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Capítulo 52F

Prepare sus pañuelos y su playlist, ya que nos encontramos en el último capítulo de "El destino que no soñé"

***

Ya estando en Portland, en casa y en mi habitación, todo se sentía sumamente tranquilo, pero extraño. Me había acostumbrado a Londres, al departamento pequeño y a mirar por la pequeña ventana de la habitación la calle llena de faroles. Me había acostumbrado a saludar a Clint McGregor todas las mañanas y, por las tardes, escuchar sus historias acerca de su nieta y sus preguntas cariñosas cuando llegaba de un día de trabajo o también cuando iba cabizbaja intentando arreglar todos los problemas que me aquejaban.

Anhelaba la tranquilidad de Portland, pero hubiese preferido enfrentar la realidad cruda de Londres junto a Jared y a Alex.


Leah entró a mi habitación antes de que me acostara, se acercó lentamente hacia mí y se sentó a mi lado sin decir ninguna palabra, muy raramente mi hermana actuaba de esa manera, así que sólo la quedé mirando en silencio para que se atreviera a decirme lo que estaba pensando, hasta que finalmente lo hizo:

—Gracias por escoger venir a Portland, Camile —oí su frágil voz, ni siquiera me miró, sólo se encontraba mirando la alfombra bajo sus pies —. Por un momento pensé que no te tendría más en mi vida.

—Leah... —aflojé la mirada, le cogí la mano y fue en ese momento que me observó a los ojos, cafés idénticos a los de mi padre y los tenía llenos de lágrimas.

—Pensé que ya nadie iba a cepillarme el cabello ni hacerme un sinfín de peinados que finalmente no uso ni para ir a comprar pan —soltó y yo no pude evitar reír, pero ella se encontraba hablándome seria, pero no podía dejar que estuviese así de triste si yo ya me encontraba ahí.

—Deja de pensar esas cosas —la miré a los ojos —, estoy aquí y no pienso irme a ningún lugar ¿está bien?

Ella asintió rápidamente y me abrazó con fuerza.

—De seguro estás aquí porque quieres dormir conmigo... —rodé los ojos fingiendo molestia.

—¿Cuándo he querido oler tus pies? —arrugó el entrecejo con exageración.

—Sólo por esta noche.

Ella dio un brinco y saliendo de la habitación gritó:

—¡Voy por mis almohadas!


No me di cuenta de la rapidez de los días hasta que estuve acostada en mi cama revisando cuántas llamadas había tenido con Jared. Ya habían pasado alrededor de dos semanas desde que había llegado de Londres y no me había costado tanto como pensé volver a adaptarme a vivir con mis padres ni tampoco regresar a mi antigua universidad. Ver a Isabella y Alina me ayudó muchísimo, no podía negarlo, pues desayunar con ellas y volver a hacer trabajos en conjunto revivió aquella época en donde reíamos a carcajadas en pijamadas de estudio o en heladerías de la ciudad.

En un principio hablaba todos los días con Jared cuando llegaba de la universidad a eso de las cinco de la tarde y él me esperaba despierto pese a que allá eran cerca de las una de la madrugada. Sin embargo, lo que más hacíamos era mensajearnos. A veces hablábamos por horas de nuestros sueños, planes y los países que queríamos conocer. Me contaba acerca del juicio y de los procedimientos que se estaban realizando cada día, pero me aseguraba que era un proceso muy lento. Me costaba mucho colgarle a Jared y casi siempre que hablábamos por video llamada, él se quedaba dormido hablando conmigo y yo era la que debía cortar la llamada. Lo extrañaba muchísimo.



Aquel día en la universidad se me estaba haciendo eterno, sobre todo porque no tenía ninguna clase con Isabella ni Alina, así que cogí el móvil cuando vibró en mi pantalón mientras la profesora hablaba acerca de algunos periódicos en los que había trabajado.

Jared: Mañana le dan los resultados a Emma

Mi estómago sufrió un retorcijón de nervios.

Camile: ¿Y qué piensas?

Fue lo único que pude escribir.

Jared: Ya no pienso nada, en serio, sólo espero que todo pase rápido

Camile: Espero que todo salga bien

Camile: ¿Cómo está Nate con todo eso?

Jared: No hablamos mucho acerca del tema, ya sabes, es incómodo

—Señorita Rooney —oí a la profesora. De inmediato bloqueé el móvil y lo metí a mi bolsillo —¿Podría explicarme de lo que estaba hablando?

Me quedé petrificada en donde estaba. Todas las miradas se posaron en mí como si hubiese cometido un delito. La profesora entrecerró sus ojos presionándome.

—... ¿La historia de los periódicos nacionales? —solté casi adivinando, ella asintió levemente.

—Exactamente, ponga atención —comentó. Asentí levemente y ella esbozó una pequeña sonrisa —Por cierto, felicidades con su investigación en Londres, he leído el informe esta mañana.

—Gracias —fue lo único que pude decir.

No sabía si estaba tan agradecida con haber participado en eso, había perdido muchísimas cosas, comenzando por Sam, así que no me hizo demasiada gracia que una vez más alguien hablara acerca de la noticia.

La clase continuó sin más inconvenientes. Por la tarde me quedé estudiando algunas cosas en la biblioteca y llegué a la hora de cenar a casa en donde estaban todos excepto Dylan que se encontraba en su departamento.


Eran alrededor de las once de la noche y yo estaba a punto de irme a dormir cuando recibí un mensaje de Alex en mi móvil, fruncí el ceño y de inmediato lo abrí.

Alex: ¿Estás por ahí?

Camile: Iba a dormir justo ahora ¿cómo estás?

Alex: Estoy bien ¿y tú? ¿Cómo te ha recibido Portland durante estas semanas?

Camile: La verdad siento que jamás me fui

Alex: No te separes tanto de Inglaterra, por favor

Camile: No lo haré.

Alex: Han encontrado a muchos más involucrados en el burdel, todo se está alargando bastante

Alex: Sin embargo, todo apunta a que Jane Brackley es la fundadora de ese horrible lugar

Camile: ¡Era obvio! Dios, qué mujer

Alex: ¿Puedes creer que la chica que encontré en ese lugar y me pidió ayuda se contactó conmigo?

Camile: ¡No puedo creerlo! ¿Dónde está?

Alex: Sigue en Londres y su familia viajó hasta acá porque sigue yendo a juicios y demás

Camile: ¿Pero está bien?

Alex: Muy bien

Camile: Samantha estaría feliz de saber algo así

Alex: Donde sea que esté sé que lo sabe y está orgullosa de nuestro trabajo

Alex: Probablemente me encuentre con la chica durante la semana

Camile: Ten cuidado, por favor

Alex: Necesitaba contarte esto como si estuviésemos en una puta cafetería teniendo una cita amistosa

Camile: Jajaja. Seguiremos teniéndolas.

De pronto, otra notificación se coló en mi pantalla.

Harriet: ¡Duérmete!

Camile: ¿Cómo estás sin mí?

Harriet: Como una amiga abandonada

Camile: Hoy Emma sabrá los resultados del ADN

Harriet: ¡Dios que no sea de Jared!

Nuestra conversación se extendió por bastante tiempo hasta que me dieron las una de la madrugada, así que me obligué a bloquear el móvil y dormir.


— —


Cuando desperté eran las diez de la mañana, rápidamente me puse de pie ignorando todo a mi alrededor, me metí a la ducha y cuando salí comencé a vestirme muy rápidamente, ignorando que tenía una calceta diferente a la otra, sólo faltaba media hora para entrar a clases y probablemente no llegaría a la hora. Cogí la mochila que había dejado preparada la noche anterior, el móvil y salí corriendo de casa gritando a los cuatro vientos que estaba atrasada. Sin embargo, no sé para qué me apuré tanto, pues el autobús se tardó veinte minutos en pasar y otros quince en llegar a la Universidad.

Decidí ir a desayunar ignorando mi primera clase del día y cuando ya estuve sentada a solas en la cafetería, cogí mi móvil y apenas vi que Jared me había escrito un mensaje hace unos minutos caí en cuenta que hoy sabría si ese bebé era suyo o no. Abrí el mensaje a la velocidad de la luz con la esperanza de...

Jared: Si soy...

Me quedé mirando el mensaje por unos segundos mientras ambos nos manteníamos en línea. Rápidamente apreté el botón para llamarlo y cuando me contestó no supe qué demonios decirle.

¿Camile? —oí su voz detrás del teléfono.

—¿Cómo que si eres? ¿Si eres qué? —pregunté abruptamente.

Oí su risa detrás del teléfono y me sentí aún más confundida e histérica.

Que si soy el tío de esa criatura Camile —dijo y yo me quedé inmóvil en mi asiento.

—¿Cómo que el tío?

El examen dio 99% de coincidencia con Nate —señaló y yo, al fin, pude respirar.

—¿Cómo estás con esa noticia? ¿Cómo está Nate? —pregunté muy rápidamente

Yo estoy bien —dijo y yo me calmé —, Nate está algo confundido con la noticia, pero ya le estoy subiendo el ánimo. Quiero que esté bien, perdió a Sam hace nada y sé que esto le hará bien...

—¿Qué ha dicho tu padre?

Pensé que estaría más decepcionado, pero ha estado tan preocupado yendo de un lado a otro por Tara y mamá que apenas le dio atención... ¿estará bien?

—Pues no sé...

¿No estás feliz?

Guardé silencio por unos largos segundos, la verdad es que estaba muy feliz y relajada, pero sentía profundamente que no podía ponerme a saltar sobre un pie por algo como eso ¿acaso no era una egoísta por querer a Jared sólo para mí y sin interrupciones de Emma? Además, sabía que, si es que era el padre de esa criatura, ella haría hasta lo imposible por tenerlo a su lado, así que...

—Claro que lo estoy, pero... no sé ¿no es algo egoísta que lo esté?

¿Egoísta por querer toda mi atención?

—Si...

Él se echó a reír y se me revolvió todo el estómago. Mi cuerpo y mi corazón lo extrañaban. Sobre todo, su cálida sonrisa.

