VII
-¿Queda mucho, Rotor? -preguntó Sally. Ya llevaban un par de horas volando probablemente.
-Ya casi hemos llegado, tranquila. Aterrizaremos en la playa de Costa Esmeralda, será más fácil y directo.
La princesa asintió internamente y se puso a pensar, para matar el tiempo hasta que llegaran.
Enseguida se le vino a la cabeza lo que había hablado con Bunnie y, con ello, la noche que pasó junto a Sonic.
Si no lo olvidaba nunca, por lo menos estaría recordándolo durante semanas, tal vez meses.
La habitación sin luz, atrayendo al atardecer... su pose altiva y protectora sobre ella... su piel suave y gentileza... sus caricias y besos llenos de amor...
Sally se ruborizó y sacudió la cabeza; no podía dejar distraerse tan fácilmente por lo que pasó esa noche.
A pesar de que repetiría y que echaba de menos la presencia de Sonic, tenía miedo de que aquello pudiera significar una debilidad. No porque Sonic pudiera aprovecharse de ella, ni mucho menos (tal vez alguna bromilla o comentario jocoso, como ya hacía de antes), sino por perder la concentración al pensar demasiado en ese Mobian. Ya parecía haberse vuelto su amante.
Sin embargo, y a pesar de la vergüenza que le daba ese pensamiento, no le desagradaba realmente. El erizo tenía cierta sensibilidad, era como un hermano mayor para Tails y un amigo muy extrovertido para los demás.
Pero para ella... tal vez se había convertido en una tercera opción. Y aquello solo lo tendría realmente claro cuando llegase a Station Sqare y lo viese.
El monstruo al que se enfrentó según las noticias no era lo que más le preocupaba a la princesa, sino el hecho de que hubiesen dos ataques tan seguidos. Sí, el caso de Sonic no fue una emboscada directa contra alguno de los Combatientes (como el caso de Cream), pero sí ocurrió casi a la vez.
¿Coincidencia? Si algo había aprendido en sus varios años liderando a los Combatientes de La Libertad fue que nunca había dos problemas diferentes ocasionados por enemigos diferentes. Nadie causaba tantos problemas como Eggman, y nadie atacaba de forma tan estratégica y dividida como él. Solo había que recordar la derrota que sufrieron hacía no tanto...
Aún había un poco de tristeza por eso, aunque parecía notarse únicamente en ella y en Antoine. Sin embargo, ella pudo desahogarse y sentirse protegida con Sonic, y por lo poco que escuchó de la anécdota de Bunnie, Antoine también pudo distraerse un poco.
Seguramente, si estaba bien ella, sus amigos dejarían de preocuparse tanto. Aún estaban reconstruyendo las partes destruidas del Palacio de Acorn, y Maximillian estaba resguardado y protegido en un ataúd, en una cámara oculta de sus aposentos.
Según lo hablado con los guardias y consejeros, el funeral sería cuando ella diese la orden, y quien debía tomar el trono era, lógicamente, también ella.
¿Qué hizo Sally? Aún con toda la amargura del momento, aún sumida en lágrimas y culpa, pidió que le diesen tiempo antes de poder tomar esas decisiones. Necesitaba tranquilizarse y poder hacer frente a esa situación antes de decidir cuándo honrar a su padre, y cuándo tomar el trono.
Y aún dudaba de ser capaz de cualquiera de las dos...
Tal vez con la ayuda y apoyo de sus amigos, y con un par de días más de trabajo, podría encargarse finalmente de ello. No era solo su padre y su deber como princesa, era el Reino entero...
Ya se divisaba Station Square en la lejanía. Sus edificios altos y nubes ligeramente grises sobre él eran inconfundibles. La última vez que estuvo allí, fue por otro ataque de Eggman, tanto tiempo atrás que le costaba recordarlo.
Por lo que veía de la costa (que aún era poco) la playa de Costa Esmeralda estaba en marea baja. Eso era bueno, sobretodo si tenían que dejar el Tornado en algún lugar cerca del agua. Ni siquiera los puentes que conectaban los montículos de arena y algunos palmerales eran seguros si el nivel del mar ascendía un poco.
-¡Ey, Sally! ¡Parece que alguien nos espera en Costa Esmeralda! -Sally salió de su ensimismamiento y, como si alguien hubiese escuchado y materializado lo que pensaba, se observó a lo lejos a su príncipe azul saludando.
●●●
Iban caminando por los puentes de Costa Esmeralda, hasta que Sonic se detuvo de repente. Se dio la vuelta y miró al cielo.
-¿Qué ocurre? -preguntó Tails.
-Creo que el Tornado se dirige hacia aquí. -respondió, sin mirar a su amigo. Una sonrisa se formó en su hocico durazno.
-¿El Tornado? ¿Cómo estás tan seguro? ¿Y si es otra máquina de Eggman? Yo ya pienso cualquier cosa...
-Tails... Reconozco un avión vintage rojo, con esas cuatro alas y ese ruido de hélice desde kilómetros -dijo Sonic con orgullo. -. Te recuerdo que antes de dártelo con todo el gusto del mundo ese trasto era mío.
Tails se quedó callado y sorprendido, aunque más por su propia falta de memoria que por el énfasis de Sonic en que el Tornado antes era de su propiedad.
Realmente lo ocurrido con la orca cibernética le había dejado huella...
El avión se fue acercando, tenía pinta de querer aterrizar en la arena. Sonic comenzó a andar otra vez hacia allí y Tails le siguió.
Cuando finalmente aterrizó dando pequeños saltos y arrastrándose, Sonic esperó con una sonrisa y un pie moviéndose de arriba a abajo, con falsa impaciencia. Lo hacía a menudo cuando esperaba por alguien, aunque en el fondo sí era tan activo como para desprender su estrés de esa manera.
La hélice dejó de moverse poco a poco, Rotor se quitó las gafas; del asiento trasero alguien conocido saltó y se dejó caer sobre la arena.
-¡Sally, me alegro de verte! -ella tardó un poco en reaccionar por el repentino rubor de sus mejillas, pero se acercó también a él.
-Hola, Sonic... Yo también me alegro de veros otra vez. -Mientras lo decía, miró al erizo, luego al zorro, y luego otra vez al erizo. Se quedaron pasmados por un segundo, pero Sonic tomó la iniciativa con una sonrisa y la abrazó de la cintura, acercándola a él.
-¿Estás mejor, princesa? -le dijo cándidamente, casi de forma seductora. Ella se quedó pasmada y su rostro se volvió una especie de antifaz rojo.
-S-sí... -aquel erizo la desconcertaba, deseaba que parase y más en público, aunque mentiría si se atreviera a pensar que esa mirada confiada y sus brazos sujetándola no le gustaban.
-Pensaba que ya habías cogido un hotel... -dijo Tails con cara de asco. Sally se encogió avergonzada y Sonic sonrió de forma nerviosa; les había aguado la fiesta, aunque el comentario fue ocurrente.
-Bueno, pues ya estamos todos -dijo Rotor, acercándose mientras se frotaba los guantes. -. ¿Habéis tenido algún problema en la ciudad?
-¿En la ciudad? No. Pero en la playa un par. Y de los gordos. -respondió Sonic de forma burlesca. Tails abrió la boca para añadir algo, pero pensó que Sonic había acertado bastante y lo dejó pasar.
-¿Vosotros también habéis lidiado con un robot de Eggman? -preguntó Sally de brazos cruzados, casi afirmándolo.
-¿...cuándo no lo hacemos? -dijo Tails. -Y no solo eso, una orca cyborg ha derribado el Tornado conmigo dentro, Eggman se ha llevado la Chaos Emerald que tenía y, encima, nos hemos enfrentado a su nuevo amiguito.
-¿Quién? ¿El monstruo de agua ese? -dijo Rotor cruzando los brazos también.
-Exacto. El mundo es un pañuelo, ya sabes. -respondió Sonic irónicamente. Comenzó a andar hacia la salida de la playa que daba a la ciudad, cerca del hotel donde estaba.
"¿Venís? Si Eggman tiene amigos sueltos por Acorn y por aquí, habrá que darse prisa en patearle la espalda."
●●●
-Vector, ya estamos donde nos había indicado, y aquí no hay nadie. -dijo Espio con severidad, esperando una respuesta de Vector con la mirada.
-Paciencia, Espio, creía que eras el más cauto de los tres. -respondió el cocodrilo muy confiado.
