Narrador: Marco.
Salté hacia Star para salvarla del rayo que Tars había lanzado. Estaba dispuesto a sacrificar mi vida para que ella continuara con la batalla. Tars me vio y pudo ver un cambio de semblante, una llena de preocupación. Se detuvo de golpe y Star pudo recuperarse, volteó a verme feliz, pues no había terminado mal; sin embargo, esa distracción bastó para que la ente volviera a disparar. Star se dio cuenta y volvió a cubrirse, pero esta vez su escudo se fragmentaba a mayor rapidez. Intenté salvarla, pero no lo logré. Antes de haberme dado cuenta, Star estaba desfallecida en el suelo, y en los cielos, escuché un grito desgarrador.
—¡Staaaaaar! —al parecer era Rike. Entonces, escuché el sonido filoso de una estocada atravesar un cuerpo, haciendo caer a Rike hasta el suelo.
—¡Rike! —corrí hacia él y me percaté que estaba sangrando levemente, su herida se cerró de inmediato, pero quedó otra cicatriz.
—Marco... ¡Marco! —Rike me llamó con un tono muy serio, yo estaba nervioso, ansioso. No sabía que hacer, estaba en medio de un desastre—. No todo está perdido... aún contamos contigo...
—¿Y qué se supone que haga? —pregunté soltando unas cuantas lágrimas.
—Tu camino se te será revelado con el tiempo... pero estoy seguro de que lo harás bien, ahora, el Universo depende de ti, pero no podrás salvarlo de la destrucción. El Universo ya está perdido, pero aún puedes cambiarlo —dicho esto, cerró los ojos. Pensé que todo estaba perdido en ese momento, y vaya que no me equivoqué. Sentí un golpe en mi cabeza y todo se tornó negro.
No sé si hice algo mal, no quería que todo terminara así. Star está perdida, Rike fue vencido y yo... no sé dónde estoy. Abrí los ojos y me encontraba en una habitación, idéntica a la vez que me encarcelaron en el castillo del Destructor. No estaba atado ni nada por el estilo, estaba solo y sentía frío. Me levanté de la cama en la que estaba recostado y me senté en la orilla. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Dónde estoy? ¿Dónde está Star? ¿Y Rike? Mis preguntas se verían contestadas después de oír que alguien abría la puerta.
— Marco, que bien que despertaste —un joven que tenía muchos movimientos involuntarios, se acercó a mí— nuestra majestad espera su presencia.
No puede ser, Tars ganó. Parece que no mentía, ¡me hará su Rey! ¿Qué se supone que haga? Debo hallar una manera de escapar de este lugar, necesito salvar el Universo de Tars, pero, ¿cómo haré eso? ¿Podré lograrlo? Es mucha presión, ni siquiera sé si hay salida de este lugar.
Me levanté de la cama y seguí a ese chico, todavía no sabía su nombre, pero supuse que lo sabría. Los pasillos de este castillo nuevo en el que caminaba eran muy anchos, había bastantes adornos y recuadros colgados en las paredes. En ellas se veía a Tars haciendo una pose de victoria, alzando su varita hacia los cielos mientras reposaba su pie en una roca y el otro en el suelo; sonreía con malicia y su ceño estaba fruncido.
Seguimos caminando hasta que llegamos al salón del trono. Vi una figura peculiar, la de una chica. Estaba viendo el paisaje por el balcón, su pelo rubio se ondeaba con la brisa del aire, el cual tenía un olor a lluvia, era reconfortante. El chico me señaló extendiendo su brazo y su mano hacia la posición de ella, indicando que me dirigiera hacia allá. Atendí de inmediato su indicación y caminé lentamente hacia el balcón.
Ya afuera, vi que el cielo estaba oscuro, tal vez por el simple hecho de que era de noche. Dirigí mi vista al suelo y ahí estaba el pueblo, como si jamás hubiese sido desintegrado, lo cual me desconcertó mucho. Entonces, la voz de aquella chica me interrumpió.
—Podré ser malvada, pero tampoco estoy desquiciada —ríe tapándose la boca con su mano izquierda. Volteé a verla y era ella, Star. Tan hermosa como siempre, pero algo dentro de mí, me decía que no era Star.—, ¿Cómo amaneció el nuevo Rey? —preguntó envolviéndome entre sus brazos.
Me quedé un poco atontado, ver el cuerpo de Star tan cerca del mío me pone nervioso y ansioso, sus labios tan apatecibles, tengo ganas de acariciarlos y probarlos nuevamente. Mi deseo de besarla era indescriptible, el instinto me dominaba; pero una parte de mí sabía que, por mucho que lo quisiera, estaba haciendo algo incorrecto o indebido. Sabía que no era ella, por mucho que deseara que así fuera. La agarré de sus brazos, la separé y la miré al rostro, pude notar tristeza cuando la separé de mí.
—¿Qué fue lo que hiciste? —sin más, pregunté por lo que mi mente tanto anhelaba saber. Fijé mi vista al pueblo una vez más, tratando de asimilar porque no estaba todo destruido. Tars se recargó en el barandal apoyando su cabeza sobre sus dos brazos, uno encima de otro.
—Siendo sincera, todo pasó muy rápido. Después de dejar a Star derrotada en el suelo, tomé posesión de su cuerpo y la encerré en un vacío subconsciente. Mi tío regresó a su hogar, aceptando los términos de haber perdido esta batalla. Mi padre me ayudó a tener mi propio reinado, por lo que empezó dándome un nuevo pueblo que gobernar. Sabía que él esperaba más de mí: a partir de la siguiente semana empezaré mi plan expansionista; todos los reinos serán conquistados por mi mano... respecto a ti, tienes la libertad de salir de aquí o convertirte en mi Rey. Tomes la decisión que tomes, terminarás junto a mí —sonríe—, así que, es tiempo de que decidas.
—Antes de decidir, me gustaría hablar con Star una última vez —pedí esperanzado de poder oír su verdadera voz salir de su cuerpo, necesitaba saber como estaba, o que era de ella. Quería saber su estado.
—¿Seguro que eso quieres? —preguntó agarrando mi mano derecha, yo sólo asentí—. Bueno, está bien, pero no prometo una sonrisa —Tars cerró los ojos y se quedó quieta unos segundos. Luego los abrió y miró a su alrededor con desesperación—. ¡¿Dónde estoy?! —preguntó acelerada. Lo único que hice fue darle un repentino abrazo para que se calmara. Ella no tardó en corresponderme y soltó las primeras lágrimas, la verdad, eso también me hizo llorar, tal vez esta sería la última vez que hablara con ella—. Marco... —despegó sus brazos de mi cuerpo y me miró a los ojos directamente.
—Star... —pronuncié su nombre con bastante tristeza mientras me perdía en la profundidad de sus ojos, pase mi mano por su mejilla izquierda, tomándola delicadamente.
—Casi pierdes la vida por mi culpa... —agacha la mirada y pone su cabeza en mi pecho, yo la abrazo con ternura.
—Y de haberla perdido no estaríamos aquí... todo esto es mi culpa, no pude protegerte —cerré los ojos y me recargué en su cabeza.
—Nuestros amigos deben estar con Rike, al menos eso espero. No quiero que vengan por nosotros, ¡morirán! —Star sollozó un poco más, aferrándose con más fuerza.
—No podemos asegurar nada, pero conociendo a Rike los retendrá de perder la vida... al menos tengo fe en ello. Star —le alcé la vista para que me viera a los ojos—, trataré de arreglar esto, sólo quiero que sepas que, pase lo que pase, estaré aquí para ti... o al menos lo que queda de ti —solté una lágrima más.
—Marco... creo que eres lo mejor que cruzó mi vida y hasta hoy me di cuenta de ello... es simplemente tonto de mi parte haberme negado. Lo siento tanto... —por un momento me quedé confundido con lo que dijo, pero no tardé en comprenderlo. Tomé su rostro entre mis manos y me acerqué a ella. Nuestros labios se juntaron y nos dimos un beso muy corto.
—Star... yo... —me calló repentinamente.
—Escúchame, Marco. Esta será la última vez que nos hablemos... —suelta una lágrima para luego desviar la mirada, su voz se quiebra—. Así que... si no llegas a arreglar las cosas —se me acercó y colocó su boca en mi oído izquierdo—. Quiero que me... —abrí los ojos con asombro.
—¡No haré eso! —la sujeté entre mis brazos y fijé mi mirada en sus ojos—. Ni loco así será...
—Pero quizá sea la única manera, Marco. Tienes que hacerlo.
—No... —estaba devastado, Star me estaba pidiendo el peor favor de todo el mundo. Negué con la cabeza tratando de asimilar su petición.
—Te quiero mucho, Marco, cuida de todos... cambia el destino —rogó mientras se me acercaba y me rodeaba con sus brazos. Su mirada se levantó y nos quedamos viendo a los ojos.
—Star...
—¿Sí?
—Te amo... —cuando pronuncié esas palabras, Star sonrió y me regaló un beso más.
—Yo también, Marco... yo también. Ahora, ve —indicó cerrando los ojos.
—Adiós, Star... —vi como su cuerpo caía al suelo, pero antes de que eso sucediera, la tomé entre mis brazos. La dejé lentamente en el suelo, recostada. De un momento a otro, abrió los ojos y me dijo en voz baja.
—Hasta luego, Marco... —en ese momento quedé devastado, pero era claro lo que debía hacer. Tars había vuelto en sí y se levantó.
—Creo que prefiero irme —desvié tanto mis pasos como mi mirada de ella, dejándola sola en el balcón.
—Querido —volteo a verla—, no es por engreída, pero créeme cuando te digo que vas a volver —en eso, veo que mira al pueblo una vez más—. No importa lo que hagas, tu destino y el de este Universo ya ha sido escrito.
—Cada quien escribe su propio destino —dictaminé antes de abrir la puerta del salón y dirigirme a la entrada principal. Ahí me topé con él.
—Sé lo que harás —sonríe—, pero quiero ver como termina todo esto —el Destructor sólo me mostraba una sonrisa burlona, mientras me abría la puerta del castillo. Salí de ahí con la frente en alto.
Star, cumpliré mi promesa de cambiar el destino, aunque sea lo último que haga.
Luego de llegar al pueblo...
Vi a todos muy felices y contentos, algo que, ha decir verdad, me tenía bastante desconcertado. Sabía que algo andaba mal en esto.
Tomé ruta a una casa cualquiera. Toqué la puerta y me recibió una mujer de mediana edad, con cabello castaño y ojos grises. Su vestimenta era como la de una pueblerina, pero estaba en perfectas condiciones. En su rostro se veía la más grande felicidad.
—Hola, hijo. Dime, ¿en qué te puedo ayudar? —cerró los ojos mientras me regalaba esa cálida sonrisa. Estaba realmente sorprendido, pensé que el gobernado del Destructor tendría a todos horrorizados y con una gran impotencia, pero resultó todo lo contrario. Miré a la señora una vez más, me rasqué y solamente busqué un pretexto para entrar a su casa y así tal vez encontrar algo que me diga información reelevante.
