Capitulo 15
Max y Mew dejaron a Kao a cargo de los Traipipattanapong, él no quería moverse del lado de su padre, era lo único que le quedaba, en su mente se decía que debía estar allí para él y por lo que pudiera pasar, se sentía tan mal por no haber podido ayudarlo, si tan solo no se hubiera quedado inconsciente, quizás hubiera podido hacer algo más, tantos y sí, pero ya era tarde, ya todo había sucedido y estaba viviendo la consecuencias de sus actos.
Ambos Joncheveevat llegaron a casa, encontrándose con algunos hombres que venían a traer informes de lo sucedido, inmediatamente Max les dio nuevas órdenes de ir a la manada Noppakao y ver qué había sucedido, si había alguien a quien rescatar la orden era llevarlos al pueblo, que ayudarán en lo que pudieran y si estaban todavía bajo ataque la prioridad era mantenerse con vida, debían huir si era necesario, no era el momento de jugar a ser el héroe.
Ingresaron a la casa y se encontraron con que todos estaban en la sala esperando por ellos —Amor, ¿todo está bien?—. Se acercó Tul a abrazarse a su esposo.
—Dentro de lo que cabe todo está bien, pero la manada Noppakao fue atacada—. Suspiro el hombre pasándose una mano por el cabello, solo para ver cómo su hijo se acercaba a Gulf y le daba un beso en los labios para luego sentarse a su lado.
— ¿Desde cuándo ustedes están juntos?—, pregunto Max alzando una ceja.
—Uuuh, ¿desde ayer?—, contesto vacilante Mew.
—Con razón te veías tan raro hoy en la mañana, estabas tan ansioso por irte a la escuela—. Se rió el alfa en medio de la calamidad —Creo que es momento que vayan a descansar un poco, se nos viene mucho trabajo en la mañana—. Se volteo hacia los Traipipattanapong —Ustedes se quedarán a dormir aquí por seguridad, llamaré a alguien para que prepare las habitaciones.
—Y nada de estar yendo a escondidas a la habitación del otro jovencitos —, hablo Tul viendo a los dos adolescentes —No crean que no me di cuenta que llegaron oliendo a sexo—. Los regaño haciendo que los chicos se sonrrojaran profundamente, al parecer no iban a dejar pasar su pequeña aventura.
Con esas últimas palabras todos se fueron a dormir y para asegurarse de que Gulf y Mew se quedarán separados por la noche, Tul había asignado una habitación para el pelinegro y Amaia, estaba seguro de que la niña no dejaría ir a su hermano a ningún lado.
—Lo siento hermanito, en esta casa no podrás hacer nada—. Se burló Amaia al ver el puchero que tenía Gulf mientras se colocaba la ropa que su alfa le había dejado para que durmiera.
—Ni me lo menciones, yo pensé que iba a dormir con Mew como siempre—. Se encogió de hombros dejándose caer en la cama con ella, la verdad es que si estaba algo cansado así que se acurruco con la niña y se quedó dormido inmediatamente.
Mientras en la manada Joncheveevat se empezaba a vivir la calma, Apiwat ya había llegado a su guarida, allí sus hombres estaban celebrando su victoria, habían acabado con una nueva manada, lograron asesinar a todos los alfas que se les enfrentaron y los que lograron escapar pronto estarían muertos después de haber incendiado todo lo que encontraron a su paso.
—Bien hecho mi señor, logro acabar con su principal enemigo—. Se acercó Supawit hablándole en tono seductor.
—Así es, Joss Noppakao ya no está más en este plano—. Tomo al hechicero de la cintura y le planto un apasionado beso ante la vista de todos los presentes quienes vitorearon tal acción.
En la guarida de Apiwat Noppakao todo era celebración, cada vez que terminaban con alguna manada o cumplían las órdenes de su señor era motivo de fiesta para ellos, era un paso más en la conquista de todo el territorio del este, ellos igual que su señor querían ser los amos y señores de todas las manadas de esa región.
—Hemos conquistado una nueva manada, una que había sido esquiva sobre todo para mí, nuestros planes están en marcha, ahora debemos volver a organizar nuestras estrategias para ir por nuestro siguiente objetivo, pero por hoy es tiempo de celebrar—. Levantó su copa y dejo que todos siguieran comiendo y bebiendo por la victoria obtenida.
Entre tanto él se retiró con Supawit a sus aposentos, él tenía otra clase de celebración en mente, para ninguno de sus hombres era un secreto que el hechicero era el omega de su señor, desde que se habían unido a su causa habían sabido que debían seguir sus órdenes por igual y hasta ahora habían estado ganando terreno en todo lo que se habían propuesto, lo que no sabían ninguno de ellos era que el hombre que creían muerto aún se mantenía con vida, aún no había expirado su último aliento.
Joss Noppakao había logrado recuperar el conocimiento, se mantenía en estado de gravedad pero sabía en donde estaba, su hijo estaba a su lado, no podía hablar mucho, Lance había tenido que colocarle una mascarilla con oxígeno, lamentablemente tenía uno de sus pulmones lesionados y su factor de regeneración no estaba funcionando de la manera que ellos esperaban, el hombre no quería continuar con vida.
Cosa que tenía en estado de angustia al joven alfa que no ocultaba sus lágrimas, quería que su papá continuará por más tiempo a su lado, pero sabía que no podía retenerlo, había estado con él por dieciocho años extrañando a su madre, a su destinada, un regalo que la madre luna le había dado, muy pocos de su especie lograban conocer a su otra mitad.
Podían pasar muchos años, hasta que por fin se encontraban con quién estaba destinado a ser su pareja, muchos ya ni siquiera creían en encontrarla algún día, por lo que terminaban emparejándose entre sí solo por atracción o amor de pareja que llegaban a desarrollar, pero él lo había visto, por poco tiempo pero lo había hecho, había logrado ver la belleza de lo que era estar con la persona que había sido hecha para ti.
Lo único que no le gustaba de ello era el dolor y el hueco en el corazón que dejaba esa persona cuando moría antes que su mitad, era como si la vida se les escapara de las manos día con día, había visto como su padre había luchado para mantenerse enteró por él, por no dejarlo solo, ya había perdido a una madre y a un hermano no nacido, no podía dejarlo él también, por eso lloro; lloro porque ya no podía hacer nada, quedaría solo en ese mundo, ya ni siquiera tenía una manada que liderar, no tenía nada.
—Hi...jo n.o llo..re..s—. Trato de hablar el hombre quitándose la máscara.
— ¡Papá no! ponte la mascarilla—. Se levantó de su lugar Kao ayudándolo a ponerse de nuevo el oxígeno —Quédate quieto, deja que todo siga su curso.
—N..o, solo quie..ro de..cirte que t..e a..mo estoy muy or..gu..lloso de ti tu ma..dre también lo está..ria—. Termino de decir para caer en un ataque de tos.
Kao se alarmó y comenzó a llamar a los doctores siendo Ana la que atendió a su llamado, inmediatamente se acercó a la cama del hombre y comenzó a controlar sus signos vitales y colocarle la mascarilla en su lugar, estaba haciendo lo mejor que podía pero no podía teniendo al joven alfa casi encima de ella.
—Kao, por favor necesito que salgas... Déjame hacer mi trabajo—. Le pidió al muchacho desesperada mientras comenzaba a hacerle RCP al hombre que empezaba a perder.
Al alfa no le quedó más remedio que salir al exterior, sabía que cuando ingresara a esa habitación no vería más con vida a su progenitor, eso era lo último que había visto de Joss Noppakao, se recostó en la pared y se fue deslizando hasta caer en el suelo y dejar que las lágrimas fluyeran, estaba a punto de perder la única familia que le quedaba.
La doctora había logrado estabilizar al hombre, pero no estaba segura por cuánto tiempo, sus lesiones eran graves y el factor de regeneración no estaba haciendo nada, ya lo había comprobado, para esas horas su pulmón debía de estar medianamente curado pero no era así, aún dependía del oxígeno.
—Por fa...vor cui..den de mi hi..jo v..a a nece.. sitar mu..cha ayu..da y.o e.ra lo uni.co q..que le que..da.ba—. Se quitó nuevamente la mascarilla mientras respiraba con dificultad, quizás esas eran sus últimas palabras.
Ana intento colocarle nuevamente el oxígeno, pero el hombre no se dejaba, ella tenía una lucha en su mente, allí tenía al verdadero padre de su hijo casi listo para partir de ese mundo y no sabía qué hacer, creía que era el momento de confesar lo que había hecho, así que armándose de valor decidió hablar.
—Lo cuidaremos, cuidaremos a sus dos hijos—. El hombre abrió los ojos hasta más no poder.
—Yo so..lo ten..go un hi..jo
—Tengo algo que confesarle, hace quince años una omega mal herida llegó a la puerta de mi casa, tal y como ustedes lo hicieron hoy, aquella noche era luna de sangre tuve que hacerle una cesárea de emergencia en medio de mi sala y nació un niño, un hermoso niño que fue bendecido por la luna—. Para ese momento las lágrimas ya corrían por las mejillas de la mujer y del hombre también —Yo... Yo no sabía qué hacer, no sabía quién era la omega pero debía proteger a ese niño, así que la enterré en el patio de mi casa.
—N..o Pue...de s..er
—Adopte al niño por medio de un ritual de sangre, debía protegerlo, él es la otra mitad de una leyenda dada por la luna, mi familia está consagrada a ella, ese mismo día me enteré de dónde provenía, pero no podía devolverlo, cuando atacaron tu manada iban por él, si se enteraban que aún vivía corría peligro, por eso no hable... lo siento—. Se arrodilló la mujer—Lo siento, de verdad lo siento, sé que no debí hacerlo, pero debía protegerlo.
—N..o t..e discul...pes hi..ciste l.o que creís..te ne.cesario ¿qui..ero ver..Lo?—. Pidió con lágrimas en los ojos Joss, su segundo hijo estaba con vida, ese pequeño que tanto había llorado estaba bien, entendía porque la doctora no le había dicho nada y no reprochaba ninguna de sus acciones, él también era un creyente de la madre luna y si de verdad su hijo corría peligro, le creía.
—Este es él— Ana le mostró una foto de Gulf que tenía en su celular.
—Es her...moso gra..cias p.or cui..darlo—. Una lágrima brotó de su ojo.
Era feliz había conocido a su segundo hijo, a través de una foto pero lo había hecho y si mal no recordaba lo había visto aquella vez que visito la casa Joncheveevat, era un hermoso niño de diez años por aquel entonces, jamás olvidara lo cálido que se sintió cuando ese pequeño le sonrió y despidió un poco de su aroma a caramelo, así que coloco una sonrisa en sus labios, estaba listo para partir y reunirse con su amada, sus dos hijos quedaban en las mejores manos, estarían bien cuidados, en ese momento las máquinas comenzaron a sonar, había entrado en paro, Ana intento hacer todo lo posible, pero ya no había nada que se pudiera hacer... lo había perdido, Joss Noppakao había respirado su último aliento.
Se acercó a él y cerro sus ojos, antes de volverse a la ventana y recitar —Madre luna recíbelo en tu reino, haz que se reencuentre con su destinada, haz que sea feliz se lo merece, te lo pido madre luna, haz que su nueva aventura sea pacífica y sin ningún problema.
Después de elevar su oración a la luna, respiró hondo y salió de la habitación tenía que comunicarle la mala noticia a su hijo, se secó las lágrimas y salió al exterior, viendo como el joven alfa se levantaba rápidamente para escuchar lo que ella tuviera que decir.
—Lo siento mucho... Tu padre... él... él se ha ido...
En ese momento a Kao no le importó no conocer a la mujer, se tiró en sus brazos y lloro, lloro como un niño necesitado de consuelo, Ana solo lo abrazo y dejo que se desahogara, ¿qué más podía hacer?, odiaba dar ese tipo de noticias y en ese momento más que nunca se sentía mal por haber sido ella la portavoz, ese chico no tenía la culpa de todo lo que le había pasado hasta ahora.
Desde muy pequeño le había tocado sufrir por la pérdida de su madre, tener un padre a medias al cual se le iba la vida entre los dedos y ahora lo había perdido todo; Lance llegó a su lado, ya sabía lo que había pasado así que solo le dio un apretón en el hombro y se fue hacer el papeleo correspondiente, también tenía que llamar a Max para ver qué debían hacer desde allí, por lo pronto le ofrecerían una habitación al joven y lo sedarían para que durmiera un poco, se notaba en sus ojos lo agotado que estaba, era lo único que podían hacer esa noche, ya verían que les deparaba el nuevo día.
Y así termina este capitulo 🥺🥺 ya murió Joss.
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