran y terminaran por borrachos; quizás no.
Sin embargo, sea cual sea la verdad, si es verdad o no, en aquel instante mientras miraba las fotografías parecía ser real y muy tangible. Porque parecía haber olvidado verte reír.
En aquel momento en donde me debatía si debía ir o no, si las fotos eran mucho más fuertes que yo, me dio por buscar las facturas, las que sabía que guardabas en un cajón al lado de la cama, el cajón contrario en donde estaba la nota que me dejaste un día en el restaurante.
Y entre papeles que comenzaban a arrugarse por la forma en que los guardabas, comprendí que las deudas empezaban a ahogarnos porque lo que ganaba se iba en la ingesta licor. Porque no consideré lo mal que estaba llevando las cosas.
Dejé las llaves en donde estaban, porque no pretendía seguir así, porque no estaba bien para ninguno de los tres. Porque mientras estaba sentado en el sofá, con los efectos de la desintoxicación por abstinencia haciendo de las suyas te vi abrir la puerta.
Mandaste a Ian a su cuarto y dejaste las bolsas de comida a un lado. Te acercaste con cautela, como si tuvieras miedo de que estuviera ebrio. Puedo jurarte que no lo estaba, que lo único que corría por mis venas era sangre que se convertía en sangre.
Creo que lo notaste cuando terminaste por acercarte, cuando tomaste mis manos viste que temblaba. Y mientras te miraba a los ojos y por los tuyos cruzaba un miedo que no podía entender, dejé mi orgullo a un lado y te pedí ayuda, porque ya te había dicho que tenía un problema mas no fui lo suficientemente valiente para pedirte ayuda en ese momento.
Solo dijiste dos letras: AA
AA, acrónimo de Alcohólicos Anónimos, una comunidad internacional de ayuda contra la enfermedad del alcoholismo.
No perdiste tiempo, para aquella tarde ya me estaban esperando en uno de los centros que habían de rehabilitación.
Me dijeron que habían grados de alcoholismo y que el mío a penas estaba comenzando. Sin embargo, clasificar en alcoholismo en aquel momento no tenía mucho sentido, porque a fin de cuentas todos decíamos lo mismo: Nosotros somos capaces de controlar cuanto tomamos. Nosotros jamás controlamos el alcohol, el alcohol como la droga que es nos controla a nosotros.
Y luego llegaron a hablar sobre el síndrome de Korsakoff.
El síndrome de Korsakoff, también conocida como psicosis de Korsakoff es una enfermedad producida por un consumo continuo en un tiempo prolongado de grandes cantidades de alcohol, lo que conlleva a una deficiencia de vitamina B1, lo que su vez lleva a tener efectos importantes efectos en el cerebro, alterando funciones de la memoria, además puede ir acompañando de episodios psicóticos que complican mucho más tanto el tratamiento como el diagnóstico.
Fue descubierto por la neuropsiquiatra Sergey Korsakoff, la que analizó los efectos del vodka en los consumidores crónicos, dándose cuenta que las graves afecciones que causaban, caracterizadas por amnesias con dificultad para formar nuevos recuerdos, además de inquietud, descoordinación motora y alucinaciones, aunque todo dependía de la gravedad del deterioro cerebral.
Este síndrome suele ir acompañando por la desnutrición, ya que la persona deja de alimentarse adecuadamente por el consumo excesivo y crónico del alcohol. Esto a su vez provoca que otros órganos se vean afectados, como el hígado o el corazón, complicando así el tratamiento, pues van a coexistir con los signos y síntomas de los diferentes órganos y todo esto originado por una única causa.
El síndrome de Korsakoff causa importantes daños neuronales. Quizás mi profesor si tenía razón en cierto punto después de todo.
Entonces comencé a pensar en mi memoria, en mis recuerdos, en lo mucho que podía perder aunque el síndrome fuera algo que se veía muy lejano.
Jamás te lo conté, no lo creí necesario porque sabía que te preocuparías más de la cuenta, te preocuparías por algo que no era tu problema ni te lo habías buscado.
Pero siempre, sin importar qué o cómo dos horas después de que me despedía de ti en la puerta, estabas allí de regreso, esperándome a que saliera con una sonrisa preguntándome cómo me había ido.
Porque no era capaz de imaginarme un mundo en dónde no estuvieras allí, porque me imaginaba el día en que no estuvieras allí esperándome. No era capaz de imaginarme cómo el vodka podía afectar mi memoria y perderte en ella.
Porque para el día que en que te vuelva a ver ruego porque tú estés allí solo para poder decirte que el vodka y Korsakoff solo formaran parte de un recuerdo y un trago amargo por el que pasamos. Solo para decirte que fuiste, eres y serás mucho más importante de lo que lo fue es y será un botella de vodka.
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