Capítulo Final
Dos horas después: mamá se encuentra en observación, las contracciones se han detenido.
–Hija, nos avisaron que te trajeron aquí. –le dice su madre.
–Estoy bien pero falta poco para que el bebé nazca. –Responde respirando hondo -¡Ah! –las contracciones regresan y las enfermeras la llevan a la sala de partos.
Mientras tanto papá planea su escape de la cárcel; acuerda con sus compañeros de celda armar una gran revuelta en la prisión.
–¡Estoy harto de estar encerrado en este maldito lugar! –dice uno de ellos y comienzan a golpear a los guardias, en eso papá escapa saltando las rejas, se corta la mano con el alambre de púas entonces rompe la manga de su remera y envuelve la herida. Una vez libre, roba un auto y se dirige al hospital.
En la sala de partos mamá es atendida por un médico especialista y por dos enfermeras.
–¿El padre viene con usted? –le preguntan.
–No, él no puede venir… ¡Ah! –responde con unos mechones de su cabellos pegados en su frente por la traspiración.
–Respire hondo y puje. –le aconseja el doctor.
En ese momento papá entra al hospital dejando el auto robado, mal estacionado, sobre las escaleras de la entrada.
–Lo siento, no puede pasar. -lo detiene un guardia de seguridad del hospital en la mesa de entrada.
–Solo quiero saber dónde está la sala de partos. –contesta apoyándose sobre el mostrador.
–¡No, te irás a fuera! –el guardia toca su hombro, de repente papá toma su arma y lo amenaza, la secretaria se asusta y llama a la policía.
–¡La sala de partos! ¡¿Dónde está?! –vuelve a preguntar.
–En el tercer piso. –responde el guardia con la voz temblorosa.
–Bien y para estar seguro de que no me detendrás. –papá le dispara en la pierna para que no pueda seguirlo y esconde el arma al tomar el ascensor.
–Vamos ya viene, falta poco. –habla el doctor, entonces mamá siente que alguien toma su mano, mira a su derecha y se trata de papá.
–Viniste, ¿Pero cómo? –le pregunta confundida pero alegre de verlo.
–Me dieron permiso. –sonríe dándole un beso en la frente.
–¿Usted es el padre? –pregunta el doctor.
–Sí, sí, vine a presenciar el parto. –Responde feliz de estar al lado de mamá –Tú puedes. –la anima. Entonces al escuchar mi llanto los ojos de ambos se llenan de lágrimas de felicidad, tengo frio pero por suerte una de las enfermeras me envuelve con una manta y me entrega a mi mamá.
–Hola. –me saludan, yo tomo su dedo con mi pequeñas manos respondiendo.
–Tiene tus ojos. –habla papá, sonriendo felizmente.
De repente los policías entran a la sala de partos y apuntan son sus pistolas a papá.
–¡Alto! No podrás escapar. –ellos lo tienen rodeado.
–Con que te dieron permiso. –mamá lo regaña.
–Iré con usted oficial. –dice extendiendo sus manos hacia adelante para que le pongan las esposas.
–Solo quería ver nacer a mi hijo. –murmura mirando a mamá y a mí con amor, el comisario está por colocarle las esposas pero la madre de papá lo detiene.
–¡Alto! Pagaré la fianza para que liberen a mi hijo. –ella se arrepintió de habernos tratado mal, las enfermeras echan a los policías de la sala de partos y dejan pasar a mis abuelos.
Y ahí me encuentro yo, en los brazos de mi mami y rodeado de esos rostros llenos de alegría, y con mi sola presencia.
Fin
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