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Capítulo 20

Advertencia: Escenas explícitas

El despertador sonó a las 7AM, desperté y Emma se encontraba todavía durmiendo, aunque se había removido con el sonido de la alarma. Me estiré por debajo de las sabanas y observé a mi novia.

—¿A qué hora entras a la universidad? —pregunté.

—A las diez —me contestó somnolienta, luego se volteó y siguió durmiendo.

Me di una ducha rápida, desayuné y luego salí del departamento sin despedirme, no tenía demasiado ánimo para lidiar con Emma una vez más, la noche anterior habíamos tenido una conversación de lo más extraña que no me había dejado conforme ni feliz. Así que sólo bajé en el ascensor, saludé al recepcionista de turno y me acerqué al aparcamiento, me subí al auto y tomé mi móvil en donde tenía un mensaje de Camile que había enviado hace poco.

Camile: Que hay un error

Camile: No puedes dar un concierto sin tener, al menos, a una fanática ahí

Me reí.

Jared: ¿Quién sería esa fanática?

Camile: ¡Pues yo!

Sonreí al mirar la pantalla.

Cuando llegué a la universidad, Nate ya se encontraba ahí, pero todavía no llegaba nuestro profesor guía. Él me observó un poco, no habíamos hablado desde el cumpleaños de Emma y habían pasado un par de días ya. No solíamos dejar de hablarnos demasiado, ahora se estaba sintiendo como un amigo lejano más que un hermano como siempre había sido.

—¿Qué ocurre? —le pregunté sentándome en la silla de su costado.

Él se encogió de hombros.

—¿Ya te has armado de valor? —soltó de pronto y yo resoplé.

—¿Es eso? ¿No vas a hablarme hasta que le diga toda la verdad a Emma?

—Es una buena opción para presionarte —se encogió de hombros mientras miraba hacia otro lugar.

—Te estás comportando como un idiota.

—¿Yo? —rio.

—Fue un error ¿de acuerdo?

—La primera vez es un error, Jared, pero la segunda claramente no lo es —opinó.

—Ya deja de joder con eso, Nate —lo miré un tanto molesto —. Hasta pareces más amigo de Emma que mío.

Él no alcanzó a responderme, pues el profesor entró a la oficina y rápidamente nos pusimos a hablar acerca de la presentación que daríamos en dos semanas. Siguió aconsejándonos cómo pararnos frente a la cantidad de profesores que nos estarían viendo ese día y también nos felicitó por el gran trabajo que estábamos haciendo, él estaba seguro de que nos iría bien si seguíamos todas las indicaciones que él nos daba.

Apenas terminamos, ignoré a Nate y salí de la oficina dirigiéndome a mi auto, él salió detrás de mí y comenzó a caminar a mi costado.

—No soy más amigo de Emma que tuyo, pero siento una gran presión sabiendo algo así —comentó. Rodé los ojos aun con más desagrado.

—No eres el único que lo sabe ¿está bien? —solté y él se quedó algo sorprendido mirándome —Y la otra persona no está todo el tiempo fastidiándome para que diga la verdad. La he cagado, lo sé, pero no volverá a suceder.

—¿Ah sí? ¿Ya dejaste de hablar con Camile?

Respiré hondo y luego boté todo el aire que tenía en mis pulmones.

—Lo haré en algún momento —mentí.

La verdad era que, no estaba en mis planes dejar de hablarle a Camile. Si quería descubrir qué era lo que estaba sintiendo por ella, pero no quería involucrarme como ya lo habíamos hecho antes, aunque eso fuese increíblemente difícil. No podía ser su amigo, pero tampoco quería que nos convirtiéramos en unos completos desconocidos de la noche a la mañana y suponía que ella tampoco lo quería así, puesto que seguía contestándome los mensajes cuando hablábamos.

Camile Rooney

Habían pasado algunos días desde el último mensaje que había recibido de Jared acerca de su sueño más grande. Intentaba con todas mis fuerzas no mirar su chat para no hablarle de cualquier cosa. No lo había visto en el café ni tampoco me había topado con un integrante de la familia Brackley.

Tenerlos tan lejos de mi vida, en ocasiones, me hacía pensar que nunca habían existido y no tenía todos los problemas que creía tener por culpa de Jared, pero claro, Camile la impulsiva, infantil, soñadora y la que se ilusionaba con todo, no soportó un segundo más.

