Capítulo 09
Por la tarde Stefan llegó al departamento, me saludó con normalidad y entró a la cocina para prepararse algo de comida, rápidamente lo vi salir de ahí y me percaté que la lasaña que le había traído Jared seguía en el microondas.
—¿Fuiste a comprar o pediste por teléfono? —me preguntó con una leve sonrisa en el rostro.
Tragué saliva. Odiaba mentir, pero su pequeña sonrisa me hacía pensar que se le iba a quitar la molestia y no podía cagarla nuevamente.
—Pedí por teléfono —contesté.
Él asintió y regresó a la cocina.
Rápidamente guardé las fotografías esparramadas por la mesa y también mi lista, caminé a la habitación y las metí a un baúl que tenía con candado. Disimulé los nervios a flor de piel y luego regresé al comedor para acompañar a Stefan.
—Lamento estar tan de mal humor —me dijo cuándo se sentó frente a mí.
—No hay problema, Stefan.
—¿Qué tal tu día? —comenzó a preguntarme con una expresión serena.
—Todo normal —dije —. Llamó Jared —informé y él mantuvo su expresión neutra —, quería venir para ofrecerte una disculpa por la otra noche.
Él alzó sus cejas algo sorprendido, pero continuaba su expresión neutra y sin ninguna gracia.
—Genial —dijo sin más, luego continuó comiendo la lasaña —¿qué más?
—Y también me llamó Cedric Brackley para comentarme que estoy contratada.
No sé si definir su expresión como alegre, pero al menos me regaló una sonrisa que reconfortó mi corazón.
—¿Y estás feliz con eso? —fue lo único que salió de su boca.
—Si. Creo que es una gran oportunidad —dije y él asintió lentamente.
—¿Y la cafetería?
—Podré seguir ahí por las tardes. Lo de la empresa Brackley sólo son dos días.
—Creo que estás abarcando mucho, Camile ¿No crees? —dejó el tenedor en la mesa y me observó a los ojos —, la universidad, la cafetería y ahora un nuevo trabajo en la empresa Brackley ¿no crees que es demasiado?
—Tal vez —me encogí de hombros —, pero me siento capaz de hacerlo. Además, me sirve para aprender.
Él se mantuvo en silencio por un rato y luego comenzó a hablar de algunos casos que tenía en la universidad. También me contó cosas acerca del trabajo y que, al parecer, lo iban a ascender de puesto. Stefan terminó de comer, lavó la loza que había ocupado y luego se dio una ducha.
No sabía si quería decirle que Jared nos había invitado a una fiesta el fin de semana, pero yo tenía suficientes ganas de ir como para atreverme a hablar acerca de ello. Así que cuando nos fuimos a la cama, comencé:
—Jared también dijo que nos dejaba invitados a una fiesta el fin de semana —comenté, Stefan me observó con confusión y luego aflojó su mirada —, tal vez está remediando su error de la otra noche —mentí.
Sabía que Jared solo me había invitado para cumplir mi lista.
—¿Y dónde?
—No lo sé, sólo dijo que un amigo daría una fiesta. De seguro es un club nocturno de esos carísimos —sonreí restándole importancia —, si quieres no vayamos.
—No, si iremos —dijo de pronto y yo tragué saliva con nerviosismo.
—¿En serio?
—Si —contestó con seguridad —, lo llamaré mañana para preguntarle en donde es. Será divertido ¿no crees? Hace bastante que no vamos a una fiesta.
—Tienes razón —alcé la vista con una sonrisa.
Rápidamente Stefan se quedó dormido, se veía cansado.
Mi teléfono se iluminó por la noche, era un mensaje de Jared.
Jared: ¿Y? ¿Vendrán a la fiesta?
Camile: Si. Stefan dijo que te llamaría mañana para saber en dónde es.
Jared: De acuerdo... Esperaré su llamado.
Camile: Sería importante que no mencionaras que viniste a comer aquí...
Camile: Le he dicho a Stefan que compré la comida por teléfono.
Jared: ¿Por qué? ¿Es un celoso encubierto?
Camile: Sólo te pido eso, no contestaré preguntas.
Jared: Está bien. No hay problema.
——
Los días que me faltaban para recuperarme pasaron rápido. Me conseguí toda la materia que me había perdido en la Universidad con Samantha y también intenté ponerme al día con la investigación que estábamos haciendo. Alex tenía un caso de una mujer que había asesinado a su marido por encontrarlo abusando a su hija. Nos interesaba abordar el tema del abuso y también de las condenas injustas para ciertas personas, así que hacíamos lo mejor que podíamos.
Samantha y Alex se habían hecho más cercanos de lo que recordaba cuando estuve enferma. Eso me gustaba, ya que Samantha era una chica tímida y Alex todo lo contrario, aun así, no podía sentir esa cercanía con ellos como la estaba sintiendo con Harriet de la cafetería, de todas maneras, nos juntábamos en la universidad, pasábamos tiempo juntos y éramos buenos compañeros de clases.
Llegué a la cafetería algo apresurada con la hora; saludé a mis compañeros y cuando entré a cambiarme encontré a Harriet ofuscada en el camarín.
—¿Qué te sucede?
—Nada —contestó con molestia.
—¿Nada? —reí. Comencé a cambiarme la camiseta que traía puesta por la de la cafetería —, tienes cara de culo así que no me digas que no te sucede nada.
—Pues algún día te lo contaré —soltó con pesadez.
Salió de la habitación dando un portazo y yo simplemente alcé las cejas sin entender demasiado.
Comencé a atender a los clientes que entraban a la cafetería, gané buena propina y luego regresé a casa, ese día ningún integrante de la familia Brackley apareció en el lugar.
Stefan estaba hablando por teléfono cuando llegué, podía oírlo desde el pasillo. Iba a entrar a nuestra habitación cuando escuché que dijo "Está bien, Jared, estaremos ahí". Me quedé petrificada en el pasillo escuchando lo que continuaba de conversación, hasta que finalmente colgó. Rápidamente entré y él sonrió con alegría al verme, besó mis labios y me abrazó con entusiasmo.
—Te ves feliz —le dije y él asintió.
—Adivina quién es el nuevo administrador de la tienda —abrió sus brazos y luego dio una vuelta sobre sus pies.
Me lancé a abrazarlo con fuerza, no entendía cómo había ascendido tan rápido en su trabajo, pero me alegraba muchísimo por él.
—¿Estabas hablando por teléfono? —le pregunté.
Me alejé un poco de él hasta que estuve sentada en la cama, comencé a quitarme la ropa para ir a la ducha. Él continuó mirando su móvil mientras hablaba conmigo.
—Si —contestó —. Hablaba con Jared, me comentó el lugar en el que sería la fiesta y... —se quedó mirando el móvil en silencio y luego continuó —Es cerca de su casa, pero podemos pedir un taxi que nos deje ahí.
—¿Es en alguna casa de sus amigos?
—No. Es un club nocturno —indicó.
—¿Hay que vestir de alguna manera en especial? —pregunté por si acaso, no sabía si la gente rica vestía de alguna manera peculiar para asistir a clubes nocturnos con sus amigos.
—No —rio mirándome —, sólo no lleves tacones de un metro porque no podrás bailar como tanto te gusta.
—Está bien —sonreí.
——
El sábado por la noche me encontraba en mi habitación tratando de combinar el jeans oscuro con alguna camiseta, pero nada me convencía. En cambio, Stefan se metió al closet y eligió rápidamente su ropa. Un jeans azul, una camisa casual negra y zapatillas. Todo lo que se pusiera encima le quedaba bien, pero yo no tenía el aire ricachón de las personas del lugar ni tampoco las medidas.
Me miré al espejo más de la cuenta mientras Stefan se cepillaba los dientes, tecleaba mensajes y también se bañaba en un perfume caro que le había obsequiado su madre.
—Te queda bien —le oí decir cuando entró a la habitación y yo iba por mi tercera blusa.
—¿Estás seguro? —pregunté sintiendo en mi cuerpo la rara sensación de inseguridad. No me caracterizaba, en absoluto, por estar en desacuerdo con mi cuerpo.
Vestía completamente de negro y lo único que era de otro color era mi chaqueta de mezclilla. Me solté el cabello e intenté que mi maquillaje me quedara natural. Tomé mi bolso y puse lo necesario allí. Y con necesario me refería a mi teléfono, un par de cremas, maquillaje barato y audífonos. También las llaves que casi siempre las olvidaba.
