En las profundidades sombrías
de mi mundo todo colapsa
a pedazos, no hay un genio
que aparezca y me conceda
tres deseos con solo trazos.

Los rasguños de mi alma
sangran cada noche que
salen los monstruos debajo
de la cama gritando: Te encontré.
Me quedo observando la nada
y la vida pasa como un carrusel
que juega ajedrez debajo
de mis pies.

El flexo baja la luz despacito,
como si supiera que temo
quedarme dormida para
siempre en esta realidad de
añicos, es sorprendente la
suavidad que siente mi cuerpo
en los momentos que olvido
el presente y tomo un micro.

El caos emocional me empuja
al precipicio como si se tratase
del atropello de un tren, la puta
tristeza planeando tenerme otra
vez como un rehén, tenemos una
guerra interna cuando ve que no
pierdo mi fe. Entonces miro allá
afuera todos esos que mueren
cada día de sed.