Capítulo 47
Pese a que Camile y yo bromeamos mientras estábamos en la clínica, realmente me sentía agradecido, si no hubiesen actuado de manera rápida con lo que me estaba sucediendo, pudo haber terminado en una tragedia y definitivamente mi familia no necesitaba más mierda que enfrentar.
Pasar tiempo con la familia Rooney me hacía sentir cómodo y feliz, todos eran amables y sumamente unidos. Me gustaban sus conversaciones acerca de todo, sus historias de antaño y también las pequeñas discusiones que tenían por haberle puesto más sal a la ensalada. Me gustaba ser parte de ellos al menos por estas fiestas, además de que Camile se veía bellísima así de cómoda y feliz con personas que la querían y no la juzgaban.
Regresamos a la casa de Camile en la madrugada, ya todos se habían ido a dormir excepto sus padres, ellos opinaron que no era buena idea que durmiera en el colchón del suelo de la pieza de Isak y como no querían despertarlo, ambos opinaron que sería mejor dormir con Camile.
—De acuerdo —dijo Camile con expresión angelical.
—Haremos que es tu primera noche durmiendo con mi hija —oí la voz de su padre y algo se encendió en mi pecho, alcé la vista y lo observé a los ojos —, ignoraré lo de anoche.
El rostro de Camile se tornó rojo y yo sólo me reí.
El médico me había dejado un par de medicamentos y también una dieta alimenticia hasta que supiera lo que me estaba causando alergia y eso sería dentro de dos días. Podía ser el mango, las nueces que le había puesto Leah, la leche condensada o la crema. La verdad es que no sé qué otra cosa le puso a ese mousse.
Me tendí en la cama de Camile sumamente cansado, como si un elefante me hubiese pasado por encima. La verdad era que nunca había estado tan cerca de la muerte en toda mi vida y agradecía haber estado con gente en aquel momento.
Cogí el móvil mientras Camile se encontraba en el baño, hace varios días no le daba atención, pues estaba pasándolo muy bien como para regresar a mi vida en Londres así de sopetón, sin embargo, algo me invadió el cuerpo y sentí la necesidad de comunicarme con alguien de mi familia. Podía sonar ridículo, pero estar tan cerca de morir tan lejos de casa me hacía sentir mal, sobre todo con mi padre.
Lo desbloqueé y de inmediato comenzaron a entrarme mensajes. Apenas miré los mensajes noté que había de Nate, Emma, Tara y mi padre. De inmediato abrí el de Tara.
Tara: Mamá está destrozada por todo lo que ocurrió
Tara: Espero que pases una buena navidad porque nosotras estamos lejos de eso
Tara: Estamos tratando de arreglar todo para no ir a parar a la cárcel
Algo se revolvió dentro de mi estómago, pero no podía ayudarla, no podía defender a unas personas que abusaban de su poder sobre chicas inocentes, secuestrándolas en el aeropuerto y luego vendiéndolas a hombres que quizá qué hacían con ellas. Si hubiese sido, tal vez, sólo droga podría haberme replanteado la situación, pero esta vez iba mucho más allá de un delito simple y ambas sabían en dónde terminarían con un "trabajo" como ese.
Jared: Te lo dije, Tara
Jared: No voy a estar cuando todo se haya ido realmente a la mierda con nuestra familia
Tara: Eres un cobarde
Jared: ¿Cobarde?
Tara: Hemos estado toda la vida junto a ti y nos diste la espalda cuando estamos peor
Jared: ¿Acaso pensaste en mi padre y en mí cuando estabas secuestrando a chicas en el aeropuerto para luego venderlas a vejestorios degenerados?
Ella vio mi mensaje, pero no me respondió, así que rápidamente ignoré su chat y me fui al de mi padre.
Papá: La abuela nana te manda abrazos ¿crees que podrías llamarla por la mañana para saludarla?
Jared: Claro que lo iba a hacer
Jared: ¿Cómo está todo?
