VIII
La bruja estaba recostada boca bajo en su cama, en la misma incómoda posición desde hace una hora. En perpendicular con las piernas colgando de un lado, y solo una mano salia fuera de la cama.
Zoe y White bebían té mientras veían a la bruja enmudecida. Solo la gata sentía algo de pena, mientras que la maga pensaba que era algo que merecía por jugar con las personas.
—¿Cuándo termina el domingo?— hablo luego de horas de silencio.
Con tantos domingos en su vida, ese era uno aburrido de esos que pasan lento y nunca hay algo interesante que hacer, agregando que se sentía triste, y un tanto estúpida. Nada le ayudaba a salir de ese estado.
Cada tanto veía su celular por si le llegaba algún mensaje de Hisirdoux pero nada, estaba enojado, y sus razones eran válidas.
—Debemos hacer el ritual hoy, ya quiero resolver esto, e irme de Arcadia.— dijo sentándose, cabizbajo, imposible de descifrar si estaba enojada o triste.
—No creo que sea una buena idea en ese estado.— se negó Zoe, camino a ella para sentarse a su lado.—Ya se le va a pasar, digo, era un poco predecible que algo de esa índole fuera a suceder. Hiciste cosas peores.
—No me importa nada Zoe, quiero hacer esto, lo quiero resolver ya.— insistió viendo a la pelirosa.
De muy mala gana acepto hacer el ritual del sueño esa misma noche solo para satisfacer el capricho de la bruja de novecientos veinte años de edad. Aún sostenía que sería peligroso cuando las emociones dominan los sentidos.
Esa misma noche, al rededor de las doce, con la luna en su punto mas alto se llevó a cabo un ritual para conectar con los seres que se observan en los sueños. Usualmente funciona cuando el espectro es o fue alguien real, mas que con un mero producto de la imaginación.
Se sentaron una frente a la otra, tomándose las manos, y con los ojos cerrados, la única que veía lo que ocurría era White, al igual que Zoe desconfiaba en hacer el ritual con la bruja abrumada de sus emociones.
—Usaré estas piedras para canalizar la magia, son algunos cristales de sal, nos armonizaran.— conto Zoe tirando las piedras al centro.
El flujo de magia un tanto nerviosa, se calmo ante la presencia de los cristales. Arabella trató de hacer los mismo, pero el malestar causado por una mala idea le impedía fluir con tranquilidad.
—Morfeo, muéstranos los sueños.— empezó a recitar Zoe.—Dormi, et ostende nobis somnium.
Repitió el encantamiento hasta que Arabella quedo por completo dormida.
—Muy bien, solo nos queda esperar.— dijo Zoe viendo a White como se acercaba.
—Espero que está si no sea su peor idea.— dijo White preocupada, sentándose al lado de Zoe.
En su sueño recién abría los ojos para encontrarse en un sitio al que no le gustaba ir, puesto que sabia de antemano que en el reino de las sombras su propia magia podía ser su peor enemiga.
—Es un sueño, no me puede pasar nada malo.— se dijo a si misma mientras iba flotando en busca de Morgana.—O si me puede pasar algo malo porque esto es mas como una maldita pesadilla.
De golpe bajo hasta el suelo de lo que una vez supo ser su habitación en Camelot. La bruja no estaba entendiendo nada de lo que sucedía, con algo de miedo, se sentó en su antigua cama.
—Es solo un sueño.— repitió para si tantas veces como para calmar los nervios que crecían en su interior.
Estaba sola y desprotegida, no tenía con quien hablar, quien le dijera que nada malo le iba a pasar. Sin embargo su soledad se vio interrumpida por su madre, quien entro a la habitación bastante apurada, agradeciendo que Arabella estuviera despierta.
—Vamos, te daré clases mas temprano, tengo una reunión con mi hermano, quizás hoy es el día.— decía con entusiasmo en su voz mientras iba buscando libros.
Arabella recordaba ese día, Asamblea por la Magia, también recordaba lo mal que le fue, y como su madre volvió de esa reunión mas amargada y enojada que lo usual.
—¿Tu sabes que esto es un sueño?— le preguntó la rubia a la madre mientras iba a la salida con ella.
—Lo se, es tu sueño.— respondió frenando para ver a la muchacha que crio.
—¿Tu me hablaste la última vez?— su voz denotaba miedo, al igual que su mirada café, por la pronta respuesta de la mujer.
—No hija, recuerda que ya no existo.— respondió apoyando sus manos a los costado del temeroso rostro de la bruja.—Fue ella.
¿Qué quería decir con eso? Su miedo creció aun mas por la falta de una respuesta clara, mas aún cuando sintió la puerta vibrar con violencia frente a ella.
—Si fuera por mi no te dejaría ir a que te enfrentes a ella.— respondió antes que Arabella pudiera formular la pregunta.
—¿Ella?— preguntó con miedo.
Morgana desapareció frente a sus ojos, y la puerta se abrió dando paso a un sitio oscuro, tenebroso. Arabella sabia que dar un paso allí dentro era para problemas, pero la extraña energía del lugar la llamaba, y no podía hacer nada para evitar que su cuerpo se moviera hasta ahí. Era como si todo estuviera destinado a ser.
Camino con miedo, atravesando la puerta, introduciéndose en las sombras de ese lugar tan frio, donde nunca estuvo antes a pesar que anteriormente uso los portales.
—Mo-Morgana.— llamo tan bajo que solo ella pudo oír su voz aterrada.
A pesar del esfuerzo por no llamar su atención la hechicera sabia que Arabella estaba ahí. Apareció frente a sus ojos, la bruja grito del susto provocado por quien una vez fue su madre, su mentora.
—Al fin, llegaste a mi.— dijo la mujer tomando el rostro asustado de la bruja.—Es hora que me saques de acá.
—No, suéltame.— dijo mientras intentaban zafarse del fuerte agarre.—No te voy a sacar de ningún lado, no me dice que hacer.
—Ah mi querida niña, no te lo estoy pidiendo.— sonrió con malicia.
Su cuerpo se transformó en una sombra de aura dorada que lento fue cubriendo a la bruja que luchaba en vano para disipar esa extraña nube. La presencia maligna se fue metiendo bajo su piel hasta apoderarse por completo de Arabella.
Fueron minutos de oscuridad. Al abrir los ojos se vio a si misma, a su cuerpo, su rostro con una malévola sonrisa, y mirada dorada. Morgana se apoderó de ella, y no pudo hacer nada para evitarlo.
Fue directo a la trampa.
—No ¿Qué haces? No puedes tomar algo que no te pertenece.— dijo el espectro de Arabella, quien atravesó su propio cuerpo, mientras trataba de alcanzarlo.
—Pero tu siempre me haz pertenecido Arabella, ahora tu realidad es también mía.— fue lo último que dijo y desapareció.
Arabella se quedo por completo sola en el vacío de reino de las sombras, ahora si temía por su realidad y todas las personas que la conformaba. Se arrepintió de no haberle hecho caso a Zoe cuando le dijo que eso era una muy mala idea. Cayo de rodillas al suelo, y gritó con desesperación irrumpiendo la paz de aquel lúgubre lugar.
Del otro lado, Zoe veía con atención a la bruja que aun dormitaba. Se acerco a ella para cerciorarse que estuviera bien. Arabella abrió los ojos asustando a la maga, haciendo que cayera hacia atrás. Se quedaron en silencio por unos minutos para asimilar lo que ocurrió. Hasta ese momento Zoe no noto nada raro en ella, su identidad mágica era la misma de siempre.
—¿Todo bien? ¿Qué ocurrió con ya sabes, Morgana?— cuestiono Zoe mientras veía con seriedad y duda a la rubia frente a ella.
—Todo esta bien Zoe, fue solo una pesadilla, una mala noche, Morgana sigue donde debe estar, en mis recuerdos.— respondió con un tono de voz demasiado suave.
Fueron al menos tres horas donde la bruja estuvo sumergida en sus propios sueños, y esa fue su respuesta "Todo esta bien." Algo difícil de creer viniendo de Arabella, sin embargo Zoe eligió creerle, no veía nada raro en ella a excepción de aquella paz y calma con la que cargaba.
—Te creo.— dijo mientras se levantaban las dos del suelo.—Por cierto.— saco algo del bolsillo, su collar, el cual brillo enloquecido ante la presencia de su dueña.—Que raro, como sea, es tuyo, te lo devuelvo.
—¡Nooo!— grito corriendo la mano de la maga.—Digo, quédatelo, no me hace falta.
Fue solo eso lo que hizo entrar en razón a Zoe. Arabella nunca rechazaría algo que la hiciera sentir segura, mas que la piedra de Avalon no paraba de brilla. Entonces noto, supo que algo andaba mal. Volvió lento a la bruja que la veía nerviosa.
—Arabella, debemos hablar tranquilas, y resolver esto.— dijo suave Zoe, quien buscaba colocarle el collar.
—Ah querida, no hay nada que hablar.— dijo cambiando su voz a un tono que no era para nada de la bruja que siempre conoció.
Arabella chasqueo sus dedos, Zoe cayo desmayada en sus brazos. La acostó en la cama, dijo algo en sus oído. Una luz brillante de un tono rosado la cubrió por un instante, y se volvió a apagar. La había encantado. Tomo el collar de su mano, y apago al ser que habitaba en este, impidiendo que se iluminará ante su presencia.
—Vamos White, sal de donde quieras que estés.— llamo mientras veía con aprecio el rostro de la maga durmiente es su cama.—Solo quiero que hablemos, no te haré nada.
—¿Qué haz hecho con mi Arabella, Morgana?— pregunto con preocupación mientras salía de su escondite.—¿Creíste que no me iba a dar cuenta maldita hechicera? Podrás engañar a todos menos a mi.
White intento huir de ahí con la idea de ir a pedirle ayuda a Hisirdoux, sin embargo corrió con la misma suerte que Zoe. La volvió una gata corriente, que no hablaba y actuaba como tal. Arabella la tomo en sus brazos y le acaricio el lomo a la espera del despertar de Zoe.
—¿Qué me paso?— preguntó Zoe, despertando de su letargo, frotándose la frente por un fuerte dolor de cabeza.—¿Cómo salió todo? ¿Me desmaye?
—Oh Zoe, estas bien.— respondió la bruja abrazándola, tomando por sorpresa a la pelirosa desprevenida.—No no, creo que nos quedamos dormidas, eso fue todo.— dijo mientras soltaba el abrazo para verla a los ojos.
Un brillo dorado atravesó su mirada café, haciendo que Zoe creyera todo lo que esta le conto.
—Que bueno que hayamos solucionado eso.— dijo Zoe antes de marcharse.—Solo hace falta ver que hacer con la vara, y que tu te arregles con Douxie.
—Si ya quiero sacarme este peso de encima.— sonrió fingiendo malestar por la pelea de los otros días.—Quiero solucionar todo con Hisirdoux, solo me falta eso.
Al quedarse sola se estiró, camino por todo el departamento, y se detuvo frente al espejo. No le disgustaba tanto su nuevo cuerpo, solo no le agradaba la idea de que sea el de su hija.
—Estoy segura que podré lograr lo que sea, después de todo crié a una chica hermosa.— se dijo a su misma, viendo de arriba a abajo.—Veamos si con esto puedo engañar al tonto enamorado.
★★★
Muy buenas ¿Cómo les va? Yo pasada por agua.
Hoy, mis chiquilectores, hoy el caos está con nosotros. Es una lección, no le jodas los sentimientos a la gente, y no hagas rituales de sueño bajo la presión de las emociones.
Se vienen días oscuros, lo sé, ustedes lo saben. Igual desde ya les digo, esperen el capítulo XII
Sin más que decir, besitos besitos, chau chau.
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