10 de marzo, 8:46 pm:
Al fin ha terminado esta semana, apenas he tenido tiempo de contarte lo mal que ha ido. He roto 3 vasos y un plato, los clientes se han quejado en varias ocasiones de que los cubiertos estaban algo sucios y para rematar tengo algo de catarro. Por supuesto mi jefe, Ramón, me ha regañado muy fuerte. La mujer de Ramón, una señora alta y flaca (todo lo contrario a su obeso esposo) no deja de vigilarme y mirarme con ojos de águila enfadada. No dudo que sienta celos de una muchacha joven, de 1.68 metros, esbelta, de cabello marrón, ojos verdes que cambian con el tiempo y bien agraciada. Hasta yo sentiría celos. Lo único que nunca he apreciado son las feas pecas que adornan mi pequeñísima nariz y parte de mis pómulos. Pero bueno, nadie es perfecto.
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