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Knuckles se hallaba en las alcantarillas, buscando las marcas que había dejado Tails en las paredes; no solo las reconocía por ser las únicas, sino por el inconfundible emblema de dos colas amarillas.
No estaba siendo nada agradable el trayecto, y menos siendo un lugar cerrado y estrecho en el que no podía planear. Y mejor no hablar del olor...
Ya había pasado por el casino, preguntando en la sección en la que se guardaban los fondos de los clientes que habían jugado allí.
Allí había un humano muy simpático, llamado Chris, el cual conocía a Tails por algún evento desconocido. Según entendió en su día y llegaba a recordar vagamente, salvó a ese humano junto a Sonic de una invasión de Badniks para robar los fondos. Y, a cambio, él les dejó crear un pasadizo para crear una pequeña base de operaciones allí.
Bastó con decirle que iba a buscar a su amigo a ver si estaba allí por motivos heroicos y el bonachón de Chris le permitió pasar alegremente. La edad no le restaba ánimos.
Notó algo que le hizo detenerse y enfocar toda su atención.
Un aura. El aura de la Esmeralda Maestra.
Había otro fragmento allí. Oculto probablemente por el curso del agua y la basura. Estaba en una dirección completamente distinta al laboratorio de Tails.
No se lo pensó dos veces; iría primero a por el fragmento y luego ya buscaría otra vez el laboratorio de su amigo.
Vaya casualidad más grande, sabiendo que le buscaba precisamente por eso.
Si esperaba encontrarlo allí y no en Knothole era por cuestión de distancia respecto a los demás fragmentos, y porque suponiendo que Eggman se dirigió allí, a Station Square, probablemente los Combatientes de La Libertad habrían ido ipsofacto.
O tal vez era por no querer seguir estando con humanos; bastante había tenido con Eggman, los tumultos eran más un estorbo en su camino y Chris fue la excepción.
Mientras cogía otro camino, un pasillo idéntico en apariencia y flatulencia a los otros, supo que el fragmento podía desviarse también. Sentía su aura detenerse por momentos (probablemente por atascarse en algún lado), por lo que Knuckles rezó por no tardar más de la cuenta. Si ese resultaba no ser el último cristal, tendría que contar con Tails para ayudarle y no perder más tiempo. Sino tendría que viajar kilómetros y kilómetros como hasta hacía una hora o dos, y su habilidad de vuelo no era tan duradera como para aguantar otro cruce por el océano.
Ya pensaría en eso más tarde. Su prioridad en esos instantes era encontrar el último fragmento, o al menos uno de ellos.
●●●
El radar seguía buscando a través del anillo de los Anillos de Sally; llevaba varios minutos analizándolos y buscando fuentes de energía parecidas.
-¿Queda mucho, Tails? -preguntó Sally. Rotor descansaba posado en una pared más lejana. Se había dormido y todo.
-Llevará un rato. Piensa que está buscando por todo el globo, y que el equipo que tengo aquí no es tan potente como el de Knothole -se mantuvo mirando la pantalla mientras contestaba, pero dirigió sus ojos hacia ella para añadir algo más. -. Piensa que aunque por fin tengamos una pista de dónde puede ocultarse Eggman, esto sigue siendo un trabajo como el que hacías con NICOLE.
Sally se sintió más afectada de lo esperado por eso, dejándolo ver con cara de asombro y posando su mirada en el suelo. Sin embargo, Tails tenía razón.
NICOLE podía geolocalizar vía satélite o cuantificar la energía ambiental de cualquier tipo, pero nada eso podía concretar la localización exacta de Eggman. Con los años y con cada derrota a manos de los Combatientes de La Libertad iba escondiéndose cada vez mejor.
Al final no era una derrota si resurgía de sus cenizas...
Tails parecía arrepentido por lo que le había dicho a Sally tras ver su reacción; sus orejas bajas y labio torcido.