Me senté en una de las mesas vacías de Coffee & Books, ya que no había clientes esa tarde de miércoles, tomé mi móvil, abrí su chat y tecleé:

Camile: ¿Cómo estás?

Mi corazón estaba latiendo con un poco de fuerza e intenté controlar mis manos temblorosas apenas envié el mensaje ¿por qué me sentía como si la etapa de enamoramiento hubiese comenzado desde cero? Él se tardó unos minutos en estar en línea, luego vi que comenzó a escribir y me salí de su chat para, al menos, fingir que me tardaba un poco en contestar.

Jared: Pensé que te habías olvidado de esta estrella de rock

Camile: Debería, pero me caes bien

Jared: Estoy bien ¿tu cómo estás?

Camile: Bien

Jared: Mañana presento mi título universitario y sabré si al final sirvieron esos cinco años estudiando administración y finanzas

Camile: ¿Estás preparado?

Jared: No lo sé, me la he pasado estudiando ¿qué tan mal puede salir?

Camile: Pensando en las últimas decisiones tomadas...

Camile: Pues...

Jared: Ya.

Jared: ¿Estás en la cafetería?

Camile: Sip.

Jared: Necesitaré apoyo

Camile: ¿De qué hablas?

No me contestó más.

Volví a revisar unas diez veces su chat, pero, a pesar de que se veía en línea un par de veces, él no abrió mi chat.

Cuando la noche llegó, cerramos el local y cada uno se fue a su casa. Ese día Harriet se había ido más temprano porque se sentía mal. Según ella era una gripe, pero estaba segura que se trataba de otra cosa porque su ánimo estaba por los suelos. Debía llamarla cuando llegara a casa.

Me quedé en la parada de autobuses por un largo rato hasta que divisé una camioneta que se puso delante de mí. De inmediato la reconocí y sentí un nudo en el estómago, quise mantener la calma, pero ya era demasiado tarde. El vidrio se deslizó hacia abajo dejándome ver a Jared, esbozó una pequeña sonrisa y yo sólo me limité a sonreírle.

¿Dónde había quedado mi frase destruida en medio de la sala de su casa diciéndole que era mucho mejor mantenernos alejados?

Él no me estaba ayudando demasiado a olvidarme de lo que habíamos hecho y menos con esa perfecta sonrisa y esos brazos enormes que parecían tallados a mano.

—¿Qué haces aquí? —me acerqué lentamente a su camioneta, él no se bajó, se quedó ahí dentro mirándome.

—¿Te gustaría ir al teatro?

Fruncí el ceño y luego de unos microsegundos entendí la referencia, miré la hora en mi móvil: 10:30PM.

—Creo que no es una buena idea —bajé la voz.

Él rodó los ojos y como si le importase una mierda todo lo que lo rodeaba, soltó:

—¿Qué más podemos cagarla?

Reí porque no pude evitarlo, bajé la mirada a mi móvil y sentí una horrible sensación en el estómago, pero no podía decirle que no a Jared Brackley.

—De acuerdo —accedí.

Él me hizo un gesto para que me subiera a su gran camioneta, así que la rodeé y me subí sintiendo el cálido ambiente, el deslizó su vidrio polarizado hacia arriba y se alejó de donde estábamos. Tomé mi móvil, abrí el chat de Stefan quien se encontraba en línea y tecleé:

Camile: Llegaré mucho más tarde de lo que pensé, tengo unas cosas que hablar con Harriet e iremos a su casa

Él recibió mi mensaje, lo leyó y luego comenzó a escribir mientras Jared conducía completamente tranquilo, incluso encendió la radio y la música se coló entre nosotros.

Stefan: ¿Necesitas que vaya por ti?

Camile: No, me iré en Uber o le diré a ella que vaya a dejarme

Stefan: De acuerdo ¿tienes llaves? Llegué muy cansado y probablemente me quede dormido pronto

Camile: Si, no te preocupes por eso

Stefan: Buenas noches

Ese "buenas noches" había sonado frío, pero no podía culparlo por eso, así que me despedí diciéndole buenas noches con algunos emoticones y luego abrí el chat de mi amiga.

Camile: Cúbreme esta noche

Harriet: De acuerdo, sólo si prometes contarme detalles

Camile: Gracias

Bloqueé el móvil y lo metí al bolsillo de mi abrigo.

Jared se quedó mirándome de reojo, luego le bajó un poco el volumen a la radio y comenzó a hablar:

—¿Ya has ido al teatro alguna vez? —su voz tenía una nota relajada, como si entre nosotros no existiese esa tensión sexual que yo no podía dejar de sentir en ningún momento.

—Sólo en mi antigua ciudad y un poco más..., callejero —contesté sin mirarlo a los ojos.

Realmente me tenía con los vellos de punta, ni siquiera podía mirarlo a los ojos a la distancia que estábamos.

Luego del acalorado beso que nos habíamos dado en el pasillo de su casa, no habíamos estado tan cerca como ahora lo estábamos, pues del balcón a la calle, esa madrugada que se había aparecido, no me pareció tan terrible mirarlo desde lejos, pero ahora que lo tenía a menos de un metro de distancia, me sentía minúscula, nerviosa y completamente loca por Jared Brackley.

—El teatro al que vamos es público, pero probablemente a esta hora esté cerrado —me contó mientras doblaba por una calle, luego esperó en el semáforo en rojo.

—¿Y cómo piensas entrar?

Él movió sus cejas de arriba hacia abajo y yo negué con mi cabeza.

—Por ningún motivo entraré a un lugar por la noche si no está permitido ¿Quieres que vayamos a la cárcel?

—Está prácticamente abandonado —soltó restándole importancia, pero yo no iba a entrar a un lugar si era ilegal hacerlo. Lo único que me faltaba era ir a la cárcel en un país que no era el mío y encima con Jared para que todo el mundo se enterase de que entre nosotros pasaba algo más que sólo una amistad.

De pronto, una gran edificación antigua se apareció frente a nuestros ojos. Estaba alejado del lugar en el que ambos vivíamos y por la hora que era no había nadie merodeando por esas calles. Jared aparcó el auto un poco alejado de la edificación que supuse de inmediato que se trataba del teatro y se desabrochó el cinturón dejándome petrificada en el asiento.

—¿En serio quieres entrar sin autorización? —le pregunté aun sin desabrocharme el cinturón.

Él se volteó a mirarme antes de abrir la puerta y se acercó a mí, apretó el botón del cinturón rozando su mano con mi abrigo consiguiendo que sintiera un leve escalofrío en mi espalda y lo desabrochó.

—Todo estará bien, Camile —comentó a unos cuantos centímetros de mi rostro.

De acuerdo, hablándome así de cerca, con ese perfume tan exquisito, le creía todo.

Me bajé de la camioneta y él también lo hizo, luego lo cerró dándole un clic a sus llaves y me miró hacia atrás para que lo siguiera.

Atravesamos la calle fría y vacía a paso apresurado hasta que llegamos a la puerta del teatro. Era fúnebre, oscuro y mal cuidado, realmente parecía un lugar abandonado, me apegué al cuerpo de Jared sintiéndome un poco más segura y él comenzó a buscar cómo entrar. Miró el candado en la puerta, lo tomó y lo jaló, pero se encontraba completamente cerrado, era muy grande y parecía fuertísimo.

Él respiró quejumbroso, luego me hizo una señal de que lo siguiera y así lo hice. Realmente esperaba que supiera lo que estaba haciendo.

—Espero que esto siga aquí —le oí decir.

Rodeamos la edificación entrando a un callejón sin salida en donde sólo había casas viejas y con las luces completamente apagadas, lo único que alumbraba el lugar era un farol antiguo que apenas tenía luz. Jared se sacó las manos de los bolsillos y comenzó a tocar el teatro por fuera hasta que sonrió, fruncí el ceño un poco confundida y el movió dos tablas, las deslizó hacia arriba y las dejó enganchadas a un alambre, luego se agachó y miró hacia adentro. Su cuerpo cabía perfectamente por ahí si se encogía un poco.

—¿Y si hay ratones? —comencé a preguntar con nerviosismo.

—No lo creo.

—¿Y si alguien aparece?

—Nos escondemos.

—¿Y si hay cámaras?

—Esto está desahuciado ¿en serio crees que puede haber un poco de tecnología en este lugar?

—¿Y si...

—De acuerdo, dame la mano —me interrumpió en medio de la oscuridad del callejón.

Algo temblorosa se la tendí y cuando él la tomó con seguridad sentí como todo mi cuerpo se tensó frente a él y por su culpa. Porque él me hacía sentir así, frágil y vulnerable.

Lo vi agacharse y pasar por el agujero que quedaba ahí sin soltarme la mano y cuando estuvo completamente adentro, me jaló la mano para que yo entrara así que, apretándolo con fuerza, me encogí un poco y entré rápidamente. Todo estaba completamente oscuro, tanto que no podía ver a Jared que estaba a unos dos centímetros de mi cuerpo. Sin soltarme de la mano, él buscó su móvil en su bolsillo y encendió la linterna dejándome verlo, dejó las tablas como estaban al principio y me observó.

—Sacaré mi móvil también —dije.

Encendí la linterna y ambos comenzamos a caminar.

Comencé a abrirme paso con la luz de mi móvil aferrada a la mano de Jared, íbamos caminando por un estrecho pasillo de madera envuelto en polvo, pero no tanto como lo imaginaba en mi cabeza. Jared caminaba seguro de sí mismo sin una pizca de miedo y eso, en parte, me entregaba seguridad. Caminamos alrededor de un minuto hasta que chocamos con una pared, Jared alumbró alrededor hasta que encontró un interruptor, lo apretó y mágicamente todo se iluminó, pues por lo deteriorado que estaba, lo único que podía pensar es que allí no había nada.

Lo que se iluminó fue el detrás de escena del teatro, pues estaba lleno de sillas, mesas y papeles. Me solté de la mano de Jared y comencé a mirar lo que tenía a mi alrededor. Había un sinfín de papeles escritos en inglés y en muchos más idiomas, también había partituras y fotografías viejas de personas que posaban disfrazadas o haciendo muecas a la cámara.

¿Por qué habían abandonado ese lugar?

Me volteé hacia Jared quien ya estaba mirándome con una leve sonrisa en el rostro.

—¿Por qué está abandonado este lugar?

—Las personas prefirieron ir al teatro nuevo y eso se quedó de recuerdo —me contó —¿no es genial?

—Lo es —sonreí.

—Ven aquí.

Lo seguí hasta que dimos con unos grandes telones de color burdeo, eran tan altos que tuve que moverme hacia atrás para mirar en donde comenzaban. Jared se puso en el centro de ambos telones y los abrió con fuerza consiguiendo que saliera muchísimo polvo, comencé a toser, él también y luego reímos como idiotas por la ocurrencia que había tenido.

Pese a que se hizo una nube de polvo frente a nosotros, no pude evitar quedar completamente sorprendida cuando, finalmente, apareció el teatro frente a mis ojos. Era un escenario completamente grande, de madera antigua y en el centro había un piano viejo que enseguida dudé en que seguiría sonando.

Me percaté de que nosotros habíamos entrado por el detrás de escena y no por donde entraba el público.

Había un sinfín de butacas rojas que rodeaban el escenario como gigantescas galerías. Todo tenía un color levemente plomizo gracias al polvo, sin embargo, era un lugar completamente sorprendente. La luz que había no era como la del detrás de escena, era una luz tenue que apenas iluminaba el escenario, casi como si se pudiese regular el tono de la luz.

Miré a Jared, él estaba sonriendo mirando a su alrededor, luego lentamente comenzó a caminar hacia el piano. Lo seguí desde atrás, rodeó el piano sin quitarle la mirada y tocó una tecla. Ambos nos movimos unos centímetros atrás cuando éste efectivamente sonó.

—No puede estar bueno todavía —comenté y él rio.

—Yo tampoco lo pensé —dijo con ilusión en sus ojos.

Rápidamente trajimos papeles y telas viejas desde atrás y comenzamos a limpiarlo, hasta que lo dejamos reluciente. Jared probó todas las teclas tocándolas rápido y ninguna desentonaba. Me senté en el suelo del escenario mirando hacia las butacas en donde se sentarían un sinfín de personas en el público y él unos segundos después se sentó a mi costado.

—Podrás cumplir tu sueño más grande esta noche —dije sin mirarlo —¿acaso no eres la persona más afortunada del mundo?

Lo escuché reír.

Su risa era agradable, ronca y rozaba lo sensual. Aceleraba todo mi tórax oírlo reír o simplemente tenerlo a mi costado tan cerca.

—Sólo hay un problema.

—¿Cuál? —lo observé.

—Mi sueño era con un teatro vacío.

—Tú has ido por mí.

—Es que de pronto como que modificaste mi propio sueño —sonrió levemente.

—¿Tan poderosa soy?

Él se quedó mirándome a los ojos, con esos perfectos ojos claros que parecían atravesarme por completa, leerme e incluso hacerme sentir un brinco de emociones que nunca antes había sentido.

—Lo eres, más de lo que crees.

—¿No deberías estar durmiendo temprano porque mañana presentas, tal vez, lo más importante de tu vida?

Él se puso de pie de un impulso quedando frente a mí. Lo miré hacia arriba, extendió sus brazos y alzó la voz:

—¡¿Qué puede ser más importante que cumplir el sueño más grande de tu vida?!

Luego caminó hacia el piano, se sentó y se quedó mirándome.

—¿Qué hora es?

—Once cincuenta.

—Ya casi.

Rápidamente me puse de pie y comencé a correr por el escenario hasta que encontré la escalera, bajé corriendo y caminé hasta sentarme en una de las butacas del principio, por supuesto antes la sacudí y me saqué el abrigo poniéndolo encima, puesto que no sabía qué demonios se había sentado ahí en todo este tiempo.

—¡Dos minutos! —grité.

Él fingió estar calentando los dedos, estirarlos y luego los hizo sonar. No podía dejar de mirar lo perfecto que se veía, lo ilusionado y sonriente. No podía dejar de sentirme atraída por él y sentía que iba a salir completamente destrozada de lo que fuera que estábamos creando, pero no podía evitarlo y siempre había tenido el control de casi todas las situaciones, pero ahora todo se había escapado de mis manos y, en ocasiones, ni siquiera estaba sintiendo el suficiente remordimiento que debería sentir.

—¡¿Cuánto?! —interrumpió mis pensamientos sobresaltándome.

—¡Treinta segundos!

Esta vez sí lo vi enseriarse por completo, respiró profundo, cerró los ojos, concentradísimo, y luego observó fijamente las teclas que tenía en frente. Todo parecía estar oscuro excepto él en el centro del antiguo escenario y, a pesar de que todo estaba sumamente plomizo por el polvo, viejo y gastado, me sentía bien en ese lugar. Acompañada, cómoda y con una sensación de satisfacción en el corazón.

La alarma de mi móvil sonó y él la escuchó.

—¡Listo! —grité.

Él sonrió mirando las teclas al escuchar mi voz, luego volvió a tomar aire y comenzó.

https://youtu.be/dudNQ3659y4

El sonido del piano llenó todo el teatro, pues se encontraba tan silencioso que el piano parecía estar conectado a un altoparlante. Apenas oí las primeras partituras, reconocí la canción. Falling de Harry Styles. Mi corazón se llenó de emoción cuando lo vi tan concentrado y apasionado por lo que estaba haciendo. Si me hubiesen mirado desde otra perspectiva, me hubiesen visto observándolo como una estúpida con una sonrisa que nadie podía quitarme y una emoción que comenzaba a llegarme hasta los ojos.

Lo miré con cariño, como si lo conociera de toda la vida y sobretodo con admiración. Descubrí que estaba cometiendo un gran error al fingir que no me gustaba Jared Brackley, al fingir que lo quería lejos de mi vida y al fingir que sentía lo mismo por Stefan que hace cinco años. Lo único que quería hacer era ponerme de pie y correr a sus brazos, acurrucarme en él o incluso lanzarme a besarlo con fuerza, pero una gran pared me detenía..., porque odiaba equivocarme, no quería destrozarme a mí misma, aunque probablemente ya lo estaba haciendo, pero no quería estar lúcida sabiendo que estaba destrozándome por completa ¿Qué sucedería si él no sentía lo mismo que estaba sintiendo yo? ¿Y si no me escogía? ¿Qué iba a pasar cuando, tal vez, se percatase de que siempre prefirió a Emma?

Cuando terminó, mis ojos estaban envueltos en lágrimas, pero no dejé caer ninguna por mi mejilla.

Lo vi alzar su cabeza, mirarme y yo de inmediato me puse de pie aplaudiéndolo con fuerza, como si mis palmas no doliesen en absoluto.

—¡Bien hecho! —grité con fuerza —¡Eres la mejor estrella de rock que conozco!

Continué aplaudiendo con fuerza, hasta me paré encima de la butaca aplaudiendo y silbando como me había enseñado mi padre. Jared me observaba con una sonrisa en el rostro, luego se puso de pie y comenzó a caminar hacia la escalera, la bajó y cuando estuvo frente a mi asiento, lo quedé mirando hacia abajo.

—Serías la estrella de mi musical —le dije sin bajarme de la silla.

Él estiró sus brazos y posicionó sus manos en mi cintura consiguiendo que su calor corporal se me traspasara a mí. Me tomó con fuerza entre sus grandes brazos y me dejó en el suelo justo frente a él. La silla se encontraba detrás de mí, así que no tenía escapatoria de ese lugar.

—¿Pagarías por ir a verme tocar? —me preguntó bien cerca de mi rostro.

El contacto que había dejado en mi cintura todavía quemaba, quería sentirlo cerca de mi cuerpo otra vez.

—Claro que lo haría —contesté con nerviosismo.

—Yo no dejaría que pagaras —me observó a los ojos, estaba tan cerca que podía sentir su respiración sobre mi rostro —, compraría todas las entradas ¿sabes? Y te regalaría una para que sólo vinieras tú.

Creo haber perdido la respiración y como en un acto reflejo, ambos acortamos el espacio que había entre nosotros para besarnos.

Sentí un escalofrío recorrerme la espalda cuando sus cálidos labios hicieron contacto con los míos, nuestras respiraciones podían oírse a través del silencio del teatro y sentía que, de pronto, mi corazón iba a explotar. No había nadie mirándonos, no había cámaras y nos encontrábamos lejos de nuestras respectivas casas y eso, en parte, me relajó.

Esta vez había sido un beso completamente lúcido, no habíamos bebido ninguna gota de alcohol como en la oficina ni como en el cumpleaños de Emma. Y pese a eso se estaba sintiendo tan bien.

No podía fingir cuánto deseaba a Jared Brackley.

Sus manos se deslizaron por mi cuello, luego por mis hombros hasta que llegó a mi cintura, no dejaba de besarme y yo no podía dejar de sentir que estaba tocando el cielo con la punta de mis dedos en un teatro vacío y antiguo. Acaricié su cabello, luego su cuello con la punta de mis dedos hasta llegar a sus hombros cubiertos por su chaqueta. El beso, paulatinamente, comenzó a intensificarse. Nuestras lenguas se encontraron y un leve palpito en todo mi cuerpo se hizo presente, de placer, de satisfacción por simplemente unas manos en mi cintura y un beso apasionado. No quería ni siquiera imaginar cómo sería si él se atreviera a hacer algo más, o incluso yo que estaba al borde.

Por primera vez ninguno dijo nada, ninguno se detuvo para lamentarse o poner textos entre nuestro encuentro.

Él fue rápido, levemente se volteó conmigo y caminó hasta hacer chocar mi espalda con el escenario. El escenario era alto, tanto que sobrepasaba un poco la cabeza de Jared.

Sentí cada centímetro de su cuerpo apegado al mío, mientras daba pequeños apretones en mi cintura. Sentí la erección bajo su pantalón apegado a mi bajo vientre consiguiendo que, de pronto, creyese que me iba a dar un infarto justo ahí. Me encontraba nerviosa, todo mi cuerpo temblaba. No tenía las agallas como cuando estábamos en la oficina y sólo pedía que me desnudara. Ahora tenía miedo, debía admitirlo, tenía miedo de a lo que pudiésemos llegar si alguno no se detenía, pero ¿qué crees? Ninguno tenía la intención de hacerlo.

Sus gruesos y húmedos labios se deslizaron por mi mejilla hasta llegar a mi cuello, me removí contra su cuerpo consiguiendo que él se pusiera aún más duro de lo que ya estaba, podía sentirlo. Depositó besos húmedos a través de mi clavícula, luego nuevamente subió hasta mi oreja y yo ya estaba sintiendo que iba a desmayarme justo en frente de él.

Todo mi cuerpo dolía, dolía con desesperación placentera.

Deslicé la cremallera de su chaqueta hacia abajo y se la quité mirándolo a los ojos, él lo permitió, pues ni siquiera se opuso con una mirada. Sus grandes y trabajados brazos quedaron descubiertos para mí. Esta vez fui yo quien, de puntillas, comencé a besar su cuello hasta su clavícula, mordí y lamí mientras el apretaba el borde de mis jeans y me atraía más junto a su cuerpo.

Quería quitarme todo. Quería que él me quitara todo.

Lentamente sentí cómo sus manos se deslizaron por debajo de mi camiseta haciendo contacto directo con mi piel. Sus caricias eran tan lentamente excitantes que hasta me dolían, acarició mi espalda mientras depositaba besos en el lóbulo de mi oreja y luego mordía haciéndome sentir completamente vulnerable ante él. Deslizó hacia arriba sus manos, hasta que de pronto me quitó la camiseta dejándome sólo con el brasier puesto.

El cálido ambiente del teatro acobijó mi cuerpo, tanto como lo hizo él. No me quedé atrás, tomé el borde de su pantalón, deslicé mis manos por su abdomen queriendo quedarme ahí por unos segundos más, sintiendo sus abdominales, sus pectorales, hasta que de un tirón él se quitó la camiseta sólo quedándose con su pantalón puesto.

Se acercó a mí, puso sus manos en mi trasero y casi levantándome me apegó aún más a él:

—Ya no aguanto más, Camile —oí su voz que sonó como un gruñido, excitante y sexi a la vez —Me tienes durísimo.

Tuve que morderme la boca para no emitir un sonido del que me arrepentiría. No contesté ante sus palabras, pero deslicé mis manos por encima de su pantalón sintiendo su erección justo en mi palma, él se tensó por un momento, aguantándome. Aguantándose.

Dejó de besarme por unos segundos y con ambas manos me desabrochó el pantalón, luego apoyó su mano derecha en el escenario al costado de mi cara y deslizó su otra mano por encima de mi braga. Cuando sus dedos hicieron contacto con mi zona sensible, sentí que iba a derretirme allí mismo y sólo estaba tocándome por encima de la tela. Mi respiración comenzó a ser agitada, ya no había vuelta atrás, desde el momento en que lo había dejado entrar en mi pantalón, claramente ya no podía retroceder, pues ya no estaba controlando todas las sensaciones que me hacía sentir ese chico.

Él se relamió los labios mirándome a los ojos como solo un animal salvaje lo haría, se veía tan guapo y sexi así, desordenado, agitado y excitado por mi culpa. Sus dedos comenzaron a acariciarme más duro, en círculos, luego haciendo presión hacia adentro. No pude controlar toda la excitación que estaba sintiendo, así que desabroché su cinturón y luego el pantalón.

—¿Estás segura de esto? —oí su voz ronca.

—Si.

Se veía tan grande frente a mí, tan masculino y apuesto. Deslizó sus dedos por debajo de mi braga moviendo la tela a un costado e hizo contacto directamente con mi piel sensible. Arqueé la espalda, levanté la cabeza y él, aprovechándose, besó mi cuello cuando introdujo uno de sus dedos en mí.

—Jared... —jadeé.

—¿Qué quieres que te haga, Camile? —habló cerca de mi oído mientras sus movimientos iban en aumento y yo me sentía más húmeda. No me había percatado de lo sexi que sonaba, en estos momentos, mi nombre entre sus labios.

—Que me lo hagas —solté y él me observó cuál león mira su presa.

Metí mi mano por debajo de su bóxer sin tapujo, segura de mi misma y audaz por lo caliente que me sentía y me sorprendió lo puesto que Jared se encontraba para mí. Apenas mis manos hicieron contacto con su miembro, él gimió un poco, luego me besó con más agresividad, entrelazando su lengua con la mía y luego mordiéndome poco a poco.

De un movimiento me volteó consiguiendo que mi espalda chocara con su cuerpo desnudo. Mi trasero quedó apegado a su oblicuo y él lentamente comenzó a bajar mis pantalones y mis bragas dejándome completamente desnuda. Él también se desnudó y me estremecí cuando sentí su miembro en mi trasero. Una de sus manos regresó a mi zona sensible y esta vez introdujo dos dedos con mayor seguridad, por reflejo levanté el trasero apegándolo más a él mientras el continuaba tocándome como si fuera un experto en eso, como si me conociera. De pronto, todo lo que me parecía no haber hecho nunca, se transformó en lo que más me gustaba. Sentí que estaba cerca, muy cerca de llegar al orgasmo sólo con sus dedos introducidos en mi zona sensible, pero antes de que pudiera hacerlo, él me volteó hacia él y con cuidado me tendió en el suelo encima de toda la ropa que habíamos dejado.

Me beso los labios, luego el cuello hasta llegar a mis pechos, pasó por mi abdomen y comenzó a besar el interior de mis muslos mientras yo me arqueaba queriéndolo sentir más arriba, más apegado a mí.

Luego, se acomodó a mi costado, me observó por completa y luego me miró directamente a los ojos.

—Me tienes tan caliente —soltó.

¡Entonces házmelo de una vez! Quería gritarle.

Sus dedos se introdujeron en mí como si se tratase de una maldita tortura. En la posición en la que estábamos pude también tocar y deslizar mi mano de arriba hacia abajo haciéndolo emitir un gruñido a ratos que me parecía tan sexi. Sus dedos entraban y salían, se deslizaban, luego en círculos hasta que comencé a sentir que estaba demasiado cerca. Mis movimientos con mi mano en su zona fueron duros y rápidos, él también estaba al borde de correrse.

—Ya házmelo, Jared —le pedí con sufrimiento, con súplica.

Él, con su respiración agitada, me observó y continuó tocándome, hasta que no pude más. Una sensación de placer invadió todo mi cuerpo, me aferré a él y gemí con fuerza sintiendo el orgasmo. Él comenzó a detenerse lentamente y me sonrió de manera salvaje.

—¿Por qué...

—No traje condón —me interrumpió y yo lo observé con sorpresa.

—No puedo creerlo.

Él seguía duro, más que duro diría yo. Seguía caliente mirándome con salvajismo y yo seguía caliente luego de haber tenido el mejor orgasmo de mi vida solo con sus dedos. Lentamente deslicé mi mano y comencé a masajear nuevamente, no iba a dejarlo así, no cuando se veía tan guapo y sexi en la posición que estaba. Con ese cabello despeinado y sudoroso.

—Mierda —soltó, echando su cabeza hacia atrás y mordiéndose el labio.

Continué con mi travesía, lentamente y luego rápido, hasta que lo oí gemir con esa voz tan masculina que lo caracterizaba, tanto que erizó todos los vellos existentes en mi piel. Se había corrido justo en mi mano y no me interesó. Nunca había hecho eso con nadie.

Quedó exhausto, batallando con su respiración y yo no podía dejar de mirar el cuerpo atlético que tenía y ese rostro que encajaba tan bien con él.

Lo solté y él me observó, luego miró mi mano, su oblicuo y se rio. También me reí, pues estaba toda sucia mirándolo como si fuera un puto dios griego.

—De seguro aquí hay un baño —comenté.

Él se quitó las calcetas y me las pasó.

—Límpiate con esto.

Pestañeé incrédula.

—¿En serio?

Él asintió, se sentó y sólo se colocó el bóxer. Luego se echó para atrás y respiró profundo mirando el techo. Me limpié la mano con las calcetas de Jared y luego me puse de pie para ponerme mi brasier y mi braga. Se me dio la gana quedarme así y me tendí al costado de él.

—¿Estamos locos? —pregunté mirando el techo, como él lo hacía.

—Sí, muchísimo.

—Me gustas, Jared —solté y él se quedó fijamente, sin pestañear, mirando hacia arriba, luego reaccionó y me observó sólo moviendo su cabeza.

—Y tú a mí —contestó seguro.

—¿Por qué nos tuvimos que conocer en este momento? —resoplé, sintiéndome de pronto como una niña infantil.

—Porque el destino es un puto caprichoso.

—Quiero que me prometas algo —me levanté, apoyé el codo encima de nuestra ropa y lo miré a los ojos. Él me observó también —. Sé que nos romperemos el corazón en algún momento y sé que nos haremos muchísimo daño, aunque no lo queramos —bajé la voz, sentí un pequeño nudo en mi garganta —, pero, ¿puedes prometerme que intentarás arreglarme?

Él me observó con nostalgia, pestañeó un par de veces y se relamió los labios que ahora tenía secos.

—Te lo prometo —susurró, me acarició el rostro y me sonrió con un leve brillo en sus ojos celestes. Luego extendió su brazo invitándome a abrazarlo, así lo hice y me apoyé en su pecho —, prometo que intentaré arreglarte, aunque tenga que destruir todo lo que tengo.

***

¡El lío emocional en el que están metidos estos dos me tiene con los pelos de punta y canas verdes! 

No olviden dejarme sus estrellitas y sus comentarios

BESOPOS

XOXOXO

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