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Capítulo 29


Luego de unos minutos llegó Nate junto a Samantha, sí, mi Samantha. Ella no pareció sorprendida de verme, incluso me abrazó y besó mi mejilla como siempre, luego me movió del brazo hasta que quedamos completamente a solas.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté sólo para que ella me oyera.

—Te dejé cientos de mensajes, pero tú no lees nada —gritó en un susurro molesto.

—Explícame rápido.

—Alex.

—¿Qué tiene que ver Alex?

—No sabíamos si ibas a venir hoy y debíamos mantener vigilada a tu sabes quién.

—¿Y escogiste a Nate?

—Sólo bastaron un par de conversaciones para que cediera ¿de acuerdo? —resopló.

—Al menos es atractivo —comenté y ella rio.

—Si —se encogió de hombros.

Ambas cortamos la conversación cuando Emma nos invitó a la mesa. Tara estaba mirándome más de la cuenta, pero intenté ignorarla lo que más pude, pues sabía que Tara sospechaba que yo sabía toda la verdad acerca de ella, pero no iba a ir a sacárselo en la cara justo ahora y ella sabía eso, pero seguía observándome amenazante.

Me senté a la derecha de Stefan y a la izquierda de Samantha. Jared se encontraba frente a mí junto a Emma. Él me observaba como si quisiera decirme algo, pero claramente no podíamos decir nada allí. Había dos meseros que nos sirvieron una entrada que parecía ser ceviche, comí un poco porque no tenía demasiada hambre.

Emma se veía feliz, radiante y animada. Conversaba con Stefan acerca de la universidad y de los nuevos proyectos que tenía con una marca de modas "súper genial". Tara también se veía feliz, hablaba con Nate y Samantha. Me sentía un poco sola en medio de todos, pero me percaté de que Jared tampoco estaba hablando demasiado.

—Así que Nate y Samantha —comentó Emma mirándolos a ambos intercaladamente.

—Sólo somos amigos —aclaró Nate con tranquilidad.

—Me encanta tu vestido, Samantha —continuó Emma con una sonrisa amigable.

Por supuesto que le encantaba, si Samantha siempre parecía una muñequita de porcelana, ordenada y sonriente. Además, era bellísima y encajaba perfectamente con la alta alcurnia, sin embargo, muy en el fondo ambas sabíamos que ninguna de las dos quería estar ahí.

—Gracias —contestó mi amiga con cierto recelo en la mirada.

Emma no le agradaba a Sam y se le notaba hasta en las pestañas.

El plato de fondo no tardó en llegar cuando todos terminamos nuestra entrada. Mientras servían la carne con papas que parecía haber salido del restaurant más caro del país, noté que Jared estaba hablando en plan susurros con Emma. Él completamente serio y ella, por un momento bajó la guardia y se molestó, pero luego regresó a su sonrisa.

Los meseros llenaron nuestras copas con vino y, antes de que pudiéramos comenzar a comer, Emma habló:

—Antes de que comencemos con el plato de fondo me gustaría brindar —dijo con cierta emoción en sus ojos. Todos la observamos en silencio —Quiero brindar por Jared y por mí —comentó alegría —Hace un año, en Florida, Jared me pidió comprometerme con él. Y por supuesto que acepté. Habíamos pospuesto todo esto por diferentes proyectos, pero ahora quiero contarles que ¡Nos vamos a casar! —chilló y yo sentí una profunda punzada en el pecho —De verdad gracias por...

Zumbido.

Lo único que pude oír era como mis tímpanos vibraban, todo pareció desvanecerse a mi alrededor. No pude fingir mi reacción, no pude sonreír ni menos alzar la copa para brindar. Me quedé completamente petrificada en la silla sintiendo como todo mi cuerpo se rompía a pedazos.

El nudo de mi garganta se hizo tan grande que fui incapaz de tragármelo.

Mis ojos se desbordaron en lágrimas y alcé la vista para observarlo.

Él estaba mirándome fijamente, con culpa y nostalgia.

¿Por qué demonios había venido?

Alguien tocó mi hombro, era Samantha que me pedía que reaccionara y alzara la copa para brindar. Todo mi cuerpo estaba temblando, así que sólo alcé la copa como si un terremoto hubiese entrado a mi cuerpo y la choqué con la de los demás.

—¡Felicitaciones querida cuñada! —le gritó Tara con alegría.

Toda su alegría y emoción parecían sobreactuados, tanto que me estaba doliendo hasta el cabello. Quería largarme de ahí, quería correr y encerrarme.

¿Por qué él había escogido una cosa así?

Yo misma había rechazado el compromiso con Stefan por él y él no estaba haciendo lo mismo por mí.

¿Por qué se estaba sintiendo tan mal?

No sabía qué expresión tenía en la cara, pero Jared no dejaba de mirarme con preocupación.

No pude evitarlo, moví la silla hacia atrás y me puse de pie. Todos me observaron con confusión y yo sonreí falsamente.

—Voy al baño —informé con la voz temblorosa.

—Claro, por el pasillo a la derecha —me sonrió Tara con satisfacción el rostro.

Casi corrí de la terraza, abrí la puerta para adentrarme en el pasillo y cuando comencé a caminar por aquél lugar, las lágrimas brotaron de mis ojos y me largué a llorar hasta que encontré el baño. Abrí la puerta, cerré con fuerza y con pestillo.

Empuñé mis manos con fuerza. Estaba molesta. Estaba destrozada.

Tuve que sentarme en el retrete para no caerme de sopetón a la cerámica por mis piernas temblorosas. Comencé a llorar como si me hubiesen arrancado el corazón, pero es que así se estaba sintiendo.

¿Por qué me estaba haciendo una cosa como esa?

¿Stefan sabía lo que pasaría?

Golpeé la bañera de cerámica con rabia.

Las lágrimas no dejaban de caer por mis mejillas. Lo peor era que sabía que esto ocurriría, sabía que Jared y yo nos romperíamos el corazón, que cualquiera de los dos iba a salir dañado de esto, pero no pensaba que iba a sentirse de esta manera. No pensaba que iba a sentir que estaban estrujando mi corazón como si no valiese nada. No podía creer que fuera cierto lo que había dicho Emma.

¿Acaso se había olvidado del teatro? ¿De su camioneta y de las cafeterías a las que fuimos?

¿Se había olvidado como me había dormido encima de él como si fuese lo único que tenía?

No podía soportarlo, no podía con tanto. Quería gritar, quería golpearlo y quería insultarlo. Quería preguntarle por qué demonios no fue más honesto conmigo para decirme que, en realidad, siempre prefirió a Emma. Quería preguntarle si estaba sintiéndose igual que yo, destrozado y como si le hubiesen quitado un sueño.

Quería irme de ese lugar y llorar tranquila en mi habitación, pero tampoco podía, pues Stefan estaría ahí. Quería ser más fuerte e inexpresiva con estas cosas, pero no lo era, no era fuerte, más bien era frágil e ingenua como me lo decía Leah. Era fácil de engañar, era comprensiva y honesta. No podía fingir que no estaba doliéndome.

Todo me llevaba a una conclusión.

Me había enamorado de Jared Brackley.

Me había enamorado como nunca antes lo había hecho y estaba destrozándome por completa en este minuto. Nunca había sentido tanto dolor en mi tórax, nunca había sentido ese vacío en el estómago y nunca, en mi vida, había tenido tantas ganas de gritarle a una persona que era lo peor que me pudo pasar en toda la vida. Tal vez sólo necesitaba escucharlo, pero ¿cómo lo hacía ahora cuando estaba completamente en pedazos?

Odiaba el hecho de que Tara y Emma estuviesen riendo emocionadas ahí afuera, quizá sabiendo cuánto me estaba doliendo a mí una cosa como esa porque su alegría no podía ser tan sobreactuada. No me invitaron porque era su amiga, claro que no, sólo me habían invitado para comportarse como unas hijas de puta conmigo, pero yo no podía darles en el gusto.

Me puse de pie aun en pedazos. Me miré en el espejo y vi mi maquillaje corrido, mis ojos hinchados y mis mejillas coloradas. Respiré profundo intentando no quebrarme una vez más frente al espejo y busqué entre el tocador que había ahí algo que me ayudara con el maquillaje, hasta que encontré un desmaquillador, lo utilice hasta que me vi un poco más decente, me lavé la cara con agua helada hasta que se me deshincharon un poco los ojos. Busqué entre mis cosas mi encrespador, mi mascara de pestañas e hice lo mejor que pude con mi rostro.

Respiré profundo.

—Vamos Camile —susurré mirándome en el espejo —Nadie se ha muerto de amor todavía.

Cuando abrí la puerta del baño para caminar por el pasillo, me percaté de que afuera se encontraba Emma. Apenas me vio me sonrió, quise ignorarla y pasar de ella, pero me tomó del brazo con fuerza y me enfrentó.

—¿Estás sufriendo, Camile? —comentó con sarcasmo y yo sentí como mi corazón comenzó a latir con fuerza. Si seguía así de cerca de mí y provocándome iba a pagar toda mi frustración con ella —Lo lamento muchísimo —fingió decepción.

—¿De qué hablas? —pregunté con falsa confusión.

—¿Crees que soy estúpida?

Si.

—¿Creíste que podrías llegar de otro lugar y en un par de semanas quedarte con Jared? —continuó con el ceño fruncido —¿De verdad creíste que Jared se quedaría con una chica como tú? —me observó de pies a cabeza —Por favor mírate, Camile. Eres todavía una niña inmadura, además ordinaria y sin dinero ¿qué esperabas darle a Jared? Si no tienes nada.

Quería decirle muchísimas cosas. Quería gritarle que sí, que era estúpida por estarse comprometiéndose con un hombre que no la quería, que no la amaba lo suficiente y que la había engañado conmigo. Quería decirle que, en realidad, yo valía mucho más de lo que ella decía. Que si, que era menor que Jared, pero al menos lo había hecho sentir cómodo y tranquilo. Pero eso significaría muchísimas cosas más y no quería lidiar con más problemas, menos en un territorio que no me pertenecía. Y debía ser inteligente, no dejarme llevar completamente por el dolor que estaba sintiendo.

—No tiraré tres años a la basura por una chica como tú.

Asentí lentamente.

—Es la mejor decisión que puedes tomar —contesté.

Continué caminando por el pasillo, saqué el móvil de mi bolso y sin ver ningún otro chat, le escribí a Harriet:

Camile: No sé cómo, pero sácame de este lugar

Rápidamente Harriet se puso en línea y comenzó a teclear.

Harriet: Te llamo en dos minutos, procura estar cerca de alguien

Entré a la terraza y evité mirar a Jared a los ojos, pues si lo veía iba a largarme a llorar nuevamente y yo no quería algo como eso. Me senté al costado de Stefan y no comí absolutamente nada de lo que había en mi plato.

—¿Todo bien? —me preguntó Stefan.

—Si —contesté.

De pronto sentí que Harriet estaba tardándose muchísimo en llamarme, pues Stefan le preguntó directamente a Jared:

—¿Estás feliz con tu compromiso, Jared? —se lo preguntó normalmente, al menos yo no pude notar una segunda intención. Sin embargo, el rostro de Jared estaba completamente serio.

—Así es —contestó él y nuevamente sentí el dolor en mi tórax.

—¿Cuándo piensan hacer la boda? —continuó Stefan.

Fingí estar mirando mi móvil cuando él respondió:

—En un mes.

—Genial, de seguro serán muy felices juntos.

Jared no contestó, entonces alcé mi vista y choqué con la de él.

—Camile, estás pálida —oí la voz de Sam a mi lado. Toqué mi rostro por inercia.

—Come algo, Camile —indicó Stefan.

—No tengo hambre —contesté.

—Pero ¿te sientes bien?

Fue ahí cuando encontré el modo de largarme y, cuando mi móvil comenzó a sonar con una llamada de Harriet, le colgué rápidamente.

—No —le dije a Stefan y él se quedó mirándome —, no me siento bien.

De verdad no me sentía bien. Además de estar completamente destrozada por la noticia que había dado Emma, sentía que todas mis defensas habían disminuido y sólo tenía ganas de acostarme y cubrirme con la sabana hasta la cabeza.

—Creo que es mejor que vayan a casa —opinó Samantha cuando me vio de esa manera. La miré a los ojos y entendí que luego de mi reacción repentina, debía darle una explicación, ella, indirectamente, me estaba enviando a casa porque sabía que no quería estar más en ese lugar.

—¿Quieres irte? —me preguntó Stefan.

Asentí levemente.

—De acuerdo, deja que me beba la copa y nos vamos ¿sí?

Quería golpearlo y largarme sola de ahí ¿es que acaso no entendía que si me quedaba unos minutos más ahí iba a quebrarme nuevamente? Sobre todo, porque Jared seguía frente a mí.

—De acuerdo, iré a tomar un poco de aire al balcón —informé y me puse de pie temblorosa.

Todos comenzaron a ponerse de pie antes del postre, miré hacia la calle e intenté que mis ojos no se cristalizaran una vez más.

—Camile —oí su voz a mi costado.

Todo mi cuerpo de puso rígido, el nudo de mi garganta regresó y me sentí sumamente frágil.

—Vete de aquí, Jared.

—Déjame explicarte...

—Por favor vete —le pedí, esta vez lo miré a los ojos y él se dio cuenta de que estaba al borde de las lágrimas —. Estoy siendo fuerte ¿de acuerdo? Pero no estás ayudándome.

Mi voz se quebró y tuve que voltear hacia la calle, rápidamente sequé unas lágrimas que me habían traicionado. Él respiró hondo y se marchó. Lo vi atravesar toda la terraza con molestia en sus pasos, abrió la puerta para irse y la cerró con más fuerza de la indicada.

Cuando finalmente nos marchamos de aquel departamento, le dije a Stefan que iba a ir a ver a Harriet que se sentía mal y estaba sola, él aceptó de inmediato y el taxi se desvió dejándome afuera de la casa de Harriet. Era una casa pequeña, pues vivía sola hace algunos meses. La llamé por teléfono hasta que contestó, me despedí de Stefan con la mano y el taxi continuó su camino.

Apenas crucé la puerta de entrada de mi amiga, las lágrimas me recorrieron el rostro y me largué a llorar como si mi vida dependiera de ello.

No pude explicarle a Harriet lo que había sucedido, sólo necesitaba desahogarme, gritar y golpear cosas. Me sentía utilizada, pues le había entregado todo a Jared, incluso lo que no tenía. Me había entregado completamente a él, había sido sincera con él, incluso más de lo que imaginé. Y con todo ese dolor que estaba sintiendo me quedaba muy claro que lo hubiese escogido por sobre todas las cosas, incluso por sobre Stefan.

Harriet se quedó estupefacta al verme llorando, lo único que pudo hacer fue abrazarme con fuerza para contenerme, luego me llevó hasta el sofá y me facilitó un vaso con agua.

—Camile... —acarició mi brazo —¿qué ocurrió?

El rostro de Harriet indicaba todo. Mi amiga estaba acostumbrada a verme reír, saltar, bailar y cantar a solas en el camarín. Estaba acostumbrada a verme brillar, reírme con fuerza y también bromear todo el día. Conocía a esa Camile soñadora, entusiasta y chillona, pero no a esta. Y es que yo tampoco conocía demasiado esta parte de mí.

Me encontraba destruida y ella estaba confundida sin saber cómo consolarme.

—Jared... —intenté explicar, me sorbí la nariz —Jared se va a casar con Emma.

Harriet pestañeó perpleja, como si no hubiese entendido lo que le dije, luego lo asimiló e intentó mantener la compostura.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó bajando la voz.

—En la cena que fui, Emma lo anunció muy campante —lloriqueé —Intenté no quebrarme, créeme, pero tuve que correr al baño porque no aguanté mis propias lágrimas —le conté y ella me observó con tristeza —Luego viene Emma y me dice que lo sabe todo, que Jared nunca escogería a una chica ordinaria como yo y un sinfín de cosas más —continué —Soy una tonta, realmente soy una idiota ¿cómo pude confiar en él?

Harriet se puso de pie exasperada. Ya veía venir a esa mujer, pues ella no era de aquellas amigas que te abrazaba hasta que te calmaras, era explosiva y directa, tajante y cruda.

—¡Sabía que esa hija de puta tramaba algo! —gritó con fuerza —¡Sólo te ha invitado para ser cruel contigo frente a todos!

—Pues lo logró.

—Te aseguro que Jared no quiere esto, Camile.

—¿Entonces por qué aceptó una cosa como esa?

—No lo sé, tal vez deberían...

—¡No! No pienso hablar con él para que se ría de mi nuevamente —solté y ella frunció el ceño —Me entregue toda, Harriet. Tuvimos sexo, dormimos juntos, escuché todos los sueños que tenía, sus miedos, secretos ¿y se compromete con Emma? ¡Rechacé a Stefan por él! ¡Tiré cinco años de relación a la basura por él, Harriet!

—Te prepararé un té ¿de acuerdo? —bajó los decibeles de su voz, suponía que me hablaba así de calmada porque yo me encontraba sumamente alterada y quebrada a la mitad. Asentí silenciosa y me quedé sentada en el sofá.

Intenté relajarme y respirar, pero no podía evitar pensar en cómo, solitariamente, había pensado en dejar todo para estar con Jared. No pude evitar pensar en todas las veces que mentí para estar con él y en todas las veces que hubiese vuelto a mentir para verlo.

Harriet llegó a mi lado con una infusión que no pregunté de qué era, se sentó a mi lado y apoyó su espalda en el respaldo del sofá. A pesar de que me encontraba completamente destruida, el té que me había preparado Harriet me llenó de calidez e imaginé que probablemente un té así me lo haría Leah.

Pasé la noche con mi amiga, ella me quitó el móvil y no me lo entregó hasta la mañana siguiente.

Al otro día ella se encargó de irme a dejar a mi edificio antes del trabajo, me dijo que me cubriría en la cafetería y que sólo intentara descansar y no pensar demasiado en lo que había ocurrido.

El departamento estaba silencioso, de seguro Stefan ya se había ido a trabajar. Me metí a la ducha y prácticamente me bañé con agua hirviendo para relajarme, luego me puse pijama y me tendí en el sofá con un capuchino para ver un capítulo de alguna serie.

Antes de que pudiese hacer cualquier cosa, tomé mi móvil por inercia, miré los mensajes y ahí se extendían unos cuantos. Comencé abriendo el de Stefan.

Stefan: Llegaré más tarde de lo habitual porque me toca ordenar las cajas

Stefan: Dime si te sientes bien

Dudé unos segundos, pero finalmente contesté:

Camile: Me tomé el día, pero estoy bien

Me salí de su chat y me percaté de que tenía mensajes de Alex, Samantha y Jared. No sabía en qué orden abrirlos, pero mi impaciencia no me dejó para mucho y enseguida abrí el chat de Jared.

Jared: Necesitamos hablar, Camile

Ese mensaje lo había enviado por la noche muy tarde

Jared: Por favor déjame explicarte

Ese otro era casi de la madrugada.

Y el que venía a continuación era de hace unos minutos:

Jared: Perdóname, por favor

Se me apretó el pecho, pero no le contesté. Sentí mis ojos humedecerse, me salí de su chat y rápidamente me metí al de mis amigos para evitar largarme a llorar en medio de la sala.

Alex: Díganme que averiguaron algo

Sam: Nada

Sam: Fue una cena completamente normal, con algunos anuncios de boda

Sam: Nada nuevo

Alex: ¿Y Camile?

Sam: Se fue temprano porque se sentía mal

Alex: Camile, veo que ves los mensajes

Camile: Aquí estoy

Alex: ¿Todo bien?

Camile: Si. Todo bien, no averiguamos nada, al menos yo no

Alex: Yo bloqueé todos mis números de teléfono y reforcé la seguridad del departamento

Sam: ¿Crees que es para tanto?

Camile: Claro que lo es, Tara está completamente loca

De pronto, el timbre del departamento sonó y por inercia bloqueé el móvil y lo dejé en el sofá. Me puse de pie y caminé hacia la puerta, sin ver quien era abrí la puerta y todo mi cuerpo se tensó cuando lo vi: Jared.

Mis ojos hicieron contacto con sus ojos azules, todo se revolvió en mi estómago, no solté la puerta y la empujé hacia él para cerrarla, pero él la detuvo con su mano.

—Por favor, serán sólo unos minutos —comentó.

Solté lentamente la puerta, me hice a un lado y él entró con cierta desconfianza, miró a su alrededor y luego se giró hacia mí. Cerré la puerta e intenté mantenerme fuerte, sin quebrarme, sin llorar.

Él se mantuvo mirando hacia el balcón, luego se pasó una mano por la cara con frustración y finalmente me miró a los ojos. Intenté mantener mi rigidez en todo momento, intenté mantener mis ojos puestos en los de él, pero no pude hacerlo más luego de unos segundos.

—Entenderé si me odias —comentó con inseguridad en sus palabras —, pero no tuve otra opción.

Tragué duro al oír eso, me mantuve en silencio y sentí mis ojos llenarse de lágrimas.

—De acuerdo —solté con un hilo de voz. Mi mano derecha estaba apretando la izquierda justo por encima de mi abdomen, intentando sostenerme.

—Todo lo que te dije e hice contigo fue de verdad.

Mi corazón estaba latiendo con más fuerza de la necesaria.

—Mírame —me pidió. Noté que se acercó más a mí acortando todo espacio que había entre nosotros —Mírame Camile, por favor —repitió.

Alcé mi vista, tenía los ojos llenos de lágrimas y sentía que en cualquier momento iba a ahogarme con el nudo de mi garganta. Cerré mis ojos con fuerza y las lágrimas recorrieron mis mejillas sin mayor dificultad.

—¿Es todo? —pregunté aun temblorosa.

—Dime algo, Camile —continuó con sus ojos puestos en los míos. Estaba triste, sí, pero no era frágil como yo —Dime que me odias, insúltame, no lo sé, pero no te quedes con nada guardado —pidió.

—¿Por qué estás haciéndome esto? —pregunté, las lágrimas me recorrieron las mejillas y tuve que secármelas. Él se quedó mirándome adolorido y culposo, suspiró con fuerza.

—Tenías razón, todo me explotó en la cara —confesó —Y tuve que tomar una decisión rápida y presionada.

Me reí con ironía.

—Cuando Stefan me preguntó frente a todos que, si quería comprometerme con él, también me sentí presionada, pero adivina, no me comprometí con él.

—Lo sé —bajó la mirada.

—Me enamoré de ti, Jared —solté y él se quedó mirándome con sus ojos abiertos de par en par, como si hubiese recibido un gran balde de agua fría en la cabeza —, pero sé que tú no lo hiciste. Intenté arreglarme, intenté armarme de valor para decir la verdad, intenté reflexionar y pensar qué es lo que me haría feliz, pero ¿sabes? Todo se ha ido a la mierda porque decidiste escoger a Emma.

—Camile...

—La escogiste por sobre todas las cosas —continué con molestia y dolor —, y ahora me doy cuenta de que yo hubiese dejado todo por ti. Hubiese dejado a Stefan, le hubiese dicho toda la verdad, pero...

—¿Por qué no lo hiciste antes? —me preguntó en un tono bajo.

—Porque necesitaba sólo un poco más de tiempo —sentí nuevamente el dolor de mi garganta —, sólo necesitaba aclararme y poder enfrentarlo, pero no pensé que esto era una carrera contra el tiempo, Jared.

—No lo era, Camile.

—¿Entonces qué demonios ocurrió? Explícame porque ya no estoy soportando esto.

—Emma está embarazada —soltó y yo casi me quedé sin respiración. Retrocedí unos pasos y sentí como la garganta se me secó —Me lo ha dicho hace un par de días y he estado intentando tomar el camino correcto, ella me pidió que volviéramos a la idea del compromiso y...

—Aceptaste.

—¿Qué más podía hacer? —noté cómo sus ojos azules eléctricos se nublaron con una capa de lágrimas que él no dejó escapar, lo vi respirar profundo y luego caminó por alrededor del departamento.

—No la amas.

—Claro que no la amo —se detuvo en seco mirándome —¿Acaso no te das cuenta de que estoy malditamente enamorado de ti?

—¿Entonces por qué no escogiste? —mi voz se quebró.

—¡Lo hice! —alzó su voz —Ese día salí de casa para buscarte y Emma me dio un ultimátum, pensé que al regresar no estaría, pero estaba ahí, esperándome, perdonándome.

Intenté mantener la calma frente a él, me removí inquieta por el departamento y luego lo observé a los ojos.

—¿Entiendes que desde ahora no somos nada?

—¿Qué dices, Camile? —mantuvo su mirada en la mía.

—Si decidiste casarte con ella, quiero que te vayas de mi vida —le dije con dolor en mis palabras —, quiero fingir que no exististe, que nunca te conocí y que no pasó nada entre nosotros. Quiero que te vayas, de verdad quiero eso.

—Claro que no quieres eso —se acercó a mí y apoyó una de sus manos en mi brazo —y yo tampoco lo quiero.

—No seré tu amiga, no seré tu confidente ni menos la chica que te acompaña al teatro para ver como tocas el piano. No seré la chica que te escucha cantar por las noches ni la que duerme sobre ti en tu camioneta, no seré ella, Jared.

Él tragó duro, lentamente me soltó y miró hacia abajo.

—Nunca quise que esto terminara así.

—Esto nunca comenzó —concluí.

Él alzó su vista y la mantuvo en la mía.

—Te prometí que intentaría arreglarte —lo oí y recordé cuando estábamos tendidos en el piso del teatro completamente desnudos —Y yo no rompo mis promesas.

—Ya vete, Jared —le pedí.

Pensé que se voltearía y se largaría de mi departamento, así que me volteé y caminé hacia el sofá dándole la espalda, no quería enfrentarlo una vez más, pues ahora me encontraba completamente quebrada mirando el televisor en silencio.

Oí sus pasos, pero cuando pensé que escucharía la puerta, sentí sus brazos rodearme por completa. Su pecho chocó con mi espalda y enterró su rostro en el hueco de mi cuello. Me largué a llorar frente a él, a pesar de que contuve mi llanto con todas mis fuerzas, intenté quitármelo de encima con rabia, pero él me volteó hacia él y me abrazó con aun más fuerza. Lo golpeé y lo empujé, pero él seguía abrazándome con fuerza, hasta que lentamente fui calmándome y terminé abrazándolo, enterrándome en su pecho, llenándome de su perfume.

—Eres un idiota, de verdad eres imbécil —le decía mientras no podía parar de llorar y seguía abrazándolo con fuerza —Créeme que hubiese dejado todo por ti, pero no me dejaste hacerlo, estoy odiándote, Jared. Te estoy odiando muchísimo. No era necesario que me hirieras de este modo ¿acaso no lo sabías? ¿Acaso no te diste cuenta de lo frágil que era? ¡Todo el mundo se da cuenta! Todos saben lo frágil e ingenua que soy ¿por qué decidiste aprovecharte de eso?

Él seguía abrazándome sin moverse, hasta que se separó de mi cuerpo y me observó con lágrimas en los ojos, me tomó el rostro con ambas manos y me besó con fuerza. Intenté quitarlo, pero claramente no lo hice con la fuerza necesaria, pues no podía no querer a Jared Brackley.

Apenas se separó de mí, tomé una gran cantidad de aire y me quité las lágrimas del rostro. Él se mantuvo mirándome a los ojos, apoyó su frente en la mía y acarició mis hombros.

—Yo si seguiré siendo el chico que quiere escuchar tus anécdotas y tus sueños, quiero seguir siendo tu cómplice y tu confidente. Quiero acompañarte por todas las cafeterías de la ciudad y seguir viéndote usar todos los vestidos que se te den la puta gana usar. Seguiré siendo el tipo que ironiza todo y que te abraza cuando algo ha salido mal —decía mientras mantenía su frente en la mía y miraba hacia abajo —No sé qué voy a hacer, pero lo arreglaré todo.

Me separé de él para mirarlo a los ojos y sólo guardé silencio. Él besó mi frente, luego se volteó y caminó hacia la puerta. No se giró hacia mí por última vez, sólo giró la manilla y se marchó de mi departamento.

Me abracé a mí misma y no pude evitar comenzar a llorar una vez más.

No tenía nada clarotodavía, pero de algo estaba segura: debía decirle toda la verdad a Stefan.

***

Ahora si que me retiro, pero muy rápidamente

No me odien XD

¡No olviden dejar sus estrellitas y comentarios! Tal vez mientras más comentarios, más rápido subo capítulos jijijij

BESOPOS

XOXOXO

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