-Por ser el más cauto te aseguro que todo esto es una estupidez. -volvió a reprochar el camaleón con profundo desdén.
-¿Obedecerme es una estupidez? -preguntó Vector bajando su cabeza a la altura de Espio, con obvias intenciones de intimidarlo y decirle lo mucho que le disgustaba esa frase. Ambos se miraban fijamente con cierto enfado.
-Creer que no puedes equivocarte sí lo es. -Vector frunció el ceño y enseñó ligeramente los dientes, silbando como un reptil. Espio también lo frunció más, aunque se mantuvo en silencio.
-¡Ey, chicos, parece que hay algo ahí! -exclamó Charmy, señalando la parte más profunda del callejón. Vector y Espio tardaron un poco en moverse, pero prefirieron hacer caso por una vez a su socio que seguir discutiendo.
No era buena idea que un cocodrilo musculoso, malhumorado y capaz de escupir fuego y un camaleón frío y experto en ninjutsu se pelearan.
Se acercaron y vieron algo brillante en el suelo.
Era un sobre, otro sobre, con un sello que brillaba como un diamante. Vector se agachó para cogerlo con cuidado y miró a sus compañeros antes de abrirlo. Espio le miró completamente serio y Charmy se sorprendió y miró a otro lado. Volvió a dirigir su mirada al sobre y lo abrió de un tirón. Era mucho más corto y esclarecedor que el primero:
"Detectives Chaotix, un pad de amigos les esperan donde encuentren este sobre.
Disculpen las molestias."
Antes de que pudieran asimilar lo que acababan de leer, un repentino silbido les heló la sangre y algo les cegó y agarró las extremidades desde atrás. No tuvieron apenas tiempo para gritar u oponer resistencia.
El pánico y la confusión fue lo último que sintieron antes de sentir golpes en la nuca y que su vista se nublase. Los tres cayeron, casi a la vez, como muñecos de trapo.
Varias tenazas robóticas se cerraron sobre sus cabezas, brazos y piernas. El silencio de una criminalidad recién cometida inundó el callejón, mientras las máquinas empezaban a moverse. Nadie les vio, y nadie iba a rescatarles...
●●●
Knuckles ya había recogido la mayoría de trozos. Volvió a Isla Ángel para reconstruir la gema con lo que ya tenía.
Le preocupaba más la ola que había desencadenado la caída de la isla, aunque no estuviera tan cerca de la costa. Pero Isla Ángel era muy grande, ¿y si la onda expansiva hizo que el mar ganase cada vez más fuerza, como un tsunami?
Le horrorizó pensar eso. Las dos costas más cercanas que conocía eran las del Archipiélago Acorn y la ciudad de Station Square.
Mientras viajó no pudo notar nada, por lo que no sabía si eso significaba que no se había extendido la ola o que ya había llegado muy lejos. Eso le dejó muy asustado y nervioso.
Se arrodilló en el altar de la Esmeralda Maestra, dejó caer los fragmentos y los empezó a ordenar. Dos, tres, cuatro, siete...
Comenzó a unirlos, como un rompecabezas de vidrio. Un rompecabezas con piezas faltantes y que estas a su vez podían romperse en más piezas.
Se fijó en la Esmeralda que estaba montando: estaba casi completa, solo quedaban uno o dos fractales más. Knuckles suspiró resignado y volvió a unirlas como un puñado de cristales verdes. Había hecho un buen trabajo en apenas un día, casi dos.
En cuanto se cruzase con Eggman otra vez, le arrancaría el bigote de su calva y estridente cara.
●●●
La noche ya se había echado encima de Station Square. Sonic, Tails, Sally y Rotor llevaban un rato caminando desde la playa.
-¿Dónde has dicho que teníamos que ir, Tails? -preguntó Sonic. A menudo no le prestaba mucha atención, o simplemente pecaba de olvidadizo.
-Al casino. Se puede acceder a un atajo hasta uno de mis laboratorios desde ahí. Lo malo es que tendremos que cruzar las alcantarillas. -Rotor hizo una mueca de asco y tanto Sonic como Sally arquearon una ceja, extrañados.
-¿Quieres analizar algo? ¿Rastrear a Eggman? -preguntó el erizo. Sally rodó los ojos; definitivamente, no escuchó la explicación de Tails. El zorro suspiró y le miró fijamente a Sonic después de detenerse.