Papá: Están investigando a tu madre, Tara y Gareth. Todo está un poco complicado, pero yo estoy bien
Jared: Pronto llegaré y resolveremos lo que quede pendiente
Papá: Luego de las fiestas me quedaré por unas semanas en casa de la abuela, por si quieres pasarte
Jared: Ahí estaré
No sabía si quería abrir los mensajes de Nate y Emma, además, Camile ya había entrado a la habitación con su pijama puesto y estaba pasándose un algodón con un tónico por la cara. Fruncí el ceño cuando la vi y bloqueé el móvil.
—¿Qué haces?
—Purifico mi rostro —comentó de lo más tranquila.
—¿Eso deshinchará mi cara?
Ella se volteó a mirarme y negó con su cabeza.
Volví a coger el móvil y Camile continuó en lo suyo.
Emma: No soy tan fuerte, Jared ¿cómo es que me dejas plantada en el altar y luego te marchas a otro país para rehacer tu vida tan fácilmente? Sé que he jodido todo, que envié todo a la mierda entre nosotros y me comporté como una tonta, pero ¿cómo no hacerlo? Si estoy completamente enamorada de ti y sabes que no es mi culpa.
Emma: No puedo aceptar que escogiste y me dejaste atrás, a pesar de haber estado por más de tres años conmigo. En serio dime cómo te olvido ahora Jared porque siento que todo mi cuerpo se quebró cuando atravesaste la iglesia para ir a buscarla a ella
Emma: Lo que más temía se cumplió justo en mi cara y pensé que de verdad iba a morir de rodillas en un altar vestida de blanco. No creo haber sido lo peor de tu vida ¿no? No todo fue tan malo como para que me pagaras de esa manera ¿por qué me dejaste hacer el ridículo? ¿por qué me humillaste así?
Emma: Estoy destrozada, sentada en una cama vacía que antes ocupábamos los dos, en donde veíamos películas hasta la madrugada y en donde me despertabas con desayuno, en donde te traía comida cuando te sentías enfermo y en donde nos queríamos las tardes de invierno.
Me quedé congelado mirando todo lo que me había escrito y sentí que algo se rompió dentro de mi cerebro, tragué saliva y alcé mi vista para saber si Camile había visto la expresión que tenía y así fue. Se acercó a mi lentamente y se sentó a mi lado, luego se cubrió con las frazadas muy lentamente y me miró fijamente a los ojos.
—¿Todo bien?
—No lo sé —contesté bajando la voz.
—¿Emma te envió un mensaje?
—¿Qué comes que adivinas? —bromeé, pero ella sólo sonrió con un poco de cansancio.
—Intentaré dormir —comentó.
—¿Estás bien?
—Sí, sólo creo que necesitas tiempo a solas con tu móvil —comentó tranquila.
—Es que no sé qué responder —confesé y ella me observó a los ojos.
—Lo que sientas.
—¿Y si la destrozo más?
Le enseñé los mensajes a Camile, ella leyó lentamente todo lo que me había escrito y cuando alzó la mirada para verme a los ojos, noté que sus ojos estaban vidriosos. Fruncí el ceño confundido.
Ella apretó el móvil con su mano y cuando pestañeó una lágrima le cayó por la mejilla, rápidamente la secó y me entregó el móvil. Se relamió los labios un poco nerviosa y no me observó más.
—¿Qué ocurrió?
—Está destrozada —bajó la voz. Asentí lentamente —¿cómo es que pude hacerle daño así a una persona?
—Camile... Tu no hiciste nada.
—De verdad yo no quería, Jared —se excusó con dolor en sus palabras —. Siempre he tenido mis ideales, siempre he protegido a toda costa a las mujeres, pero no pude controlar esa situación.
—Nos enamoramos, Camile. Eso es lo que ocurrió y no pasa nada —acaricié su mano.
¿Cómo podía ser así de buena y tener un corazón tan transparente?
—El amor no debería destrozar a nadie.
—Siempre habrá una víctima, Camile, pero nos escogimos y fuimos valientes por eso. Estoy enamorado de ti y debes entender que no es el tiempo... siempre es la persona indicada —la observé a los ojos y asintió dándome la razón.
—Lo sé...
—De todas maneras, creo que le debo una conversación —comenté y ella de inmediato estuvo de acuerdo. No me dijo nada más, sólo se acurrucó en mi cuerpo mientras yo estaba sentado. Cogí el móvil nuevamente y vi que Emma se encontraba en línea.
Jared: Lamento que todo haya terminado así
Jared: Supongo que tendremos tiempo de hablar cuando regrese a Londres
Emma: ¿Cómo puedes ser así de insensible?
Jared: No voy a mentirte si eso esperas que haga
Emma: Sólo quiero que empatices conmigo. No olvides que sigue habiendo algo que nos unirá por el resto de nuestras vidas.
Jared: No lo olvido
Jared: Realmente lamento que todo haya terminado así, pero ambos estuvimos presionando algo que no iba a funcionar
Jared: Nos explotó la realidad en la cara, eso es todo. Y no te preocupes por nuestro bebé, Emma. Seré un padre presente, al igual que mi familia
Emma: ¿Acaso no entiendes que no quiero este bebé? Te quiero a ti, Jared
No respondí más porque estaba claro que Emma todavía no estaba preparada para tener una conversación algo más centrada. Ella también podía ser una buena chica, pero yo no era el chico que la amaba. Cambié el chat y abrí el de Nate, con quien no me había mensajeado desde que había llegado a Portland.
Nate: ¿Cómo estás?
Fruncí el ceño con confusión. Nuestra relación no había mejorado desde el día en que lo había mandado a la mierda.
Jared: Todo bien ¿tu?
Nate: ¿Cuándo regresas a Londres?
Jared: En dos días ¿Por qué?
Nate: Necesito hablar contigo
Jared: ¿Acerca de qué?
Nate: Son cosas personales, me gustaría que cuando regresaras pudiéramos hablarlo con calma
Jared: De acuerdo
Nate era así. No le gustaba hablar las cosas por mensaje y entendía que no estaba en el lugar correcto para hablar con él acerca de todo lo que pudiese aquejarle, así que siempre iba a preferir vernos frente a frente para conversar e imaginaba que se iba a tratar de nuestra conversación acerca de que él estaba enamorado de Emma y que debió habérmelo dicho mucho antes y no de manera tan seca. Quizá hubiese entendido, quizá me hubiese hecho a un lado y no hubiese destrozado a nadie.
Noté que Camile ya se había quedado dormida, así que lentamente me acomodé a su costado y ella al sentirme de inmediato me abrazó. Los pensamientos me estaban atacando sin piedad y me costó muchísimo conciliar el sueño. Siempre había estado acostumbrado a pasar las fiestas de navidad con mi familia, solíamos cenar en algún restaurant, luego íbamos a casa y conversábamos hasta muy tarde. No era tan familiar como en casa de Camile, pero de todas formas era conmovedor despertar en la mañana y tomar chocolate caliente mientras abríamos los regalos de debajo del árbol. Me costaba aferrarme a la idea de que todo sería diferente desde ahora en adelante. Siempre supuse que cambiaría en algún momento de nuestras vidas cuando Tara y yo decidiéramos hacer nuestras vidas con nuestras propias familias, pero no así, no como ahora estaba ocurriendo, no de forma brusca, con mis padres divorciándose, con mi madre y mi hermana al borde de entrar a la cárcel y yo en otro país con una nueva novia.
Pero iba a ser fuerte, pasara lo que pasara. Mirar dormir a Camile a mi lado me confirmaba que siempre venía algo mejor.
Camile Rooney
El despertador del móvil de Jared sonó muy fuerte sobre mi cabeza, di un salto y él sólo se removió como si hubiese escuchado un silbido de un pajarito. De inmediato cogí el móvil y sin querer vi el último mensaje que le había enviado Emma por la madrugada:
"Camile jamás va a quererte como yo, Jared. Y me parece injusto que nos hagas esto"
Apagué la alarma y bloqueé el móvil dejándolo encima del mesón. Tenía el estómago revuelto, sobretodo porque los mensajes que había leído ayer me habían dejado muy triste. Entendía a Emma, entendía que quería muchísimo a Jared y que había quedado destrozada. Que, de pronto había aparecido yo en su vida y había roto todo lo que ella creía "real". Lo mismo le había pasado a Stefan y yo lo vi llorar frente a mí, lo vi destrozado salir de casa y se me estrujó el corazón saber que ella también estaba así. Sin embargo, tenía muy claro que las relaciones no podían forzarse, a pesar de que ella quisiera con todas sus fuerzas tener a Jared a su lado. Además, no podía dejar de pensar en que tal vez Emma sería para siempre un fantasma en nuestras vidas y realmente esperaba que no siguiera siendo igual cuando tuviera a su hijo, pues no quería que eso interfiriera en mi relación con Jared.
—Buenos días —oí su voz a mi lado.
Rápidamente desperté de mis pensamientos y me acerqué para besarle la cara, luego lo moví e hice que me mirara a los ojos. Se veía muchísimo mejor, pues la noche anterior me dormí viéndolo con su rostro hinchado por la alergia.
Me puse de pie y de inmediato noté que afuera estaba lloviendo, corrí a la ventana y abrí la persiana, me encantaba ver cómo la lluvia caía sobre los tejados en invierno, tal cual lo haría en un videoclip de música dramática.
—¡Está lloviendo! —chillé con alegría. Me acerqué a Jared, saqué los medicamentos del cajón y se los tendí junto al vaso con agua que habíamos subido en la noche. Él se los bebió y luego se quedó mirándome sentado en la cama.
—¿Cómo dormiste? —me preguntó con una sonrisa en la cara.
—Muy bien ¿Y tú? ¿Cómo te sientes?
—Me siento mejor —contestó.
—¡Ya ponte pijama para que bajemos al árbol!
—Aún es demasiado temprano...
—¿Temprano? Ya son las siete de la mañana.
Él hizo una mueca tipo: ¿Te volviste loca? Pero yo sólo le sonreí con ilusión en mis ojos.
—¡Te espero abajo! —alcé la voz y él sólo se rio.
Como de costumbre, golpeé todas las puertas con efusividad mientras atravesaba el pasillo para bajar y, como siempre, el único que me gritó que dejara de ser tan ruidosa fue Isak, pero cuando bajé las escaleras, oí que algunas puertas se abrían. Siempre abríamos los regalos en pijama mientras desayunábamos.
Corrí a la cocina para calentar agua y luego saqué las galletas que habíamos dejado guardadas el día anterior. Oí a mi madre acercarse a la cocina y fue ella quien me ayudó a llevar todo a la mesa principal.
Cuando miré el árbol de navidad, noté que había varios regalos esparcidos y ya cuando todos estuvieron abajo, noté que Jared siguió mis instrucciones y seguía con su pijama puesto como todos los demás.
—¡Este año los digo yo! —gritó Isak.
—¡Me tocaba a mí! —reclamó Leah.
—Por supuesto que no, tú lo hiciste el año antes pasado, luego lo hizo Dylan y este me toca a mí.
—Pues si lo cuentas así, este año le toca a Camile.
Alcé las cejas mirándolos.
—Le cedo mi puesto a Isak...
—¡Camile! —oí el reclamo de Leah.
No pude evitar reírme de sus juegos infantiles. Siempre Dylan y yo cedíamos nuestros puestos cuando se formaban discusiones idiotas como estas.
—Jared ¿Cómo amaneciste? —preguntó papá.
—Mucho mejor, gracias.
Todos nos acercamos al árbol de navidad y nos sentamos alrededor de él, algunos en el suelo y otros en el sofá. No eran demasiados regalos como cuando éramos pequeños, así que Isak fue rápido y se detenía en cada uno mientras lo abría. Dylan le regaló a Harriet un brazalete con algunos colgantes en él, a ella le encantó, pude notarlo en su rostro. Luego, Dylan recibió por parte de ella un cuadro de Londres y un par de cartas, no sabía qué motivo sentimental había ahí, pero cuando mi hermano vio el cuadro, abrió bien sus ojos y sonrió como un idiota mirando a su novia.
A mí me había costado un poco encontrar el regalo para Jared, puesto que no había tenido tiempo para hacerlo ni tampoco había ahorrado dinero para eso, e imaginaba que a él le pasó lo mismo, así que se me apretó el estómago cuando Isak nombró a Jared entre los regalos. De inmediato me dedicó una mirada fugaz y luego recibió con ilusión el pequeño regalo entre sus manos.
En cuanto rompió el papel y vio lo que había adentro, alzó sus cejas y sonrió con ilusión. Al fin pude soltar el aire que había en mis pulmones. Era un piano del tamaño de un balón de futbol, completamente negro y brillante.
—Camile es...
—¡Espera, hay algo más! —irrumpió Isak y yo sonreí.
Jared arrugó el entrecejo y se quedó mirando a mi hermano quien le facilitó un regalo un poco más grande y plano. Aun con confusión, dejó el piano a su costado y rasgó el papel encontrándose con un vinilo de Oasis.
—¡Wow! —chilló Leah.
—De verdad gracias —sus ojos eléctricos hicieron contacto con los míos y sin pensárselo demasiado, se puso de pie y se acercó a mí para abrazarme con fuerza. No le importó que todos estuviesen mirándonos ni mucho más. Me besó la mejilla con fuerza y luego regresó a su lugar mientras contemplaba con admiración lo que le había regalado.
—Camile ¡Este es para ti!
—Recuerda, si no te gusta... —comenzó papá.
—Disimula —finalizó Leah.
Todos se rieron de mí.
—Y no salgas corriendo —agregó Dylan y yo rodé los ojos.
Miré la tarjeta del regalo que me había pasado Isak, tenía una nota: "Pasar la navidad contigo ha sido mi mejor regalo. J". Respiré hondo mirando la caja envuelta en papel de regalo colorido, tal cual serían mis vestidos. Rasgué el papel y luego levanté la tapa de la caja encontrándome con muchísimo papel de colores adentro, tuve que meter la mano para descubrir lo que había ¿Cómo se había dado el tiempo de hacer todo eso? De seguro alguien lo había ayudado.
De pronto, la punta de mis dedos hizo contacto con algo helado y duro, rápidamente lo saqué de la caja y noté que era un tazón de unicornio, pero no con el dibujo de un unicornio en él, sino que un tazón con orejas, cola ¡Y hasta el cuerno! De inmediato abrí la boca y miré a Jared.
—¡No puedo creerlo!
—¡Está muy tierno! —chilló Harriet.
Me emocioné tanto que ni siquiera noté que dentro de la caja había otra cosa, de hecho, fue Isak quien me dijo que seguía faltando algo, así que intenté no lanzarme encima de Jared para besarlo y nuevamente metí la mano a la caja sintiendo una tela suave, rápidamente saqué lo que sea que haya sido y mi vista chocó con un hermoso vestido de color blanco con girasoles estampados, sólo era de tiras, así que de inmediato se me vino a la cabeza un verano caluroso en una playa de aguas cristalinas.
—¡Es hermoso! —alcé la voz, miré a Jared y él sólo estaba mirándome con una sonrisa en el rostro.
Todos se encontraban mirándome con cariño por tan bonitos regalos y, además, no podía contener mi emoción, así que me puse de pie y me lancé a abrazar a Jared, pero como él se encontraba sentado en un sofá sin respaldo, se desequilibró y nos dimos de lleno con la alfombra. Me caí encima de él y todos se pusieron en estado de alerta para saber si seguíamos bien, pero en cuanto los ojos de Jared hicieron contacto con los míos, ambos comenzamos a reír. Oí el suspiro de alivio de mi padre y luego todos regresaron a sus puestos para continuar con los regalos.
