Capítulo 38
Sí, definitivamente quería ahorcarlo.
¿Cómo se le había ocurrido traerme hasta acá para conocer a su abuela que seguramente conocía a Emma? Y encima en esta pinta. Pues, si me miraban desde otra perspectiva, de la de la abuela, por ejemplo, me veía hecha un revoltijo de persona. El cabello desordenado, probablemente tenía ojeras, mi pijama me hacía parecer una niña de seis años ¡Y sólo llevaba puestas las calcetas!
Respiré hondo, intentando calmar mi vergüenza, pues sentía que toda la cara me palpitaba al ritmo del corazón y no sabía si esa mujer de ojos amables, iba a ser amable conmigo en realidad.
—Lamento mucho mi... mi vestimenta —me expresé torpemente, junté las piernas, escondí mis manos en el pijama y sólo le di una mirada asesina a Jared.
—Tranquila, cariño —dijo la abuela y yo sólo la observé directamente a los ojos con bastante inseguridad —. Ven, siéntate aquí a esperar el rico desayuno que nos está preparando mi nieto.
¿Debía ir a cambiarme o simplemente obedecerle?
Asentí levemente y me acerqué hasta la mesa que la noche anterior habíamos ocupado Jared y yo para cenar. Me senté frente a la mujer que seguía analizándome por completa y rápidamente desvié mi mirada hacia Jared quien se veía completamente tranquilo sacando las tortitas y poniéndolas en un plato, pero cuando notó que lo observaba con obsesión, él se volteó hacia mí y me entregó una sonrisa tranquilizadora.
—Así que tú eres la novia de mi Jared ¿no? —oí la cálida voz de la abuela, la miré en silencio sin saber qué responderle o debía decirle "No, sólo somos amigos que pasan el rato teniendo sexo y engañando a sus parejas".
—Sí, nana —contestó Jared y yo me quedé petrificada en el asiento al oír la respuesta de Jared, luego él rio —No, claro que no, sólo somos amigos.
—¿Amigos?
—Si... —respondí en un tono bajo.
—No me digas que sigues con esa chica rubia... ¿cómo era que se llamaba? ¿Elsa? —preguntaba la mujer con cierta gracia en sus palabras. No podía dejar de pensar que Cedric Brackley se parecía muchísimo a ella, sobretodo en sus ojos y labios.
—Emma.
—Emma, claro. Que fastidio de chica —soltó y yo reí silenciosamente —¿A ti acaso te cae bien? —me observó y yo me encogí de hombros restándole importancia a mi respuesta, pero ella insistió con su mirada.
—No hemos compartido mucho... —contesté —, pero no soy de ese tipo de amigas.
—Sólo Tara es de ese tipo de amigas —dijo la abuela y yo le di la razón.
—¡Listo! —Jared alzó la voz.
Dejó las tortitas encima de la mesa y también unos huevos revueltos. Acercó un frasco con dulce de leche y una tetera con agua caliente recién hervida. Tomé un tazón de encima de la mesa que de inmediato llamó mi atención; era grande, ancho y la oreja estaba llena de margaritas, lo miré antes de que Jared pusiera agua ahí y tenía grabada la frase: "Disfruta, porque la vida es más corta que una taza de café". Sonreí en silencio, puse un sobre de capuchino en el tazón y Jared vertió el agua adentro.
—Camile trabaja en una cafetería ¿te conté? —comentó Jared sentándose al lado de su abuela y frente a mí.
—¿De verdad? —me sonrió la mujer —Cuando yo era joven también trabajaba en una cafetería ¡Me encantaba!
—A mí también me encanta —confesé.
Creo que todavía no salía mi Camile parlanchina que llevaba adentro, sino, ya hubiese estado contándole toda mi vida y mi experiencia en Londres, pero lo que ocurría era que no entendía por qué Jared me había llevado hasta allí sabiendo que estaba su abuela ¿tanta confianza estaba teniéndome?
—¿Sabes lo que no recuerdo? No recuerdo cómo hacer un chocolate caliente casero, he intentado de todas formas, tengo lleno de chocolate en polvo y en barra ahí dentro —señaló una estantería —, pero todo me queda fatal.
—Yo puedo hacer uno si quiere —comenté y ella asintió enérgicamente —, el día en que me contrataron, mi jefa me entregó un libro, que todavía no se lo he devuelto, en donde había muchísimas recetas. He estado aprendiendo y practicando un poco.
La mujer me observó con cariño, como si me conociera y sólo asintió mirándome a los ojos.
—¿Qué edad tienes, Camile?
—Dieci... veinte —contesté riendo y Jared me observó con un pequeño brillo en sus ojos —Es que he cumplido años hace poco y siempre me confundo con mi edad. Creo que mi cerebro se acostumbra a decir lo mismo siempre —rodé los ojos.
—Tienes razón, yo todavía digo que tengo cuarenta —se encogió de hombros y nosotros de inmediato reímos.
—Entonces Jared ¿qué te dio por venir a ver a esta vieja? —ambos se quedaron mirando, Jared pasó un brazo por encima de los hombros de su abuela y la abrazó, besó su mejilla con fuerza y continuó mirándola a los ojos —Ya te enamoraste —comentó y él la observó con complicidad —O vas a tener un bebé.
Algo se apretó dentro de mi pecho, intenté comer mi tortita con dulce de leche con total normalidad, luego bebí de mi café mirando la mesa de madera.
—Ambas... —expresó Jared.
—¿Con Camile? —ella frunció el ceño mirándome a los ojos y luego miró a su nieto, yo negué con mi cabeza muy rápidamente.
—Emma.
—¡¿Emma?! —bufó la mujer —Ay Dios, dame paciencia —expresó mirando hacia el techo y alzando sus manos —¿Cómo se te ocurrió embarazar a esa chica, Jared?
—Pensé que estarías feliz —comentó él, le dio una mordida a una tostada con huevo.
—Dios sabe que ese niño no tiene la culpa, pero tú sí, por idiota —dijo y yo reí un poco —. Si tu enamorada no es ella, ¡Por Dios!
Jared Brackley
Mi nana me conocía demasiado bien.
La última vez que nos habíamos visto le dije que volvería pronto, pero no lo hice porque la universidad me atacó con fuerza mi último año y el trabajo con mi padre se vio cuesta arriba, sin embargo, seguí llamándola cada día para saber cómo se encontraba, pues vive completamente sola y está acostumbrada a esa vida, pero cuando nos tiene en casa ella es muy feliz.
Una vez, por móvil, le dije que cuando regresara a su casa sería con la chica de la cual me había enamorado y ella agregó: ¡O cuando vayas a tener un bebé! Pues ahí estaba, sentado con ambas opciones a un costado de mi abuela.
La abuela nana no soportaba a Emma, estaba clarísimo. Una vez se conocieron en casa de mis padres, pero mi nana al verla fue como ver a una de esas mujeres de época completamente soberbias y vestidas como una muñeca de porcelana, nana era mucho más de ensuciarse, recoger fruta de la tierra y bañarse en los ríos. No le gustaban las perlas, ni las joyas, ella prefería que le trajéramos de regalo una canasta llena de golosinas, frutas o verduras. Era una mujer cálida, amable y sumamente directa, me encantaba su actitud y siempre habíamos sido muy apegados, tanto que en ocasiones mi madre me pedía que no fuera tanto a verla porque "se me pegaban las malas costumbres", pero a mí me encantaba venir, pues me gustaba tomar sol en el césped, tocar la guitarra en el tejado y levantarme cantando una de esas canciones viejas del vinilo de la sala. Me gustaba verla amasando, haciendo queques y también preparando comidas de antaño, de esas con muchísima sopa y verduras.
Mi nana siempre había sido de una familia acomodada, por eso vivía en la casa que vivía, pero a diferencia de sus hermanos, ella decidió quedarse en ese sector rural y seguir ensuciándose las manos con la tierra del huerto. Prefería esas "malas costumbres" como las llamaba mi madre, pues eran muchísimo más divertidas que estar sentado en una mesa gigantesca, sentados con vestimenta elegante y hablando de política, como le gustaba a Tara.
Sabía que Camile y mi abuela nana se llevarían genial y no costó forzar una conversación, pues rápidamente la Camile espontánea y parlanchina se hizo presente y comenzó a hablar con mi abuela como si fueran mejores amigas de diferentes épocas.
—¡Yo quiero viajar! —decía Camile con emoción en sus ojos —No toda la vida, claro, quiero viajar hasta que esté preparada para formar una familia con la persona que querré para siempre. Pero quiero ir a París, Madrid y también a Roma —decía con ilusión —¿Usted ha viajado, abuela nana?
Al escuchar ese sobrenombre, mi abuela rio de inmediato y yo también. Es que Camile tenía algo especial en su mirada, en su manera de hablar y en la forma cómo se comunicaba con su entorno.
—Pues sí, pero siempre quise ir a Latinoamérica, nunca tuve la oportunidad —comentó nana —, quería ir a Chile o a Colombia, pero quedaba al otro lado del mundo y no tenía más dinero para gastar —rio.
