Capítulo 44
—No sé en donde te quedaste —comenté con tranquilidad. Terminé de colocarme mi pijama, luego entré al baño que había en la habitación de Isak y con la puerta abierta comencé a cepillarme los dientes.
—No en mucho, la verdad —continuó él desde el sofá.
Terminé de cepillarme los dientes, cerré la puerta para orinar y cuando salí noté que Isak seguía con sus ojos puestos en el móvil y Dylan observaba el techo. Me tendí en la cama improvisada que habían armado en el colchón del suelo y me cubrí con las sabanas y frazadas, la verdad es que estaba bastante cómoda para mi gusto. Podría sobrevivir ahí todo el viaje. Tomé mi móvil por un momento pensando en que Dylan iba a olvidar de lo que estábamos conversando, pero continuó:
—Antes de venirme supe que entre Camile y tu había algo más que sólo una amistad —comentó él. Isak sacó los ojos de su móvil y se quedó fijamente mirando a su hermano.
—De acuerdo... —fue lo único que pude decir ante su comentario.
—Pero también sé que tú te ibas a casar con Emma ¿no?
—A ver, si van a conversar acerca de esto necesito que me pongan al día ¿no? —Intervino Isak bloqueando su móvil y dejándolo a su costado.
—Pues nada... —dije —Iba a casarme, sí, pero no pude hacerlo.
—Contextualización, por favor —pidió Isak mirándonos intercaladamente.
—¿Cómo que no pudiste hacerlo?
—El día del matrimonio decidí salir corriendo como un puto cobarde —conté y ambos me observaron como si me hubiese vuelto loco —. Y me fui a donde Camile.
—¡Ya contextualícenme! —exigió Isak —Sé que no eres el amigo de Camile porque no te hubiese traído, así como así, pero necesito una explicación luego de haber visto por cinco años consecutivos al idiota de Stefan en casa.
Dylan se echó a reír y yo tampoco me quedé atrás.
—Jared y Camile se conocieron unos días después de que ella llegó a Londres, se gustaron, se encontraban en todas partes y ya. No pudieron evitar enamorarse.
—¿Pero tenías novia?
—Si —contesté —, hace tres años.
—Válgame Dios —exageró Isak, me reí un poco —¿Permiso para golpear a Camile en la cabeza mañana?
—Permiso denegado —contestó Dylan.
—Lo cierto es que Camile llegó cambiando todo en mi vida, hizo que me descubriera a mí mismo, las cosas que quería hacer de verdad y terminé enamorándome de ella —confesé —, me costó un poco ordenar las cosas de mi vida para poder estar a su lado y creo, en realidad, que no las ordené. Mi matrimonio fue ayer y sólo tomé un avión con Camile y Harriet para escapar de todas esas voces avasalladoras que me juzgarían.
—¿Y Stefan?
—Camile arregló sus cosas con él, al parecer le dijo la verdad acerca de nosotros, pero no hubo gran problema con él.
—A pesar de ser un idiota, no se obsesionó.
—Y bueno ¿qué haces, Jared? ¿Al menos tienes trabajo estable y no cocinas fideos todos los días? —me preguntó Isak.
Él me observaba con algo de desconfianza en el rostro, analizándome de pies a cabeza mientras Dylan sólo observaba a su hermano menor con una pizca de gracia en sus ojos.
—Búscalo en internet —comentó Dylan. Isak frunció el ceño sin entender, tomó lentamente su móvil y yo arrugué la nariz.
—No me buscaría en internet, te saldrán cosas que no querrás saber acerca de mi vida.
—¿De qué hablas?
—Emma está embarazada.
—¡¿Qué?!
—¿Quién es Emma? —preguntó Isak con confusión.
—Intentó manipularme con eso, pero finalmente decidí que no podía hacerlo. Me haré cargo, seré una buena persona, pero no necesariamente estaré a su lado —conté.
—¡Ay Isak es la ex novia! —reclamó Dylan.
—¿Cuál es tu apellido? —me preguntó Isak cuando estaba con la mirada fija en su móvil. Lo miré por unos segundos sin saber por qué me estaba preguntando eso, hasta que recordé que Dylan le había dicho que me buscara en internet, pero no pensé que iba a hacerlo. Algo se encendió dentro de mi tórax cuando noté que podía ver las noticias acerca del burdel que involucraba mi apellido.
—Brackley —contesté serio, tanto que Dylan se quedó mirando a su hermano con confusión.
—Creo que tu menor problema se trata de tu ex novia ¿no? —oí la voz de Isak, alcé la vista y él estaba mirándome con fijeza, volteó el móvil y me enseñó la primera plana de un periódico nacional en donde se leía: "Familia Brackley involucrada con drogas y trata de personas".
Mi corazón comenzó a latir con fuerza, intenté mantener la calma, pero no fue suficiente para lograrlo. Me relamí los labios y sólo lo observé intentando pensar qué decirle para que creyera que en realidad yo no tenía nada que ver con eso.
—No tengo nada que ver con eso.
Dylan se puso de pie de inmediato, le quitó el móvil de las manos a Isak y leyó rápidamente la noticia, luego con molestia se quedó mirándome.
—¿Me vas a decir que Jane y Tara Brackley no son de tu familia?
—Son mi madre y mi hermana —contesté —, pero yo no tengo nada que ver con ese negocio turbio.
—¿Dice Gareth Phillips? —preguntó él acercándose más a la pantalla y luego enseñándosela a su hermano. Yo asentí silencioso. —¡No puedo creerlo! ¿Qué demonios está pasando?
—Dylan... —intenté calmarlo porque de pronto su rostro se había tornado de un tono rojizo molesto y había lanzado el móvil de Isak a la cama —No es exactamente lo que estás creyendo.
—¿Por qué tu familia está involucrada en esa mierda? ¿De qué se trata todo esto y por qué demonios estás con mi hermana? ¿Acaso quieres enamorarla para hacerla trabajar en ese puto burdel? —comenzó a acercarse a mí muy amenazadoramente y yo sólo lo observé desde la cama —Porque no me vengas a decir que no sabías ni una puta mierda de esto.
—Claro que no lo sabía —comenté con seriedad.
Era un tema que me tocaba, que me hacía arder las venas y que él estuviese juzgándome por algo que yo jamás en mi vida haría me hacía sentir mucho más molesto. Mi propia madre y mi hermana eran parte de un trabajo asqueroso, que se salía de mis manos y yo no me había dado cuenta. La propia Camile las había desenmascarado. Yo sólo intentaba asumir todavía lo que estaba pasando, intentando recoger los pedazos de mi cuerpo porque me habían destrozado todas las creencias que tenía acerca de mi familia.
Vi a Isak tomar su móvil nuevamente y continuó leyendo mientras Dylan me observaba con molestia en sus ojos.
—¿Dice Camile Rooney?
—¿Qué? —Dylan desvió su mirada hasta su hermano menor y le quitó nuevamente el móvil de sus manos, comenzó a leer la pantalla —¿Camile, Alex y Samantha? ¿Ellos los descubrieron?
—Si —contesté finalmente —, yo no sabía lo que estaba pasando. Camile y sus amigos comenzaron a investigar el burdel y descubrieron que mi madre y mi hermana estaban involucradas, luego me enteré yo.
—No puedo creerte —bajó la voz, luego se removió con el móvil de Isak en las manos y regresó su mirada oscura a la mía.
—¿Y tu padre?
—¿Qué hay con él?
—¿Él tampoco está involucrado?
—No, mis padres seguramente ahora están divorciándose, mamá lo engañaba con Gareth Phillips.
—Esto está de la mierda —comentó Isak, se puso de pie rápidamente y cuando iba a salir de la habitación, Dylan lo tomó del brazo y lo detuvo.
—No irás a despertar a Camile por esto —ordenó —¿Cómo es que Camile no me lo había contado?
—No quería que sus planes se arruinaran, todo estuvo muy peligroso... —comenté algo más calmado.
Dylan respiró profundo intentando calmar a su subconsciente, luego lentamente caminó hasta el sofá y se sentó en él observándome directamente a los ojos.
—¿Cómo es que Camile confía tanto en ti?
Su pregunta se quedó suspendida en el aire porque no tuve una respuesta para darle.
Camile Rooney
Al abrir los ojos me sentí completamente extraña en la habitación que me encontraba, pues de hace muchísimo que no despertaba allí. El techo blanquecino, las paredes claras e iluminadas con la tenue luz de invierno desde el exterior y el olor a sabanas limpias me hicieron sentir una leve nostalgia en el corazón. Me removí por la cama y al chocar con otro cuerpo caí en la realidad de que estaba durmiendo con mi amiga. Ella se quejó cuando la golpeé sin querer en el rostro y yo sólo reí, la esquivé y salté por encima de su cuerpo para ponerme de pie. Estiré mi cuerpo creyéndome la mejor contorsionista en la historia de las contorsionistas y me metí al baño, me cepillé los dientes, me lavé la cara y me amarré el cabello lo mejor que pude. Miré mi móvil antes de bajar al primer piso: 10:00AM. Harriet ya comenzaba a despertarse, así que sólo salí de mi habitación. Me percaté de que la habitación de Isak tenía la puerta abierta hasta atrás y ninguno de los tres se encontraba ahí. Fruncí el ceño y bajé la escalera corriendo.
Noté que Isak se encontraba en el patio trasero de la casa hablando por móvil mientras lanzaba un balón a la pared y este se le devolvía, así constantemente. Y, cuando entré a la cocina, me sorprendí al ver a Jared sentado junto a mi madre, Leah y Dylan desayunando. Los tres se quedaron mirándome y el primero en sonreírme fue él.
—Buenos días —oí la voz de mamá.
Dylan tenía el semblante algo serio, se quedó mirándome fijamente, pero no dijo nada, sólo desvió su mirada y luego regresó a beber de su café.
—Buenos días —contesté animosa —¿cómo durmieron?
—Bien —contestó Jared.
Me acerqué a la encimera para servirme un tazón de café cuando oí a mi hermana hablar.
—Jared nos estaba contando que ya se tituló en administración y finanzas.
Asentí rápidamente, me serví café y me senté al costado de Leah.
—Así es ¿también les contaste que tocas el piano y cantas muy bonito? —pregunté y él abrió un poco más sus ojos algo sonrojado. Me limité a reír y mi madre le regaló una sonrisa.
—Y que trabaja con su padre en una empresa automotriz —agregó mamá.
—Creo que te faltó comenzar diciendo a lo que se dedica tu hermana y tu madre —soltó Dylan sin tapujo alguno. Me atraganté con el café y fijé la mirada en Jared quien con sólo observarme unos segundos me confirmó que Dylan ya se había enterado de todo. Me sentí un poco mal por la situación, sobretodo porque no sabía cómo explicar que Jared no tenía nada que ver.
Mi madre frunció el ceño supongo que por el tono de voz que había utilizado Dylan al decirlo.
—Sí, su hermana es odontóloga y su madre se hace cargo del Marketing de la empresa Brackley —contesté para alivianar la conversación.
Dylan me observó fijamente queriendo asesinarme, pero antes lo asesinaba yo si continuaba siendo un idiota.
—Camile ¿por qué no me acompañas a ver a Harriet? —me preguntó Dylan. Asentí silenciosa y ambos nos pusimos de pie, caminamos juntos hasta el living y me tomó del brazo para voltearme hacia él.
—¿Qué te sucede? —bajé la voz con molestia observándolo a los ojos.
—¿Qué te sucede a ti? ¿Cómo se te ocurre traer a casa a un chico como Jared Brackley? Su familia está involucrada con un burdel que vende drogas y hace trata de personas, es cuestión de horas para que todo se viralice y salga en la televisión.
—¡Shh! —lo hice callar —Jared no tiene nada que ver con eso.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque yo misma fui la que desenmascaró a toda su familia.
—¿Cómo es que puedes creerte algo así? Son una familia, las familias mienten para salvarse el culo.
—Dylan...
—Es cierto, tú no sabes si en realidad su padre y él están involucrados de alguna u otra manera ¿y lo traes aquí sin antes verificarlo?
—Averigüé todo lo que tenía que averiguar —contesté ya algo molesta —. Jared y su padre no tienen nada que ver con ese burdel ni con ese mundo. Es su madre, su hermana, el padre de Stefan y otro tipejo más que todavía no conocemos, así que deja de culpabilizar a quien no ha hecho nada.
—Camile... —rodó los ojos.
—Él se enteró incluso después que yo —continué —. Jared ha tenido que soportar que toda su familia se vaya a la mierda, así que no estés como un idiota culpabilizándolo a él, pues ya tiene suficiente ¿o por qué crees que decidió alejarse de Londres y pasar las fiestas aquí?
Dylan se quedó fijamente mirándome en silencio, respiró hondo, masajeó su sien y luego botó el aire de sus pulmones.
—¿Cómo se lo dirás a mamá y a papá para que no piensen como yo?
—Pues no sé, con que tú no vayas de idiota a decírselos como si fuera algo fácil, me conformo —lo solté con fuerza y lo dejé en medio del pasillo.
Oí que subió las escaleras, yo entré a la cocina y regresé a mi lugar a un costado de mi hermana. Continué bebiendo de mi café mientras Jared, Leah y mi madre conversaban cosas ligeras acerca de la gente en Londres y de lo que Leah quería estudiar cuando saliera de la escuela. Poco a poco pasó el tiempo y se nos unió Isak, mi padre y Harriet junto a Dylan. No se habló más del tema ni tampoco hubo comentarios desagradables, al parecer Isak también se había enterado la noche anterior, pero no juzgó demasiado a Jared y esperaba con todas mis ganas que le creyera.
—Mañana es la cena navideña, así que iré a comprar algunas cosas que me faltaron para la comida —informó mi madre poniéndose de pie, mi padre la siguió y también se les unió Leah porque según ella debía comprar algunas cosas más y quería que la pasaran a dejar a donde una amiga.
Isak rápidamente se escapó de la cocina para evitar lavar y Dylan junto a mi amiga decidieron que sería un buen día para ir a conocer su departamento y enseñarle un poco la ciudad. Jared y yo recogimos la mesa del desayuno y mientras yo lavaba la loza sucia, él la secaba con un paño.
Ahora que nos encontrábamos completamente a solas en la cocina y cuando el silencio se hizo presente, Jared alzó la vista y se quedó mirándome.
—Dylan no me creyó nada —oí su voz.
—Ya hablé con él, está todo bien.
—¿Eso crees?
—No te preocupes demasiado, Jared. Sabemos que no estás involucrado con ese lugar ¿no? —él asintió —Entonces con Dylan sólo es cuestión de tiempo.
—Anoche Isak tuvo que decirle que dejara el tema, pues no podía entender cómo yo no supiese nada, finalmente fue Isak quien me creyó rápidamente.
—Dylan es un poco más... sobreprotector —bufé.
Acabamos con la loza y decidí que sería buena idea ir a enseñarle un par de cafeterías a Jared antes de que todo el mundo se volviese loco con las preparaciones navideñas, creo que eso ya había comenzado hace una semana, pues el árbol de navidad estaba armado con muchísimos colores y las luces en las paredes exteriores de la casa iluminaban casi toda la cuadra del vecindario. Navidad era mi festivo favorito y por un momento pensé que no podría estar con mi familia, pero ahora me hacía muchísima ilusión estar todos juntos.
Luego de darnos una ducha y vestirnos algo más decentes de cómo nos habíamos levantado de la cama, cogí las llaves de casa y salimos al exterior para enseñarle a Jared lo tan maravilloso que podría ser vivir en un lugar como Portland, aunque Londres había dejado mis expectativas bastante altas.
—¿Dónde me llevarás? —preguntó Jared mientras caminaba a mi lado por la solera.
—Primero a una cafetería —le sonreí y él asintió entusiasmado —, luego al jardín japonés, claramente.
—¿Jardín japonés?
—No puedes venir a Portland sin ir al jardín japonés, menos cuando está tan cerca —contesté absolutamente convencida de que esa era una buena idea —además, todos deben estar enloquecidos por navidad y no debe haber tanta gente.
—De acuerdo... —contestó él.
Tener a Jared a mi lado todavía me parecía extraño, puesto que habían pasado un sinfín de cosas entre nosotros y verlo caminar a mi lado se me hacía raro, pues nunca había imaginado que esto podía ser posible dentro de todas las opciones que se nos habían presentado. Sin embargo, me sentía bien, me sentía poderosa caminando junto a una persona que me quería de verdad, que no me juzgaba y que me acompañaba en las decisiones. Me hacía sentir bien estar con una persona que me escuchaba con atención cuando le contaba una historia, que me hacía reír y era completamente atento a todo movimiento. No se le escapaba ningún detalle y todo eso me hacía pensar que había tomado una buena decisión al darle otra oportunidad.
Llegamos a mi cafetería favorita en Portland, ya había estado ahí muchísimas veces, sola y acompañada. Había ido con Stefan, con mis amigas y mis hermanos. Así que cuando entré y la campanita de la puerta sonó, oí la voz de un viejo amigo:
—Camile ha regresado a casa —dijo, alcé mi vista y choqué con sus ojos oscuros. La cafetería no estaba inundada de personas como otras veces, así que corrí hacia él y lo abracé con fuerza a través del mesón que nos separaba. Él me recibió con cariño y luego llamé a Jared entusiasmada para presentárselo —Jared, él es Ben —se observaron a los ojos y fue Jared quien le estiró su mano para saludarlo fraternalmente. Ben tenía alrededor de 50 años y siempre me hablaba de que le recordaba a una de sus hijas. Era el dueño de la cafetería y pese a verme entrar y salir de ella gran parte de la semana, jamás me había ofrecido un trabajo ¿Por qué? Pues decía que me quería como cliente frecuente, no como trabajadora del mes.
—Ben, Jared es un... amigo de Londres —le conté con entusiasmo —, así que hoy debemos dejar en claro cuál es la mejor cafetería de la ciudad.
Él me guiñó un ojo.
—Acomódense por ahí, enseguida envío a alguien que los atienda.
—Esperamos aquí, vinimos por unos cafés y nuestro tour continua —informé y él sonrió.
—Entonces ¿qué van a querer?
Jared comenzó a inspeccionar los carteles de las paredes en donde se leían los nombres de los cafés y sus ingredientes.
—Quiero un Latte de vainilla —comentó aun mirando los carteles, luego fijó su mirada en Ben. Él asintió entusiasta y luego me observó a mí —¿Lo mismo de siempre?
—Así es.
Ben desapareció detrás de la puerta y Jared me observó con sus cejas alzadas.
—¿Qué es lo de siempre?
—Una coca.
Él se echó a reír.
—No beberías una coca en una cafetería, Camile.
—Un mokaccino —le conté.
—Todavía no me acostumbro al acento —comentó cambiando el tema de conversación y yo fruncí el ceño.
—Pero estás entendiendo ¿no?
—Claro que sí, me pierdo un poco cuando hablan demasiado, pero supongo que me acostumbraré.
—Tampoco es que tengamos un idioma tan diferente.
—Nunca he sido bueno con los acentos —se encogió de hombros.
No esperamos demasiado a que Ben regresara con los cafés, pero cuando notó que Jared y yo estábamos sacando nuestras billeteras para pagar, él negó rápidamente con su cabeza.
—No vas a pagar la primera vez que vienes aquí con Camile —comentó Ben con una sonrisa en el rostro —Además, mañana es noche buena, hoy invita la cafetería —le sonreí de inmediato mientras él me guiñó un ojo, pero Jared insistía en que debía pagarle, pero Ben se negó rotundamente.
—De verdad yo iba a pagar —comentó Jared mientras salíamos de la cafetería —¿cómo es que te regalan dos cafés, así como así?
—Pues tú eres estrella de rock de Londres y yo soy la de Portland.
Él soltó una carcajada y me desordenó el cabello.
Lo observé fijamente cuando estaba probando el café, lo vi abrir sus ojos un poco más y asintió con aprobación, alzó el vaso con café y se detuvo en medio de la acera.
—De verdad está muy bueno.
—¡Te dije que es la mejor de la ciudad! —comencé a dar saltitos.
Algunas de las personas de alrededor se nos quedaron mirando, pero a ninguno de los dos nos importó demasiado. Pues ahí estábamos, en medio de la acera, Jared con la taza de café alzada como si fuese una copa de oro y yo dando saltitos como si me hubiese ganado la lotería.
Continuamos nuestro camino hasta el jardín japonés, claramente tomamos un autobús porque no quería caminar por media hora y después no poder recorrer el parque por mi cansancio. Todo el camino estuvimos conversando diferentes cosas y cuando llegamos al lugar, noté que no estaba tan vacío como yo lo imaginé, así que tuvimos que hacer una fila un poco más de veinte minutos para poder ingresar, pagamos el valor correspondiente y comenzamos a caminar lentamente.
Nunca antes había ido al jardín japonés, pese a que estaba a unos minutos en autobús desde mi casa, pero cuando estuve adentro noté que todo era tan bonito que debía estar con alguien especial en ese lugar. Todo se reducía a áreas verdes, árboles frondosos, personas tomándose fotografías, caminando de un lado a otro y completamente felices.
—Ponte ahí, mira —oí su voz, lo miré y noté que estaba indicando unos arbustos con un diseño particular, me hizo posar para la cámara de su móvil con mi café entre las manos.
Cada paso que dábamos y nos encontrábamos con un lugar para tomarnos una fotografía, nos deteníamos para hacerlo. No podía dejar de pensar en que Stefan ya hubiese estado un poco de mal humor porque quería fotografiar hasta los carteles con las historias de la cultura japonesa en el parque, sin embargo, Jared era todo lo contrario a él y eso me completaba.
Siempre viene algo mejor ¿no?
Estuvimos caminando por alrededor de una hora, admirando lugares, conversando acerca de la abuela nana, su padre y mi familia. Y cuando llegamos a la cascada, nos quedamos de pie al borde del riachuelo que se formaba, uno junto al otro.
—¿Imaginaste esto? —me preguntó en un tono íntimo.
—¿Qué cosa? —fruncí el ceño.
—Que al final todo resultara bien...
—Creo que todavía no hemos llegado al final —me volteé para mirarlo a los ojos.
Sus ojos claros se quedaron fijamente en los míos y lentamente se acercó para besarme. Sentir sus labios sobre los míos me hizo sentir tranquila y cómoda, con la sensación de que pasase lo que pasase de aquí en adelante no importaba, pues todo estaría bien si lo tenía a mi lado.
Me abrazó con fuerza, me besó la frente y no me alejó de su cuerpo.
—¿Qué ocurrirá cuando regresemos a Londres?
—No quiero ni siquiera pensar en eso... —bajó su voz.
—¿Emma se ha comunicado contigo?
—Mandó un mensaje anoche, dijo que se deshacería de todo lo que tuviese que ver conmigo... —me contó —Tuve que hablarle a Nate para ver si todo estaba en orden con ella, me respondió que sí, que se haría cargo y que no me preocupara.
—¿Se habrá referido a...
—Abortar, si —contestó —. Me amenazó muchas veces diciéndome que, si no estaba con ella, iba a abortar o se encargaría de decirle a todo el mundo que yo no me hacía cargo de mis responsabilidades.
—Todo estará bien... —comenté, le regalé una sonrisa y él sólo sonrió con un poco de tristeza en su mirada.
—Contigo sé que todo estará bien, Camile —me apegó más a su cuerpo y luego me besó el rostro.
Nos tomamos un par de fotografías en la cascada y luego decidimos que era hora de regresar a casa, pues probablemente necesitaban ayuda con toda la preparación navideña de la cual mis padres eran fanáticos y me lo habían pegado a mí. Caminamos hacia la salida, pero antes de irnos, Jared se detuvo en seco observando que había un lugar al cual no habíamos pasado: era un puente entre muchísimos arbustos y que por debajo pasaba un riachuelo. Claramente lo seguí emocionada y nos detuvimos en medio del puente para mirar hacia abajo buscando algún pez o algo parecido.
—Siempre soñé con una mujer como tú, Camile —oí su voz. Seguíamos mirando el agua debajo de nosotros —. Toda la vida estuve presionado, intentando encajar, haciendo cosas por las que los demás se sentían felices, dejando en el último puesto lo que yo realmente quería y llegas tu..., con ese desplante tan seguro de ti misma, con una sonrisa brillante y esos ojos claros tan soñadores —esta vez giró su cabeza para mirarme —¿cómo es que pude enamorarme tan rápido de ti?
—¿Encima te lo preguntas? —bromeé y él rio.
—Quiero hacer las cosas bien desde ahora en adelante ¿sabes? —se apoyó en la baranda de costado y me observó como si realmente estuviese delante de la mujer más hermosa en la tierra, eso me hizo sentir nerviosa y a ratos no podía sostenerle la mirada tan segura que él tenía —Es por eso que..., en medio de este jardín japonés y con estos árboles que combinan tan bien con tus ojos verdes quiero preguntarte algo —algo se encendió dentro de mi pecho —¿Quieres ser mi novia?
***
¡Al fin regresé!
Pensé que no terminaría jamás de escribir los capítulos finales de esta historia, pero me alegra contarles que sólo me falta escribir el último capítulo y el epílogo para terminar.
El capítulo final será el 51. Así que desde ahora en adelante vamos cuenta atrás.
No olviden dejarme sus comentarios y su votos ¡Se los agradecería muchísimo!
BESOPOS
XOXOXO
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