—Tengo un poco de sed, ¿cree que pueda tomar un vaso de agua? —señalé el interior de su casa, ella asintió amablemente y me dejó entrar sin más. Vi que tenía una linda casa. Una mesa con cuatro sillas, sillones cómodos. Una cocina práctica. Todo muy bien hecho. Tomé asiento en una de las sillas del comedor, hasta que la mujer se sentó junto a mí entregándome el agua.
—Y dime, muchacho, ¿qué te trae por aquí? No pareces provenir de este lugar —su curiosidad era notable. Le di un sorbo al líquido antes de contestar su pregunta.
—La verdad es que vengo de otra dimensión: La Tierra. Yo... —no podía aguantarlo más, necesitaba hablarlo con alguien. Quería expulsar toda esta experiencia de mi corazón, quería olvidarlo, dejarlo ir, simplemente no era justo. No pude soportarlo más, lloré. Lloré como jamás lo hice. Los perdí a todos, a Star, mis amigos, e incluso puede que pierda mi mundo y a mis padres... no lo sé, pero la destrucción parecía ser inevitable. Estaba deshecho por dentro.—... y así llegué aquí. Solo y débil, sin nada por que seguir vivo; aunque... todavía debo luchar. Debo hacerlo por ella —me sequé las lágrimas con mi antebrazo.
—Vaya, eso suena duro, incluso hasta para mí, y eso que antes vivía de una manera muy mediocre.
—¿Cómo fue que todos terminaron tan felices con semejante ser que ahora es nuestro gobernante?
—No lo sé. Tú cuentas que es la persona más detestable en todo el Universo entero, pero para mí, ha sido un Rey bondadoso. Nos ha brindado todo por lo que el pueblo siempre ha rogado y trabajado con gotas de sudor que parecían sangre. Nos ofreció comida y agua de por vida. Lo único que quiere de nosotros es nuestra felicidad —sonrió cerrando los ojos. Esto era simplemente incomprensible. No podía creerlo, ¿por qué alguien como el Destructor querría la felicidad? Simplemente algo no cuadraba. Ahora estaba furioso. En eso, una pequeña pantalla salió de la mesa.
—Presencia de frustración... usted parece no estar feliz, ¿cómo podemos ayudarle? —esa voz femenina sonaba tan amable que ni yo mismo podía creerlo, y eso que estaba en frente de mis propios ojos. Entonces reaccioné.
—¿Por qué debo ser feliz? —la maquina se quedó en silencio por unos momentos para luego retirarse sin ninguna explicación.
—¿Por qué debes ser feliz? Vaya pregunta más tonta. Más bien, ¿por qué no querrías ser feliz? —su rostro mostraba una clara confusión, pero yo estaba anonado. Es como si el Destructor obligará a todos a ser felices, pero, ¿por qué? Debía averiguarlo.
—Muchas gracias por el agua —me levanté y salí de la casa, tanto aliviado como desconcertado. Por fin pude liberarme con alguien a pesar de haberla conocido hace nada. Caminé por las calles tratando de encontrar algún indicio, alguna pista que me guiara a la razón por la cual está sucediendo todo esto.
Y por fin pude obtener una respuesta. Me acerqué a una casa cercana, tenía las luces prendidas y vi el interior por la ventana. Dentro estaba un hombre, aparentemente frustrado, con los codos recargados sobre la mesa. Sus manos reposaban en su cabeza demostrando impaciencia y enojo.
—¡¿Por qué?! —alzó la vista malhumorado con cierto desagrado. Yo solo me preguntaba, ¿qué tiene este señor? Nuevamente salió una pantallita de la mesa preguntando la causa de su frustración.
—Esa cosa otra vez —murmuré enojado.
—¡Ahora no! —arremetió un fuerte golpe contra la máquina, descomponiéndola en el acto. Entonces las luces de su casa se apagaron, imposibilitándome la vista.
—Oh, vamos... ¿qué sucede? —al menos la luz de la luna aún me dejaba ver el interior de la casa. Un joven sobresalió de la obscuridad.
—Ron, Ron, Ron... no puedo creer que esto esté sucediendo otra vez, ¿acaso quieres volver al "lugar feliz"? —sonríe.
—¡Ca-Ca-Ca-Carl! ¡Qué sorpresa! —el hombre se puso nervioso. Empezó a sudar frío— ¿Quieres agua, té, soda? ¿Qué te puedo ofrecer? —corrió hacia el refrigerador y sacó las tres bebidas que ofreció mientras tomaba asiento y golpeteaba la mesa con sus dedos. Tenía una sonrisa forzada en su rostro.
—Lo que quiero es tu cooperación —toma el té helado—, tú ya sabes como funcionan las cosas en este lugar; no podemos andar por ahí sin tomar cartas en el asunto. Necesito que estés aquí.
—Hago lo que puedo —ríe nerviosamente—. Es sólo que no he tenido cosas muy favorables estos días y tampoco puedo andar tan contento, ¿sabes? —toma la soda y lo abre rápidamente para bebérsela a fondo.
—Pues no es suficiente: o cambias tu actitud ahora o nos veremos obligados a reportarte una vez más —con fuerza, estampa sus manos contra la mesa—, ¡¿entendiste?! —Ron asiente con temor—. Más te vale —dicho eso, desapareció entre las sombras. Me dio curiosidad toda esta escena, así que dirigí mis pasos hacia la puerta. Sin embargo, me vi detenido por una voz chillona muy peculiar.
—Hola, niño... —me asusté de la repentina situación. Volteé a verla... y era ella.
—¿Tú? ¿Qué haces por aquí? ¿Acaso él anda cerca? —estaba un poco atemorizado de que tal vez alguien me haya estado siguiendo.
—¿Te refieres al Sr. Z? No, él no anda por aquí. Yo vivo aquí cerca; vi por mi ventana y reconocí la sudadera que traías puesta. Vine a saludarte —sonrió inocentemente mientras cerraba sus ojos. Yo aún seguía un poco sorprendido. Era la misma niña que me encontré en ese tétrico bosque.
—Es bueno saber que no ronda en estos lares, oye... ya que vives por aquí, ¿hay algo extraño que hayas visto con este sujeto?
—¿El Sr. Johnson? —alza la vista al cielo, pensando. Luego la regresa hacia mí—. Bueno, se ausentó por unas horas hoy mismo. Justo cuando comenzó a gobernar la hermana del Sr. Z. Parece que su ayudante se lo llevó por "amargado". De ahí en fuera no sé nada más de lo que ha pasado con él...
—Supongo que es información valiosa... y, aprovechando que estás aquí y además andamos en paz, ¿cuál es tu nombre?
—Mi mamá dice que no revele información a extraños —la miré confundido.
—¿Pero qué me dices del él? A mi parecer, también es un extraño y se ve mucho menos confiable que yo.
—El Sr. Z y yo nos conocimos en el bosque, fue cuando mis papás y yo tomamos un día de picnic. Fue un día muy tranquilo a decir verdad. Estaba jugando con mi padre a la pelota y en una de esas, la lanzó muy fuerte introduciéndose en el bosque...
—¿Y te encontraste con él? —asintió con la cabeza.
—Esa vez, él me dio la pelota y le agradecí. Fue entonces cuando me dijo que le podía llamar "Sr. Z". Desde entonces me visita todas las noches y jugamos en mi habitación, me trata como a una hija, según me ha dicho. Pero siendo sincera, yo nunca reemplazaría a mi papi...
—¿Y no te daba miedo cuando estaba ahí en tu cuarto?
—Al principio me asusté, pero con el paso del tiempo comenzamos a conocernos más. Desde entonces, hay veces que me lleva con sus "compañeros de juego", como tú.
—Vaya —a mi parecer, esta pequeña niña fue escogida por Zacarías para que se viera involucrada en sus siniestros laberintos de sumo terror y confusión. De igual forma, quería saber al menos su nombre—. Bueno, pues mi nombre es Marco; ya que te dije mi nombre, ¿ya puedo saber el tuyo? —miré a la pequeña con esperanza de conseguir la información.
—Bueno, supongo que es justo. Me llamo Melanie.
—¿Melanie? Es un bello nombre. De acuerdo, Melanie, estaré con el Sr. Johnson para averiguar más.
—¿Sobre qué? —su voz mostraba curiosidad, algo obvio proviniendo de una dulce niña.
—Sobre el por qué obligan a la gente a ser feliz en contra de su voluntad.
—Escuché al Sr. Z que la gente posee energía valiosa dentro de su ser, tal vez tenga algo que ver, quien sabe. En fin, cuídate Marco —después de despedirse, vi como daba pequeños saltos tomando rumbo hacia su hogar. Por otro lado, conque la energía de la gente, ¿eh? Esto empieza a tornarse interesante.
Era obvio, era algo muy relativo. Necesitaba hablar con ese señor. No perdí más el tiempo y me dirigí a la puerta de la casa. Toqué tres veces.
—¡¿Carl?! Pensé que ya había quedado claro —el nerviosismo de su voz era sumamente notable. Estaba algo aterrado.
—No soy quien crees, soy un pobre chico con hambre —mentí, pero necesitaba un buen pretexto para poder entrar.
—Lo siento chico, aquí no encontrarás comida —fue cortante, parece que tendré que ser más atrevido.
—Entonces, ¿dejará en la calle a un pobre niño infeliz? —recalqué la última palabra para ver si había reacción en él. Escuché la puerta abrirse. Bingo.
—Por supuesto que no... ¡pa-pasa! —pasé tranquilamente entre los fríos pasillos de la casa. Esta lucía más deprimente, el ambiente era un tanto pesado. Tomé asiento en la mesa y me quedé viendo hacia la misma ventana en la que espié al Señor
—Y, ¿qué te puedo ofrecer? —mostró una sonrisa, la cual parecía ser forzada. Después de lo que le acaba de suceder, puedo comprender un poco su situación.
—Lo que sea es bueno... aunque, me gustaría más algo simple: como un sándwich —sí, tal vez me hubiera gustado algo más rico, pero no puedo exigirle mucho a un extraño. Aparte, estoy aquí por respuestas, no por comida. En el momento en que el señor quiera saber más sobre mí, podré atiborrarlo de preguntas.
—Bien, un sándwich será —se dirigió a su cocina y sacó los ingredientes correspondientes. Cuando abrió su alacena, pude notar que estaba llena. Parece que no mentían cuando decían que los satisfarían de la comida necesaria para subsistir. Ellos ya tenían la vida hecha, pero la misma pregunta permanecía: ¿por qué?
Después de unos momentos, Ron se sentó junto a mí, trayendo el platillo en su mano derecha. Lo dejó frente mía y agachó la mirada; estaba frustrado. Al parecer no iba a comenzar la conversación él, así que lo haré yo.
—Vaya señor, se ve mal, ¿algo lo atormenta? —alzó la mirada un tanto molesto, como si me indicara que no era de mi incumbencia. Sin embargo, suspiró pesadamente y tuvo la cortesía de responderme.
—Sí, he estado en tiempos difíciles, y los locos que manejan este lugar, me llevaron a un tipo de manicomio para gente depresiva, llamado "lugar feliz". Literalmente es eso, un lugar lleno de felicidad, tanta, que hasta podrías perder el hilo de tu propia cordura. Sin embargo, no fue lo suficiente para lidiar conmigo.
—Pero, ¿por qué lo enviaron ahí?
—Mi vida no es tan feliz como los gobernantes de aquí quieren... Tengo muchas carencias: perdí a mis padres, mi pareja fue llevada a prisión por un error del maldito sistema, mis amigos tuvieron que mudarse a otra dimensión y ahora sólo estoy yo. No tengo a nadie más, pero nos obligan a ser felices...
—¿Por qué? —en ese momento, Ron se levantó de la silla y se asomó por la ventana, viendo a los lados. Después de eso, cerró las cortinas y apagó las luces. Regresó a donde estaba.
—Tengo una teoría, pero nadie debe escucharnos, menos ese tipejo de Carl, él es la mano derecha de la Reina. Bien —revisa a su alrededor una vez más—, pues parece que ya estamos en privado.
— Entonces... —di un mordisco a mi comida.
—De acuerdo, esto es lo que tengo, pero necesito que me sigas —acto seguido, Ron se levantó muy apresurado y me jaló del brazo, por poco tiro el sándwich, pero logré salvarlo. Tenía hambre. Me llevó hasta unas escaleras donde descendimos al sótano.
—¿Qué hay aquí? —pregunté en un susurro. De la misma manera él me contestó.
—Los extractores...
—¿Extractores?
—Exactamente. Después de tanto indagar, pude percatarme de que los cimientos de todas las casas tienen un tipo de mecanismo el cual absorbe la energía vital de los mewmanos. Sin embargo, este mecanismo sólo funciona cuando estamos felices, de otra manera, retenemos esa energía dentro de una capa de negatividad y hace imposible que puedan absorber dicha energía.
—¿Y para qué querrían esa energía?
—Buena pregunta chico, según yo, esa energía es con la que suministran las corrientes de electricidad del pueblo y del mismo Castillo, pero aparte... algo me dice que también podrían utilizarla para su propio beneficio...
—¿Qué quieres decir con eso?
—Escuché que hubo una pelea contra la Reina para que se decidiera el destino del Universo, y como te habrás dado cuenta, fue perdida —cuando mencionó eso, no pude evitar sentirme culpable—. En fin, la Reina pareció no haberse quedado satisfecha, así que tal vez reúna esta energía para llevar su poder a algo ilimitado. No tengo idea de como consiguió tanta magia y poder, pero con la energía que está extrayendo de los habitantes, tarde o temprano, puede que el Multiverso entero se vea afectado...
—Dudo que Rike permita eso... —pensé.
—Por otro lado, estamos aquí, tú y yo, viéndonos afectados por esto. Nos obligan a ser felices a pesar de que no podemos o no queremos. Aunque sea cierto de que la gente merece encontrar la felicidad, siento que jamás será lo mismo que la encuentras por tu cuenta a que te la den en la palma de tu mano. Siento que la felicidad va más allá de lo material. Es un producto de nuestro florecer espiritual, tal vez sea algo que la Reina quiere evitar, para que nos quedemos cegados con las cosas del mundo y nos quedemos limitados en un pequeño y reducido panorama de nuestras vidas.
—Tal vez tenga razón...
—Aunque a primera vista luzca como una Reina bondadosa y, que después de tantos años de egoísmo y falta de atención al pueblo, generosa, no es más que otra tirana que busca el poder y la conquista a cuesta de muerte. Si tan solo hubiera una manera de hacerle frente...
—Tal vez la haya, pero necesitaremos a toda la gente —Ron volteó a verme extrañado, pero yo sólo demostraba determinación.
—Soy todo oídos...
Me dispuse a contarle mi atrevido plan a Ron, el cual consistía en convencer a la gente para levantarse en armas contra el gobierno y tal vez lograr un golpe de estado y de esta manera poder enmendar mis errores. Sabía que no serían capaces de matar a los pueblerinos porque los necesitaban, así que el plan no podía fallar, además, sino llegaba a funcionar, tenía un plan B.
—Bien, Marco, ya he enviado las cartas a todas las casas, sólo esperemos a que funcione —Ron se había encargado de enviar un mensaje público al pueblo entero, comunicándoles que solo eran utilizados como simples ratas de laboratorio.
Salimos afuera y para nuestra sorpresa, pareció haber funcionado.
—Bien, Ron. El plan va progresando con éxito. Cuando vean que les quitamos su fuente de energía, tendrán que sucumbir a nuestros pedidos.
—Por fin, ¡recuperaré mi libertad! —tanto él como yo estábamos muy emocionados. Junto a la muchedumbre enojada, tomamos rumbo hacia el castillo. Me puse al frente de todos y quise confrontar a la ente.
—¡Tars! ¡Muéstrate! —mi petición no tardó en ser respondida. Tars había salido al balcón, mirándome fríamente.
—Vaya, en serio me sorprendiste —aunque no hablaba sorprendida, tampoco mostraba sarcasmo, solo estaba seria—. Guiar al pueblo en mi contra para hacerme cambiar de opinión. Es algo arriesgado, pero a la vez muy bien planificado, ¿cómo lo lograste?
—Les mostré la verdad.
—¿Cuál verdad? —alzó las cejas confundida.
