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Capítulo 35


Guardé silencio y él se puso de pie quejumbroso, como si tuviera todo el cuerpo partido en dos. Se quedó fijamente mirando a la mujer y ella lentamente se quitó la máscara dejándome verla: Jane Brackley en todo su esplendor. Respiró profundo, se acomodó la chaqueta y se acercó a su hijo lentamente.

—¿Por qué has venido hasta acá? —le preguntó completamente fría, como si en realidad no fuese ella.

Jared guardó silencio. Noté que se encontraba destruido al ver a su madre ahí y descubriendo que la persona con la que engañaba a su padre no era nada más ni nada menos que Gareth Philips, el padre de Stefan.

Tara también se quitó la máscara dejándonos ver su rostro.

—¿En qué minuto me dicen que todo esto es una maldita broma? —preguntó Jared con cierta risa nerviosa en su voz.

—Le diste dos semanas a Tara para que se saliera de este lugar ¿por qué no lo has respetado? —continuó Jane con desapego.

—¿Estoy hablando con mi madre? —preguntó Jared y ella ablandó su mirada.

—No debiste haber venido hasta aquí.

—¡¿Qué demonios iba a saber yo que también estabas involucrada en esto?! —alzó la voz con molestia —¿Mi padre sabe de esto? —ambas mantuvieron el silencio —No tiene idea ¿no?

—No es necesario que tu padre se entere de esto —comentó ella con muchísima frialdad, tanta que sentí que hasta podía calarme los huesos.

De pronto, ella dejó de mirar a Jared y lentamente posó su mirada en la mía. Se encontraba completamente seria e inexpresiva, no podía reconocerla como la mujer dulce y amable que cenaba junto a nosotros en su gran mansión ¿acaso ella era la que mandaba todo ese lugar?

—¿Qué haces tú aquí? —me preguntó.

No podía decirle que había descubierto ese lugar gracias a un proyecto universitario y que íbamos a delatarlos en cualquier minuto. No era momento de ponerme a la defensiva ni tampoco violenta, sólo debía poder mantener la calma y fingir que sólo había acompañado a Jared hasta allí porque de otra forma, no sabía si iban a dejar que saliera viva de ese lugar.

—Sólo acompañé a Jared —contesté. No recibí ninguna mirada de Jared y sólo vi a Tara mirándome fijamente.

—¿No eras tú la que ha ido a casa para amenazarme? —preguntó con sarcasmo —"Le diré a tu familia lo que haces" —imitó mi voz en un tono burlesco. Respiré profundo, tragándome la humillación.

—Ya basta, Tara —soltó Jared con prepotencia. Se quitó la sangre del rostro con su chaqueta, se sacudió los pantalones e irguió su espalda —, vámonos de aquí Camile.

Caminó hacia mí como se lo permitían sus heridas y cogió mi mano, la tomé con fuerza.

—¿A dónde demonios crees que vas? —expuso Tara con molestia.

Jared se le paró en enfrente, la miró fijamente a los ojos:

—¿Qué? ¿Acaso vas a matarme?

Jane se quedó mirando a su hijo con cierto brillo en sus ojos, luego miró a Tara y colocó una mano en el hombro de ella.

—Ya déjalo marcharse, Tara —comentó.

Tara se hizo a un lado y Jared miró fijamente a la persona que le había dado la vida.

—Estoy muy decepcionado de tener una madre como tú —le dijo Jared con displicencia.

Ella no le dijo absolutamente nada, sólo desvió su mirada y Jared me tomó la mano con fuerza para que saliéramos de ese sitio.

Caminamos en completo silencio por un angosto pasillo, luego salimos al centro del burdel en donde todos nos observaron con cierta desconfianza. Me mantuve mirando hacia el suelo y fue Jared quien me guio hacia la salida con la seguridad que a mí me hacía falta.

Apenas el aire frío hizo contacto con nuestros rostros, ambos nos soltamos de las manos y nos miramos fijamente a los ojos, él tenía uno de sus pómulos hinchados junto a su labio ensangrentado. Yo sólo me encontraba con muchísimo dolor de espalda y de cabeza.

—Ven, vamos —dijo y yo comencé a caminar detrás de él.

Jared caminaba con mucho dolor en el cuerpo, se le notaba, pues a ratos cerraba sus ojos con fuerza o cojeaba. Cuando al fin llegamos a su camioneta, él la abrió y ambos nos subimos. Todavía me encontraba en estado de alerta y completamente asustada por lo que habíamos vivido, mi corazón se encontraba palpitando con fuerza y sentía unas incontrolables ganas de llorar y golpear cosas.

Quería estar en casa, con mis padres y mis hermanos y no estar involucrada con un burdel, trata de personas y drogas. No quería sentir que si delataba a alguien podía morir una persona que quería. Era demasiado surrealista para mi vida, antes de venir aquí sólo traía sueños en mi mochila, no pensaba que mi destino me traería a un problema de esta magnitud. Sin embargo, ahí estaba mi consciencia número seis de nombre "Alex" que me decía que no podíamos dejar desamparadas a chicas menores de edad e incluso de nuestra edad que estaban insertas en un mundo por obligación.

¡Pero Dios! No era necesario que todo fuese de esta manera tan cruda.

Giré mi cabeza para mirar a Jared que se encontraba completamente en silencio y pensativo. Suponía que todo su cuerpo estaba quebrado a la mitad y que no entendía qué demonios había que hacer ahora, no sabía cómo consolarlo, pues no podía decirle que hiciera justicia, ya que era su familia la que se destruiría ni tampoco podía pedirle que se mantuviera tranquilo, pues yo estaría histérica si estuviese en sus zapatos.

Se abrochó el cinturón de seguridad y se aseguró mirándome de que yo también lo traía puesto, puso a andar la camioneta y nos largamos de ahí en un incómodo y gélido silencio.

Su móvil comenzó a sonar, miró de reojo la pantalla, yo también lo hice y vi que la llamada entrante pertenecía a Emma, él suspiró con molestia y bloqueó el teléfono consiguiendo que se silenciara completamente.

—¿Irás a hablar con tu padre? —rompí el silencio ametrallador que estaba entre nosotros.

Él negó con su cabeza, noté que sus ojos estaban vidriosos y sólo guardé silencio.

—¿Pasas esta noche conmigo? —lo oí. Rápidamente lo observé y asentí —No quiero saber nada de mi vida en este minuto.

—Alex está en casa.

Él se encogió de hombros en sinónimo de que no le interesaba que él estuviese allí, así que sólo acepté y nos dirigimos a mi departamento.

Cuando llegamos a mi departamento, todo se encontraba en orden. Rápidamente vi salir a mi amigo de la habitación de invitados y se quedó mirándonos con estupefacción en el rostro, se acercó lentamente y comenzó a hablar con miedo:

—¿Qué les sucedió?

Cerré la puerta a mis espaldas, le puse llave y Jared caminó hasta apoyarse en el sofá. Rápidamente pensé en no decirle a Alex, pero fue Jared quien comenzó a hablar.

—Resulta, Alex... —comenzó con cierta ironía y dolor en sus palabras —Que no sólo Tara está involucrada en ese lugar, también lo está mi madre —soltó y a mi amigo casi se le cayó la mandíbula al primer piso.

—Y el padre de Stefan —dije y Alex se quedó fijamente mirándome —¿puedes creerlo?

—¿Y quién te ha golpeado así? —le preguntó Alex a Jared.

—Los matones del lugar, pero es lo que menos me importa ahora.

—Deja que te traiga el botiquín de primeros auxilios —le dije y él negó levemente con su cabeza, pero lo ignoré.

Entré a la cocina y saqué mi botiquín de la repisa, luego prácticamente obligué a Jared a sentarse en el sofá y él se quedó quieto para que yo le curara las heridas.

—Dios Jared..., no pensé que todo esto tomaría este camino —habló Alex con una nota de culpa en la voz —. Si quieres, podemos volver a replantearnos si publicar esto o no.

Rápidamente observé a mi amigo con el algodón en mi mano, no podía creer que lo había escuchado decir eso.

Jared negó con su cabeza.

—Quieto —dije.

Él nuevamente se mantuvo quieto y yo comencé curándole el pómulo.

—Olvídalo —expresó Jared —, sé que han puesto sus vidas en riesgo por finiquitar este proyecto, no dejaré que abandonen esto.

—Pero Jared... —bajé la voz.

—No, Camile —fijó sus ojos azules en los míos.

Alex sólo se quedó asintiendo mientras lo observaba.

—Estás listo —le sonreí, él esbozó una pequeña sonrisa y luego se echó hacia atrás.

—Bueno, me iré a la cama —informó Alex —, buenas noches. Si necesitan algo sólo díganme ¿de acuerdo?

Ambos asentimos y luego nos despedimos de él. Oímos que cerró la puerta de la que ahora era su habitación.

—Creo que es mucho mejor que descanses —le dije y él asintió levemente —¿Qué? ¿Acaso crees que te dejaré durmiendo en este sofá? Ni siquiera cabes —sonreí.

Él no me dijo absolutamente nada, se encontraba pensativo y silencioso, pero no podía juzgarlo por eso en este momento. Lo único que hizo fue seguirme hasta estar en mi habitación, miró a su alrededor el pequeño lugar, luego la cama y el clóset que se encontraba levemente abollado por el último puñetazo que le había dado Stefan.

No había sofás en mi habitación, tampoco colchones adicionales aparte de la habitación de invitados en la que se encontraba Alex, así que Jared alzó su mirada y se quedó fijamente mirándome:

—¿Te me estás insinuando, Camile? —habló con cierta picardía en su voz masculina, sólo le sonreí y negué con mi cabeza.

Me metí al baño para revisar si tenía alguna herida, pero lo único que noté era que la espalda iba a ponérseme probablemente morada y que en la cabeza iba a formárseme una protuberancia dolorosa.

Me trencé el cabello y luego entré a la habitación con el pijama puesto. Ya me encontraba mucho más tranquila pese a que sabía que los del otro lado conocían mi departamento y eran capaces de quemarlo conmigo adentro.

Jared se encontraba ya acostado debajo de las sabanas, apenas entré hizo contacto visual conmigo y me observó de pies a cabeza, luego me sonrió tranquilamente y deslizó las sabanas para que me metiera a su lado percatándome de que sólo traía su camiseta y su bóxer puesto. No pude evitar pensar que hace una semana estaba compartiendo esa cama con Stefan y tampoco pude evitar pensar que Jared seguía en una relación con Emma y que era muy probable que sus planes de casarse con ella eran altamente siguieran en pie. Pero claro, sólo lo pensé, porque no dije nada ni tampoco me importó demasiado como para detenerme en ese momento. Sólo pasé de él y me metí al costado en el que siempre dormía Stefan.

Apenas me tendí a su lado, me sentí completamente diferente que hace unos días atrás.

Por muchísimas noches había dormido con angustia, culpa y molestia en el estómago. Por unas cuantas más había ido a la cama con la sensación de que a mi lado había una persona que no me aceptaba tal cual era, que no disfrutaba de mis carcajadas nocturnas ni que tampoco se quedaba hasta altas horas de la madrugada viendo series junto a mí. Por muchísimas noches había sido yo la que se apegaba al costado de una persona que hacía poco ademán por abrazarme, había sido yo la que deseaba las buenas noches y también los buenos días. Y ahora todo era como comenzar desde cero, solamente que estaba con alguien que no era libre como yo lo había decidido hace días. Sabía que sólo se trataba de una ilusión, pero estaba bien, creo. Estaba bien escoger a las personas que querías que te destruyeran por completa.

Me cubrí con la frazada hasta el cuello sin tocar a Jared, sin embargo, él apagó la lámpara del velador consiguiendo que todo se volviese completamente oscuro y lo siguiente que hizo fue acercarse muchísimo a mí tanto que nuestras piernas se tocaron como si nos conociésemos de memoria.

Permití que me acurrucara entre sus brazos y, en completo silencio, me apegó a su cuerpo como si su vida dependiera de ello. No me besó, no me tocó más de lo debido, sólo se aseguró de abrazarme consiguiendo que me sintiera completamente segura en el lugar que estaba.

Olvidé la cama que compartí con otra persona, olvidé el dolor de mi corazón cuando confesé la verdad y olvidé también lo destruida y humillada que me había sentido cuando me enteré de que Jared iba a casarse.

Jared y yo nos necesitábamos. En los buenos y en los malos momentos de nuestras vidas. Y pese a que todo indicaba que debíamos separarnos, ahí estábamos, yendo en contra de lo que querían para nosotros e ignorando lo doloroso que podía ser alejarnos para siempre.

Nos habíamos encontrado y eso, según Dylan, era sumamente difícil. Y hoy, como nunca, me apetecía escuchar a Dylan en mi subconsciente.

—Siento que todo esto es como una maldita pesadilla de la que voy a despertar en cualquier minuto —oí su voz —Y cuando despierte vas a estar ahí, a mi lado, y no sabremos quién demonios es Emma ni Stefan, mi familia no será una mierda y todo estará bien.

Acaricié su cabeza con la punta de mis dedos lentamente.

—Lo lamento tanto, Jared —confesé.

—No lo lamentes, creo que lo mejor que me pudo haber pasado es que hayas aparecido en mi vida porque si no lo hubieses hecho ¿qué demonios hubiese descubierto?

—Lo habrías sabido igual...

—Pero no te hubiese tenido a ti para abrazarme por la noche —expresó y yo le sonreí con nostalgia —. Creo que es lo único que me calma ¿sabes? De otra manera creo que hubiese estado muerto justo ahora.

—No digas eso...

—Gracias por acompañarme a ese lugar. No salió como esperaba, pero al menos sé la verdad.

—¿De verdad todavía quieres que publiquemos todo esto?

—Si —dijo seco —, sólo necesito preparar a mi padre para recibir una noticia así.

Estuvimos por unos minutos en completo silencio mientras yo seguía acariciando su cabeza con la punta de mis dedos y él me sostenía entre sus brazos como si fuese a caerme a un precipicio. El sueño, de pronto, estaba pudiendo conmigo y comencé a reducir mis caricias en el cabello de Jared. Él se acomodó mejor para abrazarme y me besó los labios muy rápidamente.

—Buenas noches, Camile —dijo y yo sonreí levemente acomodándome entre sus brazos.

—Buenas noches, estrella de Rock.

Dormimos toda la noche abrazados y cuando despertaba para acomodarme porque me dolía la espalda, él también lo hacía a medias y besaba mi rostro inconscientemente. Sin embargo, cuando desperté de mi profundo y cómodo estar entre sus brazos, él ya no se encontraba en mi cama. Arrugué el entrecejo preguntándome si todo lo de la noche anterior lo había soñado. Rápidamente me acomodé y tomé mi móvil que descansaba en el velador, eran las 9 de la mañana y tenía un mensaje de Jared, de inmediato lo abrí y leí...

Jared: Lamento haber desaparecido así, pero no quería despertarte

Jared: Debo resolver cosas con papá

Jared Brackley

Me encontraba hecho un revoltijo de emociones, pero lo que más sentía era que mi cuerpo parecía no ser mío. Me dolía por la golpiza que había recibido la noche anterior y cada paso que daba costaba más que el anterior.

Estaba hecho mierda, por dentro y por fuera. Me encontraba perdido sin saber qué decisiones debía tomar ahora. No sabía si debía seguir adelante con lo que sabía o simplemente hacer oídos sordos con lo que me había enterado.

Sin embargo, tenía algo muy claro: mi padre no se merecía una cosa así.

Con Tara nunca me había llevado lo suficientemente bien, pero seguía siendo mi hermana y teniendo mi sangre. Pese a que la mayoría de las veces nunca estábamos de acuerdo y nos poníamos a discutir en la cena, también la consolé cuando lloró por un idiota, también le dije que la quería y que quería ser un mejor hermano con ella. Ella también me abrazó cuando algo no estaba saliéndome bien y también me enviaba mensajes de aliento cuando tenía que dar exámenes o tomar decisiones respecto a mi futuro.

Siempre había sido un grano en el culo, siempre había sido fastidiosa, manipuladora y cegada en lo que ella creía, pero nos habíamos criado en el mismo lugar, compartíamos comida, reíamos cuando cenábamos en familia y nos queríamos a nuestra manera de una forma particular. Y no podía asumir que su vida hubiese tomado ese camino que terminaba en nada más ni nada menos que en la cárcel y esta vez no iba a salvarla porque no podía defenderla de lo que se iba a caer encima de su cabeza por tomar malas decisiones, por querer más pese a tener todo.

Tratándose de mi madre, era como conocer a una persona completamente diferente de la noche a la mañana. Ella, que siempre repudió las malas costumbres de los drogadictos y las prostitutas. Ella, que siempre estaba cuidándonos con uñas y dientes para que no nos desviáramos por tener tanto dinero. No podía reconocerla cuando la vi detrás de esa mascara; tan fría, tan gélida como un témpano de hielo. Casi me había dado terror enfrentarla pensando en que hasta su voz sería diferente, pero no, ella seguía ahí y parecía estar completamente cómoda en ese papel de dueña de un burdel completamente macabro. Me dolía, me dolía que la persona que me había dado la vida fuese alguien que no conocía en lo absoluto, me dolía que estuviese engañando a mi padre con uno de sus socios, con el padre de Stefan.

Siempre había sido una madre sobreprotectora, preocupada, detallista y amable con todo el mundo. Bondadosa al punto de que me parecía excesivo que fuese así con personas que no conocíamos, pero ahora todo eso se había roto frente a mis ojos y una manera tan abrupta que casi sentía que había perdido la visión.

No podía echar el tiempo atrás, todo ya estaba sobre la mesa y lamentablemente no me gustaba dejar las cosas sin resolver. Y en este minuto al único que realmente tengo es a mi padre.

