Capítulo 28
Desvié mi mirada a su barbilla, luego lo miré a los ojos, pero los tenía cerrados. Se veía relajado, tranquilo y cómodo. Seguía abrazándome como si estuviese sosteniéndome.
Sabía muy bien lo que acababa de pasar, pero no era capaz de asumir que cuando regresara a casa todo iba a cambiar definitivamente. Stefan no se tragaría una vez más una de mis mentiras ni yo sería capaz de mentirle una vez más, era muy probable que ni siquiera le diera una excusa y sólo ignorara el hecho de que pasé la noche afuera.
Oí que Jared comenzó a respirar profundo y su cabeza se apoyó en la mía, probablemente ya se había dormido. Con él a mi lado, no sentí la necesidad de levantar mi móvil para verificar si Stefan había escrito, no sentí la necesidad de pensar en otra cosa. Sólo quería estar acurrucada así para siempre, sin ninguna preocupación y sintiéndome, por primera vez, en las nubes.
Sin embargo, no pude evitar pensar en lo que me había dicho Alex y en lo que ambos habíamos escuchado. No podía evitar pensar que, tal vez, toda la familia Brackley estaba involucrada en algo macabro como trata de blanca y drogas. Había oído la voz gélida y dura de Tara Brackley hablándole a mi amigo, pero no podía imaginar a Jared en esa posición. No podía imaginarlo obligando a las chicas a venderse ni menos pasando drogas de un lado a otro. Él no parecía ser ese tipo de chico. Jared sólo parecía ser un adulto joven concentrado en vivir la vida que se le diera la gana, un tipo que quería tocar el piano, inventar canciones en la guitarra, escribir por las noches y trabajar con números. Parecía ser un chico completamente normal, con sueños, caídas y frustraciones. No parecía estar involucrado en una cosa como esa.
Finalmente, me quedé profundamente dormida encima del cuerpo de Jared.
Desperté con la mitad de mi cuerpo con hormigueos, pues no me había movido en toda la noche y Jared estaba abrazándome como si su vida dependiera de ello. Todo parecía haber sido un sueño, pero claramente no lo era. Seguíamos en medio de la nada, pero esta vez la luz del día estaba metiéndose por las ventanas. Me levanté lentamente y me quedé sentada en las piernas de Jared, miré a mi alrededor y me vi a mi misma en una camioneta ajena, en medio de la nada, muchísimos árboles y en completo silencio.
Parecía un buen panorama.
Miré a Jared, cruzó sus brazos por encima de su torso y arrugó el entrecejo sin abrir los ojos. Me acerqué a él, besé su mejilla y lo vi esbozar una sonrisa.
—Buenos días —le dije.
—Creo que me he quedado sin trasero —comentó y yo reí.
Él se estiró conmigo encima y luego abrió sus ojos, tomó mi rostro con ambas manos y me atrajo a él con fuerza, me plantó un beso dejándome completamente en petrificada.
—Así se dan los buenos días —comentó sonriente.
Me pasé para el asiento del conductor, él acomodó su asiento y miró hacia afuera.
—Podríamos vivir aquí ¿no? —expresó mientras miraba el paisaje a su alrededor.
—Claro, dentro de una camioneta chocada.
Él rio.
—Al menos no chocaste con otro auto.
—Eso sólo fue porque aquí no hay absolutamente nada, sólo árboles y césped.
Él me dio la razón asintiendo, luego se inclinó un poco, recogió algo del suelo del auto y me lo enseñó: era mi panti completamente rota.
—Lo lamento —sonrió con inocencia. Inocencia que Jared Brackley no poseía en absoluto.
—De todas maneras, lo merecía.
—En teoría si —me observó a los ojos —rompes mi camioneta y yo tu panti, todo bien ¿no? Sin rencor.
Entrecerré mis ojos y él se encogió de hombros, luego abrió la puerta de la camioneta y se bajó. Lo vi estirar todo su cuerpo cuando estuvo afuera de la camioneta y luego caminó hasta el capot, lo inspeccionó una vez más y me pidió que lo abriera, así lo hice y rápidamente me bajé.
Jared comenzó a revisar si algo había salido mal, revisó el aceite, el agua, unas cosas que no entendí y luego me observó.
—De acuerdo, al menos tiene arreglo —habló.
—Igual está vieja ¿no? —bromeé y él se quedó mirándome tal cual lo haría el meme de Mike Wazowski. No pude evitar reír.
—Sí, sólo es del año pasado y la compré con mis ahorros —se encogió de hombros con una nota sarcástica.
—Regresemos a casa ¿sí?
—Esta vez yo conduzco —se adelantó para pasarme y al pasar, me golpeó con la palma de su mano el trasero, no pude evitar sobresaltarme, él me guiñó un ojo y continuó con su camino como si nada.
¡¿Por qué demonios era tan atractivo?!
Me subí de copiloto, abroché mi cinturón de seguridad y él hizo lo mismo, con cuidado sacó la camioneta de donde la había aparcado y regresó por la misma calle.
Encendí la radio, sintonicé una de canciones que me gustaban y le subí el volumen. Comencé a cantar mientras el viento de la carretera completamente vacía chocaba con mi rostro, él sólo sonreía mirándome de reojo y conducía completamente relajado, como si no tuviéramos ninguna prisa en llegar.
Pasó un rato y recordé lo que Jared me había dicho mientras estaba ebrio, que su madre engañaba a su padre. No sabía si debía preguntárselo, pero ya comenzaba a ser incómoda la música entre nosotros y él estaba silencioso y por momentos un poco pensativo y serio. Le bajé el volumen a la música y él de inmediato me observó, no sabía cómo preguntarle, pero aun así me atreví:
—¿Recuerdas lo que me dijiste anoche?
—Te dije muchas cosas —contestó.
—Omitamos la parte en donde te corres y dices mi nombre ¿está bien?
Él soltó una carcajada y asintió.
—¿Entonces qué?
—Dijiste que tu madre engañaba a tu padre, que habías visto sus mensajes... —comencé. Noté cómo se le tensó la mandíbula y sentí que la había jodido —, pero si no quieres hablar de eso está bien —continué —, sólo quiero saber cómo estás.
Él tardó un poco en hablar. Se relamió los labios como si se le hubiese secado hasta la garganta.
—Estoy bien.
—Puedes confiar en mí, Jared.
—Estaba en casa porque me peleé con Emma —me contó —, estaba con mamá contándole un poco lo que había pasado, luego se puso de pie para buscar algo y su móvil comenzó a sonar, ignoré eso, luego la llamaron nuevamente y créeme que también lo ignoré —decía con molestia en sus palabras —, pero los mensajes comenzaron a llegar y no tuve más remedio que acercarme a silenciarlo, esa era mi intención, pero vi que un número privado le decía cosas como "¿Nos veremos esta noche?" "Recuerda llevar ese encaje que me encanta". La verdad, sentí mucho asco.
—¿La enfrentaste?
—No, no fui capaz de hacerlo —contestó como si estuviese muy decepcionado de sí mismo.
Guardé silencio, él también lo hizo durante un rato. Cada vez nos acercábamos más a la ciudad, dobló por un par de calles y luego lo oí:
—¿Debería decirle a papá?
¿Qué podía contestarle? Si ambos estábamos engañando a nuestras respectivas parejas.
—No lo sé —bajé la voz —¿Qué piensas tú?
—Espero tener más información para hacerlo.
—Pues no lo sé, Jared, pero si decides hacerlo y todo se va a la mierda, estaré aquí ¿de acuerdo?
Él me sonrió de medio lado, soltó con una mano el volante y acarició mi rostro.
—Gracias.
Poco a poco nos acercamos al edificio en donde vivía, miré la hora en mi móvil sin ver los mensajes: 9:34AM. Jared me dejó una calle más lejos del edificio y se quedó mirándome por unos segundos.
—Avísame cuando entres ¿sí?
—De seguro ahora me patean muy lejos de aquí —contesté desabrochando mi cinturón.
—Pues si eso llega a pasar, mi camioneta está disponible para dormir.
—No creo que exista un lugar mejor.
—Claro que sí, el teatro —sonrió.
—Podríamos construir ahí ¿no?
—Sacar todos los asientos y hacer una casa ahí frente al escenario, tienes razón —hizo una mueca de aprobación y yo sólo lo observé como una idiota.
—Adiós, Jared.
—Adiós.
Rápidamente me bajé de la camioneta sin darle ningún beso. Ni siquiera en la mejilla. Rápidamente apreté mi móvil entre mis manos y comencé a caminar a paso apresurado hasta el edificio. El aire frío de Londres hizo contacto con mis piernas descubiertas, apresuré el paso y rápidamente me metí en el edificio. Clint McGregor me saludó con simpatía, correspondí su saludo y me subí al ascensor.
Miré mi móvil, tenía mensajes en el grupo de Samantha y Alex, otro de Harriet, pero ninguno de Dylan ni de Stefan. Me bajé del ascensor, caminé rápidamente a la puerta del departamento y apenas abrí choqué con el cuerpo de Stefan quien iba saliendo.
Todo pareció estallarme en la cara cuando lo vi.
Se quedó mirándome de pies a cabeza, luego mantuvo su mirada café en la mía y se relamió los labios.
—¿Cómo pasaste la noche? —me preguntó con una nota irónica.
No sabía qué demonios había dicho Dylan, así que sólo me limité a asentir y decir:
—Todo bien.
—¿Intentas evitarme? Está saliéndote muy bien —comentó.
Atravesé el marco de la puerta y el cerró, pero no salió del departamento, sólo se quedó mirándome.
—No, pero no he olvidado nuestra discusión como tu si lo has hecho.
—La he cagado ¿de acuerdo? —soltó con frustración que se le notó en los ojos —Pero voy a arreglar todo, lo prometo.
—¿Cómo? —sentí el nudo de mi garganta asfixiarme.
Stefan se veía desilusionado, frustrado y sin saber en qué dirección dirigirse. Sus pensamientos negativos se lo estaban comiendo y él no entendía cómo avanzar, lo conocía, nunca había sido bueno con los problemas, pues siempre que discutíamos, todo se arreglaba al otro día, pero ahora no estaba resultándole. Él quería arreglarlo, volver a la normalidad y yo me estaba comportando como una hija de puta al no decirle que, en realidad, ya nada sería igual, aunque se esforzara una vida entera.
—Encontraré la forma, pero lo intentaré —confesó y vi cómo sus ojos se cristalizaron —. Sólo necesito que me des la oportunidad de arreglarlo.
Asentí levemente.
Él se acercó a mí, tanto que temí que sintiera el olor del perfume de Jared impregnado en mi cuerpo, se acercó a mi rostro hasta que sentí su respiración y me besó.
Conocía sus besos, sus labios y su boca. Siempre me había gustado, pero esta vez no se sintió de ninguna forma. Sólo sentí sus labios chocar con los míos y no pude sentir electricidad ni mariposas en el estómago. No sé cómo se sintió él, pero cuando se alejó unos centímetros de mí, se mantuvo serio y se marchó del departamento sin decirme absolutamente nada.
Me quedé de pie por unos minutos hasta que oí una puerta abrirse, me giré y vi a Dylan asomado por la habitación de invitados, caminó por el pasillo hasta que estuvo cerca de mí.
—Desayunemos y me cuentas ¿de acuerdo? —me revolvió el cabello y se metió a la cocina.
Bajé los hombros un poco decepcionada y lo seguí hasta allí. Calenté agua mientras Dylan hacía huevos revueltos y tostaba pan, luego ambos nos sentamos frente a frente para desayunar. Él optó por un café cargado y yo por un té. Nunca tomaba té, pero esta vez necesitaba algo liviano para mi estómago revuelto.
Dylan me observaba como si ya supiese toda la verdad.
Dylan era como Harriet, directo y sin pelos en la lengua. No dudaba en por qué se habían fijado el uno en el otro.
—¿Con quién pasaste la noche?
—¿Es necesario que estés mirándome como lo haría papá? —fruncí el ceño.
—Debería estar mirándote como lo haría mamá, al menos papá es más comprensivo —dijo.
—Es una larga historia —solté el aire de mis pulmones.
—Pues resume.
Rodé los ojos.
Dylan no era el tipo de chico que te diría: "Tenemos todo el día", claro que no, mi hermano no poseía demasiada paciencia, menos con historias y mucho menos cuando se trataba de decir la verdad.
—Pasé la noche con Jared —contesté y él abrió sus ojos de par en par. Se atragantó con el huevo y comenzó a toser —No es hora de morir, Dylan.
Bebió de su café y luego se enfrentó a mí.
—¿Te has vuelto loca?
—Desde que conocí a Jared todo se ha ido un poquito a la mierda en mi vida.
—Lo noto, pues esperaba encontrarme con una Camile saltarina y emocionada por estar en Londres y sólo me he encontrado con una chica que parece haber madurado en dos días... —opinó —y está amargada —agregó con seriedad.
Fruncí el ceño ofendida.
—Conocí a Jared apenas unas semanas luego de llegar, me atropelló en la vía pública.
Él nuevamente se atoró, pero esta vez con el café.
—¿Qué demonios, Camile? —me regañó.
—Fue algo poco, me empujó con el auto y yo me torcí el tobillo, desde ese entonces no he podido sacarlo de mi vida —solté —, es como si algo constantemente nos juntara. Siento que de verdad me gusta, Dylan.
—¿Y por qué no se lo has dicho a Stefan?
—No es tan fácil —reclamé.
—¿Y Jared?
—Ambos estamos en medio de la nada sin saber qué hacer, supongo que no es llegar y destruir todo ¿no?
—Camile, esta mentira no va a durarles toda la vida —comentó con seriedad, más de la que alguna vez pude ver en Dylan —. Vengo recién llegando a la ciudad y en un día noté cómo lo mirabas, cómo hablaban, cómo pareciste desaparecer cuando Stefan te pidió que te comprometieras con él. Todo te va a explotar en la cara más pronto que tarde y deberás tomar una decisión.
—¿Y qué se supone que debo hacer?
—Sentarte, pensar y tomar una decisión, preguntarte si realmente prefieres a Jared o a Stefan. Sé que Stefan es un imbécil, pero no merece que lo tengas pendiendo de un hilo ¿está bien? Y supongo que la novia de Jared tampoco.
—¿Cuándo maduraste? —bromeé y él me golpeó la frente con su cuchara —¡Ay! —chillé, me masajeé la frente mientras él seguía serio —Tienes veinte años, eres joven, puedes decidir.
—¿Y si luego me arrepiento?
—Es el riesgo de tomar decisiones, Camile.
Guardé silencio, lo miré unos segundos y luego desvié mi mirada a mi taza de té.
—¿Crees que no tomé una decisión pensando en Harriet? —preguntó y yo alcé mi vista para encontrarme con la de él —Pude haber dejado de responder sus mensajes, pude haber dejado de contestar sus llamadas e ignorar que existía. Pude haber seguido con mi vida normal en Portland ignorando que ella estaba en algún lugar de Londres, pero ¿sabes? Claro que no lo hice porque estoy enamorado de ella —confesó y yo sólo pude mirarlo en silencio —¿Sabes todo lo que cuesta encontrar a alguien que encaje contigo?
—Pero ¿por qué tuve que encontrarlo así? ¿Por qué tenía que tener un novio hace cinco años y él una novia hace tres? ¿Por qué no simplemente nos encontramos en la tienda y ya, así como si nada? No era necesario que más personas se vieran involucradas.
Él se encogió de hombros pensativo, le dio un sorbo a su tazón de café y luego comentó:
—La vida no es esa que creías, Camile —me sonrió con dulzura, hablándole esta vez a su hermana menor —Hasta Leah te lo decía. No todo es cuentos de hadas, sueños, mariposas, cafés dulces y personas amables. Hay frustraciones, caídas y golpes duros. Y créeme que este no es el único que recibirás, sólo tienes veinte años, joder —rio.
Respiré hondo y luego boté todo el aire de mis pulmones.
—Ojalá pudiese irme contigo a Portland.
—Tienes muchísimas cosas que hacer aquí antes de regresar con nosotros.
Asentí.
—Iré a darme una ducha ¿qué harás hoy?
—Como me voy en unos días, aprovecharé todos estos días de estar con Harriet —contestó y yo sonreí muy expresivamente.
—¡Que bonitos son! Los quiero tanto.
—Ya vete a duchar —me echó de la cocina.
Los días fueron pasando y me dediqué a pasar tiempo con Dylan antes de que regresara a casa. Alex y Samantha no daban señales de que algo malo estuviese ocurriendo, así que mis días se resumían en llegar a casa después del trabajo y estar con Dylan, Stefan y Harriet. En ocasiones, sólo estábamos Stefan y yo.
No había salido hacia ningún lugar ni tampoco había visto a Jared. Entendía que su vida estaba un poco revuelta luego de enterarse de lo de su madre, así que no insistí demasiado. Stefan pareció relajarse cuando estuve en casa, pero por más que intenté volver a cómo éramos, no lo logré. No lograba verlo con los mismos ojos que antes y, en cambio, sólo extrañaba muchísimo a Jared. Sus ojos, sus abrazos y sus besos. Extrañaba sus bromas, sus ironías y todo lo que tuviera que ver con él.
El día en que tuvimos que ir a dejar a Dylan al aeropuerto, me encargué de Harriet, pues estaba hecha un desastre andante.
Abracé por mucho tiempo a Dylan, queriendo irme con él a casa, pero él tenía razón, tenía muchísimas cosas que arreglar en Londres antes de regresar a Portland. Tenía que enderezar mi vida, entender lo que estaba sintiendo, enfrentar a Stefan con mis sentimientos nuevos y también descubrir lo que tramaba Tara Brackley y su turbio negocio.
Él me abrazó con fuerza, me recordó lo valiente y fuerte que era. También lo testaruda y soñadora que siempre había sido. Me pidió enfáticamente que cuidara mi corazón y mis decisiones y que por ningún motivo "hiciera lo correcto" sólo por satisfacer otros corazones que no eran el mío.
El abrazo que Dylan le dio a Stefan no duró más de cinco segundos, se dieron las manos, se despidieron como los "no" buenos amigos que eran y luego Dylan se acercó a Harriet.
Los dejé abrazarse por horas si era necesario. Harriet intentaba no llorar, pero ahí estaba, llorando como si estuviese perdiendo al amor de su vida y él, sonriéndole con tristeza le quitaba las lágrimas del rostro ¿acaso había algo más lindo que eso? Amor de verdad, separados por la distancia. Ay bueno.
Se dijeron cosas que no alcancé a escuchar y luego vimos a Dylan atravesar las puertas de vidrio del aeropuerto. Harriet se aferró a mi brazo como si éste tuviese la suficiente fuerza para sostenerla.
Cuando Dylan desapareció de nuestro campo de visión, tuve que hacerme cargo de mi amiga que parecía que en cualquier momento iba a sentarse en el azulejo del aeropuerto a llorar. El que condujo el automóvil de Harriet fue Stefan, llegamos al edificio y él nos dio tiempo a solas yéndose a su habitación.
—Mira Harriet, no te ha abandonado para siempre ¿no? Deja esas lágrimas para cuando muera alguien ¿sí?
Ella frunció el ceño con molestia y me lanzó un cojín del sofá en la cara.
—Ahora podemos tomar helado y ver películas ¿qué te parece? —me puse de pie animosa, ella se secó las lágrimas y asintió como una niña pequeña.
—¿Podemos ver votos de amor? —me preguntó.
La observé fijamente.
—¿Y ver cómo ella pierde la memoria y luego no lo recuerda y seguir llorando? ¡Olvídalo! Veremos algo como, no sé, son como niños 2.
Ella rodó los ojos.
—De acuerdo —resopló.
Al otro día, Harriet se fue temprano porque le tocaba turno en la mañana en la cafetería. Me estiré por debajo de las sabanas chocando con las piernas de Stefan, rápidamente me hice a un lado y me levanté, él seguía durmiendo o eso creía, pero cuando me puse de pie para ir al baño, lo oí:
—Camile.
—¿Si? —me giré hacia él.
—Emma nos invitó a una cena en su departamento —informó y yo me quedé un poco congelada al oír eso.
A veces, cuando tenía a Emma, Jared y Stefan en la misma habitación, pensaba que todo lo hacían para desenmascararnos y me entraba una ansiedad terrible, pero esta vez intenté no pensar en eso y desviar la conversación.
—¿Por qué? —fruncí el ceño.
—No lo sé, sólo nos invitó a cenar ¿quieres ir?
¿Por qué Stefan, de pronto, quería ir a ese lugar para enfrentarse con Jared cuando hace unos días me decía que me gustaba Jared? ¿Por qué quería seguir enfrentándome a él?
—Pensé que no te agradaba Jared.
—No me agrada muchísimo, pero Emma si —contestó de lo más natural —, me comentó muy ilusionada que quería que fuéramos.
—Emma y yo no nos llevamos bien.
—No quiero ir solo.
¿A caso Stefan quería estar cien por ciento seguro de sus creencias?
¿Quería confirmar en mi propia cara que, en realidad, estaba loca por Jared Brackley?
—De acuerdo —cedí con un poco de inseguridad, algo no pintaba demasiado bien —¿Cuándo?
—Por la noche, sales temprano hoy ¿no?
—Si, a las seis.
—Es a las ocho.
—De acuerdo —asentí lentamente —¿Hay que ir elegantes?
—Como tú quieras, Camile —me sonrió.
Me metí al baño luego de esa extraña conversación, me di una ducha y me marché a la cafetería.
Cuando llegué, Harriet estaba en el camarín lista para marcharse.
—¿Puedes creer que Emma invitó a Stefan a una cena esta noche en su departamento? —le conté mientras me ponía la camiseta del trabajo.
—¿Sólo a Stefan?
—No, supongo que es una cena amistosa, pues también iré.
—Amistosa —repitió con ironía —no te fíes, es una víbora.
—Sólo espero que no nos desenmascaren ahí mismo, frente a todo el mundo.
Harriet esbozó una sonrisa.
—Les harían un favor —comentó y yo golpeé su brazo con el delantal.
—Bueno, me iré —besó mi mejilla —Cualquier cosa me llamas ¿sí?
—De acuerdo —contesté.
El día se me pasó bastante rápido atendiendo las mesas, también miré el móvil para verificar si Jared escribía, pero nada había ahí hace dos días.
Cuando me metí al camarín para quitarme la ropa de trabajo, me senté en uno de los bancos y le escribí a Jared:
Camile: ¿Te encuentras bien?
No me respondió hasta que salí de la cafetería a esperar el autobús.
Jared: Si ¿tú estás bien?
Camile: ¿Por qué siento que te tengo a kilómetros de distancia, Jared?
No sabía en qué estaba pensando cuando escribí eso, intenté borrarlo, pero él fue más rápido al verlo, vi que estaba escribiendo, luego dejó de hacerlo y su hora de conexión apareció indicándome que había dejado el chat sin responderme.
Algo se apretó dentro de mi pecho.
¿Qué estaba ocurriendo?
Al llegar a casa me percaté de que Stefan ya se encontraba buscando ropa para ir a la cena de Emma, así que me metí a la ducha, me maquillé un poco y opté por un vestido de invierno gris un poco más decente y sobrio que todos los vestidos de invierno que tenía en el clóset. Me coloqué mis pantis negros translucidos y me quedé mirando los botines y las zapatillas.
—Botines —oí la voz de Stefan, alcé mi vista y lo vi de pie en el marco de la puerta mirándome con una sonrisa.
Por supuesto que me puse zapatillas.
No conocía el departamento de Jared y Emma, nunca habíamos ido, al menos yo, pero claramente el taxi nos dejó en medio de edificios muy pintorescos y gigantes. Miré a mi alrededor un poco anonadada con toda la vegetación y calles decoradas del sector en donde se encontraba el edificio de ambos. Era un edificio pequeño, no tenía más de diez pisos, pero con decir que sólo había dos departamentos por piso, imaginarás lo grandes que podían ser.
Stefan habló con el recepcionista del lugar, indicó su nombre y el departamento al que íbamos. El tipo llamó por teléfono hasta el departamento y rápidamente nos dejaron entrar.
—¿Ya habías venido? —le pregunté a Stefan mientras subíamos hasta el piso seis en el ascensor.
—No —contestó sin más.
Nos bajamos en el piso seis y buscamos el número de departamento que le había dicho Emma a Stefan. Como sólo eran dos departamentos, no nos costó absolutamente nada dar con el número. Todo era demasiado elegante y espacioso, como si hubiésemos entrado a un hotel cinco estrellas.
Stefan presionó el timbre y a mí se me apretujó el estómago. No sabía si iba a ser capaz de mirar a Jared y fingir que no quería lanzarme a abrazarlo porque lo echaba muchísimo de menos.
Apenas la puerta se abrió, vimos a Emma con un vestido violeta apegado al cuerpo y con su cabello rubio suelto muy deliberadamente. Nos sonrió con alegría, más a Stefan que a mí, lo abrazó y a mí me abrazó como siempre, como a un puercoespín. De inmediato me sentí completamente incómoda.
El departamento era enorme, parecía una casa.
El living era muy espacioso, tenía sofás enormes y un televisor pantalla plana colgado de la pared. Toda la decoración parecía haberla hecho un diseñador de interiores porque los colores calzaban a la perfección unos con otros. Me removí inquieta con tanto espacio, me apegué un poco a Stefan y Emma nos invitó a pasar.
—En pocos minutos cenaremos, sólo falta que llegue Nate ¿puedes creer que invitó a Samantha? —comentó Emma mientras caminaba delante de nosotros.
—¿Mi Samantha?
—Sí, ella —contestó mirándome hacia atrás.
Entramos por un pasillo, luego ella abrió una puerta que nos dejó justo en una terraza. No pude mirar demasiado lo que ahí había porque bastantes personas aparecieron en mi campo de visión, entre ellas, Jared. Se encontraba en el balcón con una copa de vino en su mano mirando el móvil, ajeno completamente a todas las conversaciones que ahí había.
Aparte de Stefan y yo, se encontraba Tara Brackley, un chico que siempre estaba y nunca había sabido su nombre, una amiga de Emma, supongo y sólo faltaba que llegara Nate junto a Samantha. Todavía estaba sorprendida con esa invitación.
Había una mesa rectangular con los puestos justos para las personas invitadas, había bocadillos y también una decoración con luces y flores violetas alrededor. Algo me decía que no era sólo una cena amistosa.
Miré mi móvil antes de que Jared nos viera en su terraza, me había escrito un mensaje hace dos minutos. Lo abrí y leí:
Jared: Yo también siento que estoy cientos de kilómetros de lo que quiero
No alcancé a hacer nada, sólo bloqueé el móvil y lo observé por entre las personas. Él, se giró hacia nosotros y cuando hizo contacto visual conmigo pareció haber visto a un fantasma, su rostro se desencajó, definitivamente él no esperaba vernos ahí.
Se acercó un tanto descompuesto hacia nosotros, completamente serio y sin expresión alguna, observó a Emma, luego miró a Stefan. Estrecharon sus manos en completo silencio y cuando llegó el momento de saludarme a mí, se me quedó mirando más de la cuenta, luego me besó la mejilla y a mí se me quitó toda la molestia que sentía por haber estado sin verlo por tantos días. Sin embargo, él continuaba completamente serio.
¿Debería haber salido corriendo de ese lugar?
***
:o
Me retiro lentamente
BESOPOS
XOXOXO
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