III
1119, siglo XII, Camelot.
Arabella veía desde su escondite como Morgana lento iba siendo aprisionada por Hisirdoux y Circe. La bruja sabia que con el solo hecho de haber ayudado a la hechicera era motivo suficiente para que la encarcelen a su lado. Ella era joven, con veinte años recién cumplidos, no deseaba pasar el resto de su existencia en un cristal junto con su maestra.
—Que me perdoné Morgana, pero aun no he vivido lo suficiente.— se dijo a si misma mientras sentía como su corazón se iba rompiendo.
Por puro miedo, sin pensarlo mucho, hizo lo que nunca antes. Morgana no le enseño nada en relación a la magia de sombras, ni menos a abrir portales, pero bajo la necesidad de huir lo hizo. Nunca antes había sentido algo tan poderoso surgir de sus manos, pero sabía que eso era puro instinto de supervivencia.
Hisirdoux la observar segundos antes que se marchara, compartiendo una última mirada de pena con Arabella. Intento ir tras ella pero Merlín, a punto de caer en un largo sueño, lo detuvo.
—Maestro, ella esta huyendo.— dijo un tanto desesperado.—No podemos...
—Escúchenme lo dos, ya es tarde, pero aún pueden ir tras ella .— jadeo el mas viejo, casi arrastrado sus palabras.—Solo tengan cuidado, esta asustada, y Morgana no le enseñó a hacer lo que hizo.
—¿Qué quiere decir maestro?— preguntó preocupada Circe.
—Hizo magia desde el temor, sin nada que lo canalice, puede ser peligrosa.— tosió, retorciendo por el dolor de la lastimadura a un costado.—Solo no dejen que sea como Morgana.
Tras sus últimas palabras, Merlín se durmió, lanzado uno que otro ronquido.
Los jóvenes aprendices se vieron, no solo sentían angustia por el momento, sino que también temían por lo que la bruja podía hacer si no se la detenía antes de tiempo. Si de algo estaban seguros es que la bruja no estaba tomando buenas decisiones.
—Aun no creo lo que Arabella hizo.— dijo apenada Circe abrazándose a si misma.—Ella es, era nuestra...
—No, Circe.— la interrumpió Hisirdoux, apoyando una mano sobre el hombro de la pelirroja.—Nunca fue nuestra amiga, nunca.— recalcó mientras abrazaba a su compañera.
A pesar de sus palabras aun debía ir tras Arabella, la cual termino al otro lado de Inglaterra. El hacer un portal de sombrar sin haber practicado antes era solo el inició de sus problemas.
2020, Arcadia, EE. UU.
Iba de camino a su nuevo trabajo, un tanto nerviosa porque no acostumbraba a ser una mejor versión de si misma, o mas bien quería que quienes la conocían creyeran eso.
Unas cuadras mas adelante, Zoe la detiene, metiéndola en el pequeño local de música en el que trabajaba, tomándola por sorpresa.
—Cuando salgas del trabajo ven a mi departamento, así arreglo tu problema.— dijo sin verla a los ojos.
—¿Gracias?
—Esto no lo hago por ti, sino por todos los otros que se vieron afectado por tu magia.— respondió dándole la espalda.—Solo no hagas que me arrepienta.
Arabella no dijo mas nada y se fue, tampoco tenía algo mas que decir, era obvio que si alguien la ayudaba no era por un motivo en relación a ella, casi nadie le guardaba cariño, y si así era estaba bien ocultó.
A penas llegó al café de la esquina Hisirdoux le clavo la mirada, un tanto disgustado por la repentina decisión de su jefe.
—Llegas tarde.— la regaño a la par que le pasaba un maldil y una libreta.
—Calma que no eres mi jefe.— respondió tomando lo que le ofrecían.
Esas fueron las únicas palabras que compartieron por el resto del día laboral.
Sin embargo Hisirdoux no podía evitar verla, mas que verla la vigilaba de que no hiciera nada malo. Por un instante la vio sonreír, moviendo su mano en el aire, mientras charlaba con un par de clientes; le era imposible no perderse en esa sonrisa, como cuando eran jóvenes y no había nada malo en ella.
Quería recordar el día en que la chica que supo querer mucho perdió la cabeza para hacer lo que hizo.
Agitó su cabeza, alejando el pasado de su mente, pensar demasiado en épocas antiguas le distraían del presente, y necesitaba estar en el ahora lo mas concentrado posible.
A pesar de sus esfuerzos por mantenerla vigilada al cien por ciento, Arabella ya no estaba en su radar. No sabia como pero se había marchó.
—Por mi madre.
Se sentía algo descompuesta le dijo el jefe cuando preguntó por ella. Algo tramaba y debía descubrir que.
Le ordeno a Archie que sobrevuele la ciudad, y vuelva en cuanto la viera. Así fue que luego de media hora de vuelo la vio bajo el gran puente carretero en la entrada de la ciudad, a punto de meterse en el mercadotroll.
—Estas en lo correcto, creo que trama algo.— le contó el gato negro tras aterrizar sobre el hombro del pelinegro.
En cuanto se excusó para retirase, se subió a su moto, y fue tras ella.
Al llegar la vio, desde un escondite, en una actitud sospechosa, sus manos brillaban con su típica luz rosa, queriendo dar con algo.
Sin hacer mucho ruido, se escabulló entre los arboles del bosque, lento, con mucho sigilo camino hasta Arabella, quien no se había percatado de su presencia.
—¡Clausa magica!— grito, mientras hacia una configuración sobre su brazalete.
De sus manos brotaron múltiples lucecitas azules vaporosas que cubrieron las muñecas de la bruja, quien no entendía muy bien que era lo que ocurría. Un par de gruesas esposas se formaron, apagando la luz de su magia.