Antes de que pudiera abrir la boca del todo para pedir perdón, Sally contestó:
-Tranquilo, Tails, tienes razón. Hasta ahora ha sido como buscar una aguja en un pajar. La última vez que Eggman usó alguna Emerald con la que pudiéramos rastrearle no tenía tantas para comprobar esto, ni teníamos un escáner a mano con batallas constantes -Tails se sintió un poco más seguro, pero Sally bajó la mirada, pensativa. -. Solo me sorprende que no hayamos tenido esta idea antes, incluso si nos hubiese llevado más tiempo era tan fácil como usar mis Anillos. Es... extraño.
Rotor se despertó despacio, escuchando las últimas frases de Sally. Parecía preocupada por no ser la mejor, para variar.
Esta vez fue Tails quien habló con un tono más triste:
-¿Sabes? No eres la única que se siente insegura con eso. Yo llevo un tiempo pensando en una cosa, y creo que como capitana deberías saberlo.
Sally puso toda su atención en el joven zorro, incrédula.
"Desde antes de llegar con Sonic a Acorn, desde que conocí a Sonic mejor dicho, siento que nada de lo que me gusta hacer lo puedo hacer solo. Antes de que Sonic llegara con el Tornado, en mi isla se reían de mí por ser huérfano y tener dos colas. Sonic me sacó de eso, me llevó con él, me dejó pilotar y quedarme con el Tornado. Fue mi primer amigo, y con él he vivido un montón de aventuras. Pero cada vez más siento que solo soy un ayudante. Antes no me querían por cómo era, y desde que tengo amigos que sí lo hacen he cambiado eso por no saber estar solo. Cuando Sonic se iba, me quedaba con Rotor, es con quien más puedo compartir y aprender a ser un buen mecánico e inventor. Hasta que Sonic vuelve, os tengo a Rotor, a ti o a Amy para contaros estas cosas, con Antoine o Bunnie para arreglarles una avería en su casa, con Cream si prefiero estar con alguien de mi edad o arreglar algo también... Pero a veces me pregunto qué pasaría si Sonic un día no vuelve. Si Rotor ya no está ahí para enseñarme nada. Si no estáis Cream, Bunnie, Antoine, tú... Si ninguno de vosotros estuviera, si estuviese yo solo. Creo que no sería capaz de lidiar con eso, y me asusta que pudiendo cualquiera de vosotros trabajar solos yo sea el único que no. Como una... sombra. Como el crío que se supone que soy..."
Sally se quedó atónita por las palabras de Tails, tanto que sus ojos brillaban húmedos y sus labios estaban separados ligeramente. Rotor esta vez había escuchado la conversación completa. O, mejor dicho, la explicación completa de Tails.
El zorro miraba con las orejas bajas y profunda tristeza el escáner, evitando la mirada de sus dos amigos. El ambiente había pasado de aburrido a triste y melancólico.
Sally puso una mano en su hombro y él reaccionó enseguida clavando sus ojos en ella.
-Tails, no te sientas mal por eso. Haces mucho por el equipo, por toda la gente de Knothole. Sin ti no podríamos hacer muchas cosas, como este escáner que quizá resuelve lo que yo llevo intentando años. No eres menos por ser más joven ni por estar pendiente de las personas que quieres. Muchos quisieran estar donde tú estás con solo ocho años y ser tan inteligente, o tan valiente. No te sientas menos.
Tails no terminaba de sentirse bien, pero lo que dijo la princesa sí que mejoró un poco su ánimo. Esa inseguridad consigo mismo no se iría en dos días, pero al menos su capitana se preocupaba por él.
-Guardad este secreto, por favor. No quiero que esto afecte a los demás y estéis tan pendientes. Creo que eso reforzaría el sentirme como un niño.
-Si lo dices es porque querías que lo supiéramos, Tails -dijo Rotor repentinamente, con seriedad. Los otros dos giraron la cabeza hacia él. -. ¿Por qué no nos lo dijiste antes?
Tails se quedó callado, pensando en la razón que tenía Rotor. No había ningún motivo para no haberlo dicho antes.
-No... no estaba seguro. No quería preocuparos y menos con lo que ocurrió hace poco en Acorn. No quería molestar por eso mismo, por estar inseguro. -Tanto Sally como Rotor intercambiaron miradas, ella preocupada y él serio.
●●●
Llevaba un rato buscando, sin marcas de colas que pudieran indicarle un camino concreto. Estaba perdido.
Incluso con las meticulosamente repartidas rejas y callejones sin salida, Knuckles tenía dificultades para recordar el camino.
Cualquiera diría que habiendo vivido durante años en una isla desierta sin nadie más que él y estando a menudo solo no tendría problemas, pero mientras que en Isla Ángel llevaba toda su vida reconociendo cada árbol y piedra como la palma de su mano, en esas alcantarillas llevaba apenas un par de horas. Y tampoco esperaba volver.
Además de que en Isla Ángel al menos tenía aire fresco, libertad. Ese laberinto maloliente, en cambio, estaba lleno de sombras, metal y hedor.
Entonces su instinto se disparó. Como un termómetro estallando.
Estaba muy cerca.
Otro pasillo, y otro desvío. Había perdido el sentido del olfato por la prisa, perdiendo la sensación de hedor.
Su corazón estaba acelerado. Ocurría cuando sentía cerca un fragmento.
Allí estaba.
Al final de otro callejón sin salida, pero con el cristal al final. Se acercó, se agachó y sonrió triunfal.
Ya lo tenía. Ya podía volver.
Una luz apareció detrás de él. La misma que salió de Isla Ángel cuando Eggman quebró la Esmeralda Maestra.
Knuckles tardó en percatarse, con la chispa revoloteando en círculos con un ligero silbido. Se acercó hasta quedar delante de Knuckles, en lo alto, mientras este observaba desconfiado y en posición de guardia.
La luz se expandió y abarcó todo el lugar, cegando a Knuckles por unos instantes. Con el fragmento en la mano trató de cubrirse inútilmente, dejando que el fulgor lo cubriera por completo.
Pasó un minuto entero, dos para la percepción de Knuckles. Sus ojos fueron recuperándose poco a poco de esa ceguera repentina.
Le iba a llevar tiempo.
Ya no estaba en las alcantarillas. Estaba en un... ¿bosque?
¿Jungla? Esos árboles, esas hojas... las reconocería en cualquier parte.
Estaba en las Ruinas Místicas.
Miró a su alrededor, tratando de ubicarse. Reconocía el entorno, pero no era idéntico al que él conocía como la palma de su mano.
¿Acaso estaba en otra época?
Sintió un rastro. Era el mismo que el de la Esmeralda Maestra, pero... ¿estaba completa?
Trató de invocar los fragmentos que él ya tenía, pero no funcionó.
No estaban.
Tras eso, echó a correr en dirección al lugar de donde procedía ese rastro. No estaba tan lejos, apenas un kilómetro.
Alzó el vuelo de vez en cuando para impulsarse, pero no pudo hacerlo más de dos o tres veces; la jungla era un entorno muy cerrado y tosco.
Su pulso estaba más acelerado que antes, con las prisas de ese momento y el aura de la Esmeralda Maestra cerca este se había triplicado. Tanta tensión que no pudo evitar jadear y tropezarse de vez en cuando de los nervios.
Empezó a escuchar algo, gritos, golpes...
Algo parecido a unas olas.
Se abrió paso entre la maleza una vez más y pudo observar lo que pasaba en aquel enorme claro.
Una ciudad en llamas.
En llamas, inundada, con equidnas corriendo despavoridos y gritando...
Un momento, ¿equidnas...?
Esos edificios de piedra, esos estampados a rayas, plumas, ropa...
Era su clan.
Su clan estaba siendo destruido.
Vio un templo a lo lejos. Esa escalera era inconfundible.
¿Acaso era... el altar?
Un árbol casi se desplomó sobre él, pero lo esquivó a tiempo con un impulso. Mientras miraba otra vez, vio a una equidna desplomándose en el suelo.
No supo si estaba herida o se desmayó, pero apenas unos segundos más tarde ya estaba dirigiéndose a ella rápidamente. Con el caos el fuego y los demás equidnas desolados, corriendo por sobrevivir.
¿Ese era su hogar? ¿Así fue como acabó casi extinta su raza?
La desolación empezaba a adueñarse también de él.
Llegó hasta la chica, agachándose y cubriéndola con sus brazos y espalda.
-¿Estás bien? -dijo y cruzaron miradas. -¿Qué rayos está pasando?
Ella le miró con sus apagados ojos azules, como si le hubiesen arrebatado toda su vitalidad. A través de ella se notaban el miedo y la tragedia de lo que estaba pasando, entre sus púas naranjas en forma de rastas y los diversos tocados y atuendos tribales con los que se vestía. Le tembló el labio y sus ojos se llenaron de profundas lágrimas.
-Mi padre... mi padre entró en el templo para robar las Esmeraldas... Arrasó con todos los Chao que había dentro, pero entonces el guardián llegó y... -se encogió de dolor mientras gemía. Knuckles le prestó más atención y la agarró con fuerza, con los nervios a flor de piel.
-¿Y qué? ¿Qué más? -preguntó con tintes de temor en su voz. Ella, temblando y débil, le señaló con el brazo lo que había detrás.
-Él se ha enfurecido... Hay que... encerrarlo en la Esmeralda Maestra, solo así parará todo esto... -dijo con dificultad, entre jadeos y amagos de desmayarse.
Knuckles miró hacia donde ella le había indicado, y entonces su sangre se fue helando progresivamente, conforme esa figura se alzaba entre el la destrucción y el caos.
"Chaos..."
El agua que estaba inundando y destrozando las calles se elevó como una salpicadura, como un torbellino formándose allí mismo. El agua se entrelazó rodeada de fuego y oscuridad.
Pero no acabó ahí. No fue simplemente un tornado de agua.
Se inclinó como si fuera a caerse y en su lugar una parte se solidificó, formando púas y... ¿escamas?
Dos ojos verdes llenos de odio se abrieron de esa serpiente de agua, y con ellos filas de dientes en una mandíbula recién separada.
Un alarido salió de su enorme boca filosa mientras más torbellinos aparecían a su alrededor y en toda la ciudad.
"Los servidores son los siete caos... Caos es poder enriquecido por el corazón... el servidor sirve para unificar el caos..."
Aquellas palabras salieron de la equidna entre susurros, con sus ojos permaneciendo aún cerrados. Pero antes de poder protegerla más tiempo y ser alcanzados por las corrientes de agua, Knuckles volvió a ser presa de una potente luz, proveniente de las joyas de la misma equidna.
Cuando pudo abrir los ojos por fin, ya estaba otra vez en las alcantarillas. Con el fragmento de la Master Emerald en la mano.
-¿Pero qué...?
Demasiadas preguntas en su cabeza, la mirada de esa bestia hecha de agua que además parecía haber creado esa catástrofe, toda su raza siendo azotada por el pánico y la destrucción absoluta, la equidna que le habló de lo ocurrido...
Y esa oración...
Esa oración aún resonaba en su mente. La conocía. Fue lo último que quedó de sus padres.
Pero... ¿de verdad se podía encerrar a ese monstruo allí? ¿Ese fue el ente que liberaron al buscar las Chaos Emeralds?
¿Eso era lo que buscaba Eggman en Isla Ángel?
El pánico se apoderó de él, y eso no le ocurría a menudo. Estaba temblando con los recuerdos de esa tragedia resonando ferozmente en su mente.
Fuera ilusorio o no, cosa que no parecía en absoluto, aquello le había dejado marca. Una marca tan grande que lo sintió como una cicatriz real, dolorosa y sangrante.
Era la primera vez que veía tantos equidnas juntos. Y tan reales. Y tan asustados.
Ver sus colores anaranjados y rojizos, las púas caídas y las colas en forma de "Z". Todos tan parecidos a él, separándolos únicamente los tocados y vendas.
Pero hasta las marcas hechas con pintura blanca y rosada eran similares. En su caso, solo una especie de luna creciente en su pecho, como una larga y cándida sonrisa dibujada.
No había lágrimas a punto de derramarse, pero sí saliva que pasó por su garganta como un trago de plomo. Sudor frío, o más bien templado, caía por su rostro y frente como rastros diminutos.
Las cloacas habían dejado de oler tan mal con aquel peso psicológico tan grande. Cuando comenzó a moverse otra vez lo hizo casi por inercia, pensativo, apenas preocupado por encontrar los símbolos de las colas y poder orientarse.
●●●
Sonic llevaba ya un rato caminando fuera de Twinkle Park; había estado ayudando a los heridos por el robot, quienes ya estaban siendo atendidos fuera del local por ambulancias. No había tantos como él pensaba, pero escuchó decir que uno de ellos estaba herido de muerte...
No supo nada más, los médicos tan solo le aseguraron que ellos se encargarían del resto y que podía irse. Así que antes de que los ciudadanos le acribillaran con gritos de admiración y comentarios aduladores, él simplemente les guiñó un ojo a todos mientras se despedía con dos dedos moviéndose desde su sien. Le miraron y hasta trataron de seguirle, pero él ecesitaba relajarse y ya no podía hacer nada allí.
Le gustaba vivir aventuras, y también ser el centro de atención. Pero Tails, Sally y los demás podían estar a punto de descubrir dónde rayos se ocultaba Eggman, y eso era algo que llevaban persiguiendo años. Era demasiado tentador e importante.
Pero antes de eso, decidió darse un capricho después de una pelea que jugó con algo muy importante: su paciencia. Tan corta y explosiva como una mecha.
En unos minutos, gracias a su velocidad y la profesionalidad de un puesto de perritos calientes, ya se encontraba apoyado en una esquina del mismo puesto comiendo felizmente un perrito con chile.
La felicidad de aquel pequeño momento se plasmó en su cara con una sonrisa algo boba, pero hecha a propósito. Resultaba hasta adorable verlo quieto por una vez.
Algo curioso a causa de sus poderes era que poco importaba qué comiera; todo lo que entraba por su boca lo quemaba como una incineradora al correr. Daba igual qué comiera o cuanto, para él era energía instantánea.
Mientras disfrutaba de su pequeño momento de tranquilidad, pensó otra vez en Sally: le empezaba a dar muchas vueltas a su cabeza cuando no estaba con ella.
Y pensamientos llenos de curiosidad llegaron a él. Pensó en lo mucho que le gustaría volver a tener un momento así con ella.
Le confundía pensarlo, pero, siempre le había gustado probar cosas nuevas aunque pudieran resultarle extrañas al principio. Y la noche que pasó con Sally fue eso elevado al infinito.
¿Cuándo iban a poder estar así otra vez? ¿A solas y abrazados? La idea de un poco de afecto físico y emocional le atraía más de lo que le gustaría admitir, e infinitamente más de lo que diría en voz alta.
Solo esperaba que estuviese bien, Tails, Rotor y ella.
Su corazón dio otro vuelco cuando pensó una vez más en su seguridad.
Sonrió casi más por angustia que por felicidad: su pulso era acelerado la mayor parte del tiempo, por lo que parones así le pasaban factura.
Esa chica le estaba volviendo ciertamente loco...
Y eso le gustaba.
Pero realmente echaba de menos estar a su lado, aunque fuese una ardua pelea como la que tuvieron el día que asesinaron al Rey.
Aún se preguntaba cómo no fue antes hasta esa cámara y le dio una buena paliza a Metal Sonic. Pero al menos toda esa tragedia sirvió para librarse de la tensión que se había formado durante años.
Nunca estuvo seguro de agradar completamente a Sally o, mejor dicho, de que ella supiera sus intenciones cuando la hacía rabiar o le desobedecía. Pero nunca le había importado qué pensasen de él, incluida ella... hasta ese momento.
Fue cuando se dio cuenta de cuánto quería protegerla, su "dependencia" y necesidad de que estuviese bien.
Dejó de pensar en todo eso y decidió que era momento de volver a la carga. Se tomó su tiempo para terminar el primer perrito caliente mientras pensaba, así que devoró el segundo de un solo bocado. El chile no le daba ardores, sino ganas de correr.
Más de una vez había sido la hierba que pisaba y no su boca la que se prendía fuego cuando corría.
Para ir al laboratorio de Tails, a las alcantarillas, y para ir a las alcantarillas, el casino.
Fue tal el acelerón después de haber estado tan calmado que el viento se quebró a su alrededor levantando telas, vestidos y casi hasta a algunas personas.
Sonic esperó no haber matado a nadie de un infarto.
●●●
¿Qué le había pasado?
¿Por qué disparó así a su hermano?
Hermano...
Algo no iba bien, tenía que decírselo al Doctor, pero... ¿cómo le explicaba que fue él quien le disparó?
Una unidad menos, había eliminado a su compañero, y encima había fallado la misión de llevar la rana hasta el Doctor. Ahora estaba otra vez con su dueño y la Emerald aún en su estómago.
Llegó hasta una zona alejada de la playa, tan cerca del mar que parecía hundirse todo en donde terminaba la arena. Lo más cercano era el agua de la orilla y unos puentes de madera a un kilómetro.
Aterrizó allí después de un largo rato volando con sus propulsores, siendo el único sonido que dejaban escapar las olas. No había nada más, resultando inquietante la idea de un robot desplazándose por encima de un mar silencioso.
Algo le estaba pasando, algo para lo que no fue programado...
Recordó ese pájaro, pequeño y con un colgante bastante grande. Se quedó bloqueado observando la nada, tratando de analizarse a sí mismo.
Su compañero... él no sufrió lo mismo. De hacerlo habría tenido la misma reacción que él, pero estaba dispuesto a disparar, incluso después de que ese enorme gato le pasara por encima como un hierbajo.
Otro aspaviento recorrió su armazón y cables; tenía que seguir con la misión. Encontraría otra vez a esa rana, y a ese pájaro... mejor tarde que nunca, parecía que el doctor los necesitaba vivos.
Después de caminar un poco hacia el interior de esa playa, con intención de despegar otra vez, sus circuitos se dispararon.
Había algo allí. Algo no identificado.
Giró su cabeza a un lado, dando una vuelta completa como la manilla de un reloj. Advertencias salían en su campo de visión, seguía sin saber qué estaba ocurriendo...
Una luz naranja, titilante y levitando con fluidez apareció frente a él. No alzó el cañón, tan solo la observó mientras su interfaz se llenaba de interrogaciones, pero su interior de alguna manera lo hizo de calma. Aquella luz no la sintió como un verdadero peligro.
Tras acercarse más al robot, como si lo observara, comenzó a brillar intensamente, sin que este pudiera hacer nada. Tan solo pudo dejarse invadir por aquel misterioso destello.
●●●
Rotor escuchó un pitido proveniente del escáner. Sally se dirigió rápidamente al asiento de Tails mientras el zorro tecleaba rápidamente, nervioso.
-¿Qué has encontrado, Tails? ¿Es una señal de Eggman? -observaron cómo él se quedaba mirando la pantalla, con la mirada perdida. Tragó saliva nervioso.
-Sí... -Sally y Rotor sintieron el corazón en la garganta, completamente sorprendidos: lo habían conseguido.
"Está en el cielo. En algún lugar, desplazándose constantemente. Parece tener algún tipo de reflector o algo para hacerlo invisible, como... una nave protegida."
Tails miró a sus amigos, primero a Sally y luego a Rotor, quienes quedaron con los ojos desorbitados de la impresión y la boca medio abierta.
¿Cómo no se les había ocurrido antes...?
Una nave... aquello era algo que el doctor había usado más de una vez, distintas naves muy grandes... ¿cómo podía ser la principal? ¿Como un portaaviones aéreo e invisible?
Se les nublaba la vista solo de pensarlo...
Y lo mejor era que podrían haber usado las Chaos Emeralds desde el principio. No era la primera ocasión en las que las usaba el doctor para algún plan, y los Combatientes de La Libertad tampoco. Eran útiles, poderosas y muy peligrosas en las manos equivocadas.
Eran una fuente de poder completamente neutral. Algo que complicaba y hacía siempre más encarnizada su búsqueda. Tanto por el doctor y sus terribles máquinas como por los poderes y tácticas de los Combatientes. Alta tecnología con una sola cabeza pensante contra algunas habilidades extraordinarias llevadas por varias personas.
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