El taxi no tardó en llegar; durante el camino, Stefan conversó con el conductor como siempre lo hacía y, cuando comencé a ver las grandes edificaciones ante mis ojos, supe que estábamos cerca. El automóvil nos dejó en una calle principal afuera de un gran club nocturno, en donde las luces azules se veían desde la calle. Stefan pagó y rápidamente nos bajamos, él entrelazó su mano con la mía y nos acercamos al club. Había un guardia afuera y fue Stefan quien se encargó de hablar con él para decirle que éramos invitados de la familia Brackley.
No supe que el club estaba reservado hasta que estuvimos adentro. La música estaba a un volumen alto en la pista de baile, pero en los alrededores era apto conversar con las demás personas, pude darme cuenta porque había sofás y mesas esparramadas por las esquinas.
—Ahí está Jared —escuché a mi novio. Apreté su mano con fuerza aferrándome a él.
Había muchísima gente.
Caminamos esquivando a las personas, hasta que llegamos a una mesa en donde divisé a Jared, Tara, Emma y una chica y un chico que no conocía. Todos vestían de manera casual, así que no me sentí demasiado mal por cómo me veía, pero no pude evitar sentir que a esas personas se les notaba un aire diferente hasta en cómo lucían en una fiesta. Dios había sido demasiado generoso con ellos. En general.
—Vinieron —soltó Jared con una sonrisa.
Apretó la mano de mi novio y luego besó mi mejilla.
Saludé a los presentes y rápidamente me senté en una silla que estaba vacía, las luces comenzaban a marearme. Emma y Tara estaban bebiendo un líquido azul en una copa refinada mientras conversaban de algo que no alcancé a entender.
—Soy Nate —me dijo el chico que se encontraba ahí —, amigo de Jared.
—Y yo Camile —sonreí, él pareció haber descubierto algo cuando le dije mi nombre, pero se contuvo de decirlo, no insistí, no pregunté.
Me presentó a la chica con la que se encontraba quien era su amiga y rápidamente encontramos temas de conversación. Eran muy agradables, pero Tara y Emma ni siquiera me daban un poco de atención, sólo se lo daban a Stefan quien reía de bromas que hacían ellas.
El club parecía sacado de una película, tan grande e impresionante. Era hermoso, ni comparado con los bares de mala muerte que alguna vez había ido con Dylan para beber un vaso de alcohol que ni siquiera tenía permitido por mi edad.
Jared llegó a mi lado con un vaso, me lo tendió y yo se lo recibí por cortesía, pero ni idea de lo que era.
—¿Qué es? —le pregunté para que sólo él me escuchara.
—Whisky.
—No me gusta el Whisky —dije algo avergonzada, pero no podía mentirle. Jamás había sido de las personas que comía o bebía algo por amabilidad o sólo por quedar bien frente a un público objetivo.
—¿Y qué prefieres? —tomó el vaso en sus manos y se acercó a mí para escucharme.
—Cerveza.
—Cerveza saliendo —me guiñó un ojo y lo vi alejarse entre las personas.
En cuanto Jared se alejó para conseguirme una cerveza, Stefan se sentó a mi lado.
—¿Estás bien? —me preguntó —¿Necesitas algo?
Él ya tenía en su mano una copa de lo que parecía ser vino. Alcé mi vista y negué guardando silencio. No necesitaba nada.
—Hace muchísimo tiempo que salen ¿no? —dijo Tara mirándonos, por segunda vez en la noche Tara Brackley hacía contacto visual conmigo. La primera había sido cuando interrumpí su conversación con Emma para saludarlas.
—Si —se adelantó Stefan —Cinco años.
—¡WOW! —Nate alzó la voz —cuando dicen eso ya siento que nacieron en una relación.
Todos rieron, hasta incluso a mí me causo algo de gracia, pero no entendía por qué se sorprendían tanto de una relación larga.
—Y yo siento que tres años junto a Jared son demasiado —comentó Emma con una sonrisa petulante en sus labios.
—Cuando realmente te gusta estar con alguien no sientes que es demasiado —dije sonriente. Su expresión pareció desaparecer y sólo sonrió con sarcasmo.
Jared regresó a la mesa y me facilitó la cerveza, se sentó a un lado de Nate y se unió a la conversación. Abrí la cerveza y le di un sorbo.
—¿Y ya tienes edad para beber, Camile? —me preguntó Emma con una risa contagiosa.
Su pregunta chocó con mi cuerpo como una patada en el estómago. Odiaba a las personas sínicas y ella, desde cómo me miraba, hasta como me hablaba me parecía de lo más falsa e hipócrita.
—La tengo —contesté regalándole la mejor de mis sonrisas —, además pedí permiso a mis padres para beber esta noche.
El ambiente se tensó y Stefan apretó mi muslo por debajo de la mesa. Lo miré fijamente y luego me mantuve en silencio.
—¿Vamos a bailar, cariño? —le preguntó ella a Jared.
A él no le pareció una buena idea, pude notarlo en su rostro, pero aun así se puso de pie para bailar con ella. Tara se despreocupó de nosotros y fue a conversar con un par de chicas que conocía. Nate sacó a bailar a su amiga y yo me quedé sentada junto a Stefan.
—Pareciese que Emma y tú se odian —opinó Stefan mirándome.
—Para nada, pero ella está ahí haciendo comentarios que no van al caso —resoplé.
—Mejor vayamos a bailar —expresó.
Asentí rápidamente, dejé mi cerveza en la mesa y me puse de pie junto a él para ir a bailar.
La música era buena y el ambiente de la pista de baile era perfecto. Todos bailaban, sonreían y se notaba a kilómetros que lo estaban pasando bien. Me uní al agradable ambiente de la pista de baile junto a mi novio. Reíamos, movíamos nuestras caderas, hacía pasos que tal vez no existían y él sólo reía. A ratos pasaban unos chicos con alcohol en sus manos o chupitos de tequila para beber. Creo que estaba bebiendo demasiado o las luces de la fiesta estaban consiguiendo que me mareara o me obligaban a sonreír más de lo habitual y a perder la vergüenza.
A nuestro lado se encontraba Jared junto a Emma. Sólo pude fijarme en él. Se veía atractivo con esa camiseta apegada al cuerpo, su cabello rubio combinaba perfectamente con su piel y comenzaba a parecerme demasiado atractiva la forma en como bailaba. Reía, y su sonrisa me hacía brincar el tórax. No me percaté de que estaba mirándolo más de la cuenta hasta que sus ojos hicieron contacto con los míos, él no sonrió, sólo me observó cómo lo estaba observando yo a él.
Casi como un reflejo volví la mirada hasta Stefan quien seguía bailando sin percatarse de cómo me sentía. Una canción lenta bastó para acercarme a Stefan, él abrazó mi cintura y yo rodeé su cuello. Detrás de él estaba Jared junto a su novia. Él mirándome, ella dándome la espalda.
—¿Cómo lo estás pasando? —me preguntó Stefan.
—Bien —sonreí mirándolo a los ojos.
Quería mirarlo a él. Obligarme a mirar a mi novio y no hacer contacto visual con Jared Brackley ni una vez más en la fiesta ni en ningún lugar.
—Haces unos pasos que todos se quedan viéndote —comentó él, no sé si lo dijo con orgullo o avergonzado, así que tuve que esperar a que continuara hablando —, no digo que sean malos, pero estás llamando muchísimo la atención.
—¿Y eso es malo? —susurré en su oído.
—Se ríen de ti —dijo él y yo me separé bruscamente de su cuerpo.
No sé si el alcohol o mi molestia me hicieron reaccionar de esa manera, pero él se percató.
—¿Y por qué te importa? —continué hablándole, pero esta vez a una distancia prudente.
—Porque estoy contigo —respondió —, y estamos en un lugar que nadie nos conoce.
—¿Te avergüenzas de mí? —fruncí el ceño.
Él rápidamente negó con su cabeza y tomó mis manos, pero las solté.
—Iré al baño —informé —. Necesito un poco de agua.
—¿Te has molestado?
—Para nada —mentí.
—Te esperaré por aquí.
En cuanto me alejé de Stefan para buscar un baño, la música cambió. Las personas comenzaron a gritar y a bailar casi dando brincos. Caminé rápidamente por el sector hasta que ubiqué los baños con mi mirada. El alcohol en mi cuerpo se confundía con mis decisiones y mis pensamientos. Estaba molesta con Stefan, muy molesta con él.
De pronto sentí ganas de largarme de ahí, pero no tan sólo del club nocturno, sino de Inglaterra. Estar en casa. Estar junto a Leah e Isak viendo una película mientras Dylan calentaba la pizza que quedaba del día anterior. No quería estar allí llenándome de confusiones gratuitas.
Entré al baño y me encerré en un cubículo. Me senté en la tapa del WC y me afirmé de las paredes para no seguir sintiéndome tan ebria. Luego de unos minutos, escuché la puerta abrirse, se cerró y alguien se quedó en los lavabos. Salí del cubículo y choqué con la mirada de Jared.
—¿Qué haces aquí? —pregunté.
—Estás en el baño de hombres —expresó.
Choqué la palma de mi mano con mi frente y suspiré silenciosa.
—Bueno, iré... —comencé.
Me detuve frente al lavabo mirándome al espejo, arreglé un poco mi cabello, todo esto bajo la fuerte mirada de Jared.
—¿Crees que soy muy ridícula? —le pregunté sin pensar.
—¿Por qué lo dices?
—Es sólo una pregunta —me encogí de hombros. Apoyé mi trasero en el lavabo.
Él se puso delante de mí con una sonrisa extraña, al parecer a él también le había hecho efecto el alcohol.
—Yo creo que así estás perfecta —soltó de pronto.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza ¿por qué me había dicho eso? Ni siquiera fui capaz de responder algo así; pareció como si se me hubiese escapado toda la ebriedad del cuerpo.
Se acercó lentamente a mí, estábamos a unos cuantos centímetros de distancia y ya sentía la electricidad emanar de nuestros cuerpos. Mis rodillas temblaban.
—Jared...
—Camile —me interrumpió, luego se mantuvo mirándome fijamente —¿Has sentido que toda tu vida estaba bien, y de pronto, sin previo aviso... te das cuenta que en realidad nunca estuvo bien?
—De qué hablas... —comencé a bajar la voz. Sintiendo que ese momento estaba perteneciéndonos simplemente a los dos.
—Todo parecía estar en orden en mi vida, Camile —expresó —, pero desde que apareciste siento que nunca estuve en el lugar correcto.
—Jared, estás borracho, creo que es mejor que salgamos —dije —, alguien puede venir y...
Sus manos se fueron a mi rostro, la electricidad recorrió mi espalda. Mi corazón comenzaba a latir con fuerza y no entendía la dimensión de esto, pues no conocía demasiado a Jared, pero se sentía tan cercano, como si hubiésemos estado esperándonos
Se acercó a mí con lentitud, y cuando estaba a centímetros de mis labios, la puerta se abrió. Rápidamente lo alejé de mí, pero no logramos disimular. Vimos a Nate entrar y de inmediato cerró la puerta a su espalda.
—Nate —Habló Jared.
—Sé que hay una explicación para esto —comentó Nate —, pero ahora no es el momento.
Sentí un nudo en la garganta. Mi rostro estaba enrojecido y lo único que pude hacer fue mover mis pies y salir del baño casi corriendo.
Regresé al lugar en donde estaba Stefan casi temblando, pero no dejé que él se percatara de mi nerviosismo. Inventé que me dolía mucho el estómago y que quería volver a casa, él se quejó unos minutos, pero luego aceptó y nos fuimos.
——
—¿Dices que estuviste a punto de besar a Jared Brackley? —me preguntó Harriet.
Estábamos en el camarín. Ella vistiéndose para comenzar a trabajar y yo con un terror que no podía evitar sentir. La sensación de haber estado a centímetros de la boca de Jared me tenía con los pelos de punta. No simplemente porque se había sentido bien, sino porque estaba siendo una maldita con Stefan, y Dios, yo jamás había sido mala con él.
—Baja la voz —le pedí.
—¿Por qué estás tan afectada? —me preguntó con molestia al verme con los ojos brillantes.
—Es que me siento muy mal, Harriet —confesé —¿debería decírselo a Stefan?
—¡Claro que no! —alzó la voz. —Estaba borracho, tú también y simplemente se confundieron los papeles. No es nada, Camile.
—Tienes razón —respiré profundo e intenté tranquilizarme.
—Ahora ve allá afuera para atender, hay mucha gente hoy.
Asentí rápidamente y salí del camarín.
Entre cafés y libros me entretuve toda la tarde en la cafetería atendiendo personas, hasta que vi la cabellera rubia de Jared entrar. Hice contacto visual con él y rápidamente mi corazón latió con fuerza. Le pedí a Harriet que lo atendiera y ella obedeció como una buena amiga lo haría. Pero él estuvo toda la tarde en su notebook trabajando y apenas chocó su mirada con la mía por segunda vez. Tal vez ni siquiera recordaba lo que había pasado.
Jared Brackley
—Vas a decirme qué te sucede con esa chica —me dijo Nate al otro día de la fiesta, cuando estábamos en la universidad —¿Cómo es que sigues viendo a la chica que atropellaste?
—Sólo pasó, no es nada —contesté.
—Jared... —se detuvo frente a su auto y me observó —Cuando entré al baño estaban a unos centímetros de besarse, eso no es simplemente por el alcohol ¿no crees?
—Estaba muy borracho, Nate —mentí —. Sólo por favor no se lo digas a nadie.
—¿Cómo crees? —arrugó el entrecejo. —pero sé que no fue simplemente porque estabas borracho, Jared.
—Tienes razón —confesé.
—¿Qué? —alzó sus cejas más de lo habitual y enfocó toda su atención en mí.
—No sé qué mierda está ocurriéndome, pero algo está cambiando y no sé cómo hacerme cargo de esto.
Nate era mi mejor amigo, nunca le había mentido ni tampoco podía mentir ahora cuando me había prácticamente pillado casi besándome con Camile en el baño. Por mucho que le dijera que era sólo parte del alcohol, él no me creería, por supuesto que me conocía mejor que nadie.
—¿Lo puedes controlar? —preguntó con seriedad.
—Si. Pero no quiero que nadie se entere de esto, Camile no tiene la culpa de que yo sea un impulsivo —comenté —, además si estaba borracho. Sabes que estoy con Emma ¿no?
—Lo sé.
—Mi vida está ahí, junto a ella. Punto.
Nate asintió poco convencido, se despidió y se subió a su auto.
Necesitaba hablar con Camile, pero cuando llegué a la cafetería ella no me atendió a pesar de haberme visto entrar. No quería que comenzara a pensar mal de mí. No ahora. Estuve toda la tarde trabajando en el notebook y cuando iban a cerrar, ordené mis cosas, pagué y me dirigí al estacionamiento.
Me quedé apoyado en mi auto hasta que la vi salir de la cafetería, miró hacia todos lados y rápidamente cruzó la calle. Saqué el auto y la detuve en medio de la solera.
—Camile —bajé el vidrio mientras ella esperaba el autobús.
Sus ojos hicieron contacto con los míos.
—Jared.
—Necesitamos hablar.
—Por favor no.
—Sí, claro que lo necesitamos —le pedí.
—Que sea rápido.
Aparqué el auto y rápidamente me bajé de él. No sabía exactamente lo que iba a decirle, pero aun así me adelanté para sentarme a su lado en la parada del autobús.
No me saludó, no besó mi mejilla, ni tampoco me miró a los ojos. Sólo se mantuvo como una estatua sentada a mi lado.
—Lamento mucho lo que pasó la otra noche —comencé.
Ella respiró profundo, luego se acomodó en el asiento.
—Por favor no se lo digas a Stefan —me pidió como un suplicio —, sé que me equivoqué, pero no es una buena razón para que rompamos.
¿En qué momento se le habrá ocurrido que yo le diría a Stefan algo como eso?
—¿Por qué le diría a Stefan algo así? —la miré fijamente.
Ella sintió mis ojos puestos en ella, así que me observó.
—No lo sé —bajó la voz.
—Sólo lo lamento por hacerte sentir incómoda, soy impulsivo y el alcohol a veces puede con mi consciencia —me excusé. —Sólo quiero que todo esté bien entre nosotros.
—Todo está bien —habló rápido.
—¿Segura?
—Si.
—Camile...
—Lo está, Jared —se puso de pie mirándome —. No quiero seguir hablando de esto ¿sabes? Me siento fatal.
—Yo también.
El silencio se apoderó de nosotros. Me puse de pie, la miré una vez más a los ojos.
—Pero todo está bien, nos vemos en el trabajo el lunes.
Ella no dijo nada.
Y yo seguí mi camino.
***
¡Muchísimas por leer!
BESOPOS
XOXOXO
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