—¿Qué haces?— preguntó caminando hasta él.
Quedaron cara a cara, dejando al descubierto cierta diferencia de alturas. Hisirdoux sonrió victorioso ante la cara de confusión de Arabella.
—Veo que no estas muy descompuesta.— respondió alzando las cadenas de las esposas con un dedo.—Es por esto que no se puede confiar en ti.
Arabella lo empujó para quitar la ridícula sonrisa victoriosa que se dibujo en la cara del Hisirdoux.
—Hasta crees que un par de cadenas me van a detener.— dijo orgullosa mientras trataba de romper el hierro que apresaba sus muñeca.—Ya los haz intentado antes.
—Ni me lo recuerdes.
Estuvo por al menos unos minuto tratando de liberarse, hasta llegó al golpear el frío metal contra el suelo, y lo único que logró fue un par de chispas.
—Pero que ¿Qué es esto?— preguntó furiosa acercándose hasta Hisirdoux que no dejaba de sonreír.—¿Qué me hiciste?
—Magia de bloqueo, bonita.— le respondió mientas la tomaba de un hombro para hacerla a caminar.—Cuando uno no confía, aprende trucos nuevos.
La encamino hasta su motocicleta, cuando le puso un casco, un voz femenina bastante gruesa y rasposa los detuvo. Ambos giraron sobre sus talones para encontrarse, oculta entre los árboles, una troll bastante corpulenta.
—¿Qué haces niño tonto? ¿Por qué te llevas a la bruja rosa?— preguntó enojada.—La contratamos para que acabe con una molesta plaga.
Arabella lo vio desde abajo con la mirada enfurecida, le pegó un codazo para que Hisirdoux la liberé, y a este no le quedó otra que hacerlo de mala gana.
—Siempre haciendo el ridículo Casperan, por eso sigues siendo aprendiz.— se burlo mientras iba con la mujer de piedra. —Iré a ver a Zoe en cuanto termine acá.— aviso a lo lejos.—¡Por si me quieres seguir!
Hisirdoux se quedó solo, entre los árboles, refunfuñando por lo que había hecho.
Mas tarde, luego de haber terminado con una parte de la plaga, que en si era imposible terminar con estas, fue hasta lo de Zoe. No toco, que la puerta se abrió ante ella, dejando al descubierto la cara de mal humor de la pelirosa.
—Llegas tarde.— dijo sin siquiera saludar.
—Lo siento, tuve un problemas con gnomos, pueden ser muy salvajes.— le respondió mientras entraba al departamento.
El lugar era tal como lo imaginaba, un tanto oscuro con una iluminación baja para no alterar los sentidos, un mueble repleto de piedras de diversos tamaños y colores. Todo allí gritaba el nombre de Zoe.
—¿Qué le ocurre al collar?— fue directo al grano.
Arabella se sentó, se quito el collar y se lo paso a la maga para que lo vaya viendo mientras comenzaba a recordad el disgusto.
—No se que le pasa con exactitud, pero en las ultimas noche he estado soñando con, ya sabes, la innombrable.— rio nerviosa.—Y al despertar veía la piedra brilla enloquecida. Es un poco agotador, no me deja dormir tranquila sin que me despierte gritando su nombre en medio de la noche.— siguió relatando mientras dibujaba circulos con el dedo sobre la mesa lustrosa.—Ya no quiero tener nada que ver con ella, y el solo hecho de que me llame, me aterra.— termino por confesar.
Zoe se sentó frente a ella, sentía algo de pena por lo que le conto, sin embargo una parte suya aun le costaba confiar en sus palabras. Esa vocecita gritaba que todo era una trampa. La callo por un instante para creerle, quizás no en que busca cambiar, y ser mejor persona pero si en que le tiene miedo a Morgana.
—Veré lo que puedo hacer.— dijo apoyando una mano sobre la pierna de Arabella, quien la vio sorprendida por el contacto.—¿Cuánto tiempo puedes andar sin el collar?— pregunto, mientras lo analizaba mas de cerca.
—Puedo estar sin el mientras que no usa mi magia para absorber, ya sabes.— respondió mientras se levantaba de la silla con la única idea de irse de allí.
Camino hasta la puerta, sin esperar nada, ni una pisca de amistad, tampoco se creía merecedora de tal.
—Si tiene algo malo, quiero ser la primera en saber.— le aclaró antes de marcharse.—Sabes que no me puedes ocultar nada.
Aquello ultimo, Zoe no sabia de que manera tomarlo, como una amenaza, o como algo de sus pasados compartidos.
Esa misma noche, luego que las luces se apagaran, durmió creyendo que seria tranquila, sin nada raro que interrumpiera su sueño.
Por mas que lo deseara no fue así.
Una voz distorsionada nombraba a su madre a lo lejos, lento el sonido se fue acercado, hasta que pudo sentir a Morgana susurrarle en el oído.
—Oh mi querida hija, no te podrás librar de mi tan fácil.— susurro con un suave tono maternal.
Arabella despertó, su respiración era agitada como si hubiera corrido por horas, pero aun seguía en su cama. El sudor frio resbalaba de su frente, y sus ojos se llenaron de lagrimas.
Comprendió que el si problema no era el collar ¿Entonces cual era?
★★★
Muy buenas tardes (al menos acá) ¿Qué comen de rico? Yo, haciendole honor a mi apellido tano, y al estereotipo, unos tallarines con pesto.
Volviendo a la historia, para quienes recuerden Quedarse quieta, sucede algo similar, daaa es que si, algo así debería suceder.
Sin mas que decir, a excepción que amo la versión rebelde pero insegura de Arabella, besitos, besitos, chau, chau.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro