Capitulo 4
La vuelta a la manada fue igual de rápida que su partida, tanto así que el centinela de turno se extrañó al verla nuevamente el mismo día, pero no le dio mucha importancia a ese hecho al ver a su acompañante, lo único que pensó fue que debió de haber ido a buscar a su abuela; como ya era entrada la noche decidieron dejar para el día siguiente el encuentro con el alfa de la manada.
El cual para ese momento estaba muy entretenido con su familia viendo como su pequeño se alimentaba de su papi, era la imagen muy tierna si se tomaba en cuenta que el hombre era alto musculoso y con facciones muy varoniles que imponían autoridad a toda la manada —Max, ¿has tenido alguna noticia de la omega desaparecida?—, pregunto el omega mientras le sacaba los gases a su pequeño.
—Nada, es como si se la hubiese tragado la tierra... No hay rastro ni siquiera de que algún animal haya destrozado su cuerpo...
—Por lo menos tiene que haber un olor a muerte en el bosque, ella no pudo desaparecer así como así.
—Eso es lo peor, ni siquiera un rastro de ese tipo está presente, ya no sé cómo ayudar a Joss, haber roto su lazo está causándole daño, si se ha mantenido firme hasta ahora es por su cachorro... Tul yo no sé qué sería de mi si te llegará a perder—. Lo tomo de la mano y besos sus nudillos.
—Y no tienes porqué saberlo alfa tonto, yo sé qué harás todo lo que esté en tus manos para protegerme a mí y a tu hijo, ahora deja de estar pensando tonterías y ven a la cama, mañana será otro día y verás las cosas con más claridad.
Y así lo hizo el hombre se metió en la cama junto a ellos, aspirando el olor familiar que desprendían sus personas amadas, su pequeño tenía una mezcla perfecta de sus olores lo tenue de los cerezos en flor de su Tul y el olor a café que el desprendía, sabía que ese olor iba a cambiar al momento de su presentación pero no dejaba de sentirse orgulloso de que fuera una mezcla perfecta de ambos.
Su esposo era la visión más hermosa que sus ojos habían visto nunca, con su cabello castaño, su piel blanca y su cuerpo algo trabajado, él no era el típico omega y como tantas veces tenía razón, quizás al día siguiente tendría una nueva perspectiva de las cosas y podría trazar una estrategia para ir detrás de los rebeldes y acabar con su jefe de una vez por todas, así que se durmió tranquilamente sin saber que cuando despertara y comenzará sus labores como alfa se encontraría con un caso muy particular que lo dejaría completamente desconcertado.
La verdad sea dicha, lo que había pasado con Ana y el bebé Kanawut no era una cosa que se veía todos los días en la manada, o para el caso en otras manadas pero si habían registros muy antiguos de casos muy similares y todos se remontaban a la familia Traipipattanapong, la cual era una estirpe de omegas mujeres que se dedicaban al arte de curar a través de yerbas medicinales y rituales ancestrales que solo ellos conocían.
En donde por lo general la primera hija nacida sin importar el orden era una omega consagrada al culto de la madre luna, además de que se les daba un raro fenómeno después de haber dado a luz a la omega que seguiría con el legado familiar, si tenían más niños, alguno de ellos les podía salir completamente humanos, eran las únicas de su especie que podían tener todas las categorías en las que se dividían los nacimientos y por ello el alfa con el cual se apareaban tenía que adoptar el apellido Traipipattanapong, de esa manera se aseguraban que el mismo perdurará en el tiempo.
Entre tanto Ana estaba en su casa dando vueltas por su sala, se había despertado apenas el sol había hecho su aparición, su lindo bebé aún estaba dormido y su abuela estaba en la cocina de los más tranquila haciendo su desayuno, la noche anterior ya habían definido lo que le iban a decir al alfa, pero aun así no podía dejar de sentirse nerviosa.
Por primera vez en mucho tiempo iban a sacar a relucir su legado como servidoras de la madre luna, desde que habían empezado adoptar la modernización con las nuevas tecnologías, muchas de las prácticas de antaño se habían dejado de lado, ella misma era una muestra de ello, a pesar de haberse entrenado toda su vida en las artes de las hierbas medicinales y rituales antiguos con su abuela, aún había asistido a la escuela de medicina y ese era el cargo que ejercía en esos momentos, era la doctora de la manada.
Le aterraba que ese título lo fuera a perder pronto, no sabía cómo el hombre iba a reaccionar y mucho menos si iba aceptar a su cachorro dentro de la manada, quizás iba a tener que abandonar todo lo que conocía y comenzar de cero... ¡Por dios lobo!, ¿cómo le iba explicar a Lance que el día anterior se había ido sin un niño y regresaba siendo madre?, en definitiva su vida se había puesto de cabeza en un abrir y cerrar de ojos.
—Deja de estar caminando de un lugar a otro que me mareas, ven a desayunar que se enfría, tienes que alimentarte para que puedas amamantar al cachorro.
— ¡Abuela!, ¿cómo puedes estar tranquila?—, hablo Ana dejándose caer en la mesa.
—Fácil, yo sé que todo va a salir bien... Tenemos una coartada sólida y no creo que el alfa Joncheveevat ponga en duda alguna práctica de nuestra familia, él es muy respetuoso de nuestros rituales, en realidad el alfa es la mezcla perfecta de lo tradicional y lo moderno —. Le contesto la mujer mientras degustaba sus alimentos con total tranquilidad.
—Quisiera tener tu serenidad, en estos momentos yo soy un completo manojo de nervios.
Una hora después, cambiaron al bebé y emprendieron camino a la casa del líder, algunos miembros de la manada que ya empezaban hacer sus actividades se las quedaron viendo extrañados por el cachorro que llevaban pero no le prestaron una segunda vista a lo que hacían, eso sí tenían que agradecer a la manada, su gente trataba de no inmiscuirse en los asuntos de los demás a menos que les trajera alguna consecuencia como conjunto o fuera en contra de sus creencias y lo que pensaban que era correcto.
Cuando estuvieron en la entrada de la casa del líder, Ana tocó la puerta siendo atendida por uno de los centinelas de turno —Buenos días doctora, ¿en qué la podemos ayudar?
—Buenos días, me gustaría poder hablar con el alfa.
—En estos momentos él se encuentra ocupado, pero le preguntaré si puede recibirlas—. Se retiró el hombre dejándolas sentadas en la sala de la casa.
La anciana era la que llevaba al pequeño en brazos, aún no querían llamar mucho la atención sobre la similitud de su olor con el de su nieta, que hasta los momentos se había mantenido impasible esperando la vuelta del centinela.
—El alfa dice que las recibirá, ya saben cuál es el camino al despacho—. Se retiró el hombre después de haber dado su mensaje.
—Bien, vamos allá —. Tomo una respiración profunda la doctora antes de tocar la puerta.
—Adelante—, respondió el alfa y sin levantar la vista cuando las mujeres entraron siguió hablando —Doctora no espere que regresará tan pronto, pero usted dirá: ¿en qué la puedo ayudar?, como verá estoy muy ocupado la desaparición de la omega del líder de la manada vecina me tiene con mucho trabajo.
— ¿Desapareció?, ¿cuando desapareció?—, pregunto algo sorprendida Ana debido a que no sabía ese pedazo de información.
—En la luna de sangre —. Levantó por fin la mirada frunciendo el ceño al ver a la anciana pero igual termino de dar la información —Los rebeldes atacaron su manada, a ella la hirieron de gravedad pero logró huir, lo último que se supo es que venía en nuestra dirección, lamentablemente falleció... Joss está sufriendo los embates del lazo roto, ella estaba embarazada, no deja de llorar la pérdida de su cachorro.
— ¡Qué horror!—, exclamó Ana dándose cuenta que la mujer que estaba enterrada en su patio era esa omega, ahora la leyenda que le había contado su abuela cobraba más relevancia, su pequeño era hijo de un líder... Ahora sí tenía miedo de lo que le depararía el futuro a su hermoso cachorro.
—Si es lamentable, pero tomen asiento... Señora Anthika tenía mucho tiempo que no venía a la manada—. El alfa le sonrió a la mujer mayor mientras las veía sentarse.
—Así es, las circunstancias me han hecho volver... Mi nieta me necesita aquí.
—Voy a preguntar lo obvio, ¿de quién es ese bebé?—, interrogó por fin Max queriendo saber el origen del niño.
—Es mío—. Fue la simple respuesta de Ana, que se acercó hacia su abuela y tomo al bebé en brazos.
— ¿Cómo que suyo?, hasta donde tengo entendido usted no tiene ningún alfa y hasta ayer no estaba embarazada.
—Está en lo correcto... Pero también sabe que le pedí permiso para ausentarme por temas familiares con una prima—. El hombre asintió esperando una respuesta —Pues ella murió ayer en el parto, dejando a su hijo huérfano, el padre del niño ni siquiera estuvo presente... Ella no estaba marcada, ahora yo asumiré la responsabilidad del bebé, eso es lo que venía a pedirle, quiero que acepte a este niño en la manada como mi hijo.
— ¿Sabes que no está bien visto que una omega sin marcar tenga un bebé verdad?
—Lo sé, pero ¿qué podía hacer? no lo iba a dejar desamparado, nosotras dos somos su única familia—. El cachorro comenzó a llorar, tenía hambre y ante el asombro del alfa, Ana se sacó uno de sus senos y comenzó alimentarlo.
— ¿Pero qué está haciendo?—, pregunto desconcertado para luego oler el aire y darse cuenta que ambos tenían el mismo olor a caramelo, cosa que lo dejo aún más asombrado — ¿Porque el niño huele igual a ti Ana?, ¿qué está pasando aquí?
—Esa parte la puedo explicar yo —. Intervino la anciana que hasta los momentos se había quedado callada.
—Por favor, necesito una buena explicación para lo que están viendo mis ojos y está percibiendo mi nariz.
—Usted sabe que nosotras las Traipipattanapong provenimos de una estirpe de curanderas y estamos consagradas al culto de la madre luna — El alfa asintió haciéndole saber que estaba al tanto de todo aquello para que continuara con su relato —Por ello tenemos en nuestro haber conocimientos ancestrales que se han ido olvidando en el tiempo y uno de ellos es la adopción de sangre, ese pequeño que usted ve allí estuvo luchando por su vida... La única forma de salvarlo que encontramos fue que mi nieta lo adoptará como propio por medio de un ritual.... Como ella compartió su sangre con el niño, ahora es su mamá y la madre luna le concedió la bendición de que pudiera amamantarlo—. Explico la anciana con calma.
— ¡Yo no pensé que una cosa así fuera posible!, pero ¿porque tiene tu olor?
—Como cualquier cachorro recién nacido este tomo el olor de uno de sus padres, si se da cuenta solo tiene el mío... Si yo me llegó a emparejar y este quiere ser el padre del bebé mi alfa tendría que pasar por el mismo ritual y el cachorro tomara uno de sus olores—. Siguió con la explicación la doctora terminando de alimentar al niño.
— ¿Y qué pasa con los olores de sus padres biológicos?—. No pudo dejar de preguntar Max aún un poco aturdido por la información.
—No los desarrollo, el padre nunca estuvo presente y lamentablemente mi prima no logro ni siquiera ver a su hijo.
—Lamento escuchar eso, tengo que decir que estoy muy sorprendido por esta información, pero les creo... Su familia tiene un vasto conocimiento de historia y de rituales muy importantes, así que ustedes deben saber mejor que yo que fue lo que hicieron, acepto el cachorro en la manada pero tengo miedo que eso vaya a traerle problemas a futuro, sabes cómo son algunas familias, ese niño puede crecer rechazado porque no tiene padre.
—Eso es algo que espero resolver pronto... Bueno solo espero que él acepte—, susurro Ana para sí mima siendo oída por el alfa.
—Estoy seguro que Lance va aceptar ser el padre de tu hijo, confía en mí, ese hombre está enamorado de ti... Aún recuerdo cuando se fue a terminar su especialización, no quería dejarte
—Alfa, espero que tenga razón.
—Claro que la tengo, solo espero que ese pequeño y el mío se puedan llevar bien y ser grandes amigos—. El hombre se acercó hacia donde estaba el cachorro y lo observó con ternura, era una cosita delicada que le provocaba proteger como a su hijo.
Los instintos paternales estaban en su punto más elevado, cada cachorro que veía le hacía querer hacer las cosas mejor, para que tuvieran un futuro tranquilo libre de sobresaltos y peleas entre lobos por el liderato, él quería que todos vivieran en paz y armonía siguiendo los designios que la madre luna había dejado para ellos.
Y si está había bendecido el ritual que había hecho la doctora para hacerse madre de ese niño, ¿quién era él para cuestionar sus designios?, por ello cuando las mujeres y el pequeño abandonaron su oficina se juró que iba a tratar de cambiar las mentalidades de los cambia formas que estaban bajo su cargo, debían aceptar que las tragedias a veces pasaban y existen niños necesitados de protección, o parejas que simplemente no funcionaron y decidieron separar sus caminos, eso solía ocurrir cuando no eran destinados, no todos eran bendecidos con encontrar a su compañero de vida, pero lamentablemente esas acciones eran motivo de señalamiento.
Tenía un largo camino por recorrer y hasta que no acabará con la amenaza de los rebeldes nada de eso se podría ver cumplido, tenía que deshacerse primero de las ideas supremacistas antes de querer promover esa nueva forma de vida como la que estaba soñando.
Ya Kanawut forma parte de la manada Joncheveevat, solo esperemos que no sea rechazado por los otros cambia formas
Sigamos poniendo cara a los personajes 🤗🤗
Max y Tul como los jefes de la manada Joncheveevat y padres de Suppasit
Joss como el Alfa Noppakao y padre de Kao
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