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Capítulo 34


Cuando llegué me presenté como una amiga de la familia por el portero eléctrico y cuando dije mi nombre de inmediato me dejaron pasar, seguramente era Cedric quien dirigía la entrada de las personas a su gran mansión.

No sabía si Tara se encontraba allí, pero nada perdería. Caminé rápidamente hasta estar adentro y una ama de llaves me recibió con amabilidad, ignoré completamente que me encontraba en una casa de alto peligro y me adentré hasta la sala, de inmediato apareció en mi campo de visión Cedric Brackley quien esbozó una sonrisa gigantesca al verme, me abrazó con fuerza y luego me invitó a sentarme.

—¿Cómo estás, querida?

—Muy bien —sonreí recordando que Cedric Brackley sabía que entre Jared y yo había algo desde el incidente en la oficina —¿y usted?

—Pues bien, con muchísimo trabajo —contestó —¿Qué te trae por aquí?

—Pues...

—Jared no está aquí —comentó y yo asentí levemente.

—Lo sé, vine a ver a Tara.

Él frunció el ceño un poco y luego asintió conforme.

—Está en su salón, por el pasillo a la derecha, la puerta café claro.

—Gracias —le sonreí.

Rápidamente me puse de pie antes de arrepentirme por lo que iba a hacer. Caminé por el pasillo, doblé a la derecha y de inmediato apareció la puerta de madera clara frente a mis ojos. Respiré profundo, armándome de valor y sin golpear giré el picaporte. Lo primero que noté fue que era una oficina completamente rústica y nueva. Tara se encontraba sentada en su escritorio y apenas abrí, ella se me quedó mirando fijamente.

—¿Qué haces tú aquí? —me preguntó con el ceño fruncido, realmente estaba sorprendida de verme.

No dije nada. Cerré la puerta a mis espaldas y caminé hasta estar frente a ella.

—Te hice una pregunta —soltó.

La miré fijamente, desafiante:

—Necesitamos hablar de algo.

—¿De Jared? Ya olvídalo —sonrió con satisfacción en el rostro.

—Nunca hablaría de Jared contigo —contesté y ella fijó su mirada en la mía.

—¿Por qué no? Te convendría, yo sé todo, empezando porque fui yo quien le dijo a Emma que la engañaba contigo.

—De acuerdo... —fruncí el ceño confundida —En este momento es lo que menos me importa.

—¿Qué quieres?

Metí la mano al bolsillo de mi abrigo, tomé el plástico que ahí había y lo dejé encima de su escritorio. Ella se quedó fijamente mirándolo: era su pulsera de plástico que había sacado de su blazer azul perteneciente a su burdel. Estuvo por unos segundos mirándolo y luego alzó la vista manteniéndola en la mía.

—Sé todo, Tara —comenté y a ella se le ruborizó el rostro del enojo —Y quiero que dejes a Alex en paz.

Pese a toda la molestia que a Tara se le notaba en el rostro, esbozó una sonrisa con muchísimo sarcasmo y mantuvo sus ojos celestes en los míos.

—¿De qué me estás acusando, Camile? —me preguntó regulando el tono de su voz, esta vez me hablaba con calma y con cierta lentitud.

—Sé que eres una de las dueñas del prostíbulo que pasa drogas y hace trata de blancas —comenté y ella rio con ganas.

—¿Te has vuelto completamente loca?

Me mantuve seria, tanto que ella fue quien tuvo que cambiar la expresión de su rostro.

—No es la única prueba que tengo, Tara —continué —. Sólo he venido hasta aquí porque quiero que dejes a Alex en paz, de otra forma tendré que contarle a todo el mundo lo que estás haciendo.

—No tienes ningún derecho de exigirme una cosa así.

—Le dieron una paliza en medio de la calle a Alex y también le quemaron su departamento, tengo y tendré todo el derecho de exigirte lo que sea —hablé con fuerza, fuerza que pensaba no tenía.

—No he sido yo.

—Fui clara, Tara ¿de acuerdo? —fijé mi mirada en la de ella —o toda tu familia se enterará del tipo de hija que tiene.

—¿Acaso crees que Jared no lo sabe? —soltó con maldad. Algo se encendió dentro de mi pecho y no pude responderle, sólo la observé un poco descolocada con lo que me estaba diciendo —Antes que todo, Camile, Jared es mi hermano. Él me cubre, ¿qué esperabas? —se encogió de hombros y luego rio con superioridad.

—Jared no sería capaz de una cosa así.

—No conoces a Jared, ni un poco —comentó. Seguía sentada en la silla de su escritorio con cierta soberbia en el rostro —, lamento decepcionarte.

Sentí mi mandíbula tensarse, no podía creerlo, no podía creer una cosa como esa.

—Estás completamente loca ¿por qué intentas perjudicar a tu propio hermano cuando la única que está enferma eres tú? —dije con molestia y ella se puso de pie, apoyó la palma de sus manos en el escritorio y se balanceó hacia adelante para observarme mejor.

—No conoces hace nada a Jared y ya estás poniendo tus manos en el fuego por él —rio —, cree lo que quieras, Camile, pero si intentas perjudicarme a mí, que te quede claro que él también saldrá dañado de todo esto.

—Sólo deja de una puta vez a Alex en paz —gruñí.

Me volteé sin esperar una respuesta de su parte, tenía mucha rabia en el cuerpo, tanta que no podía controlarla. Quería lanzarme como nunca antes encima de ella y arrancarle todo el cabello de la cabeza. Estaba completamente loca y podía notarlo simplemente hablando con ella. No tenía escrúpulos ni culpa por lo que hacía y no le interesaba delatar a su propia familia por encima de su pellejo.

Caminé por el pasillo con desilusión, pues no creía que Jared ya estuviese enterado de algo así y encima la encubriera ¿cuán involucrados podían estar los hermanos Brackley en esos malos pasos? ¿Y si toda la familia era parte y yo sólo estaba haciendo el ridículo en ese lugar?

De pronto, sin previo aviso choqué con una persona tan fuerte que estuve al borde de caerme de espaldas, pero él logró sostenerme del brazo. Alcé mi vista aun con el corazón latiendo con fuerza encontrándome con Jared. Él frunció el ceño cuando me vio, pero yo no fui capaz de decirle nada, sólo pasé de él muy rápidamente casi corriendo hasta estar afuera de su mansión.

No dudaba que mi rostro se encontrara colorado de la decepción y la molestia, además, me encontraba sumamente angustiada por lo que le estaba pasando a Alex y por lo que probablemente me podría ocurrir a mí si seguía haciéndome la valiente y la que sabía lidiar con personas de la calaña de Tara Brackley.

—¡Camile! —oí su voz.

Me detuve en seco en la mitad del jardín que tenían en la mansión para salir de aquél lugar. Escuché sus pasos corriendo tras de mí y me giré lentamente para mirarlo, tenía que armarme de valor y preguntárselo, sus facciones me lo dirían de inmediato, no podía mentirme a mí ¿no? No importaba si se molestaba conmigo por estar averiguando acerca de su familia sin habérselo dicho, ya nada de eso me importaba más, sólo quería estar completamente segura de que la persona de la que estaba enamorada no estaba involucrada con cosas tan macabras como el robo de personas o el tráfico de drogas ilegales.

—¿Qué ocurre? ¿Qué hacías aquí? —me preguntó cuándo ya estuvo frente a mí.

El jardín que tenía la mansión era tan gigantesco que me causaba desconfianza que alguien nos estuviese espiando, pero no hice el ademán de alejarme de ahí.

—Tenía que hablar con Tara —respondí con nerviosismo.

Me encontraba temblando: por los nervios y la ansiedad que sentía.

—¿De qué? —él frunció el ceño.

—Jared... —comencé. Sabía que me veía mal, que probablemente ahora estaba completamente descompuesta y deshecha frente a él, pero no quise tomarle atención a eso —Dime, por favor, que no estás involucrado en lo que hace tu hermana —solté y él pestañeó con sorpresa.

—¿De qué estás hablando? —me preguntó muy confundido.

—Tara es una de las dueñas de un prostíbulo en donde se pasan drogas y hacen trata de personas —solté y él se mantuvo quieto mirándome —, por favor dime que no estás involucrado en eso —sentí la angustia apoderarse de mi tórax e intenté mantenerme fuerte frente a él.

—Creo que deberíamos hablar en otro lugar —habló intentando parecer normal, luego alzó su vista y echó un vistazo a su alrededor.

—Sólo dime... —pedí.

—Vamos —soltó con seriedad.

Comenzó a caminar hasta la salida de su casa y yo rápidamente lo seguí. Caminamos en silencio hasta que estuvimos arriba de su camioneta, él sin abrocharse el cinturón de seguridad salió de allí y cuando estábamos prácticamente lejos de donde vivía, comencé a hablar porque ya estaba desesperada.

—Lo sabías ¿no? —comenté mirándolo fijamente.

—Necesitamos hablarlo con calma ¿por qué lo sabes tú?

—¡Sólo dime si estás involucrado! —chillé con molestia y él detuvo la camioneta en seco cerca del teatro en el que habíamos estado una vez.

—Claro que no lo estoy —respondió, desabrochó su cinturón de seguridad para girarse a mirarme con atención —, pero lo supe hace unos días.

—¿Y no hiciste nada? —bajé la voz.

—Le di un tiempo para que se saliera de ese lugar —comentó con ingenuidad, luego respiró hondo y botó todo el aire de sus pulmones —Ahora dime por qué sabes tú.

—En un proyecto universitario tuvimos que comenzar a investigar acerca de algo y nos encontramos con este burdel..., sin saber nada de tu familia nos adentramos en eso y nos enteramos de que Tara es una de las administradoras de ese macabro lugar —le conté muy rápidamente —, ella me ha dicho que tú lo sabías y que estas encubriéndola.

Él respiró con molestia y golpeó el volante con la palma de su mano.

—Jamás encubriría una cosa así —habló con rabia.

—¿Entonces no lo estás haciendo? —pregunté con la voz temblorosa.

Él se volteó hacia mí y colocó una de sus manos sobre mi pierna.

—Claro que no, Camile —contestó con honestidad en su mirada —No soy capaz de hacer eso. Me crees ¿no?

—Claro que te creo —dije y él respiró más tranquilo —, pero hay algo más Jared.

—¿Qué?

—Nos enteramos de que Tara hacía trata de personas de una manera muy brusca —le conté y él fijó sus ojos azules en los míos —, Alex fue al burdel y pidió acostarse con una chica, pero ella en el momento comenzó a llorar y a pedirle ayuda, Alex intentó ayudarla, pero le dieron una paliza. El día de mi cumpleaños Tara reconoció a Alex desde la paliza que le habían dado en el burdel y los últimos días no lo ha dejado en paz...

—Dices que la herida del otro día...

—Sí, estoy segura que fueron los matones de tu hermana —dije y él negó con su cabeza lentamente tragándose la información.

—Le tomaron una fotografía a mi departamento esa noche y también incendiaron el departamento de Alex.

—¡¿Qué?! Dios, no, esto no puede ser cierto —decía mientras se masajeaba con fuerza su cabeza —¿Y qué demonios estabas haciendo hablando con Tara?

—Le dije que lo sabía todo y que dejara en paz a Alex...

—Camile, no deberías haber hecho eso —soltó como si estuviese arruinado.

—No sabía qué más hacer —confesé y él asintió mirándome, comprendiéndome. Acarició mi pierna por encima de mi pantalón y sólo se mantuvo observándome por unos segundos —Me crees ¿no?

—Claro que te creo.

—Y tienes que saber también que llegaremos hasta el final de este proyecto —expresé —, luego de todo lo que le han hecho a Alex no dejaré que Tara se salga con la suya, no ahora, cuando tenemos pruebas.

—Sólo necesita un poco más de tiempo... —pidió con cierto desespero en su tono de voz —Tal vez de verdad esté intentando salir de ese lugar, tal vez ella ni siquiera tuvo que ver con la paliza de Alex ni el incendio de su departamento.

—¿Cuánto tiempo, Jared?

—Dos semanas...

—¡¿Dos?! —alcé la voz y él me observó —¡En dos semanas pueden matarme!

—Eso no ocurrirá, Camile.

—¡Le cortaron los frenos al auto de Alex! ¡Le dieron una paliza y encima le incendiaron su departamento! ¿Y tú quieres que yo espere dos semanas?

—¿Cuándo tienes que entregar ese proyecto? —me preguntó con un tono calmado.

—Fin de mes —comenté y él asintió levemente —, dejaré que tengas un buen matrimonio, no te preocupes por eso.

—¿Crees que estoy preocupado de esa mierda justo ahora? —soltó con molestia y yo me mantuve callada —Quiero que me lleves a ese prostíbulo.

—Es muy peligroso...

—Si estás conmigo nada va a pasarte ¿de acuerdo? Pero vamos a ir, necesito saber de qué se trata —me pidió —. Además, has dicho que ella no es la única dueña de ese lugar y yo necesito saber quién más está involucrado.

Respiré profundo.

—De acuerdo —accedí.

—Pasaré por ti cerca de las once ¿de acuerdo?

Asentí rápidamente.

Él me llevó a casa y luego se marchó. Miré la hora en el reloj, eran las ocho de la noche recién. Apenas entré, recordé que ahora vivía con Alex en el departamento, pues se encontraba en la cocina preparando la cena, me asomé y él me sonrió.

—¿Cómo te sientes? —le pregunté.

—Como la mierda —me sonrió.

—Ya vete al sofá, yo continúo la cena.

—Olvídalo, hoy cocino yo —me guiñó un ojo —¿En dónde te metiste? ¿Acaso no sabes que en esas condiciones no mato ni a una puta mosca?

Yo reí y luego lentamente volví a enseriarme.

—Estuve con Jared... —comencé y él escuchó asintiendo como si se tratara de mi hermano —Y le conté todo lo que sabíamos.

—¡¿Te has vuelto loca?! —alzó la cuchara llena de salsa de tomate y me amenazó con ella, tuve que moverme unos centímetros hacia atrás y la salsa chocó con la cerámica, él lo notó y regresó a revolver —¿Por qué hiciste eso?

—Le dije todo y...

—Samantha va a matarte si yo no lo hago antes.

—Jared quiere que vayamos al burdel.

Alex fijó su mirada en la mía lentamente tal cual lo haría el exorcista e hizo un gesto de molestia, luego respiró profundo y asintió levemente.

—De acuerdo —contestó —, al menos está de nuestro lado ¿no?

—No lo sé —bajé la voz —, Jared también se enteró y le dio dos semanas a Tara para salirse de ese lugar.

—Me importa una mierda que se salga, haré que la metan a la cárcel igual —dijo con molestia y yo sólo asentí.

La cena que había preparado mi amigo estaba exquisita, estuvimos hablando de cómo sacaríamos el proyecto adelante el día en que lo presentáramos en la universidad y también estuvimos especulando los rostros de nuestros profesores al decirles que la familia más poderosa del país estaba involucrada en trata de personas y drogas.

Antes de que Jared pasara por mí, me encargué de darme una ducha y ponerme ropa para la ocasión, bueno, en realidad no creía que fuese para la ocasión, pero al menos podía ponerme la capucha de mi abrigo si todo se iba a la mierda.

Jared pasó por mí en su camioneta muy seguro de sí mismo. Vestía casual y yo no sabía cómo demonios entraríamos a ese lugar sin ser reconocidos. Le indiqué las calles por las que debía entrar y antes de que nos bajáramos le pedí que dejara sus cosas de valor ahí adentro porque siempre quitaban todo lo parecido a móviles o relojes carísimos. Seguramente con la intención de que nadie saliera con información de allí. Él me obedeció y nos bajamos de la camioneta para caminar calle abajo hasta llegar al callejón en donde se encontraba la descompuesta puerta de entrada al prostíbulo más caro de Londres.

—Lo primero es tener un perfil bajo... —comencé con mi repertorio de madre preocupada, pero Jared quien se encontraba completamente sacado de sus casillas, iba a golpear la puerta y lo detuve en seco, él se me quedó mirando y fui yo quien golpeó de la misma manera que lo había hecho Alex la primera vez que había ido allí.

La puerta se abrió y de inmediato nos dejaron pasar; cuando ya estuvimos adentro del pasillo sumamente oscuro, un tipo completamente encubierto comenzó a revisarnos y cuando notó que no traíamos nada encima nos dejó pasar.

