🎓Seis🎓
𖤹 𝐌𝐮́𝐬𝐢𝐜𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐚𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚𝐧̃𝐚𝐫 𝐥𝐚 𝐥𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚 𖤹
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VOLUME: ▁▂▃▄▅▆▇ 100%
El pelinegro estaba alucinando mientras que dirigía a Jimin hacia la sala de juntas, aún escuchando la melodiosa voz del joven en su cabeza y mirándolo de reojo. Comprobando, que a pesar de estar bien presentable y a diferencia de cuando lo conoció, su belleza sigue resaltando de la misma manera. Pero grata fue la sorpresa de que esté aquí; y para ocupar la vacante libre del bufete.
El abogado Jeon ha vivido dos semanas de infierno, donde le dieron vacaciones obligatoria para que descansara de su lío emocional. Después de salir de aquel bar y recuperarse de la resaca, agarró un par de pertenencias y se refugió en los brazos de su madre. Era lo que necesitaba, la calidez de su hogar y estar rodeado de esas personas que lo han forjado, siempre con amor. No quería ni podía estar solo en su departamento, habían demasiados recuerdos amargos que lo llevaban al mismo punto, a atormentarse con la culpa.
Tanto fue su angustia que hasta el día de hoy no había pensado en ese percance que tuvo y que le impidió llegar a tiempo a la corte. Un motivo de carne y hueso, labios carnosos y mirada de ángel, que por cuestiones de la vida lo tiene a menos de un metro de distancia. Se siente intranquilo con su presencia, fue un encuentro inesperado que le crea unas raras sensaciones y ese gusanillo de la curiosidad. Entre miradas disimuladas, no dejaba de preguntarse si en verdad no lo recordaba y que había pasado luego de que lo dejó en el registro civil.
La lengua le carcomía por hablar, deseaba preguntarle, pero no quería ser entrometido, y aún así, su cuerpo actuó solo. Cuando llegaron a lo último del piso, una de sus manos se posó en el picaporte abriendo la puerta y la otra casi para en la espalda del rubio, mientras que su figura se acercó peligrosamente al joven, lo que reaccionó rápido y se contuvo. No obstante, observó como Jimin se tensó cuando él invadió su espacio personal.
«¡Qué rayos te pasa, Jeon Jungkook!, nunca has sido tan irrespetuoso»
Se regañaba mentalmente esquivando la mirada juzgadora que esos ojos azules le regalaban en estos momentos. Suspiró y terminó por abrir la puerta.
—Adelante señorito Park —dijo haciéndose a un lado para que el chico ingresara a la sala.
—Bienvenido joven Park, —un timbre grave los recibió, — Jeon, que bueno tenerte de regreso —saludó un imponente hombre que estaba parado al lado de la cabecera de la gran mesa rectangular del centro—. Por favor, pónganse cómodos —y concluyó señalando los asientos a sus extremos.
Jimin asintió con el pulso a mil, estaba nervioso y es que ese hombre alto, vestido de negro y facciones acentuadas por la edad —aunque se veía muy bien—, demandaba respeto. Estaba ansioso de firmar ese contrato, pero no podía abandonar esa inseguridad de creer que él no esté a la altura y que por eso se retractarían de darle la vacante.
—Joven Park, es un honor tenerlo aquí y me presento, soy Gong Yoo, fundador del bufete y socio mayoritario —expresó con autoridad y sacó a relucir dos carpetas—. Déjeme decirle que estoy muy impresionado por su currículum, es brillante todo lo que logró como penalista, así que sin tanta dilatación queremos que forme parte de nosotros —dijo con una leve sonrisa y le alcanzó uno de los folios—. Ese es el contrato, estúdielo con calma; y procederemos a firmarlo cuando esté listo —y soltó asombrando a Jimin.
¿No lo iban ni a entrevistar?.
—Muchas gracias y el honor es mío, ¿puedo leerlo aquí o debo venir en otra ocasión?.
—Como usted desee, pero no voy a mentir que nos urge tenerlo en el equipo, ya que como cláusula tiene que estar dos meses de prueba, —suspiró Gong— Y a nosotros no hace falta inmediatamente otro abogado penal.
—Por mi no hay problema, lo leo y hoy mismo firmamos si todo está bien.
—Me gusta su actitud joven Park, —festejó el mayor— ¡Y mire!, él es otro de mis socios, quien también actuará como testigo de la firma del contrato laboral.
—Mucho gusto, abogado Jeon —intervino el pelinegro directamente hacia Jimin, logrando un pequeño sonrojo en él.
—Park Jimin y el placer es mío —musitó casi en susurros, avergonzado por la anterior escena que le hizo y esquivando conectar con Jungkook.
Sabe que debe estar rojo como un tomate.
—Él es uno de nuestros abogados de familia —esclareció el mayor— Y bueno, ¡siéntase cómodo!, lo dejaremos solo, si necesita algo marque el inter comunicador y el secretario Min lo atenderá, —orientó aún de pie.
Una vez que las formalidades terminaron, Jimin quedó solo en aquella sala y listo para leer. No es que desconfíe como tal, pero la naturaleza de un abogado es así y debe estar seguro aunque la decisión ya esté tomada. En cámara lenta, detalló como los contrarios murmuraban y se desaparecían de su radar. Tomó una bocanada de aire y sus dedos comenzaron a hojear el documento.
Mientras que a puertas cerradas se quedó un joven de cabellos dorados, a las afueras estaban Jungkook y su mayor observándolo por la pared de cristal tallada en caoba. Gong Yoo, luego de un minuto en la misma posición, ladeó la cabeza hasta darle el frente al pelinegro, quien seguía sumergido en la imagen del chico.
—¿Entonces?, —espetó el mayor acaparando la atención de Jeon.
—No se para que me preguntas si igual ya lo vas a contratar, —respondió burlón.
—Oye, se te está pegando lo de Taehyung —reviró los ojos—. ¡No te hagas!, que me acuerdo perfectamente lo que me dijiste hace una semana por teléfono.
—Gong estoy bromeando, si ustedes lo aceptaron, yo confío en que vale la pena, —rio ladino— ¡Tranquilo, hombre!.
—Igual, este es su expediente —interrumpió el mayor y entregó la otra carpeta— Quiero que lo revises y me des tu opinión, de todas maneras debe estar dos meses de prueba antes de contratarlo oficialmente — y con la misma echó a andar en dirección de su despacho, pero dio dos pasos y regresó.
—¿Qué?, —preguntó confundido el pelinegro ante un dudoso Gong.
—¿De verdad qué todo está bien?, todavía tienes otra semana de vacaciones —y Jeon bufó.
—Gracias Gong, pero lo que necesito es trabajar y ocupar mi mente, no te preocupes.
—¿Sabes qué cuentas conmigo para lo que sea, no?, —y Jungkook asintió mientras que el contrario palmó su espalda y se retiró.
Así pasaron las horas, como otro día común en la firma. Jimin solo necesitó de un par de estas para al fin ser contratado, y es que todo estaba perfecto. De hecho, quedó impactado por el salario fijo que tendrá mes por mes, el bondadoso bono de honorarios por cada caso que concluya y las condiciones en las que trabajará. Así que firmó feliz, en ningún momento del día pensó en sus desgracias, y si antes le gustaba su nuevo posible empleo, ahora que se hizo realidad estaba encantado.
Luego de ser parte del bufete, Min Yoongi le dio un recorrido por las instalaciones explicándole todo, además, le brindaron permiso para que empezara desde ya y se fuera familiarizando con los métodos que utilizan allí. Por eso es que después de almorzar al ser arrastrado por el secretario Min, se dirigió al archivo de la firma para seleccionar los mejores entre tantos expedientes que el bufete ha ganado.
Quiere sentirse útil e incorporarse cuanto antes.
«¡Este sí qué es un buen comienzo, Park Jimin!»
Se dio ánimos a él mismo en lo que su corazón se aceleraba por estar de nuevo entre leyes, y rodeado con excelentes archivos, que le demostraban que este era un lugar especial y donde siempre soñó trabajar.
— ¡Oye, Park! —escuchó el rubio a lo lejos, su vista era pesada y borrosa, pero buscó la fuente de quien lo llamaba. Era Min Yoongi, con quien ha compaginado muy bien— Cariño, son las cinco de la tarde, has estado mucho tiempo aquí y ya me voy.
Jimin cerró de golpe la carpeta amarilla que sus dedos rozaban, traqueó su cuello y se levantó. Seguía en la oficina de archivo.
—¿No te vas?.
—En verdad quisiera quedarme un poco más, Yoongi —le comentó estirándose y apoyándose en el marco de la puerta, con su garganta seca.
¿Cuánto tiempo había estado aquí?.
—¿Puedo?.
—¡Por supuesto!, pero te vas a quedar prácticamente solo, como te dije ya me retiro y el único que se quedará es el abogado Jeon, —le respondió el pálido y logrando que suspirara.
—No lo he visto más —murmuró Jimin.
—¿Qué, hablas de Jeon?, —y este asintió apenado de que lo escuchara.
—No te preocupes Park, él es así, pero muy amable, así que si tienes algún problema que no te cohiba su cargo, —dijo—. Jungkook siempre está disponible para ayudar, es el primero en llegar y el último en irse.
—Muchas gracias secretario Min...
—¿¡Ehh!, qué pasa? —lo interrumpió jocoso— ya lo hablamos, y para ti querer, soy solo Yoon, hasta mañana y bienvenido a la familia.
Aquellos ojos gatunos sonrieron y le transmitieron a Jimin seguridad.
—¡Hasta mañana!, —y sacudió su mano en dirección del joven que ya se retiraba, todavía con su cuerpo pegado al marco.
Viéndolo marchar, descruzó sus brazos y se fue por una botella de agua, su organismo imploraba hidratación. En el camino a la máquina expendedora de bebidas, comprobó que la estancia estaba silenciosa y sin un alma. Buscando en círculo, llegó y colocó la moneda. En eso, cuando agarraba la botella que cayó, el sonido de una puerta abrirse lo hizo saltar por el eco y la tranquilidad.
Con cuidado asomó la mitad de su torso, notando la diminuta presencia que se desplazaba por el corredor de la firma.
— Hola pequeña, —abordó Jimin a la linda princesa uniformada, que caminaba contenta y agarrando las asas de su mochila— ¿Qué haces aquí y tus padres?, —dijo buscando a alguien y arrodillándose a su altura.
Era una niña que cuando más tenía unos ocho años, hermosa con sus coletas y moños, con unos zapatos negros de charol y uniforme de un colegio privado por el broche que portaba.
¿Qué hacía allí y cómo entró?.
— ¿Usted quién es? —cuestionó al instante la niña— Mi papá me dijo que no hablara con extraños.
—Pues tu papá es muy inteligente princesa, —sonrió el rubio—. ¿Y se puede saber dónde está, viniste sola?. —cuestionó confundido y la niña asintió.
—Vine por mi papá, ¿usted quién es?, nunca lo había visto en el trabajo de mi papá.
— Mmm cariño, —espetó Jimin juguetón y arrascando su barbilla, fingiendo pensar— Es que recién empiezo hoy, pero si me dices el nombre de tu papá yo te puedo ayudar. —Se levantó tomándola de la muñeca y así seguir el camino—, una niña tan linda cómo tú no debería estar sola, es muy peligroso y tu papi tiene razón. ¡No se debe confiar en extraños!.
—Lo sé, por eso vine caminando desde la escuela y mi papi es el abogado Jeon, —dijo la jovencita con orgullo.
«¡Pero!... ¿cómo permite qué una nena de esa edad ande sola por la calle?. ¡Es una irresponsabilidad!»
Pensaba Jimin ahora dirigiéndose a donde debe estar su superior, sin entender nada, pero un poco contrariado. Cuando solo faltaba un paso para llegar, la niña de cabellos azabaches se desprendió de su agarre y continuó brincando de emoción.
—¡Pequeña espera! —chilló el rubio viendo como la niña con regocijo abría la puerta de la oficina de Jeon.
¡Y en eso escuchó la sorpresa del pelinegro!.
¿Qué estaba pasando?, pensó y sin respuestas corrió también.
—¡Somi!.
—¡Papá!.
Oyó alto y fuerte, con un tono de emoción que le encogió su alma. Pero eso no fue todo, al llegar al umbral fue testigo de la escena más conmovedora que haya presenciado en sus 28 años. Pues Jungkook la tenía apresada en sus brazos, descansando su barbilla en la coronilla azabache de la niña; y esta lloraba, impregnada en su pecho.
—¡Papi te extrañé! —balbuceaba Somi y el pelinegro la acariciaba sentado aún en su silla.
Jimin no daba cavidad a lo que sus ojos captaban.
—Yo también princesa, ¿pero qué haces aquí, quién te trajo?.
—¡Abogado Jeon! —refutó Jimin, más o menos comprendiendo que la menor se escapó.
Al momento en que ese dulce tono se hizo presente, Jungkook se tensionó y apartó lo que hacía para atender. Encontrándose con el rubio parado en el marco de su entrada y frunciendo su rostro.
—La niña llegó sola.
—¿¡Qué!?, —se alarmó el pelinegro y lentamente giró hacia a Somi que ya agachaba la cabeza—. ¡Kang Somi, ¿qué hiciste?!...
«¿Kang Somi?... ¡Ohh Jimin!, esto es más complicado de lo que parece» se dijo a él mismo.
—Lo siento papá, pero yo te extraño mucho y mi mamá se le olvidó recogerme otra vez. Yo quería verte, y aproveché que la maestra se durmió para salir.
—¿Cómo llegaste Somi?, te he dicho que es peligroso...
—¡Vine caminando! —intervino la niña.
Siendo Jimin un espectador del encuentro.
—¿Cariño y cuántas veces ha pasado esto? —preguntó el pelinegro y la niña cabizbaja jugó con sus deditos— Somi, sabes que mentir está mal, tranquila que papá no te va a regañar, ¿si?.
—Todos los días en que la nana Choi no me recoge.
—Bueno bebé, ahora... —espetó Jungkook y se levantó— Vas a ir a la sala y disciplinadamente me vas a esperar ahí, ¿ok? —expresó llegando a la puerta.
La niña asintió delante de los mayores, el rubio sé deslizó y ella se trasladó feliz al sofá, siendo seguida con la mirada de los contrarios que no le perdían ni pies ni pisada. Sin embargo, el pelinegro estaba que ardía en furia, tenía un nudo atrabancado en su pecho, y es que de solo imaginar que a su HIJA le hubiera pasado algo por la irresponsabilidad de Ji Eun, lo encendían hasta perder la noción en solo un parpadeo.
—¿Qué está pasando, abogado?, —musitó el rubio con preocupación— Su hija llegó sola y exponiéndose, ¡por dios es una bebé!. Perdón, no me quiero entrometer, pero...
— Lo sé, Park, créeme que ahora mismo estoy furioso, —interrumpió Jungkook con sus puños apretados con fuerza y bufando con ardor—. ¡Necesito las mismas respuestas que tú!, porque si es cierto que su escuela está a un kilómetro de aquí, pero... —respiró, estaba alterándose y subiendo su tono.
—Cálmese, ya está aquí sana y salva —espetó Jimin, no quería que la niña escuchara como su papá se encolerizaba.
—¡Esto es más complicado de lo que crees, Park, pero su madre me va a escuchar!.
Gruñó el abogado Jeon, observó a su hija acomodada en la sala de espera de la recepción y dio la espalda para entrar a su despacho. Quería buscar su celular y llamar a su ex mujer para gritarle unas cuantas verdades. Cada vez lo decepciona más, sin embargo, esto si que es poner en peligro a la menor y él no se lo va a permitir. Trasteó en la mesa y lo encontró escondido entre papeles en su buró, lo tomó y lo desbloqueó velozmente.
¡Pero ahí quedó todo!.
Un bullicioso los espantó, desde la ubicación de Jimin, Jungkook y la niña, se escucharon los reclamos vociferados de una tipa en la entrada principal. Ellos estaban al final y la estancia era amplia, pero al estar desolada, notaban hasta el mínimo suspiro.
Y por los cubículos delanteros, retumbó el pitillo agudo de Ji Eun.
Eso sí, no venía sola y todo quedó en pausa.
—¡Jeon Jungkook!, —gritó la mujer y la niña corrió a esconderse junto al nombrado.
Lo que este al instante, salió a enfrentar y dar la cara. Todo sucedió muy rápido, Somi se asustó —es una niña de ocho años—, pero sabe que algo pasa y de que hoy actuó mal, así que Jimin al percatarse de esto, la atrapó y la escondió detrás de su cuerpo.
—¡Qué demonios es esta bulla! —respondió el pelinegro confrontando a la mujer que ya llegaba a la recepción— ¿cómo te atreves de llegar a mi trabajo de esta forma?...
—¿Jeon dónde están mi hija?, —lo ignoró en crisis— ¡Somi sal ahora y oficiales este sujeto fue quién la secuestró!.
—¿Qué? —gruñó Jungkook.
Dos policías se hicieron presentes y prácticamente lo sometieron, sin decir nada y de forma hostil. Esposándolo frente a una niña y como si se tratara del mayor criminal.
Suficiente para que Jimin despertara del shock, él no soportaba las injusticias y aunque no conozca la historia, una corazonada le dice que aquí hay algo más. Eso sin contar de como la pequeña se aferraba a él y temblaba entre sollozos casi imperceptibles. ¿¡Dios, es qué nadie aquí tenía dos neuronas para saber qué la escena era traumática para una niña?.
—¡Oigan, ¿por qué lo detienen?, esto es ilegal!, —exclamó con autoridad el rubio.
—Señor, —respondió un oficial— Le recomiendo que no se entrometa o lo arrestaremos por cómplice de un secuestro, —ignoró el sujeto uniformado.
Jimin no creía lo que escuchaba, pero esas frases junto a los lamentos de la pequeña, activó el lado león que él tenía dormido.
—¡Háganlo!, —espetó imponiéndose, tan fuerte que los policías se detuvieron—. Quiero que sigan cometiendo infracciones, así tengo más alegatos para demandar al estado, porque sino recuerdan, antes de proceder contra un ciudadano tienen que leerle sus derechos e informar el motivo de su detención...
La tensión nació, el joven de ojos azules ensombreció su rostro, y al observar que nadie hablaba, carraspeó la garganta.
—Es lo dice la constitución, y soy testigo de que entraron como cavernícolas. Sin mencionar que hay una menor de edad en estado de shock por sus acciones.
Jimin terminando de hablar; y los sujetos automáticamente soltaron a Jungkook.
—¿Qué hacen, ustedes no ven qué ese hombre secuestró a mi hija?, —refutó la castaña pataleando.
—Se equivoca señora, —dijo el rubio y este viaje hacia esa mujer, que lo único que hacía era gritar— También soy testigo de que el señor Jeon no ha abandonado su puesto de trabajo desde las 9 am en que yo llegué, y las cámaras de vigilancia —señaló hacia el techo y específicamente en cada punto donde se ubicaban— ¡también lo son!.
El abogado Jeon se quedó sin aliento con esa demostración de poder, hipnotizado por aquel joven que con clase se imponía ante la situación y por el cual lo soltaron. Sin embargo, su interior ardió cuando sus ojos pararon en la débil figura de su hija, quien seguía escondida atrás del rubio mientras ya lloraba.
— ¡Quién eres tú para hablarme así!...
— ¡Lee Ji Eun! —exclamó el pelinegro, perdiendo los estribos gracias a su ex esposa y sobándose las muñecas por el maltrato.
—¡Abogado Jeon no digas ni una sola palabra! —ordenó Jimin sin quitar la vista de la elegante mujer, pero sin educación.
Con todas sus facciones contraídas, avanzó dos pasos y acercándose a la joven.
—Eso a usted no le importa, señora Lee, y confórmese con saber que soy el abogado Park —y la desafió, palpando la mala vibra de la contraria.
Por un segundo todo quedó en silencio, la castaña no supo que responder y Jimin no retrocedía, por mucho de que le enviara miradas asesinas. No obstante, Somi balbuceó y eso bastó para que la tensión mermara.
—Señores perdonen el malentendido, es que cuando hay una menor involucrada nos aceleramos un poco, —intervino uno de los oficiales y ya más sumiso—. Pero señor Jeon, usted tiene una orden de alejamiento, nos debe acompañar a la estación para esclarecer los hechos—, y Jeon asintió.
Jimin no quería ceder, lo que esas palabras: "orden de alejamiento" lo hicieron tragar en seco. Igual, es testigo de una injusticia y él nunca la va a tolerar.
—Está bien, dígame a donde me dirijo —contestó Jeon observando de reojo al rubio, a quien le impactó la revelación de su trágico divorcio.
El ocaso se acentuaba, avisando que la noche llegaría en cualquier instante, mientras que en lo más alto de ese gran edificio se solucionaba el altercado. Los oficiales indicaban y reverenciaban en modo de disculpa. A la joven mujer de pelo castaño le iba explotar la cabeza de la furia, pero seguía en silencio y con la mirada fija en ese tipo nuevo que tiene ojos azules y no conocía, no obstante, ella nunca pierde y tiene marcada la venganza entre ceja y ceja.
—Bien, eso es todo —dijo un oficial— los esperamos sino tendremos que arrestarlo por desacato y quedará bajo investigación —advirtió y con la misma se fueron.
Claro, no sin antes reclamar también la presencia de Ji Eun en la estación; y percatarse de que la niña estuviera bien.
—¡Lee Somi, ven aquí ahora!, —exigió la castaña cuando la soledad los merodeó, Jeon aún no procesaba todo—. Esto no se va a quedar así, Jeon Jungkook —espetó amenazante y también se fue casi jalando a la pequeña.
Cuando la puerta central sonó al cerrarse, ambos jóvenes suspiraron y en conjunto se miraron. Uno parecía a haber corrido un maratón por la intensidad de lo que vivió, y el otro por la vergüenza y desilusión.
—Gracias Park, yo este... gracias de corazón.
—No por favor, —respondió Jimin por lo bajo y viendo la pena en esos hermosos ojos redondos—. Lo que hicieron estuvo mal, odio las injusticias y vi el miedo en la niña. Eso sí Jeon, espero no arrepentirme...
—Si lo dices por la orden de alejamiento, es una sucia patraña de mi ex esposa, no tengo nada que ocultar.
— Tranquilo —calmó Jimin porque se lo imaginaba, solo debía leer las malas intenciones de esa desagradable mujer y como la nena preciosa le brillaron los ojitos al ver a su papá— Pero andando que debemos explicar todo este embrollo y te recomiendo que llames a otro colega que esté más capacitado, de todas maneras yo me hago cargo por el momento.
¡Y Jungkook carcajeó, este ángel era una cajita de sorpresa!.
—Está bien, abogado Park —expresó divertido y en lo que caminaba para recoger sus cosas y cerrar el bufete— Vaya a prepararse que nos espera una tediosa noche en la estación y vociferó a la entrada de su oficina.
—Adelántate, yo no traje nada hoy...
—Te vi muy entretenido en el archivero, ¿no te llevarás ninguno? —intervino Jeon con el mismo tono divertido y en lo que se desvanecía al interior de su despacho.
«Pero... ¿él me vio, cómo sino salió de su oficina?»
Jimin se preguntaba inédito, con su pulso a mil y sin noción del porqué se comportaba como un adolescente.
—Listo, ¿nos vamos? —espetó el pelinegro cerciorándose de dejar a las instalaciones de la firma seguras y que no se le quedara algo relevante.
Ambos se dirigieron a la salida, el pelinegro calmándose iba adelante, y Jimin nervioso atrás.
—¡Ahh Park! —rompió el silencio una vez que llegaron al elevador.
Jungkook giró un poco sobre sus talones quedando de cara con el rubio, y Jimin al alzar su mirada, se perdió en ese hermoso lunar que adornaba el labio inferior del pelinegro.
Las respiraciones de ambos se descontrolaron.
—Nunca lo voy a olvidar, gracias y bienvenido al equipo...
Capítulo sorpresa y de regalo por haberme demorado en actualizar. Recuerden que siempre dejo una canción especial en el encabezado del capítulo.
Bueno... ¿qué opinan de Lee Ji Eun, o de cómo avanza la trama?. ¡Esto recién empieza, los quiero y los leooo!.
Kath (✯◡✯)
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