🎓Cinco🎓
⬆︎ Mυʂíƈα ραɾα αƈσɱραñαɾ ʅα ʅҽƈƚυɾα ⬆︎
ᵏⁱᶜᵏ ⁱᵗ ⁻ ᵇˡᵃᶜᵏᵖⁱⁿᵏ
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Un gran edificio tapaba a Jimin de los fuertes rayos del sol, pues llevaba como diez minutos parado en la entrada del centro de negocios, un rasca cielo que se ubicaba en Jung-gu y donde se encontraba el bufete Gong Yoo & Asociados. Para ser más franco, sus piernas le temblaban, sus manos sudaban que tenía que secarlas con su pantalón, y la manzana de Adán se acentuaba al pasar saliva con dificulta. Los nervios estaban a flor de piel, compitiendo con sus sentimientos.
El día había amanecido de forma brillante y despejado, con esa esencia de la primavera y sin las lluvias. Aunque no sabe si la naturaleza se estaba burlando aún, y es que en su interior sigue presente esa tormenta por mucho de que haya pasado dos semanas desde que lo dejaron plantado. Sin embargo, estaba ese brote de emoción a causa de que trabajaría otra vez entre leyes.
¿Él nació para esto?
Jimin no lo sabe con exactitud, pero sí de que se siente pleno por ser un abogado.
¡Y brinca cómo un niño por retomarlo una vez más!.
Con esos pensamientos, suspiró grotescamente, profundizó su agarre en el maletín, bajó la cabeza y echó a andar. Su delgado cuerpo traspasó las puertas giratorias, chocando con la organización y modernización del lobby. Asombrado giró con furor su vista por cada lugar de la sala, notando como el mundo había cambiado mientras él se quedó estancada en una casa. Los equipos tecnológicos y muebles de última generación, no tenían nada que ver con aquel despacho simple dónde inició su trayectoria de abogado en Busan.
Todo era maravilloso y reconfortante, sin embargo, se siente temerario y fuera de lugar. Las inseguridades estaban incrementando sus nervios, y más cuando entró en el elevador para dirigirse al piso número 23. El cual pertenecía a la firma.
Lo pensó todo muy bien y en repetidas ocasiones en este período de aceptar su duelo. De hecho, no había hecho otra cosa que no fuera reflexionar aislado del mundo y ahogándose en penas. Pero de lo que sí estaba seguro, es que comenzaría desde cero sin nada que lo atara al pasado y haciendo lo que más le gusta. Sí, porque Jimin no puede quejarse de los lujos y comodidad que le brindó su prometido, solo que era su forma de manipularlo y tenerlo a su lado, en una jaula de oro, pero prisionero al fin.
Por eso ya puso en venta a la hermosa casa que compartiría con Jackson en uno de los barrios más residenciales de Seúl, esa que recién está remodela sin estrenar y a su nombre. Además de que canceló todas las tarjetas de créditos que Wang le otorgó para sus necesidades. Ahora mismo, pasó de ser un príncipe consorte a ser el plebeyo porque literalmente no tiene ni un céntimo. Con lo único que cuenta es con la ayuda de su padrino —la que no quiere saquear—, y este nuevo contrato laboral que va a firmar.
Las puertas aniquiladas del ascensor se abrieron luego de una tortuosa espera para Jimin. Y si antes se había quedado asombrado, ahora se quedó sin habla. Mientras sus pies avanzaban por esa alfombra roja de terciopelo, sus ojos se desorbitaron por toda esa madera de caoba que sobresaltaba. Sin creer que dentro de ese edificio imponente, pero hecho de cristal a la vista de un peatón, exista este tipo de decoración tan única. Visualizando el amplio corredor con cubículos sencillos a los lados, la hermosa sala de espera a la derecha y una minimalista recepción a la izquierda, llegó al final del piso, aunque cuando giró un poco, vio tres puertas paralelas y gigantes de madera, que si su lógica no falla, deben ser de los socios de Gong Yoo.
—Buenos días, señor —una voz amable lo sacó del trance e hizo que regresara su mirada al frente— Bienvenido al bufete Gong & Asociados, soy Min Yoongi, secretario general. ¿En que puedo servirle? —dijo el joven y sonrió de tal manera que le dio una calidez increíble a Jimin.
—¡Ohh, muchas gracias!, —sonrió el recién llegado.
—¡Media lunas, qué lindo! —musitó enternecido Min al ser espectador de esa expresión del rubio.
—¿Perdón, dijo algo?...
—Nada señor, —negó el secretario— Solo de que tiene una sonrisa muy hermosa— y dijo inocentemente halagando.
Sin creer que esa frase tendría gran impacto en el rubio de ojos azules. No lo tomó como un comentario incómodo, al contrario, hizo que recordara aquello que su autoestima destrozada escondió en sus escombros.
—Muchas gracias, —respondió Jimin con risillas nerviosas y con sus cachetes ardiendo—. Tengo una cita con Gong Yoo, ¿sería tan amable de ayudarme?
—Enseguida reviso, —espetó el chico de la recepción y luego corrió a la computadora, fue entonces que Jimin pudo soltar el aliento y calmar su inquietud.
Su llegada fue mejor de lo que esperó, muy cálida si es sincero, y eso que nada más conoció al secretario. Recostó su peso al mostrador y se inclinó un poco a la espera de ser atendido. Entre el sonido del teléfono y el teclado, un lindo terremoto de cabellera rubia como la de él y falda, pasó de mano con dos niños que casi lo atropellan.
—Hola Yoon, por favor dame la buena noticia que mi agenda esta limpia en este horario, —dijo la extraña llegando y casi empujando a Jimin.
—Si, puedes estar tranquila —respondió el chico sin quitar sus ojos del computador.
—Que bueno, hoy me retrasé, ¿y puedes creer qué no dejaron a mis hijos ingresar al colegio?...
Antes los ojos de Jimin esto era una locura que le gustaba, pues el ambiente se sentía muy familiar y esa elegante mujer hacía muecas muy cómicas. Él no era el único en pensarlo, ya que Min Yoongi al escucharla se echó a reír, pero sin dejar su trabajo de lado.
~Mamá tengo sueño~
Retumbó el reclamo dulce de un berrinche, era uno de los hijos de la abogada Sum.
—Bueno Yoon, cualquier cosa no estoy hasta el almuerzo —chilló la chica en lo que seguía su rumbo y el pálido asentía, para gritar antes de desaparecer en una de las imponentes puertas de al frente— Es cuando mi esposo podrá venir por los niños —y la chica se fue.
Jimin no perdía ningún detalle, y lo más importante, con una sonrisa en el rostro y olvidándose de todo.
—¿Es usted Park Jimin?.
—Sí, ese soy yo —espetó el rubio titubeando y regresando su atención a la recepción.
—En ese caso acompáñame que el señor Gong ya lo espera...
Pero las acciones de ese chico también se vieron comprometidas cuando los pasos seguros de un hombre alto, demasiado guapo con ese traje gris a la medida, pelo negro y unos labios finos de rosa natural, llegó a donde ellos hablando por celular. Jimin sintió ese conocido aroma a cítrico, y el porte de aquel hombre lo cautivó, que ahora tiene a solo centímetros. No entiende porqué, sin embargo, es un imán para su vista.
Lo que nunca esperó tener un estremecimiento desde la punta del dedo gordo hasta su último cabello de solo oír a esa persona hablar.
—¡Mamá ya te dije que todo está bien, salúdame al viejo! —cortó la llamada el pelinegro recién llegado y suspiró— Buen día Yoon, ¿cómo han estado las cosas por la firma?, —saludó sin percatarse de los ojos curiosos que lo observaban a su lado derecho.
—¿Jeon qué haces aquí, tú no estabas de vacaciones hasta la semana que viene?, —habló sorprendido el joven de piel pálida, pero Jimin seguía hipnotizado con ese hombre e intoxicándose con su aroma.
—Continuaba un día más en mi casa y me moría, Min.
—Pues a Gong Yoo no le va a gustar, —refutó el nombrado cruzando los brazos.
—No te preocupes, él mismo me localizó porque tenemos una nueva captación en la firma...
Esa última parte fue el causante de que el rubio despertara, recordando el motivo de por el cual está aquí. Carraspeó la garganta y habló con miles de emociones.
—Disculpe, pero llego tarde a mi cita con Gong.
Un sutil tono agudo y delicado, traspasó la conversación de los contrarios, suficiente para que el azabache notara la otra presencia.
Llevándose una inesperada sorpresa.
Solo bastó un segundo y ambos conectaron miradas, Jimin juraría que se volvió a perder en esos redondos orbes que lo escaneaban de arriba abajo.
—¿Tú!?, —exclamó Jeon.
—¿Perdón?.
—¿Eres la persona qué Gong espera?.
Por un instante el ambiente se tensionó, ese cuestionamiento Jimin lo tomó a la defensiva y sus expresiones cambiaron. Está cansado de ser el centro de los chismes; y es que su cara ya circula por todos los medios amarillistas, convirtiéndolo en el humillado novio de la nación que fue abandonado por el heredero de la fortuna Wang.
—En primera, usted no me conoce para referirse de esa forma tan informal, —respondió el rubio con aspereza, seguro de sí, dio dos pasos hacia el pelinegro— Y en segundo, no tengo porqué darle explicaciones a un extraño...
— ¡Ohh!, él no es un extraño!, —intervino Min Yoongi perplejo por el cambio brusco del chico que catalogó como Mochi.
Pero Jungkook divertido por la contesta, levantó su mano y con la palma de esta, cayó al secretario.
—No pasa nada, Yoon, —espetó con una disimulada sonrisa y sin despegar los ojos de ese chico, pues lo reconoció sin duda—. Señorito Park, déjeme decirle de que si lo conozco y si llegas a firmar el contrato, seré su superior, —concluyó.
Jimin por poco se atraganta con su saliva, no se esperaba esa respuesta y ahora se daba topes mentales por no estudiar nada del entorno de este bufete. Lo único que conocía es que el fundador se llamaba Gong Yoo y que fue —como muchos—, alumno de su padrino. En estos momentos quería otra vez desaparecer, pero aún así, jugó sin ceder ante esa hermosa mirada intimidante.
«¿Acaso me conoce?» pensó el rubio al unísono de Jungkook que se preguntó: «¿acaso no me recuerda?».
Min Yoongi no asimilaba lo que vivía, era un continuo disparo de química tan electrizante que lo convertía en un escenario incómodo. Pues mientras ese par se desafiaban con la mirada, él sentía la necesidad de huir y dejarlos a solas, pero también de impedir una batalla de testosteronas. Muy incómodo todo, a parte de que en unas horas comenzaría el desfile de clientes...
¿Debería intervenir?.
Por gracia divina, el teléfono sonó rompiendo con la tensión...
—Señores, perdonen la interrupción, pero Gong los espera a los dos. ¿Podemos continuar?, —habló trastabillando y nervioso, hizo una seña con sus manos para parar lo que sea que iniciaron esos dos.
—Tranquilo Yoon que yo me encargo de llevar a Park Jimin hacia la sala de juntas...
«Si Jimin, ese musculoso y elegante hombre te conoce»
¡Y por supuesto qué Jeon Jungkook lo conocía!.
Su mirada ladina lo demostraba, además de que por muy atormentado que esté con sus problemas, nunca olvidaría el rostro de aquel ángel que salvó.
—Es por aquí señorito Park, si es tan amable...
Recuerden que les dejo siempre una canción para la lectura, este viaje fue una recomendación de MikuSonadow7w7 (Kick it de BlackPink), mutis del grupo de WhatsApp en él que estoy. ¡Muchas gracias!.
Chicos perdonen la tardanza, pero una de mis historias fue eliminada (CLAVES MUSICALES) y el bajón fue grande más que tuve que tomar medidas por si me vuelve a pasar. Pero no voy a abandonar esta historia, de hecho, la tengo avanzada lo que voy tanteando con Títeres.
¿Qué opinan?, ya tuvimos el primer encuentro de verdad del Kookmin y van a trabajar codo a codo. ¡Los leooo!.
Kath ఌ
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