No sé si por inercia o algo más, Jared me tomó de la mano y caminó junto a mí hasta que el enorme lugar con chicas en poca apareció ante nosotros. Miré a Jared de reojo y él sólo se dedicó a mirar a su alrededor con detenimiento, luego me soltó de la mano y me indicó con su barbilla que nos dirigiéramos a la barra. La misma chica que me había atendido cuando estuve ahí se acercó y se quedó mirándome fijamente; claramente no me reconoció, pues ahora me encontraba a rostro completamente descubierto.

—¿Qué se les ofrece? —nos preguntó con una sonrisa ladina en su cara. Guardé silencio y Jared la observó fijamente.

—Dos tequilas —indicó él —dobles.

Lo miré de inmediato y él se mantuvo rígido mirando a la chica, ella no dijo nada y se retiró para preparar los tragos.

—¿Qué haces? —susurré.

—Necesitaré valor para hacer esto —me respondió —y tú me vas a acompañar con un corto de tequila —soltó y yo alcé las cejas.

La mujer nos dejó los tequilas frente a nosotros y luego se apoyó sobre prácticamente sus pechos y nos observó:

—¿Qué hace una pareja tan linda en un lugar como éste?

La miré fijamente y fue Jared quien se adelantó para hablarle completamente serio y sin pelos en la lengua.

—Pues buscando un trío ¿qué más? —soltó de pronto, tomó el primer vaso de tequila y lo bebió de un sorbo sin siquiera hacer una mueca.

La mujer me observó de reojo y yo sólo me limité a asentir convencida de que claro, ese era nuestro plan, hacer un trío.

—Les puedo recomendar a unas...

—No, podemos solos —zanjó Jared y la mujer de inmediato se retiró de la barra para ir a atender a otras personas.

—Estás completamente loco —comenté y él sonrió de medio lado.

Sólo lo acompañé con un vaso de tequila y luego nos quedamos dando vueltas por el lugar, sentándonos en mesas aleatoriamente y luego separándonos un poco.

De pronto, noté que algunas miradas estaban puestas en algunas personas en la esquina de la barra. Me giré hacia ellos y los vi. Todos vestían del mismo color y utilizaban las mismas máscaras. Esta vez no era azul eléctrico, era rojo intenso, casi fosforescente. Se encontraban bebiendo tragos que no los pedían otras personas, pues parecían ser sumamente caros. Conversaban entre ellos de lo más relajados y daban algunas órdenes.

Dos hombres y dos mujeres.

Sin decirle a Jared lo que estaba viendo, me quedé fijamente mirando a la chica que parecía ser más delgada, con el cabello rubio en un moño y completamente liso, hasta que me percaté de que se trataba de Tara Brackley ¿cómo no me había dado cuenta antes? Tenía todo de ella, sus movimientos, sus pasos, la forma en que movía sus brazos, todo. Sólo me había faltado observarla un poco más la vez anterior y tal vez la hubiésemos descubierto muchísimo antes. El chico que hablaba con ella parecía ser joven, pero no podía visualizar quien era. La otra mujer que se encontraba ahí estaba hablando muy deliberadamente con su otro socio, se abrazaban y se reían juntos. A ellos definitivamente no los conocía, bueno ¿quién podría tener gente muy conocida haciendo trabajos como esos?

—No puedo creerlo —oí la voz de Jared a mi costado, rápidamente lo observé y noté que estaba mirando en la misma dirección en que lo hacía yo, pero él no se quedó quieto como yo lo hice, sino que pasó por sobre mí y comenzó a caminar rápidamente hacia ellos empujando a todo ser que se le cruzaba en su camino.

Corrí detrás de él para detenerlo, pero de pronto me parecía demasiada gente la que había y era imposible detenerlo, además él iba muy empedernido caminando hacia ellos a paso firme, suponía que, para enfrentar a Tara, pero cuando noté lo que iba a hacer me quedé casi congelada en donde estaba.

Los dueños del lugar notaron la presencia de Jared cuando se acercó más de la cuenta, pasó de Tara y de su acompañante y empujó al otro hombre con fuerza sobrehumana, tanto que lo dejó sentado en el suelo, comenzó a golpearlo con fuerza aun con la máscara puesta y cuando noté que los guardias iban corriendo hacia ellos, corrí con fuerza para detenerlo, él se puso de pie por su propia cuenta y se volteó hacia la otra mujer, la observó fijamente con más molestia de la que estaba permitida en un lugar como ese y le dijo algo apuntándola con su dedo.

—¡Jared! —grité con fuerza cuando noté que tres hombres sumamente grandes iban a tomarlo por los brazos. Él no pareció escucharme, así que me acerqué muchísimo más —¡Jared!

Alguien me tomó del brazo con fuerza, alcé mi vista y choqué con nada más ni nada menos que la máscara utilizada por Tara.

—Vete de aquí —exigió.

La solté con más fuerza de la debida y me saqué de encima a su acompañante y a ella para ayudar a Jared, a quien ya lo tenían retenido con la cara estampada en el suelo del burdel.

¿En qué demonios estaba pensando?

Cuando alcé mi vista para mirar la razón por la cual Jared había salido así de alterado de mi lado, noté que a ese hombre que se acomodaba la máscara yo lo conocía y también que conocía a esa mujer que observaba todo desde atrás.

Jane Brackley y Gareth Philips.

Algo se encendió dentro de mi cuerpo y casi quise yo misma ir a golpearlos, pero me contuve con fuerza sobrenatural.

Todo el maldito burdel tenía puestos los ojos en la escena de Jared en el suelo con un fortachón pisándole la espalda con violencia.

—¡Detén esto! —le grité a Tara, pero ella sólo me observó sin hacer absolutamente nada.

Al notar que nadie hacía nada y que dos de los matones del lugar estaba parando a Jared del suelo con suma violencia, me quité a las personas que tenía en frente y tomé del brazo a uno de los matones, pese a todo el miedo que sentía, pero no iba a dejar que le hicieran lo que le hicieron a Alex. Claramente no lo moví ningún centímetro, pero me hice notar y él rápidamente me empujó consiguiendo que me cayera de sopetón al suelo, pero no fue suficiente porque me paré rápidamente y corrí rápidamente hacia ellos, me lancé con todas mis fuerzas hacia Jared y lo abracé de su cintura para que no se lo llevaran.

—Jared, vámonos, vámonos de aquí —le pedía mientras no lo soltaba.

—Vete, vete de aquí —me decía rápidamente.

No lo solté, sólo me aferré a él como si mi vida dependiera de ello. Él forcejó con los matones, pero ninguno cedió. También uno de ellos comenzó a jalarme de la cintura para quitarme del cuerpo de Jared, pero sólo me aferré más a él con fuerza desmedida, tanto que no dudaba en que estaba rasguñando todo su cuerpo, pero si iban a hacer algo, que fuera a los dos. No iba a salir de ahí sin Jared.

Y así fue, me arrastraron del cabello por el burdel junto a Jared al lado y nos metieron a una sala completamente oscura, apenas podía verlo a él.

—Camile, quédate tranquila —oí la voz de Jared cuando no podía dejar de llorar histérica.

Sentía todo mi cuerpo temblar con fuerza y un dolor horrible en el tórax.

Uno de los tipos se acercó a Jared y lo golpeó tan fuerte que logró que Jared se golpeara con la pared de atrás y luego se cayera al suelo completamente desvalido.

—¡Jared! —grité, iba a acercarme a él, pero uno de ellos me tomó de la cintura y me empujó con fuerza hasta el otro extremo consiguiendo que me estampara contra la pared de concreto. Me quejé adolorida y cuando pensé que iba a ponerse peor, la puerta se abrió dejándome ver a dos miembros de la administración del lugar.

—Ya deténganse —comentó la mujer.

Los hombres de inmediato la obedecieron y caminaron hasta salir de la habitación. Observé a Jared que se encontraba ensangrentado con su propia sangre y la de Gareth, hice contacto visual con él y él me observó fijamente.

—Haz mierda todo ¿oíste? —soltó y yo me quedé quieta en donde estaba —Destruye a toda mi maldita familia si es necesario.

***


No olviden dejar sus estrellitas y comentarios 

¡Nos vemos en el próximo capítulo!

BESOPOS

XOXOXO

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