El desayuno se extendió por unas dos horas porque nana y Camile estaban hablando muchísimo, yo también intenté integrarme en su conversación, pero no aportaba demasiado, así que sólo lavé los platos y fui a darme una ducha mientras ellas seguían hablando. De todo: de lo cómodo que era el pijama que traía Camile encima, de las lindas decoraciones que Camile había visto al entrar a la casa y también de la linda funda de los sofás tejidos a mano ¿de verdad se había percatado de eso? ¡Hasta nana le regaló el tazón en el que Camile estaba tomando café!
Cuando salí de la ducha, Camile entró rápidamente detrás de mí para hacer lo mismo, así que la deje a solas en el segundo piso y bajé las escaleras, me acerqué a mi abuela que se encontraba escogiendo un disco para el vinilo con mucha tranquilidad y la observé desde lejos. Estaba mucho más cansada, su cabello estaba más blanco y caminaba más lento de lo común. Le dolía la espalda y hace unos días le habían diagnosticado diabetes, pero por más que intentaba decirle que debía mejorar su alimentación, ella decía: "Todo está escrito, Jared, si tengo que morir por una enfermedad, lo haré. Si tengo que morir de vieja, lo haré. Incluso puedo morir durmiendo, así que no me fastidies tanto."
—Así que serás papá, Jared —se giró hacia mí percatándose de que me encontraba en el marco de la puerta mirándola. Asentí silencioso, un poco decepcionado —¿Estás seguro?
—¿Seguro de qué?
—De que es cierto.
—Claro que es cierto —fruncí el ceño.
—¿Y por qué Emma sigue siendo tu novia? —me preguntó directamente —¿No está pasado de moda, como dicen ustedes, estar con alguien por un bebé?
Intenté contarle lo que estaba ocurriendo, las decisiones que estaba tomando y las razones por las cuales no había podido dar un paso al costado. Le confesé que estaba enamorado de Camile y que por eso la había traído para que la conociera, que supiera que ese era el tipo de chica que a mí me encantaba y no otra. Quería poder presentársela antes de que, tal vez, fuese demasiado tarde para hacerlo. Era muy probable que ambos nos alejáramos en algún minuto y nunca iba a poder contarle a mi nana como era Camile o tal vez ella moriría (aunque ni siquiera quiero pensarlo) sin saber lo que en realidad a mí me gustaba y me hacía sentir cómodo y feliz.
Había sido una decisión un tanto egoísta, pero quería seguir sintiendo que era un chico libre y no uno lleno de prejuicios. Quería seguir sintiendo que podía hacer lo que se me diera la gana y no estar las veinticuatro horas del día mirando a Emma, que en realidad ya no sentía nada por ella y ella muy bien lo sabía, pero no me jodía, no me fastidiaba, sólo me quería a su lado porque si y ya está.
El día transcurrió con Camile y nana conversando acerca de muchísimas cosas que no terminé de entender. Nana le enseñó álbumes de fotografías antiguas a Camile y Camile le enseñó a preparar un rico chocolate caliente con los ingredientes que tenía a su disposición. Creo que la visita había terminado mejor de lo que yo esperaba, pero cuando comenzó a atardecer, decidí que era tiempo de irnos. Camile estuvo de acuerdo, abrazó muchísimo rato a mi abuela y luego nos largamos de casa prometiendo que regresaríamos, aunque Camile fue en enfática en decirle que regresaría a verla conmigo o sin mí.
Me gustaba que Camile no me preguntara acerca de Emma ni tampoco de la situación de mi familia; me hacía sentir tranquilo y libre de hablarlo con ella sin ninguna presión. Ambos sabíamos nuestras posiciones respecto a las cosas y ella no estaba ahí presionándome como todo el mundo al menos una vez lo había hecho. Sin embargo, entendía que no merecía a una chica como Camile, pero la quería y eso era lo único que me importaba cuando la miraba a los ojos.
—Lamento mucho decirte esto, Jared, pero creo que esta debería ser la última salida que tenemos —me dijo Camile cuando ya nos encontrábamos aparcados afuera de su edificio. Era tarde y probablemente Alex estaba preocupado por su amiga y ella por él.
Arrugué el entrecejo un poco confundido.
—¿Por qué?
—¿No es obvio?
Claro que era obvio, pero no estaba listo para asumirlo frente a ella ni nadie.
—Camile...
—Tienes que ser capaz de tomar tus propias decisiones, Jared —dijo muy seriamente, como si en realidad no tuviese tres años menos que yo, pero tenía razón.
Asentí silencioso, respiré hondo y sólo me quedé mirándola directamente a los ojos.
—Estoy enamorada de ti ¿sabes? —continuó —Siempre tomo decisiones con el corazón, siempre salgo más lastimada de lo que en realidad debería y jamás he guardado orgullo o rencor por una persona, pero es tiempo de que crezca ¿no? Es tiempo de que me de mi lugar. Y te quiero, pero también me quiero a mí misma..., estuve muchísimo tiempo con una persona que no me valoraba cómo yo lo merecía, no estaré con otra que tampoco lo hace.
Sus palabras fueron claras, tanto que me dejó completamente petrificado en el asiento de la camioneta. No había sido una aclaración con molestia, sino una muy honesta y con ese toque dulce que Camile siempre le ponía a todo. Y Dios que me encantaba esta chica. Iba a arrepentirme toda una vida si no tomaba la decisión correcta lo más pronto posible.
—Tienes razón, Camile —comenté y ella asintió levemente —. Prometo que no crearé falsas expectativas desde ahora en adelante —era verdad —. Si regreso, estaré seguro de lo que estoy haciendo y tendré toda mi vida aclarada ¿de acuerdo? —ella sólo me observó con sus ojos un poco empañados.
—No te esperaré toda mi vida, Jared —aclaró.
—No estoy pidiéndote que lo hagas.
—De acuerdo... —bajó su voz —Ya me voy —le quitó el seguro a la puerta y la abrió —, gracias por haberme presentado a tu abuela —sólo esbocé una sonrisa —Adiós.
—No creas que esto no es difícil para mí —dije antes de que cerrara la puerta.
—No he dicho que lo sea, para mí tampoco lo fue —y dicho esto, cerró la puerta y la vi caminar hasta su edificio.
Respiré hondo intentando aclararme un poco, encendí el motor y me largué de ahí.
Pensé en conducir hasta el departamento, pero mi camino se desvió y quise ir a ver a mi padre a casa, debía encontrarse ahí. Quería contarle que había ido a visitar a la abuela y también quería asegurarme de que su ánimo estaba mejor que el día en que le había dado malas noticias acerca de nuestra familia.
Cuando llegué, noté que Tara y mi madre no se encontraban en casa, así que pasé directamente a la oficina en donde debería encontrarse papá. La puerta estaba entreabierta y antes de empujarla para abrirme paso oí sus sollozos. Por unos segundos sentí que se me cortó la respiración, así que me quedé en la puerta, sin abrirla y oyéndolo.
Estaba sollozando mientras intentaba regular su respiración y calmarse a sí mismo. Intenté mantenerme fuerte, pero no pude hacerlo por demasiado tiempo, así que golpeé dos veces la puerta y oí que cambió su posición en su asiento y cuando entré, hicimos contacto visual y de inmediato me sonrió a pesar de tener los ojos rojos e hinchados.
—Papá...
—Lo lamento, sólo ha sido un desliz —se excusó como si eso a mí me importara. Claro que no me importaba, pues lo entendía y entendía que era difícil asumir que la familia por la que tantos años luchó y construyó a base de amor, se había ido a la mierda en un par de horas.
—¿Ha ocurrido algo?
—Le revisé el móvil a tu madre y efectivamente si era Gareth..., la enfrenté —confesó y yo me quedé quieto en donde estaba —Me lo negó todo, diciéndome que estaba loco y que no podía ir por la vida violando la privacidad de las personas ¡Me lo negó teniendo la puta verdad frente a mis ojos!
—¿Y en qué han quedado?
—Pues en nada, se ha ido de casa como si sólo fuese una discusión más.
Ya todo el amor que sentía por mamá se estaba convirtiendo en un odio que no me dejaba ver con claridad. En rencor y molestia profunda.
—Me voy a divorciar de tu madre, Jared —me informó y yo estuve de acuerdo con eso —. Probablemente venda esta casa y me vaya a vivir solo a un departamento. Ella todavía no sabe que sé lo del burdel, pero me desligaré completamente de ella, no quiero tener nada que ver con sus cosas.
—Sabes que tienes todo mi apoyo.
No me gustaba verlo mal, pues no podía no ser empático con la persona que me había dado la vida y se había sacrificado tantos años por verme surgir.
—Si supieras que lo único que me hace feliz en este momento es saber que te tengo y que pronto tendrás un hijo... —me sonrió levemente —Tendré un nieto —asintió con ilusión —, y te casarás y todo estará bien ¿no?
Suponía que lo había dicho sin pensar en nadie más que él, pero tampoco era el momento de exigirle que pensara en cómo me sentía yo con esas decisiones. Él se veía feliz de saber que su hijo iba a formar una familia y que él sería abuelo. Al menos eso parecía ser la única luz que había aparecido en nuestro camino y yo no quería quitarle la única ilusión que tenía mi padre de volver a armarse, de volver a ser el hombre feliz que siempre había sido.
***
¡No olviden dejar sus comentarios y estrellitas, de verdad que me sirven mucho!
Intentaré ser rápida con los siguientes capítulos jjj
BESOPOS
XOXOXO
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