—Ustedes, ¡los manipulan para su beneficio! Absorben su energía vital para poder suministrar sus propias necesidades —Tars abrió los ojos en grande. Luego aplaudió, algo que me tomó desprevenido.
—Me pregunto quien nos habrá delatado, ¡Carl! —el mismo joven que había discutido con Ron, se asomó al balcón.
—Sí, mi Reina, es evidente nuestro delatador —señala a Ron. Entonces, Tars alza su varita al cielo. Sabía exactamente lo que ella planeaba, y no estaba dispuesto a ver a otra persona sufrir por mi culpa. Antes de que ella lanzara un letal rayo hacia mi, apenas recién, amigo y colega, lo aventé para salvarlo. De esta manera, el rayo recayó sobre mí. Sin darme cuenta, no me había pasado nada, volteé a ver a Tars.
—No puedo matarte... ni siquiera me imagino el dolor que sentiría —para mi asombro, se había puesto un poco triste.
—Tars, hagamos esto en paz, solo dale a esta gente la libertad de sus vidas y a todos aquellos a quienes conquistes. Algo dentro de mí me dice que puedes ser algo mejor que esto. Hazlo por mí.
—Marco... —tenía fe, esperanza en que ella cambiara.
—¡Regresenos nuestra libertad! ¡Nuestra felicidad verdadera! —reclamó Ron, haciendo que todos abuchearan a Tars. El Destructor tomó posición junto a ella. Vi que estaban hablando, al estar tan lejos, no alcancé a oír gran cosa. Sin embargo, vi que alzó su varita una vez más.
—¡¿Qué crees que haces?!
—Sigo mi legado... —dicho eso, emergió un gran destello de la varita.
—¡No puedes matarnos! ¡Nos necesitan! —Ron alzó su brazo en forma de oposición, otros ya estaban teniendo miedo.
—Eso les hicimos creer —entonces un rayo nos cubrió a todos, incluyéndome. Había cerrado los ojos.
Al abrirlos, me encontraba en el balcón del castillo. Oí una risa burlándose de mí.
—Te dije que volverías a mí, cariño. Pero ahora condenaste al pueblo —me señala hacia donde me encontraba hace unos momentos y todo estaba hecho cenizas. No lo entendía, esto no tenía sentido.
—Pe-pe-pero, ¿por qué?
—¿En serio creíste que necesitaba de esos simples seres inferiores? Nada más eran adorno para que mis tierras no estuvieran vacías.
—¿Pero qué hay de la energía vital?
—Admito que era útil, pero no la necesitamos para vivir.
—¿Y los mataste?
—Es mejor que vivir esclavizados, les di lo que me pidieron, libertad. Aunque haya tenido que ser en espíritu —sonríe.
—¿Cómo pudiste?
—No hay nada que me detenga —a este punto estaba sufriendo otro colapso. Los pueblerinos habían muerto por mi culpa, los guié a su propia destrucción a pesar de que ya vivían en paz. Mi tonta ambición de querer cambiarlo todo, termino haciéndome uno más de ellos e hice que siguieran el camino a su propia destrucción. A este punto, sabía que ya no había ningún retorno. Si me había encaminando a un rumbo sin retorno, entonces actuaría como tal.
—Tars —volteó a verme—. Eres muy atrevida haciendo todo esto, y me gusta —se quedó muy confundida con lo que dije.
—¿A dónde quieres llegar Marco Díaz? —se acercó lentamente a mí de manera coqueta.
—Eres el reflejo que queda de lo que alguna vez sentí por Star, y me siento triste de haberla perdido. Aún así, tú aún mantienes un poco de su esencia y por lo tanto...
—¿Qué?
—Es de esperar que tú me gustes también. Aunque también es mi deber cumplir mi promesa.
—¿Cuál?
—Me pidió hacerla mía... Pero ahora sólo quedas tú —sus ojos brillaron. Siendo sincero, lo que dije fue una vil mentira.
Flashback
—Escúchame, Marco. Esta será la última vez que nos hablemos... —suelta una lágrima para luego desviar la mirada, su voz se quiebra—. Así que... si no llegas a arreglar las cosas —se me acercó y colocó su boca en mi oído izquierdo—. Quiero que me... mates —abrí los ojos con asombro.
...
Saqué una daga que Ron me dio antes de efectuar nuestro plan, era el turno del plan B.
A este punto Tars y ya estábamos en un beso apasionado y estábamos muy sumergidos en ello. Ella aún no se percataba de mis intenciones. Luego del beso, susurré algo a su oído.
—Lo siento... —ella se desconcertó y yo dirigí la la daga a su corazón rápidamente. Entones se escuchó el sonido de un arma punzocortante atravesar un cuerpo. Todo se vuelve obscuro, me siento frío y un grito desgarrador se oyó en toda la sala.
—¡Marcooooo! —y antes de entregarme a mi destino, divisé un gran charco de sangre rodearme. Una voz gruesa habló detrás de mí.
—Sabía que terminarías aquí... pero si tocas a mi hija, sufres las consecuencias —fue lo último que escuché antes de soltar unas cuantas lágrimas y cerrar los ojos. Fallé. Perdí. Todo se vino abajo, todo fue mi culpa y ahora moriré en paz, por fin cobré las consecuencias de mis actos, siento que no merezco más. Iré con ustedes y contigo Star... todo se volvió silencio.
Y ahí me encontré, dentro de la obscuridad. Como siempre nos lo han pintado, había una luz al final de toda esta tiniebla. Caminé lentamente hacia ella.
—Entonces así será... —una voz me habló por detrás y dirigí mi vista hacia ella.
—¿Qué...?