Lo había llamado antes para decirle que tenía que hablar con él y que se hiciera un espacio en su agenda, él lo hizo de inmediato y me esperó hasta que llegué a la oficina. Cuando entré tuve el temor de encontrarme con mi madre o Tara ahí, pero no, estábamos completamente a solas, así que lo primero que hice cuando entré, fue cerrar la puerta con llave.

—Has vuelto a pelear —dijo rodando los ojos apenas hizo contacto visual conmigo, se puso de pie y me saludó de un apretón de manos y un abrazo, luego regresó a su sitio.

Cogí mi móvil, abrí las notas y ahí escribí: Apaga las cámaras. Le enseñé el móvil con la nota escrita y el frunció el ceño con confusión, pero yo me encontraba completamente serio, así que no lo dudó más y apagó desde su laptop todas las cámaras que tenía la oficina.

Me aseguré de que todo estuviese apagado y luego me senté frente a él con nerviosismo. Nunca había sido bueno para dar noticias, siempre me ponía nervioso y era más directo que delicado.

—¿Qué ocurre, Jared? Estás asustándome —me dijo aun con el entrecejo arrugado.

Tomé una gran bocanada de aire, luego boté el aire de mis pulmones e intenté mantener mis piernas quietas.

—Necesito que me creas ¿de acuerdo?

—¿Se trata de Camile?

—No, no es de Camile.

—Pues claro que te creeré ¿cuándo no lo he hecho? —dijo con simplicidad.

—Es sobre mi madre —solté y él se vio sumamente desconcertado —, y Tara —agregué.

—¿Les ocurrió algo? —fue lo primero que salió de su boca y tomó su móvil supongo que, para llamarlas, pero lo detuve en seco y le quité el móvil por precaución, lo dejé junto a mí y negué con mi cabeza, él se quedó quieto mirándome.

—Hace unos días, papá, descubrí que Tara está involucrada con un burdel de la ciudad —confesé y él pestañeó incrédulo —, yo mismo la oí hablando por teléfono con alguien, no sé quién, acerca de tráfico de drogas y trata de personas.

—¿Qué me estás diciendo, Jared? —preguntó lentamente.

—Le pedí que se saliera de aquel lugar, le di dos semanas, pero luego me enteré de que Camile también lo sabía —confesé —. Ella lo descubrió porque está haciendo un proyecto universitario y comenzó a averiguar de este lugar y dio con Tara —mi padre se encontraba mirándome fijamente a los ojos con un brillo peculiar en ellos —Anoche fui a ese lugar, quería saber de qué se trataba y terminé enterándome de muchísimas cosas más.

—¿Qué? —soltó con seriedad.

—Mi madre también está involucrada en eso —dije y él negó levemente con su cabeza evitando creerme algo así —¿Ves cómo estoy? Es porque la enfrenté y los idiotas del lugar se encargaron de golpearme hasta que ella misma los detuvo.

—Jared...

—No es todo —lo interrumpí —. Hace un par de días también me enteré de manera accidental que mi madre estaba mensajeándose con un tipo, no quería ser un impertinente y estar equivocado, pero anoche la vi con su amante, papá —dije y él tragó duro —. Es Gareth Philips y también su socio en ese burdel de mierda.

Mi padre se llevó las manos a la cara limpiando una suciedad inexistente, tragándose toda la información que le estaba entregando muy rápidamente y luego mantuvo sus ojos en los míos, decepcionado, desconcertado y sumamente confundido.

—Dime que no lo sabías, por favor —pedí con cierta desesperación. Lo último que faltaba en mi lista de desgracias dolorosas de este año era que mi padre estuviese enterado de todo y yo fuese el único imbécil intentando solucionar cosas que claramente no estaban a mi alcance. Sin embargo, él tomó aire y negó levemente con su cabeza. Sus ojos se llenaron de lágrimas consiguiendo que algo se encendiera en mi pecho, haciéndome sentir frágil y desprotegido. Estaba viendo como una de las personas que me había traído al mundo se caía a pedazos y eso dolía incluso más que enterarme de toda la verdad —Este es el momento para que llores, para que grites y rompas todo si quieres —le dije —, es el momento para que te desahogues y maldigas, pero sólo aquí papá..., porque debemos ser fuertes y estar más unidos que nunca. 

***

Lamento mucho el atraso con los capítulos, pero ya entré a la universidad de manera online y he estado intentando acostumbrarme a ese sistema.

Probablemente tarde más en subir capítulos, pero al menos los capítulos de domingo y lunes los tendrán ¡Si o si!

No olviden dejarme sus estrellitas y comentarios

BESOPOS

XOXOXO

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