Capítulo 39
Camile Rooney
Sólo quedaba una semana para que fin de mes llegara y nosotros estuviésemos de pie frente a los profesores quienes escucharían nuestra investigación. Teníamos todo listo, así que lo único que hacíamos era juntarnos por las tardes a presentar nuestras partes para practicar.
No había tenido contacto con Jared desde que habíamos ido a ver a su abuela y lamentablemente me sentía muy mal por eso, aunque no quería estarlo, lo estaba. Me sentía usada, ilusionada y completamente estúpida. Quería enfrentarlo, decirle que era un cobarde y un imbécil, pero la verdad era que probablemente cuando nos viéramos a la cara, lo único que haría sería abrazarlo y darle un beso porque lo extrañaba muchísimo.
Debía ser digna ¿no? Debía poder mantener las decisiones que había tomado al bajarme de su camioneta aquella noche de regreso a mi departamento.
Esa mañana estaba junto a Alex quien había preparado unas tortitas con miel que le habían quedado de maravilla. Nos encontrábamos practicando nuestras presentaciones y también afinando los últimos detalles de la presentación, pero internamente no podía dejar de pensar en Jared, en que no había dado ninguna señal de vida y que probablemente iba a casarse. No quería admitírmelo a mí misma, quería ilusionarme un poco más, como siempre, pero todo estaba tornándose demasiado real como para vivir de ilusiones.
—Y pondré cara de espanto —finalizó Alex su presentación.
—Debes ser profesional —lo observé a los ojos.
—De acuerdo, no haré la cara de espanto.
De pronto, la grabadora del teléfono sonó y se oyó la voz del conserje avisándome que me dejarían correspondencia en el felpudo de afuera de mi puerta, así que en cuanto sonó el timbre, fui a recogerla. Eran alrededor de tres cartas, pero no alcancé abrir ni siquiera el recibo de los gastos comunes cuando fui un sobre rosa pálido entre mis manos. Arrugué el entrecejo aun con la puerta abierta, lo giré y vi que en letra cursiva y muy elegante se extendía: Jared Brackley & Emma Anderson. Respiré profundo armándome de valor para abrir ese sobre que claramente no esperaba recibir en mi propia puerta.
—¿Camile? —oí la voz de Alex quien se acercaba a la puerta.
Rápidamente reaccioné, entré al departamento y cerré la puerta a mi espalda. Él me observó en silencio y yo alcé el sobre rosado frente a sus ojos, su rostro se decepcionó y sólo se mantuvo en silencio esperando que lo abriera.
Dejé los otros dos sobres encima del mesón y luego me dispuse a abrir con total valentía el sobre que era de mi interés. Prácticamente lo rompí con todos los nervios que tenía en mi cuerpo y, de pronto, apareció ante mí una invitación para su matrimonio:
"Porque has sido parte de la vida de uno de nosotros, esta invitación es para ti"
"Jared y Emma te invitan a su boda, en donde unirán sus vidas para siempre y esperan estar acompañados de muchísimas personas que los aman.
Gracias por pertenecer al círculo de amor que hemos construido. Esperamos verte en nuestra celebración.
Para: Camile Rooney.
Con amor, J&E"
Sentí mi corazón acelerarse con fuerza y sé que Alex pudo notar lo roja que me puse al leer esa invitación, pues tenía muchísima molestia en mi cuerpo y ya no iba a poder controlarla ni un segundo más.
Pensé que tendría más ganas de llorar, pero lo único que sentía en ese momento era enojo con Jared y conmigo misma. No era una chica de enojos, pero esta vez no había sido capaz de controlarme, así que lo primero que hice al leer la invitación, fue apretarla con más fuerza entre mis manos, alzar la vista y observar a mi amigo que parecía estar mirando al diablo. Me giré hacia la puerta, giré el picaporte y lo oí:
—¿Dónde irás?
Jared Brackley
—¡Ya envié todas las invitaciones que nos faltaban! —oí la voz de Emma.
Quité mi vista del computador y la observé a los ojos, sólo asentí. Ella se acercó a mí y me sonrió con muchísima alegría, alegría que claramente yo no tenía y me estaba costando fingir.
—¿No estás feliz?
Me reí no sé si por inercia o porque ser un poco irónico estaba en mi sangre, luego me enserié y me relamí los labios con desagrado.
—Ya está hecho ¿no? Es todo, se acabó —solté con brusquedad y ella asintió con algo de tristeza.
Cuando iba a comenzar a hablar, el timbre del departamento sonó, ella rodó los ojos en sinónimo de que no esperaba a nadie. Yo tampoco lo hacía, pero de todas maneras me puse de pie para ir a abrir.
Emma se me adelantó y abrió la puerta: Ahí estaba Camile.
Tenía el rostro colorado y los ojos un poco hinchados, pero ardiendo en molestia. Nunca la había visto tan seria, se encontraba tensa y podía notarlo por la forma en que se encontraba de pie frente a nosotros.
Lo primero que hizo al mirar a Emma fue estamparle un papel en el pecho a Emma con fuerza, tanta que la movió unos centímetros para atrás. Emma se sorprendió al verla, pero luego su expresión pasó a ser la de una chica que había tomado una excelente decisión. No entendí demasiado lo que estaba pasando hasta que vi el color del sobre que Camile lanzó a los pies de Emma, era la invitación de la boda ¿por qué demonios se la había enviado a ella?
—¡¿Hasta cuándo demonios seguirás burlándote de mí?! —oí el grito molesto de Camile enfrentando a Emma.
—¿Qué te ocurre? —ella frunció el ceño haciéndose la desentendida —Sólo ha sido una invitación porque eres la amiga de Jared.
—Emma... —intenté detenerla porque Camile se veía fuera de sí, jamás la había visto así, al borde del llanto y de explotar en furia.
—¡Que no soy la puta amiga de Jared y lo sabes, maldita sea! —continuó alterada —¡Deja de meterme en tus jugadas de mierda! Nunca he sido la amiga de Jared y él tampoco lo considera así. Estamos enamorados, pero él no tiene los putos pantalones para dejarte —soltó —Sé que lo sabes ¿de acuerdo? No hagas como si recién lo hubieses sabido, así que deja de joderme enviándome invitaciones y salpicando amor que no tienen al mundo.
—¡Estas completamente loca! —le gritó Emma —¡Jared y yo nos vamos a casar!
—¡Pues cásense ya y vivan un amor de lo más maravilloso! ¿de acuerdo? Pero ya no me incluyan en sus estúpidas vidas.
Fue en ese momento cuando su voz se quebró y derramó un par de lágrimas. Me interpuse entre ambas antes de que Emma tomara una mala decisión y se lanzara a golpear a Camile.
—Emma ya basta —la miré.
—¿Acaso vas a defenderla?
—No necesito que nadie me defienda —irrumpió Camile con fuerza, se secó las lágrimas y me observó directamente a los ojos —Deja de humillarme, por favor —me pidió y yo sentí que mi corazón se apretó.
—No sabía que te enviaría...
—¡Lo digo por todo! —alzó la voz y yo me mantuve quieto, pues estaba bastante sorprendido por la actitud que estaba teniendo Camile, seguramente estaba completamente sacada de quicio y la entendía —¿Cómo es posible que vayas a unir tu vida para siempre con una persona que no amas? —me enfrentó con lágrimas en sus ojos —No quiero verte más ¿me oíste?
—Camile...
—¡Ya vete maldita loca! —gritó Emma pasando de mí y dándole un empujón a Camile, pero ella no intentó golpearla, sólo se alejó un poco más de la puerta sin quitarme la mirada de encima —Deberías agradecer que te consideré para una ocasión tan importante como esta.
—Nunca cambiarás, Jared. Siempre serás el que toma decisiones para hacer feliz a otras personas. Un cobarde y estoy muy decepcionada de eso.
Luego de decir eso se giró sobre sus pies y caminó con rapidez hasta el ascensor. Miré a Emma por unos segundos quien se encontraba alterada mirando la invitación arrugada. Pero pasé de ella y salí para hablar con Camile.
—¡¿Y sigues enamorado de ella?! —gritó Emma a través del pasillo.
—¡Pues sí, joder!
Camile se subió al ascensor antes de que yo pudiese llegar, así que abrí la puerta de la escalera de emergencia y comencé a bajar a toda velocidad para alcanzarla. Atravesé el vestíbulo y afortunadamente la encontré caminando muy apresuradamente por la solera. Corrí hasta ella y la giré del codo, ella me observó con enojo.
—Perdóname, por favor —le pedí de inmediato, pero ella se rio en mi cara.
—¿Perdonarte qué, Jared? No somos nada y nunca me diste indicios de que mandarías a la mierda a Emma, así que no tengo nada que perdonarte. Me he ilusionado contigo hasta más no poder y lo único que recibo es una invitación para tu boda —resoplé.
—Siento que no tengo más opciones... —bajé la voz.
—¡Ya deja de decir eso! Tienes todas las opciones que quieres, pero estás ahí de pie esperando que todo te llegue a la vida de la manera más fácil. Ya basta ¿no?
Estaba de pie frente a una persona quebrada por mi culpa y no sabía cómo actuar. Nunca había dañado a alguien, nunca nadie había llorado por mi causa y cuando pensé que algún día sucedería jamás imaginé que a mí me doliera de igual manera. Quería abrazarla y decirle que era un tipo diferente, que lo arreglaría y que todo estaría bien, pero claro que no era así y Camile tenía toda la razón de estarme culpando y tratándome como un cobarde.
Había puesto la felicidad de una persona por sobre la mía y decidí que no iba a dolerme tanto, pero estaba equivocado. Estaba equivocado porque los ojos verdes de Camile estaban rebalsados en lágrimas y yo no podía hacer nada para ayudarla porque todas las decisiones de mierda que había tomado ahí estaban golpeándome con fuerza directamente en la cara.
—No quiero verte nunca más en mi vida, Jared —dijo con rencor —Estoy muy decepcionada con la vida por haberme puesto a alguien como tú en el camino. Ojalá nunca te hubiese conocido, así todo sería muchísimo más fácil.
—No digas eso... —intenté acercarme a ella, pero se quitó con fuerza.
Intenté que la voz me saliera, demonios, ¡Sí que lo intenté! Pero nada podía decir cuando todo estaba hecho y no había solucionado ni una mierda.
De pronto, un automóvil aparcó al costado de la solera cuando Camile iba a comenzar a caminar y de allí se bajó Alex.
—Camile —la llamó y ella se volteó hacia él como si hubiese aparecido un héroe. —Vamos a casa.
Ella se secó las lágrimas de la cara y entró al auto con rapidez pasando completamente de mí.
—Por favor cuídala —le pedí.
Alex rio irónicamente y negó con su cabeza.
—Sé que puedes ser mejor, Jared —me dijo.
—Todo se me escapó de las manos...
—Pues estás dejando ir a una persona genial.
—¡Jared! —oí la voz de Emma quien venía corriendo hacia mí. Cerré mis ojos lamentándome.
Alex rodó los ojos y rodeó el auto para subirse en él y en cuanto cerró la puerta se largaron rápidamente de allí.
—¿Cómo se te ocurre dejarme sola en el departamento por ir por Camile? —reclamó con desespero.
Me volteé hacia ella y cuando estuvo cerca de mí, la observé directamente a los ojos:
—Déjame de una puta vez en paz.
Camile Rooney
Efectivamente Alex había ido por mí en cuanto me vio salir del departamento completamente desecha y agradecía que lo hubiese hecho, puesto que probablemente si seguía caminando sola por las calles en donde vivía Jared iba a terminar perdiéndome y diciéndole cosas más dolorosas a Jared de las que le dije, pero es que necesitaba gritarle y sacar de mí el enojo que sentía y la humillación que me estaba haciendo sentir. Necesitaba enfrentar a Emma y restregarle en la cara que, en realidad, Jared no la quería ni un poco y sólo estaba tomando esa decisión seguramente para arreglar la familia que se le estaba cayendo a pedazos, pero ¡Dios! Jared no era el responsable de hacer a todo el mundo feliz.
Seguía siendo un cobarde y un idiota ¿ya dije cobarde?
—No puedes salir del departamento en esas condiciones —me dijo Alex en cuanto entramos a casa. Colgó las llaves de su automóvil y luego se giró hacia mí con preocupación en el rostro —Estabas hecha un desastre ¿cómo se te ocurre?
—Necesitaba ir a enfrentar a esa... a esa víbora —solté.
Él asintió regulando su respiración.
—Ve a darte un baño caliente —sugirió —, haré pizza y comeremos viendo una puta película de Disney.
Asentí como una niña y me metí al baño.
Cogí mi móvil y con muchísima molestia en el estómago eliminé el contacto de Jared bloqueándolo antes, por supuesto. No quería saber nada más de él y si seguía teniéndolo en mis redes sociales iba a volverme loca.
Chat con Harriet
Harriet: ¿Estás bien?
Fruncí el ceño, abrí el chat.
Camile: ¿Por qué?
Harriet: Alex llamó pensando que vendrías para acá
Camile: Estoy mejor ¿eso cuenta?
Harriet: Si, al menos dejaste que tu Camile molesta saliera
Harriet: ¡Gracias al cielo!
Camile: ¿Recuerdas cuando me decías que debía escoger?
Harriet: No por él, sino por ti. Esperaba que él estuviera a tu altura...
Harriet: Me equivoqué
Estuve un momento más hablando con Harriet a través de mensajes y luego me metí a la ducha con agua caliente, tanta que cuando me salí tenía todo el cuerpo rojo. Ya me encontraba calmada y asumiendo todo lo que estaba ocurriendo. No era una chica de esas que se lamenta mil años por algo que sucedió, además, yo sabía muy bien cuáles eran mis debilidades y también cuales serían las consecuencias de actuar siempre con el corazón.
Sabía que Jared iba a romperme el corazón, pero siempre imaginé que existiría la mínima posibilidad de que lo arreglase todo, sin embargo, ahora no había vuelta atrás. La decisión estaba tomada y yo debía mantenerme fuerte sin demasiados reclamos.
Tenía la sensación de querer ser esa chica que le gritaba en la cara a la persona que la destrozó, que le daba una bofetada, que le decía que era lo peor del mundo y aunque yendo a su departamento había sacado a vislumbrar esa parte de mí que no conocía, yo no era así. No era ese tipo de persona, pues me costaba muchísimo no perdonar y molestarme con personas que de verdad quería. Por eso siempre Leah me decía que era ingenua y en ocasiones me definía como "estúpida", tal vez lo era, pero de acuerdo, era una romántica empedernida y nadie iba a poder cambiar mi actitud.
Salí a la sala con el cabello húmedo y vestida con mi pijama favorito. Me asomé a la cocina y vi a Alex amansando todo apasionado nuestra masa para la pizza. Decidí ayudarlo mientras conversábamos de cosas banales que no tuvieran relación alguna con lo que había pasado hace unas horas.
Comimos pizza mientras veíamos una película de Disney en televisión, exactamente Mulán. Y cuando esta terminó salvando a China de la perdición, Alex se encontraba sentado en el sofá y yo en la alfombra entremedio de sus piernas mientras él me hacía trenzas en toda la cabeza, simplemente por aburrimiento y porque estábamos conversando acerca de nuestras miserables vidas.
—Al menos te diste cuenta de que no querías lo suficiente a Stefan como para pasar toda tu vida con él —opinó mi amigo muy convencido de lo que estaba diciendo, seguramente sólo para subirme el ánimo.
—Si... —bajé la voz —¡Auch!
—Lo lamento —rio —, mi hermana siempre me pedía que le trenzara el cabello cuando tenía que ir a entrenar —me contó —. Ella misma me enseñó a hacerlo y siempre decía "que queden apretadas, Alex".
—¡Pero yo no voy a entrenar! —chillé algo adolorida, pero no pude aguantar la risa, él soltó una carcajada e intentó trenzarme con un poco más de delicadeza —¿Siempre has vivido en Londres, Alex?
—No, sólo vine para estar un tiempo con mi hermano y mi papá, pero yo soy de Lancaster, vivo con mi madre y mi hermana. Pude haber estudiado allí, pero quería viajar.
—Yo también hubiese podido estudiar en Portland y nada de esto estaría pasándome —resoplé.
—Ya no te lamentes, Camile. A veces las cosas deben pasar así de bruscas para darnos cuenta de quienes somos y cómo debemos actuar en ciertas ocasiones —me dijo con seguridad.
—¿Ya te han roto el corazón, Alex?
Él se quedó por un momento en silencio mientras seguía trenzándome el cabello, hasta que me respondió:
—No creo haber sufrido tanto como tú, pero sí. No soy mucho de lamentarme o estar muchísimo tiempo debatiendo conmigo mismo por las cosas que pudieron ser o no. Creo que soy un poco más insensible en ese sentido —comentaba de lo más relajado —. La persona con la que estaba dijo que no quería estar más conmigo, no me quería lo suficiente y yo la entendí. Me dolió, lloré un poco a solas, luego ya estuvo todo bien ¿sabes?
—Pero ¡¿cómo?! —me volteé hacia él y él no me soltó el cabello con la trenza a medio armar consiguiendo que me doliera —¿Acaso no tienes corazón?
Él se rio de mí y luego regresó a mirarme el cabello.
—Necesitas dejar de ser tan apasionada y dramática, Camile —bromeó —. Sólo sirve para dañarte más de lo que deberías.
Asentí lentamente.
—Quédate quieta.
***
Me encontraba frente al espejo con mi vestimenta formal asegurándome de que todo se encontraba en orden conmigo. No había vuelta atrás; íbamos a presentar una investigación que dejaría a todo el país con la boca abierta y no podíamos arrepentirnos.
Alex y Samantha se habían encargado de hablar con un periódico nacional para que un día después de nuestra presentación, toda la información que nosotros íbamos a decir en la presentación, saliera a la vista pública. Le habían jodido la vida a Alex quemándole su departamento y también lo habían atormentado tanto que ni siquiera quería conducir a Lancaster para ver a su madre. Le habían jodido la vida a Jared con todas sus mentiras y también habían arrasado con la vida de muchísimas chicas que no querían estar en ese lugar.
—¿Estás lista? —me preguntó Alex golpeando la puerta de mi habitación, luego la abrió y se quedó mirándome de pies a cabeza —Pensé que te pondrías un vestido lleno de flores, pero de acuerdo, te ves bien —sonrió con sorna.
—Gracias —le devolví la sonrisa.
Caminamos en silencio hasta su automóvil junto a todas las carpetas que contenían información confidencial. Alex revisó todo antes de poner a andar el automóvil y cuando estuvo seguro de que todo estaba bien, nos pusimos en marcha hasta la universidad. Suponía que él estaba igual de nervioso que yo, pues ninguno de los dos habló algo hasta que pisamos el suelo de la universidad y estuvimos en el pasillo. Comenzamos a leer lo que a cada uno le tocaba mientras esperábamos a Samantha, hasta que finalmente apareció frente a nuestros ojos con cierta emoción en ellos.
—¿Cómo están? —preguntó besando nuestras mejillas.
—Al borde de la histeria —contesté.
—Pues bien —dijo Alex encogiéndose de hombros.
Sólo faltaban quince minutos para que los profesores nos llamaran a presentar. Todos nuestros compañeros se encontraban ahí vestidos formales y con carpetas en sus manos que contenían información acerca de sus trabajos de investigación. Todos verían la presentación que teníamos a disposición y bueno, eso también me ponía un poco más nerviosa de lo habitual.
De pronto, mi móvil comenzó a sonar en mi mochila, rápidamente lo cogí mirando que la llamada entrante era de un número desconocido. Arrugué el entrecejo y contesté:
—¿Hola?
—Camile... —oí su voz y todo mi estómago se revolvió —Sé que probablemente no es un buen momento para que hablemos, pero sólo quiero desearte éxito en tu presentación.
¿Qué se creía? ¿Por qué me llamaba un día antes de que fuese su boda sólo para desearme "éxito"?
—Gracias.
—Si necesitas...
—No necesitaré nada, gracias Jared —continué en mi desplante frío que realmente me quedaba muy mal.
—De acuerdo, adiós.
—Adiós —contesté —. Suerte con tu boda.
Al decir eso no esperé que me contestara, sólo colgué y cuando alcé mi vista vi a Alex y Samantha mirándome tipo: ¿de verdad dijiste eso en ese tono tan perrísimo? Pero si ¡lo había dicho!
—Pueden entrar —oímos la voz de un profesor.
Estaba de pie junto a la puerta y nos miró de reojo mientras todos nos disponíamos a entrar al salón de clases. Él sabía el título de nuestra investigación, la estructura y tenía un pequeño resumen en su poder de lo que se trataría la presentación, pero no tenía ninguna expresión en su rostro que nos indicara que un tema le interesara más que otro.
Comenzó exponiendo un grupo de tres chicos quienes hablaron de plantas medicinales y un sinfín de casos que se habían encontrado por ahí; mostraron referencias y también entrevistas en vivo que habían podido conseguir. Presentaron vídeos, fotografías y diapositivas llenísimas de información contundente. Al final, el profesor les hizo un par de preguntas a cada uno, les dijo sus falencias más bien estructurales y luego comenzó a felicitarlos por un par de cosas más.
Los temas fueron pasando desde plantas medicinales a abducciones extraterrestres. Es que él mismo nos había dicho que nada era imposible y que si teníamos la cantidad suficiente de referencias, nos iría bien si sabíamos abordarlo.
De pronto, el profesor llamó a un grupo en donde había tres mujeres, no las conocía en absoluto, suponía que nos habíamos encontrado un par de veces en los pasillos y nos habíamos mirado de reojo en el salón de clases, pero cuando dijeron el tema del que iban a hablar, de inmediato se robaron toda mi atención.
—Buenos días Señor Jones, buenos días compañeros presentes. La categoría en la que está seleccionado nuestro tema de investigación es farándula —el profesor alzó sus cejas y se acomodó en el asiento con un poco de desconfianza, pero continuó escuchándolas con atención —Y se titula: "El desastre de la familia Brackley".
Alex, Samantha y yo nos miramos de inmediato ¿acaso habían escogido el mismo tema?
—Le agregaremos un subtítulo —dijo una y apretó el botón del control de las diapositivas haciendo aparecer otro texto debajo del título de manera muy dramática —"Cómo y con quién Jared Brackley engañó a su prometida"
No sé si logré pestañear, pero sólo fijé mi mirada en la chica que se encontraba hablando que, por cierto, tenía su mirada puesta en mí con una sonrisa victoriosa. Todo mi cuerpo se congeló como cuando sales a las calles de Londres en pleno invierno con mangas cortas. Hasta la nariz la sentí congelada. Alex me observó de reojo, pero negó con su cabeza mirándome a los ojos en sinónimo de que no me preocupara, que me relajara y que, por supuesto, mantuviera la compostura.
¿Cómo iba a salir adelante después de ese grupo?
¿Después de que quizá qué cosa iban a mostrar de mí?
***
¡Hola! Sé que es muy tarde (1:10AM en CHILE) But, aquí les dejo el capítulo perteneciente al domingo. La semana pasada no subí porque estaba estudiando como una loca (ahora igual, pero me escapé para escribir un poquitín)
¡Espero que nos leamos mañana!
No olviden dejarme sus comentarios y estrellitas, así sabré que están siguiendo la historia y que no estoy sola en esto jjjjj
BESOPOS
XOXOXO
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