—Abandonarás todo aquello por lo que peleaste. Pensé que eras más fuerte de lo que había previsto. Por eso fuiste escogido por mí para protegerla; como había dicho al principio de todo esto, nada es una coincidencia. Marco Díaz, tú aún puedes seguir adelante.
—Pero hice lo mejor que pude... —me sentía fatal, me arrodillé ante mi incompetencia y mi impotencia.
—¿Dar lo mejor de ti? Pero Marco, tú puedes dar todavía más
—¡No! ¡Ya me cansé de dar lo mejor de mí! ¡Siempre termino fallando! Yo no sirvo para esto... este es quien soy en verdad —agaché la mirada escondiendo mi vergüenza—. Di lo mejor en la batalla, en proteger a Star, en fingir ser su mejor amigo... ya di todo lo que podía dar.
—Pero Marco, tú jamás has dado TODO el potencial que hay dentro de tu espíritu... nunca lo has hecho —alcé la mirada mostrando una gran confusión, ¿a qué se refería con eso?
—¿Qué tratas de decirme?
—Siempre has tratado de cambiar este destino mediante cosas agresivas y planes que resultaron fatales, ¿pero has intentado pensar diferente?
—¿Cuál es el punto?
—Solamente debes dejar todo fluir...
—¡¿Rike?!
—Nos veremos algún día, Marco —y a partir de ese instante, ya no hubo otro rastro más de esa voz. Entonces, sentí a alguien abrazándome por detrás.
—Me alegra saber que al menos lo intestaste —¿Star?
—Yo hice lo que pude —sus manos me hicieron voltear y me agarró las mejillas.
—Mi tío dice que aún tienes una oportunidad más...
—¿Y qué debo hacer?
—Tienes que dejarla ganar...
—¿Hablas en serio? —estaba desanimado. Ella solo asintió mirándome fijamente a los ojos—. Pero, ¿qué si no te veo otra vez?
—Yo siempre estaré contigo Marco, estando con ella.
—Star, he perdido todo lo que amaba y creo que solo me miento a mismo al decir que quiero volver a vivir y arreglar las cosas. Desearía sólo morir en paz.
—¿Y qué hay de todo lo demás? La Tierra aún peligra.
—De igual manera ella lo conquistará y lo dejará desierto. Ya oíste a Rike, el Universo ya está perdido.
—Sí, pero como se maneje después de su perdición es otro rollo —tomé sus manos y las acaricié con mis dedos.
—Mis padres están condenados por mi culpa, mis amigos igual. Todo esto es mi culpa, ¡si tan sólo hubiera podido protegerte! —entonces hizo algo que me sacó de onda. Alzó su mano y me arremetió una cachetada muy fuerte.
—¡Marco Díaz! ¿Cómo te atreves a pensar de esa manera? ¡Vamos, reacciona! Si Rike dice que puedes hacerlo, yo más confío en que lo harás —me sobé donde ella me golpeó. Me quedé viendo sus ojos y comencé a soltar lágrimas. Estaba devastado, colapsado, ¡deshecho! Tanto esfuerzo inútil para llegar a este punto y que me digan que debí rendirme desde el principio. Todo esto es una verdadera locura.
—Star, sólo... no puedo hacerlo —fijé mi vista en aquella luz y me encaminé a ella.
—Marco, temo decirte que esto no acabará aquí, ella te quiere con vida —antes de continuar caminando, me detuve y clavé mi vista en Star una vez más—. Perdón que te diga esto Marco, pero estamos destinados a vivir juntos. Aunque no sea yo misma.
—Star...
—Sólo quiero que sepas, que no importa la decisión que tomes, ahí siempre estaremos —en ese instante corrí a abrazarla y lloré sobre su hombro.
—Te fallé...
—No Marco, aún no me has fallado... —poco a poco sentí como ella se desvanecía.
—¿Star? —empecé a alarmarme.
—Te amo...
—¡Star! —y de pronto, ella ya no estaba—. No... No... ¡NOOO! —me arrodillé y pegué el suelo con fuerza con mis puños. La luz se hizo presente iluminando la obscuridad. Entonces yo cerré los ojos.
—Marco... Marco... ¿Marco? —alguien me llamaba, no supe reconocer la voz en un principio.
—No tarda en despertar —una voz enfadada respondió a mis espaldas.
Todo era muy borroso, hasta que divisé un rostro que emanaba unos hilos dorados muy bellos.
—¿Star? O... ¿Tars?
—Marco, por fin despiertas —recibí un fuerte abrazo de la ente.
—Maldito mocoso. No puedo creer que aún lo ames a pesar de que trató de quitarte la vida. Sólo por ser tú lo perdoné de su inmundo destino.
—Padre, él lo hizo por amor. Había hecho una promesa; de igual forma, sabía que no lo dejarías —sobo mi cabeza y veo a mi alrededor. El Destructor traía una gran sonrisa de confianza consigo.
—Más te vale rendirte en hacer este tipo de cosas, porque no dudaré en asesinarte nuevamente —dicho eso, tomó rumbo a la salida.
—¡Padre!
—Sólo hago mi deber, hija mía...
—¿Qué fue lo que pasó?
—Le pedí a mi padre que te reviviera. Sabía que mentías desde el principio. Por favor, Star vive dentro de mí, sé todo lo que trata de hacer o planear; pero no te desanimes... todavía puedes tomar el puesto de Rey... sólo si quieres —se fue al balcón cabizbaja. Yo solamente me quedé pensando en su propuesta.
Dejarlo fluir, rendirme y entregarme. Eso fue lo que tanto Star como Rike me pidieron que hiciera. Sin embargo, ¿para qué quiero ser el Rey de un gobierno tirano y opresor? Jamás gobernaría de esa forma. Es claro que las ideas que tiene Tars junto con las mías nunca van a congeniar.
Y ese es el punto...
¿Qué?
¿No lo ves? La respuesta siempre estuvo entregado a ti en bandeja de plata...
No entiendo... ¿guarda?
Sí, Marco, soy tu guarda espiritual. Te digo que la solución a todos nuestros problemas siempre ha estado desde el principio. Desde que nos atraparon dentro de este castillo. Tan simple y tan obvio que no pudiste verlo.
Imposible... pero no logro ver bien tu plan.
No es un plan, te dejaré pensando en ello.
¡¿Y por qué no me ayudaste desde el principio?!
Dímelo tú. Jamás tuviste la decencia de preguntarme...
Cierto... vaya, todo esto por mi ambición. Fui cegado por confiarme en lo que hacía; pero aún puedo cambiarlo. Todavía no sé lo que debo de hacer, debo descubrirlo.
¿Ser el nuevo Rey del Universo? ¿Y quién me dice que no seré más que un simple títere? Supongo que esto es lo que debo de hacer, ya no hay vuelta atrás... ya estoy aquí.
Me posicioné junto a Tars y la tomé de las manos. Ella me miró con un cierto brillo en sus ojos.
—Tars... comprende que no... —desvía un poco la mirada.
—Está bien si no quieres, creo que después de lo que hice no te merezco. Soy un monstruo, destruí todo; pero así soy yo, así es mi naturaleza y no quiero cambiarla. Me forjaron para ser de esta manera y soy feliz con esto aunque no lo creas. No me importa si me odias, pero quiero que sepas que siempre te tendré en mi corazón —sus palabras me sorprendieron. Sentí que de cierta forma trató de disculparse por su maltrato. Rike me pidió que lo dejara fluir, supongo que ahora debo tomar el puesto que me corresponde en esta nueva vida.
—Tars, yo no quise decir eso —regresó su vista mientras sus ojos se iluminaban—. Quiero ser el nuevo Rey —una inmensa alegría se vio reflejada en su rostro al mostrar una gran sonrisa. Me abrazo y pude sentir la calidez de sus brazos, correspondiéndole a continuación.
—Lo sabía... ¡Lo sabía! —chilló de emoción.
—Creo que al final sí se te hizo...
—Bueno, como reconsideraste la situación, dejaré todo normal otra vez —arqueé una ceja. Ella alzó su varita y con una capa mágica cubrió a todo el pueblo. Asomé mi cabeza y vi como poco a poco la gente emergía de las cenizas. Entonces, en esta pequeña parte de esta desventura, pude sentir algo que pensé estaba perdido; ese algo que me llenó todo el alma y más al ver como resurgían todos de la muerte; esa pequeña cosa, la cual se llama: Felicidad.
—Pero... yo pensé que...
—Te dije que era malvada, no una desquiciada —sonreí y en ese momento supe que ella definitivamente no era igual a su padre. Una sombra gigante nos cubrió a ambos.
—Se feliz, hija mía... ¡Carl! La cuidas —miré al Destructor mientras se iba lentamente hacia la puerta. Todo parecía bien. Él ya se había ido y ahora yo estaba junto a ella, tal parece que todo marchará bien para ella... pero, ¿y yo?
Una semana más tarde...
—¡Habitantes del reino! ¡Saluden a su nueva Reina y conquistadora! ¡Tars Ylfrettub! —si, tal vez estoy loco, pero estaba aquí, en frente de un millar de personas aparentemente aterradas por lo que ellos creen será la nueva época del miedo y la obscuridad; presentando a Tars, y claro, no puedo olvidarme de mí— ¡Y yo soy su nuevo Rey! ¡Entrarán a una mueva época de prosperidad, justicia y felicidad! —incluso hasta para mí era increíble, en el sentido de no creer que fuese posible, poder pronunciar esas tres palabras juntas teniendo a Tars como Reina. Miré a los habitantes confundidos y extrañados, pensando seguramente que era una broma. Tars y yo pensábamos diferente, pero desde que me convirtió en el nuevo Rey, ella misma me dijo que tenía la misma autoridad que ella por derecho, permitiéndome gobernar bajo mis reglas. Por fin, pude cumplir con mi misión y está claro que pude enmendar mis errores.
Un mes más tarde...
Tars y yo nos llevamos mejor de lo que creí, y nunca pensé decir que en verdad se parece más a Star de lo que aparenta. Ahora todo puede estar en paz y todo fluirá para bien, el Universo ahora está en buenas manos, al menos eso creo yo.
Estaba en el balcón de un nuevo castillo en el que estábamos Tars y yo. Lo habíamos arrebatado de un Rey egoísta y también un tipo tirano que solo concentraba las riquezas en sí mismo. Podía estar satisfecho.
—Me pregunto que será de el Universo cuando mueras...
—¿Eh?
—¿En serio creíste que permitiría esto? Pobre iluso... —el Destructor me dejó ahí con muchas incógnitas.
¿Todo esto... fue para nada?
Hola a mis lectores, y amigos, espero que hayan disfrutado este final alternativo. Vaya, maldito Destructor, le hizo creer a Marco que en verdad era la última esperanza del Universo, pero como dijo Rike, el Universo ya estaba perdido. Marco sólo fue como una vacuna que retrasa la enfermedad que acabará con la vida tarde o temprano. Final malo... JIAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA. Bueno, nos veremos en otro libro!!!
Vota si te gustó!!!!!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro