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🎓Uno🎓

Dicen que después de la tormenta viene la calma...

¿O no?

¿Entonces por qué no se siente así cuando la lluvia ha mermado tanto y cae en sutiles gotas sobre sus cuerpos?.

Pensaba el abogado Jeon observando la desgarradora escena antes sus ojos. Pues no conoce el trasfondo de ese chico de cabellos rubios que grita en los brazos del que fue su mentor y que batalla queriendo huir. Jungkook no lo conoce, pero no le hace falta para percibir su dolor y hasta el cielo soltó un estruendo de acuerdo con él. Es como si todos estuvieran paralizados alrededor del joven y esperando a que pueda captar un consuelo.

—Ohh, Jeon... —reaccionó el maestro de edad avanzada sorprendido, pero le restó importancia ya que centraba sus fuerzas para retener a la persona que está en sus brazos.

El pelinegro echó un vistazo rápido de soslayo al desconocido. Portaba un traje blanco de satín con los bordes y la pajarita en negro a juego con los zapatos de charol, totalmente arruinado por la lluvia cómo también el peinado, ya que su cabello se esparcía de forma desorganizada por su rostro y pasó saliva cuando profundizó en los rasgos de este, que a pesar del maquillaje corrido, se podía apreciar su belleza. Unos ojos azules rasgados, piel perfecta de porcelana, mejillas abultadas con una nariz delgada en forma de botón y labios carnosos que simulaban un corazón. Era la viva estampa de un ángel, pero que sufría o eso decían sus lamentos.

—¡Déjame, tengo qué ir! —gruñía el chico forcejeando.

—Hijo, por favor, debes calmarte —musitaba Seung.

«¿Qué rayos estaba pasando?»

Se cuestionaba Jungkook entre tanto caos, sin reaccionar y es que nunca había visto algo igual. La entrecalle que seleccionó se encontraba desolada al tener pocas edificaciones, solo eran ellos a mediación de cuadra y la llovizna. También un carro Mercedes Benz plateado adornado con globos de los cuales ya algunos habían reventado, con un lazo rosa con tulipanes en su parte delantera y serpentinas. Este yacía en la senda izquierda mal estacionado y sin una de las gomas de atrás. El profesor Seung, que rondaba entre los 60 años, vestía de esmoquin y aprisionaba a ese ángel que lo hizo olvidar de su existencia. A ver, que el abogado Jeon es tradicional por la forma en que quiere vivir el resto de sus días y conformar una familia, pero desde la universidad se dio cuenta de su orientación sexual, pues no importa que sea hombre o mujer, solo que sea un buen compañero y que compartan valores, por eso se quedó tan idiotizado con el desconocido que lloraba.

— Tío Seung déjeme ir, necesito v-erlo c-on mis propios ojos —sollozó el rubio entrecortado y el pelinegro detalló como se le cristalizaron los ojos a su mentor.

El agarre de Seung estaba flaqueando, ambos casi caían arrodillados en el andén, y Jungkook entendió que era momento de intervenir.

Debía caer de la nube que lo envolvió.

—¿Profe, puedo ayudarlo en algo? —espetó con temor de empeorar el estado del joven.

El maestro brincó recordando que no estaban solos cuando ese timbre rasposo llegó a su sistema auditivo y siseó su torso en su búsqueda. El día seguía nublado aunque la lluvia se hacía cada vez más invisible. 

—Ohh.. Jeon, perdóname —habló agitado y conteniendo al rubio—, pero como verás no es un buen moment...—sus palabras se pausaron cuando al fin el ángel escapó aprovechando el descuido del mayor—. ¡JIMIN!! —y gritó el maestro.

Aquel sujeto salió desprendido corriendo entre tropezones que el pelinegro no comprendía como mantenía ese ritmo veloz sin casi terner fuerzas y que minutos antes temblaba a mocos tendidos.

—Park detente, ash este muchacho me matará, Jeon, por favor ayúdame, él ahora mismo no está en condiciones de desandar por ahí, salva a mi ahijado.

«¿Ahijado... Jimin...Park?»

—Claro, dígame que es lo que necesita.

—No tengo mucho tiempo para explicarte Jeon, hoy es el día de su boda, pero por la fuerte lluvia y un problema técnico del carro, nos retrasamos y cuando llamamos para notificar, recibimos la noticia de que el novio tampoco había llegado y que no lograban localizarlo —espetaba el mayor en carretilla y sin dejar de girar el cuello para no perderle la pista al muchacho— después nos enteramos que probablemente lo hayan dejado plantado, ¿ya entiendes mi angustia?.

La verdad es que la tensión era tan grande que hasta Jungkook se puso nervioso y solo oyó las palabras lluvia, carro y boda. No obstante, una corazonada lo alentó a que accediera sin importar que ahora mismo él debería estar en una corte. También que tiene mucho que agradecerle a este señor mayor que suplica por su ayuda y su alma noble no lo puede desamparar. No le dió más vueltas y le lanzó las llaves de su camioneta a su mentor, que era lo único que sus manos atesoraban en ese momento.

—¡Maestro tome mi coche, iré tras él y nos alcanza, no se preocupe! —espetó antes de perseguir al chico de cabello rubio y ojos azules.

—Se debe dirigir al registro civil de la 62, Jeon...

Fue la indicación que escuchó el abogado a lo lejos cuando sus piernas tomaron el control corriendo despavorido por el concreto resbaladizo y encharcado. Con la dirección de a donde ir, dobló por la esquina derecha y con sus ojos buscó la silueta pequeña y delgada del ahijado del profesor. Sin detenerse logró visualizarlo a unos metros por delante y en línea recta.

El chico corría rápido, pero no más que él, y a parte, el tiempo y su estado de crisis no le favorecían al rubio. Aunque no había mucho tráfico en esas calles aledañas a la avenida principal, el pelinegro temía que una tragedia sucediera por los pocos obstáculos que presentaba el camino, como los poste, los transeúntes y los vehículos, más cuando lo vio cruzar sin mirar y que una moto tuvo que frenar para no lastimarlo. Jeon ahogó un suspiro, controló su agitación por el esfuerzo físico y avanzó con más ánimo.

Las gotas de agua aisladas que caían del cielo le pegaban en sus pieles como granizo, el frió entumecían sus articulaciones, la humedad se mezclaba con el aroma que creaba la lluvia, las ramas de los árboles oscilaban en una danza y las personas a sus alrededores los miraban con horror, pero a ninguno de los dos parecía importarles a la magnitud de detener su maratón. Jungkook imitaba cada movimiento de ojos azules y apresuraba su paso cruzando calles y doblando en callejones, hasta que un pitillo recurrente lo alarmó dándole un poder descomunal a su cansado organismo luego de correr por lo menos unos 50 metros. Miró hacia tras hasta dar con su vehículo y luego al joven que ya sus manos casi rozaban. En ese descuido, terminaron al final de la vía estrecha y lo consiguiente era una intersección peligrosa.

Jimin con la cordura destruida, tropezó con sus propios pies antes del borde del contén, pero supo apoyarse y recuperarse rápido, lo que gracias a eso no observó que el semáforo que anteriormente estaba en rojo, había dado un cambio a verde y a los peatones un STOP, ni tampoco la rastra que venía a una gran velocidad por el mismo carril del rubio.

Aquel novio con las mejillas rojas y empapadas en lágrimas junto al rastro que dejó su rímel estropeado, con una opresión en el pecho y labios temblorosos al igual que sus manos, se tomó un segundo al recuperarse de la caída para que el oxígeno le llegara a los pulmones y dio una zancada hasta la vía y así cruzar el último tramo del recorrido.

El registro civil se situaba en el medio de la calle que está perpendicular a esta avenida, lo que en sentido contrario a él. Por lo que Jimin emblanqueció su mente sin darle cavidad a lo que sucede en sus alrededores u otro pensamiento que no fuese el encarar su dolor y el desplante que le regaló su pareja. Ese hombre que ha estado a su lado por más de ocho años y que decía amarlo.

Sollozando colocó su pierna izquierda en el pavimento para otra vez comenzar la carrera, entonces fue cuando notó la tragedia y aquel pito ensordecedor del gran vehículo de carga que estaba a nada de chocarlo. Vio la luz al final del túnel, su último día en el mundo de los vivos, y en autoreflejo para aceptar su destino, cerró los ojos y sin aliento se cubrió la cara alzando su antebrazo.

Pero nada sucedió aunque su cuerpo sintió como se sacudía y se descuartizaba por la impresión.

La rastra continuó a toda marcha y como si se le hubiera quedado pegado el claxón, no obstante, el tránsito si se detuvo al ser espectador del accidente que no trascendió gracias a un hombre alto y ágil. Jeon Jungkook llegó a tiempo para agarrarlo por la muñeca y halar al chico vestido de blanco. Las personas cercanas acudieron a ellos y los rodearon, algunos coches frenaron también, entre ellos la camioneta Hyundai del pelinegro con el maestro a bordo, y todos murmuraban sorprendidos.

Ambos estaban en estado shock, hiperventilaban y no se movía, parecía la escena de un drama, pues el apuesto pelinegro al alcanzarlo, lo estampó contra su pecho y por el impulso se desequilibraron cayendo hacia tras. La espalda de Jeon se incrustó con la acera recibiendo un buen golpe y amortiguando al delgado cuerpo del de ojos azules que terminó horizontalmente encima del de él.

Jimin no fue consciente de nada, estaba en blanco y con una sensación de desespero que ni respiraba. Él no existía, aún cuando hundió su rostro en el cuello del contrario, o que las manos de este se posaron involuntariamente en sus caderas y las agarraban con fuerza, pero su nariz picó por un aroma peculiar, un olor a cítrico con gotitas de lavanda que se iba colando en su sistema y apaciguando las llamas que habitaban en sus venas. Era como un calmante.

—¡Jimin, Jimin! —un grito los hizo reaccionar o bueno, por lo menos a Jeon, quien de una deslizó al rubio y se levantó— ¡¿Hijo, dónde carajos tienes la cabeza?, estuviste a nada de morir! —chillaba el maestro mientras llegaba hasta ellos y en lo que el pelinegro alzaba al novio.

Sin embargo, Jimin no reaccionaba a nada y se desvanecía en el intento de ponerse de pie.

—Maestro Seung, creo que él no está bien y usted debe tranquilizarse, por suerte nada pasó.

Jungkook trató de controlar y mantener la calma, aunque su corazón también era un caos y su voz salió quebrada. Es que todavía se paseaba en su mente la imagen de como esa rastra destrozaba al joven que ahora se sostiene de él.

—Gracias Jeon, no quiero ni imaginarme lo que hubiera pasado si tú no lo alcanzabas —espetó el mayor claramente afectado y con una mano en el pecho.

Jungkook giró su cabeza con tal de contener sus espasmos y fue que percibió las miradas curiosas de los extraño mientras que Jimin se aferraba a sus brazos sin inmutarse.

—Creo que es mejor irnos de aquí —musitó entre dientes y le hizo una seña al maestro para que notara el alboroto.

—Si vamos, dejé tu auto por allá —indicó el mayor hacia una esquina y entre los dos trasladaron al novio a la camioneta.

El maestro Seung no dejaba de quejarse por el susto y agradecerle a la vez, pero Jeon solo observaba al chico que ni hablaba y analizaba con profundidad sus finos rasgos. Tuvo que tragar en seco y desviar sus ojos, de cerca era mucho más hermoso y sus labios más pomposos de lo que imaginó, acción que le provocó una rara sensación. El mayor le entregó las llaves y sin más se montaron en el coche.

— ¿Y ahora, profe? —preguntó en lo que se colocaba el cinturón y encendía el motor— Creo que debemos llevarlo al hospital, no le pasó nada, pero... —empezó a explicar lo que no pudo continuar.

—No Jeon, —interrumpió el hombre canoso— Ya hiciste bastante por nosotros y debes estar ocupado, se que tienes razón, pero también conozco a Jimin y aunque ahora esté callado, cuando asimile el mal rato, no habrá poder humano que lo convenza de no ir en búsqueda de su prometido. ¡Es muy terco!, —suspiró Seung y alzó la vista conectándola con la del pelinegro— No te preocupes, yo me encargo, solo déjanos en el registro  —y Jungkook asintió poniendo a su camioneta en movimiento.

En menos de un minuto ya estaban en la puerta del registro civil, y sin detener el auto los tres pudieron captar el ambiente de intranquilidad del lugar. Gracias a eso, el novio volvió en sí tensando todos sus músculos y apretando los puños. Jungkook lo notó mientras parqueaba y cuando iba a preguntar como se sentía, su celular empezó a sonar haciéndole énfasis de que ignoró su audiencia en la corte. Mientras que el pánico lo abordaba, una de las puertas de atrás se abrió y vio como Jimin descendía hecho una furia. El maestro lo llamaba y también se disculpaba con el pelinegro.

—¡Muchas gracias, Jeon, pero ash! —replicaba el mayor— Ya lo viste, gracias de nuevo — y con eso se despidió.

El abogado no respondió, solo dijo un sí silencioso y es que luchaba en su interior por bajarse para apoyarlos y también con largarse a ver si aún tiene posibilidades de entrar al juzgado. Aunque al mirar la hora en la pantalla de su móvil, sabe que eso ocurría si le otorgan un milagro. Maldiciéndose mil veces en sus pensamientos, escuchó a lo lejos que el profesor abandonaba el vehículo por completo y suspiró al percatarse que ya no hay nada que hacer, que este ya no es su asunto por mucho que un vacío se le sembró en su pecho. No lo meditó más, arrancó tomando rumbo al juzgado que solo está a unas calles y le hace camino.

Chistes de la vida, dos lugares que pertenecen al sistema, pero para diferentes razones...

Unos se casan y otros se divorcian.

¿Será por eso qué están tan cerca?.

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

~Por sí olvidaron escuchar la canción que les dejé~



¿Quién se atrevió a dejar plantado a Mimi?

🐥💔😢

Y Jeon no sabe donde se metió, F por él.

¡Los quiero!!
Kath🥀

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