—Ya deja a Jared, Camile —oí a Dylan —¿No te basta con lo hinchado que estaba ayer y ahora quieres que esté hinchado por un golpe en la cabeza?
—Lo lamento —reí mientras me ponía de pie —¡En cuanto terminemos me iré a probar el vestido!
La apertura de regalos se extendió un poco más de lo habitual, pues nos quedamos conversando y desayunando por bastante rato. Pero no soporté más la espera y en cuanto todos comenzaron a moverse para ir a darse una ducha o ayudar a ordenar el desorden, me puse de pie y corrí escaleras arriba para probarme el vestido que me había regalado Jared. Gracias a todos los Dioses del olimpo, me quedó bien. Me miré por muchísimo tiempo en el espejo, hasta que oí golpes en mi puerta y luego se abrió sin antes avisar que podía entrar. Apenas alcé mi vista choqué con la de Jared quien me observó de pies a cabeza y yo sólo le sonreí como si hubiese recibido el mejor regalo del mundo.
—¿Cómo me veo? —pregunté y luego giré sobre mis pies simulando ser una súper modelo.
—A ver, camina un poco —arrugó el entrecejo y colocó sus dedos en su mentón fingiendo pensar como un estilista profesional.
Caminé como una modelo de Victoria Secret por mi habitación, por supuesto de forma seria como lo hacían las profesionales. Él no pudo evitarse reír y luego aplaudió.
—¡Fabuloso! —imitó la voz de un estilista emocionado.
Me acerqué a él y lo abracé desde el cuello.
—Te ves hermosa —regresó a su voz normal.
—Gracias.
—¿Cómo conseguiste el piano? —me preguntó sonriente.
Me encogí de hombros. Por supuesto todo había sido un plan entre Harriet y yo, habíamos decidido que en cuanto llegáramos a Portland, ella debía obligar a Dylan a salir para comprar el regalo de Jared, mi amiga me enviaba fotografías por mensaje y yo iba diciéndole si o no. Luego Jared me confesó que había hecho lo mismo con Dylan. Es decir, además de todo, Harriet y Dylan nos habían engañado.
—¿Te gustó?
—Mucho. Eres la primera persona que me regala algo relacionado con la música —confesé. —Lo de mi sala de música me lo fui comprando cuando empecé a trabajar en pequeñas cosas...
Arrugué el entrecejo, pues me parecía muy extraño, sobretodo porque a Jared se le notaba que adoraba la música y si realmente querían verlo feliz era haciéndole regalos de esa índole. La verdad es que no lo había dudado por ningún segundo. Aunque...
—Yo te iba a regalar un perro —confesé y Jared alzó las cejas con sorpresa —, pero luego dije ¿Cómo vamos a pagar para trasladarlo a Londres? —él asintió dándome la razón —Entonces decidí que no era buena idea, pero ya había visto muchísimos en un lugar de adopción ¡Me los quería traer todos!
—Ya tendremos tiempo de adoptar un perro —rio.
—¿De verdad? —lo observé —¿Puede ser uno pequeño? No, mejor uno grande para que nos cuide... ¿o uno pequeño? Así se sube a la cama sin destrozar todo a su paso, aunque los pequeños comen menos ¿no? Mmm deberíamos pensarlo, tal vez es mejor un ¿gato?
Jared soltó una carcajada que no entendí, pero rápidamente asumí que había hablado muy rápido y cosas innecesarias, sin embargo, entre risas, él me tomó el rostro con ambas manos y me besó con fuerza, luego se separó de mí y me observó a los ojos...
—Te amo tanto.
***
Capítulos tranquilos para tiempos de cuarentena <3
BESOPOS
XOXO
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