Permito que seas egoísta sólo por hoy.

—¡Pues entonces si estoy muy feliz! —exclamé y algunas personas de la cafetería se quedaron mirándome. Me reí un poco avergonzada y continué escuchando la risa de Jared a través del móvil.

Llámame cuando llegues a casa, mañana es sábado y puedo pasarme toda la noche hablando contigo.

—De acuerdo —sonreí.

—Adiós, Camile. Te amo.

—Y yo a ti —colgué.

Me quedé mirando el móvil como una estúpida. De verdad estaba muy feliz por la noticia, todo parecía ir viento en popa y mis miedos de aquel día cuando abordé el avión para regresar a Portland estaban desapareciendo poco a poco.


— —

Un mes después


Jared Brackley

Al principio todo pareció ir bien entre los dos cuando Camile había regresado a Londres, sin embargo, durante los últimos días todo se había estado complicando un poco principalmente porque los horarios no estaban calzándonos para hablar. Ambos habíamos estado esforzándonos por hablar un poco por video llamada para vernos, pero me encontraba sumamente ocupado con el tema del burdel. Habían culpado a mi madre por ser la fundadora de aquel sitio hace un par de años y con mi padre tuvimos que estar por días presentando todos los movimientos de la empresa Brackley para no vernos involucrados en sus asuntos.

Tara parecía ser una "víctima" de mamá, pero al ser mayor de edad cuando decidió trabajar allí su abogado no estaba pudiendo defenderla como él quería. Los demás no me importaban en absoluto, pero en diversas ocasiones vi a Stefan junto a otro chico y una mujer asistir a los juicios cerrados. No nos dirigíamos la palabra, en especial porque ambos nos veíamos cansados como la mierda y afectados por la situación.


Esa noche Camile estaba llorando. Y Camile no acostumbraba a llorar, pues era una chica sumamente alegre, pero parecía estar destrozada. Le había contado cómo había pasado los últimos días yendo de un lado a otro y el apoyo que necesitaba mi padre desde mi parte y ella se sentía muy culpable por estar tan lejos. Además, estaban costándole algunas materias de la universidad, se encontraba frustrada y decía a través de la pantalla que me extrañaba y que me necesitaba.

No quería demostrarle que yo también estaba hecho un pedazo de mierda en Londres sin ella. No quería decirle que me hacía mucha falta su sonrisa o sus abrazos por las noches. No quería hacerla sentir más mal, especialmente porque esa noche no tenía la capacidad de consolarla.

—No pensé que esto sería tan difícil, lo lamento —decía mientras se quitaba algunas lágrimas del rostro —. No sé cómo Harriet y Dylan soportan tanto...

Me quedé mirándola a través de la pantalla con cierto dolor en el pecho. No quería verla en ese estado, quería que estuviese sonriéndome y contándome alguna anécdota de la universidad, pero no quería ser egoísta, no quería que no pudiese expresar sus sentimientos conmigo.

—Yo tampoco pensé que sería así, Camile... —confesé.

—¿Cuánto durará todo esto?

—Ojalá pudiera saberlo...

—Tengo la esperanza de que pasaremos un lindo verano juntos —comentó con nostalgia.

—Y yo verte mucho antes que eso... —sonreí.

—¡Camile la cena está lista! —ella se lamentó con la mirada al oír la voz de su madre llamándola.

—Sécate esas lágrimas y ve a comer —le dije.

—De acuerdo —asintió levemente.

Se secó el rostro con sus manos y me sonrió con melancolía.

—Te extraño muchísimo, Jared.

—Yo también a ti..., no sabes cuánto —bajé la voz.

En cuanto cortamos la llamada, dejé el móvil encima del escritorio y me quedé mirando el techo por un rato sin poder conciliar el sueño, puesto que tenía muchísimos pensamientos viajando a la velocidad de la luz dentro de mi cerebro. Quería dejar de pensar. Al menos por un momento.


Camile Rooney

Creo no haber dimensionado lo mal que me iba a sentir teniendo a Jared tan lejos de mi vida. Ahora lo estaba sintiendo y no podía ocultarlo, lo que me causaba aún más frustración, pues él no necesitaba verme lloriqueando a través de la pantalla. Le pedí consejos a Dylan, pues no entendía cómo él podía sobrellevar algo así con tanta facilidad, pero terminó explicándome que para él tampoco era algo fácil como pensaba. Lo único que lo mantenía más "animado" era estar ocupado haciendo muchísimas cosas, así que durante la semana estuve yendo a diferentes entrevistas de trabajo hasta que me contrataron en una heladería cerca del jardín japonés. Al menos eso mantendría mi cabeza ocupada, pese a acortarme las horas para hablar con Jared.

Ya estábamos cerca de cumplir casi dos meses sin vernos físicamente y eso me tenía preocupada, especialmente porque nuestras conversaciones ya no estaban siendo extensas como las primeras semanas. Tenía la leve sensación de que ambos estábamos forjándonos a vivir una vida alejados, costase lo que costase. Y no tenía demasiado claro cómo sentirme con eso, pues por una parte estaba bien armar nuestras vidas e intentar estar bien mientras seguíamos queriéndonos a distancia, pero por otra parte sentía que se estaba alejando más de lo que ya estaba.

¿No bastaba con cientos de kilómetros de distancia?


— —


Apreté el botón de la máquina expendedora de helado, formé un perfecto copo encima del cono y luego se lo entregué a un niño que me observaba con cara de pocos amigos, pues parecía querer devorarse el helado en vez de apreciar lo maravilloso que me había quedado. Su madre pagó y seguido de esto vibró mi pantalón, me metí al camarín por unos segundos percatándome de que era un mensaje de Alex.

Alex: ¿Ya has hablado con Jared?

Camile: ¿Por qué?

Alex: ¿No te lo ha dicho todavía?

Camile: ¡Ya dímelo!

Alex: Condenaron a Jane a cuarenta y cinco años de prisión

Alex: Y están investigando más el caso de Tara, al parecer no es tan culpable como dicen...

Camile: ¿Cómo qué no?

Alex: Han dado dos meses más para su investigación mientras se mantiene con arresto domiciliario

Camile: ¿Dónde está haciendo ese arresto domiciliario?

Camile: No me digas que...

Alex: Así es, amiga

Camile: Entiendo que es su hija, pero ¿cómo? ¿Después de todo lo que nos hizo?

Alex: De seguro Jared tiene una buena explicación

Bloqueé el móvil cuando una compañera se acercó al camarín, fingí estar viendo algo en mi mochila y luego salí de ahí para continuar atendiendo. Tenía unas horribles ganas de golpear la máquina de helados de una patada sólo por el hecho de imaginar a Tara Brackley por dos meses viviendo con Cedric y Jared. Ella había causado muchísimo daño, comenzando por haber sabido que iban a generar un accidente que acabaría con la vida de Samantha o la mía.

Salí del trabajo molesta, caminé hasta el autobús y, en eso, llamé a Jared. Seguramente allá estaban en plena madrugada, pero no me importó demasiado, necesitaba aclarar las cosas con él.

¿Hola?

—Jared ¿cómo estás?

A través del teléfono podía oír música a un volumen alto, personas hablando por doquier y no entendí demasiado hasta que me lo dijo.

En este momento en un bar ¿y tú?

—Saliendo del trabajo.

¿Hablamos mañana? No te oigo bien...

—Esperaba poder conversar contigo —contesté abruptamente, él se quedó en silencio —, me enteré de la condena de Jane y lo de Tara...

Es una mierda...

—¿Con quién estás?

Con Nate.

Me relajé un poco, al menos no estaba emborrachándose a solas en un bar de mala muerte.

—¿Estás bien? —fue lo único que pude decir.

No —zanjó —¿Cómo podría estarlo?

—Llámame ¿sí?

Mañana lo haré.

—No olvides que te amo ¿de acuerdo?

Aflojé.

No podía ser dura con él, pues tal vez él no estaba feliz teniendo a Tara en la misma casa ni tampoco se encontraba feliz de que su madre pasara el resto de su vida tras las rejas. Tal vez se sentía culpable, vulnerable y expuesto... Tal vez no sabía cómo seguir con su vida después de eso, si debía visitar a quien le había dado la vida o si debía perdonar a su hermana que tanto daño había hecho.

No lo olvido. Yo también te amo.

—Adiós.

—Adiós Camile.

Colgué el móvil con un nudo en la garganta y cuando llegué a casa lo primero que hice fue meterme a la cama. Ni siquiera tuve ganas de cenar ni hablar con alguien más, ni de Portland ni de Londres.

A media noche oí que alguien entró en mi habitación, me giré para saber quién era y la silueta de mi madre estaba acercándose a mi cama, se sentó a mi costado y me acarició el cabello sin decir ninguna palabra. De inmediato sentí que quería largarme a llorar, pero no lo hice, sólo me giré por completa y la miré.

—¿Qué ocurre? —pregunté fingiendo estar completamente bien.

—¿Extrañas Londres?

—Extraño a Jared, extraño a Alex y a Harriet, pero no Londres.

—Lamento haber insistido tanto con que te trajeran hasta acá —confesó con cierto temblor en su voz —, no pensé que serías tan infeliz. Casi siento que han traído a una Camile nueva devuelta.

—No lo lamentes mamá...

—No me quiero excusar, hija, pero cuando entiendas el amor que siento por ti, entenderás por qué quería tenerte en casa conmigo.

—Lo entiendo, y es por eso que no me he puesto histérica por volver a Londres, pero me está costando lidiar con esto —confesé y ella aflojó su mirada.

Se quedó junto a mí por largo rato escuchándome, acariciándome el cabello y diciéndome que todo estaría bien. Prácticamente me hizo dormir como cuando tenía tres años y, sin querer, dormí tranquila.

Pero hubiese preferido no despertar esa mañana.

Desperté a las once de la mañana, me estiré por debajo de las sabanas y cuando me puse de pie lo primero que hice fue abrir las persianas para que los rayos de sol iluminaran toda mi habitación. Los días ya comenzaban a dejar el frío atrás y pese a que faltaban unos meses para eso, ya veía venir la primavera junto a todas las flores que adoraba.

Apenas cogí el móvil del escritorio noté que tenía varios mensajes de Jared, esperaba que fueran mensajes de amor borracho, pero...

Jared: No sé cómo lidiar con esto ¿sabes? He intentado durante estos meses acostumbrarme a todo lo que está pasando, pero no logro hacerlo. Mi madre estará en prisión hasta que se muera y no sé si debo ir a verla luego de todo lo que me he enterado. Tara está cumpliendo su arresto domiciliario con nosotros porque papá no puede dejarla sola y ella se encuentra aterrada... Yo no puedo dejar solo a papá, está quebrándose cada día más y odio admitirlo, pero es mi hermana ¿cómo puedo ser capaz de darle la espalda? Lamentablemente no soy como ella

Jared: Todo se ha alargado y en ocasiones creo que estaré años intentando arreglar el desastre que está quedando en mi familia porque debo arreglarlo ¿no? No puedo dejar que todo se destruya más de lo que está.

Jared: Me cuesta mucho escribirte esto y sé que estoy siendo un cobarde, pero no puedo seguir con esto, no puedo seguir siendo tu novio, no puedo estar a tu altura. Estaré ocupado con un sinfín de cosas y aunque quise hacerlo, no pude mandar todo a la mierda y largarme a donde estás, no esta vez. Tengo muchas cosas que pensar, tengo que encontrar el camino correcto y teniéndote tan lejos lo único que consigo es destrozarme más. No puedo lidiar con una chica tan buena como tú, no puedo lidiar con la distancia, apenas puedo conmigo mismo ¿entiendes? No soy capaz de ser el Jared que conociste, no soy capaz de ser el chico del teatro, el de la camioneta ni el que va de visita donde la abuela nana. No soy capaz de ser el que te canta canciones por las noches o crea conciertos sólo para ti... y lo lamento tanto

Jared: Perdóname, por favor. Especialmente porque de verdad pensé que sería el chico correcto para tu vida, pero no es así, al menos no en este momento


Me quedé congelada mirando lo que me había escrito. Sentí todo mi cuerpo quebrarse, no sólo mi corazón, me sudaron las manos y luego comencé a temblar. No entendía lo que estaba sucediendo ¿Por qué había decidido escribir todas esas palabras? ¿Por qué de la noche a la mañana no se había sentido suficiente?

El nudo en mi garganta pareció asfixiarme, los ojos me picaron y sentí unas horribles ganas de llorar, pero antes, con las manos temblorosas y con el cuerpo hecho pedazos, marqué su número. Sonó un par de veces, pero finalmente me mandó al buzón. Una vez más. No podía todo acabar con un simple mensaje, no cuando todo nos había costado tanto. Nuevamente sonó, pero me mandó al buzón más rápido que la vez anterior. Lo único que me quedaba era enviarle un mensaje, pero eso no terminaba de convencerme, sin embargo, con lágrimas en mi rostro y mis manos sudorosas escribí...

Camile: No estoy entendiendo nada ¿por favor puedes atender mi llamada?

El mensaje no le llegó y un fuerte ardor se apoderó de mi pecho. Aun llorando y con el móvil en mi mano salí de mi habitación disparada y bajé las escaleras corriendo, apenas puse un pie en el living, Isak que estaba sentado en el sofá se puso de pie y se acercó a mí, me cogió de los brazos e intentó regresarme a la realidad.

—Camile ¿Qué te pasó? ¿Qué ocurre? —preguntó rápidamente, asustado.

—Necesito un pasaje para Londres —solté y él se quedó mirándome con confusión.

—¿Algo le ocurrió a Jared?

—Acaba de mandar todo a la mierda conmigo.

—¿Qué?

Desde la terraza entró mi padre y de inmediato se acercó a mí.

—Camile... —oí su voz casi en un susurro.

—Papá, de verdad he intentado ser fuerte —intenté mantener la compostura pese a tener el corazón roto —, pero no puedo más, necesito ir a Londres...

—¿Por qué? —oí a mi madre.

—Sólo necesito ir a ver a Jared —confesé y ellos se quedaron mirándome con cierta confusión en la mirada, pero yo no podía lidiar con eso también —, sólo necesito la mitad del dinero, la otra puedo pedirla por adelantado en el trabajo —hablé rápidamente —Por favor...

—Camile, primero necesitas calmarte —oí la voz de mi hermano menor, se acercó a mí con un vaso con agua y yo arrugué el entrecejo ¿cómo no estaban entendiéndome?

Rápidamente salí del living y subí corriendo las escaleras. Al entrar en mi habitación y cerrar con fuerza la puerta una idea fugaz se pasó por mi cabeza, una idea que me aterró ¿Y si Jared no había podido más consigo mismo? ¿Y si no había nadie que lo contuviera ni apoyara en este momento? Releí el mensaje fijándome en sus palabras >>Apenas puedo conmigo mismo<<

¿Y si había hecho una locura?

Rápidamente marqué el número de Harriet.

¿Hola?

—Harriet.

Camile ¿cómo estás?

—Necesito tu ayuda —intenté explicar con un hilo de voz.

¿Qué ocurrió? ¿Estás bien?

—Jared me escribió, rompió conmigo y dijo ciertas cosas que me hacen pensar que no está todo completamente bien... ¿Por favor puedes llamarlo o ir a verlo? Necesito saber que está bien. No me contesta los mensajes ni las llamadas.

Ha venido esta mañana por un café, Camile —dijo y yo me sentí aún más mal.

—¿Cómo se veía?

Pues como cualquier chico con su madre en prisión y su hermana encarcelada en su propia casa...

—Necesito viajar hasta allí.

No creo que sea buena idea, Camile.

—¿Por qué? ¿Te dijo algo?

Sólo me recordó que te cuidara y que estuviera contigo luego de los mensajes que te dejó.

Al oír esas palabras no pude evitar pensar en lo peor ¿por qué le daba responsabilidad a mi amiga de cuidarme? ¿Cuidarme de qué?

—¡¿Por qué?! —alcé la voz —¡Por favor llámalo, Harriet! ¡Ve a verlo! Él no es así...

Estoy saliendo, iré a su departamento.

Me quedé a la espera de la llamada de Harriet toda la tarde, ni siquiera fui capaz de ir a trabajar. Me encontraba nerviosa, no quería comer y tenía la leve sensación de que todo se había ido a la mierda de verdad. Mi móvil sonó con un mensaje, rápidamente lo miré:

Harriet: Él está bien, mantén la calma

Respiré hondo.

De pronto, me percaté de que Jared había visto el mensaje que le dejé, así que rápidamente marqué su número, sonó un par de veces mientras tenía el corazón hecho un nudo, hasta que...

¿Hola? —oí su voz.

Pese a tener muy claro todo lo que había escrito en sus mensajes, escuchar su voz hizo brincar mi corazón y de inmediato sentí alivio. Ahora ¿Qué le decía?

—Necesito que me expliques que ocurrió, Jared...

Se mantuvo en silencio unos minutos en donde sólo oía su respiración.

No puedo, Camile —me dijo y yo nuevamente sentí mi corazón destrozarse.

—¿Qué no puedes? —pregunté aun sabiendo la respuesta, obligándome a escucharla.

No puedo seguir con esto que tenemos, no soy capaz de sostenerlo...

—Pero yo sí —me adelanté.

No quiero, Camile —aclaró —. Porque no me siento capaz de tener tantas cosas en mi vida..., menos cuando estás tan lejos.

—Puedo juntar dinero para ir a verte si eso es lo que necesitas.

No es posible esta vez. Todo está desordenado en Londres, nada anda bien y no puedo lidiar con algo más, necesito que me entiendas.

—¿Cómo esperas que entienda una cosa así? ¿Cómo esperas que lo entienda si un día llegaste a la puerta de mi departamento diciéndome que querías estar conmigo? ¿Cuándo has dejado a una chica en el altar para ir por mí?

Mi voz se quebró y sé que él lo notó. Guardó silencio por algunos segundos que me parecieron eternos. Quería estar frente a él, quería mirarlo a los ojos y ver sus gestos, sus movimientos y darme cuenta si realmente estaba diciéndome la verdad o si simplemente eran un par de palabras vacías.

Quiero que estés bien ¿de acuerdo? En este momento soy un desastre. Todo comenzó con un pequeño remolino y ahora está siendo un avasallador huracán. No puedo con tanto, no puedo lidiar con lo que está pasando a mi alrededor y necesito concentrarme, necesito escoger a mi familia... necesito estar cuerdo para cuando mi padre y yo quedemos en la miseria —oí que su voz pendía de un hilo, lo que me hizo sentir aún más frágil.

—Déjame ayudarte.

No. Esta vez lo haré yo solo.

—Jared... —respiré hondo intentando que el llanto no se interpusiera en mi camino —Sabía que no debía regresar a Portland todavía —eso lo dije más para mí que para él —, tenía el presentimiento de que todo sería así...

Dylan y tu padre me dijeron antes que a ti que querían que regresaras a Portland —confesó y a mí se me congeló el cuerpo —Y estuve de acuerdo porque sabía todo lo que vendría a continuación y tenía la maldita sensación de que no sería capaz de estar a la altura de una chica como tú. Acepté ¿sabes? Acepté que te llevaran a Portland y pensé que podría soportarlo, pero no...

—¿Por qué no me lo dijiste?

Porque pensé que todo estaría bien, pero me equivoqué. Y ahora no quiero que regreses. No quiero que veas el desastre que aquí está.

—¿Cómo pudiste dejarme ir, Jared? —las lágrimas recorrieron mis mejillas y tuve que sentarme en la cama porque mis rodillas flaquearon —¿Cómo pudiste aceptar que me trajeran hasta acá sin antes preguntarme si quería enfrentar todos esos problemas contigo? ¿Cómo puedes dejarme ir ahora?

Perdóname, Camile.

—Todavía tengo un mensaje tuyo diciendo >> ¿Crees que sería capaz de perderte? << Y si, Jared, eres capaz de eso —bajé la voz porque ya no podía más conmigo misma —Estás diciéndome un sinfín de cosas de las que no eres capaz, pero felicidades, eres capaz de perderme. De dejarme ir. —No oí su voz ni su respiración por unos segundos —Lamento tanto haberme atravesado contigo en aquella calle...

Eres lo mejor que me pasó en la vida —comentó ignorando completamente mis palabras llenas de dolor —Y siento que todo termine así...

—Era tu última oportunidad, Jared. Era tu última oportunidad para arreglarlo.

Lo sé.

—Y lo has destrozado todo.

Y esta vez no puedo prometerte que lo arreglaré otra vez.

No fui capaz de decir nada más, ya que las lágrimas estaban invadiéndome el rostro. Me dolía el corazón, la cabeza y tenía la sensación de querer golpear algo en ese mismo instante. Lamentaba haber creído en él, en sus palabras, en sus promesas y en sus canciones de media noche. Lamentaba haberme fijado en un hombre como Jared Brackley, pues estaba segura que se me haría imposible olvidarlo.

¿Por qué la vida había hecho que me enamorase de él?

¿Cuánto dolor valía la pena sentir por aquél chico de eléctricos ojos azules?


Sólo colgué el móvil sin escuchar si tenía algo más para decirme, pues yo no me encontraba capacitada para decirle más. Dejé el móvil encima del mesón y sólo me tendí en mi cama en forma fetal, queriendo protegerme, proteger mi cuerpo de todo daño que se lo ocurriera hacerme a alguien más. En muchísimas ocasiones había mencionado que valía la pena querer, que no importara cuanto doliera mi corazón, que el orgullo no iba a invadir mi vida, sin embargo, el dolor que estaba sintiendo en ese momento me hicieron olvidar quien era yo realmente, pues sólo estaba lamentándome debajo de mis sabanas, sólo estaba cuestionándome y preguntándome por qué había dejado que Jared Brackley entrara a mi vida sin antes percatarme de todos los problemas que traía consigo.

Quería creer que sólo era un mal sueño, ya que ni por Stefan, que pasó cinco años conmigo, había sentido tanto dolor en el corazón, pero no. Era completamente real y se sentía fatal. Jared ya había escogido, había escogido dejarme ir y enfrentar todos sus problemas a solas, incluso lo escogió antes de yo enterarme, pues él sabía que me vendría a Portland y no se opuso a ese hecho porque siempre pensó que jamás estaría a mi "altura" ¿qué demonios era eso de "estar a la altura"? No necesitas pensar en eso cuando amas a alguien de verdad, ni siquiera eres tú quien debiese pensarlo, sino la otra persona, con quien estás compartiendo un mismo corazón, pero no, a él le había parecido muchísimo más fácil que mi padre y Dylan pensaran por mí y escogieran por mí. Jared me había visto destrozada por esa decisión ¿Por qué no me detuvo en la cafetería mientras estaba llorando para decirme que ambos podíamos protegernos y salir adelante juntos? ¡Claro! ¡Porque no tuvo los huevos!


Desperté con un fuerte dolor de cabeza, mis párpados pesaban y todavía tenía una leve punzada en la garganta. Respiré profundo, intentando creer que realmente había sido una pesadilla, pero cuando noté que traía la misma ropa, todo se fue abajo una vez más.

La noche había llegado y no tenía idea si alguien se había ido a meter a mi habitación para asegurarse de que siguiese viva. Me dispuse a no llorar una vez más, ya era hora de levantarme y pensar en que no todo podía ser tan terrible. Me puse de pie a duras penas, cogí el móvil y noté 17 llamadas perdidas de Harriet, otras 9 de Alex, pero ninguna de Jared. Se me revolvió el estómago al notar eso, que ni siquiera se había arrepentido, sólo rompió conmigo por teléfono e intentó seguir con su vida de inmediato. Abrí su chat una vez más percatándome de que no se había conectado desde hacía horas y finalmente lo decidí: Eliminé todo rastro de Jared de mi teléfono, su número, su chat y algunas fotografías. No pude borrarlas todas, no era tan rencorosa y orgullosa para conseguir hacer algo así. Dejé el móvil en la cama y salí de mi habitación para ir al baño, me lavé el rostro y mirándome al espejo me armé de valor para decirme: >> Nadie ha muerto de amor todavía, Camile <<. Respiré hondo mirando mis ojos hinchados, intenté hidratármelos lo que más pude y luego salí dirigiéndome hacia la escalera. Oí voces, entre ellas, la de Dylan. Quise esquivar el lugar en donde se encontraba mi hermano mayor, pero él al verme pasar hacia la cocina, se puso de pie y me siguió muy rápidamente.

—Camile —me llamó. Cerró la puerta a su espalda y me buscó con su mirada, cogí un vaso y comencé a echarle agua. Alcé mi vista, lo observé a los ojos y no pude decir nada —. Me enteré de lo que pasó —comenzó —. Lamento mucho que todo haya terminado así...

—Si... —alargué mi voz lo que más pude —, hay veces que no todo sale como esperamos.

—¿Quieres que te acompañe a Londres? —me preguntó acercándose a mí.

Sentí un brinco en el pecho, sin embargo, las palabras de Jared a través del teléfono se metieron en mi cuerpo. Mis ojos nuevamente se cristalizaron y pestañeando un par de veces respondí...

—No, no iré a Londres.

—De verdad puedo ir contigo si así quieres que sea —insistió.

—Al final, nuestro amor no era tan fuerte —repetí las palabras que él me dijo antes de regresar a Portland.

Él respiró hondo observándome a los ojos con culpa.

—¿Podrás vivir con eso? —contestó como aquella vez lo hice.

—Nadie se ha muerto de amor todavía —sonreí con ironía.

Bebí un poco de agua, luego dejé el vaso encima del mesón y me apoyé en el mirando hacia la estantería. Dylan estaba a unos metros de mí, sin saber si acercarse o alejarse, consolarme o dejarme a solas.

—Lo lamento mucho, Camile —continuó —. No pensé que si venías a Portland todo terminaría en esto.

—Yo tampoco.

—¿Cómo puedo arreglarlo?

—Ni siquiera tienes la culpa, Dylan —bajé la voz.

Él se quedó en silencio, luego lentamente se acercó hacia a mí y me abrazó. Al principio no quería corresponder su abrazo, ya que me largaría a llorar nuevamente, pero fui incapaz de sostenerme, así que lo abracé. Ahí, apoyada en su tórax y abrazándolo con fuerza me quebré una vez más, prometiéndome a mí misma que esa sería la última vez que lloraba por Jared Brackley.

Dylan y mi padre no habían tenido la culpa de haberse preocupado por mí y exigirme regresar a Portland. Ninguno de los dos imaginó que todo terminaría así con Jared, así que no podía culparlos por eso y tampoco sabía si debía culpar a Jared por rendirse tan fácilmente. De verdad yo habría sido capaz de esperarlo todo el tiempo que pudiera, de verdad yo habría sido capaz de juntar dinero e ir a verlo a Londres todas las veces que se me diera la oportunidad. Hubiese sido capaz de armarlo, de verlo llorar, de abrazarlo en sus peores momentos y escuchar las nuevas canciones que quería crear, pero no, él había levantado grandes muros a su alrededor y puso espacios entre nosotros para alejarme. Prácticamente me empujó de su vida sin previo aviso y yo no iría a Londres, pues no quería enfrentarme a él y, a tal vez, una respuesta que no quería oír. Ya suficiente tenía con sus frías palabras a través del móvil.


Si. No todos los finales son felices, no todas las parejas terminan en un "juntos por siempre", no todos son felices para toda la vida. Hay parejas, como Jared y yo, que sólo encuentras una vez en la vida, que son frágiles, pero que se sienten como un huracán dentro del corazón. Que no te das cuenta del amor que sientes hasta que algo se quiebra y todo se viene encima de tu cabeza. Hay de esos amores ¿sabes? Hay de esos amores que un día se encuentran, se enamoran perdidamente y de un fugaz momento todo se rompe de la peor forma posible y jamás vuelves a verlos. Jamás vuelves a saber su número telefónico y jamás vuelves a saber si sigue vivo. Claro, lo buscas en las redes sociales, intentas dar con él, y cuando finalmente lo encuentras por allí, no eres capaz de soltar ninguna palabra. Sólo ves su fotografía a través de una pantalla y, luego, cierras el laptop para continuar con tu vida. Existen esos amores, claro que sí. Y yo estaba viviéndolo justo en este momento. Dolía, dolía como la mierda y probablemente iba a costar que me levantase de tremendo golpe en el cemento que me di con él, pero no todos los dolores son eternos. Todo acaba, pues la vida no te envía dolores que no puedes soportar, al menos eso me había dicho papá una vez y realmente esperaba que tuviese razón, pues sentía que ya no me quedaban lágrimas para llorar a Jared Brackley.

Tal vez nunca me recuperaría de tan fugaz amor. De tan estruendoso encuentro en medio de la calle. De tan eléctricos ojos azules y de tan hermosa voz por las noches en vela.

Quizá nunca me recuperaría de este destino que impetuosamente se atravesó en mi camino. Yo pensaba que era otro ¿sabes? Pensaba que mi destino estaba escrito, pero no. Por muy imaginativa que sea, jamás pensé que mi destino soñado era este. Sin embargo, pese a ser el destino que no soñé, no lo cambiaría pese a todo el dolor que estaba sintiendo. Porque, diablos, si de soñar se trata, soñar con los ojos de Jared Brackley era mi mejor opción.

Y pese al inhumano dolor que siento, lo acepto: Jared Brackley siempre será el amor de mi existencia y de mi vida. 

***

FIN


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¡Nos vemos en el Epílogo!

BESOPOS

XOXO


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