-A ver... he conseguido una pequeña muestra de ese tal Chaos, por lo que puedo intentar rastrear la Esmeralda que nos ha quitado Eggman y de paso a él mismo desde mi laboratorio. Puedo hacer una aproximación si es que los tres están juntos -explicó usando las manos para enfatizar. -. Y a mi laboratorio se accede desde las alcantarillas para que Eggman o cualquier otro no lo encuentre.
Sonic abrió la boca para soltar una exclamación de entendimiento, pero la cerró enseguida al ser ver la cara de sus compañeros.
Sentía cierta vergüenza, mas su orgullo no le permitió mostrarlo. Siguieron caminando y olvidaron todo eso, ahora que ya estaba claro su objetivo.
El casino de Station Square no estaba muy lejos, enseguida se llegaba al centro de la ciudad y, desde allí, se tenía acceso a varios lugares: la ajetreada estación de tren, el ayuntamiento, el casino, el divertido Twinkle Park o hasta el hotel en el que pasó Sonic la noche anterior al lado de Costa Esmeralda.
La gente de Station Square no era demasiada, pero el sendero que reproducía cada individuo, el sonido del tráfico, el murmullo de gente hablando y del ruido que se producía en cada esquina, en cada metro cuadrado... le daba vida a la ciudad. El cielo nocturno tan solo acentuaba esa presencia imponente pero atractiva de una gran ciudad, haciendo que la oscuridad de la noche y las luces de edificios y calles contrataran de forma impactante. Como luciérnagas sintéticas en un limbo de metal.
Las calles estaban más ocupadas por humanos que por Mobians, debido a que la población de estos en su mayoría era inmigrante. Sin embargo, llevaban tanto tiempo conviviendo que a los humanos se les hacía habitual que animales antropomorfos caminaran y vivieran con ellos.
Desde trajeados y vestidos de gala, hasta trajes de deporte o ropa casual. Sonic y sus compañeros eran el grupo más serio y grande de Mobians que cruzaba cada manzana en línea recta.
A lo lejos se observaba el centro de la ciudad, pero alguien inesperado se cruzó en su camino. Amy pasó por delante del grupo repentinamente, despeinada, jadeando y con algo entre sus brazos.
-¡Ch-chicos! ¿Qué hacéis aquí? -preguntó emocionada y nerviosa a la vez. Los demás aún estaban con los ojos como platos y extrañados.
-Hola, Amy, estamos aquí para ir a uno de mis laboratorios. Los ataques de Eggman son más frecuentes y tal vez podamos prevenir el siguiente. -dijo Tails adelantándose. El resto solo asintieron.
-Oh... Vaya, eso suena muy bien... -respondió Amy con voz delirante, como si estuviese ida por el cansancio. - Yo tengo que ayudar a este pajarito, ¡un robot le persigue! -exclamó volviendo a sus cabales y de forma preocupada. Les mostró a Lily, quien se acomodaba entre sus manos como un nido.
El grupo observó al Flicky y mostraron tanto sorpresa como preocupación por el pajarillo.
-¿Qué robot? ¿Sabes si era de Eggman? -preguntó Rotor muy serio.
-Creo que sí, era muy alto y verde, con los ojos rojos y parecía que llevaba un sombrero -explicaba Amy sobre la marcha, recordando lo poco que pudo apreciar del androide que perseguía a Lily. -.
-Otro robot de Eggman... -siguió diciendo Rotor mientras le escuchaban atentamente .- Primero Sally y Bunnie, luego Sonic y Tails y ahora Amy. Esto no pinta bien...
"¿Dónde estaba tu laboratorio, Tails? ¿Puedo ir con vosotros? ¡Tengo que proteger a este pequeñín!"
-Está bien, Amy -dictaminó Sally decidida. -. El casino estaba cerca de Twinkle Park, ¿no? -Tails asintió al ver sus ojos azules puestos en él. -Entonces nos dividiremos para ir al laboratorio de Tails y para esconderte con Lily de ese robot.
Amy se quedó algo perpleja, igual que sus otros tres compañeros, pero no objetaron nada a su líder. Entonces miró a Sonic y una sonrisa ladeada se forjó en su rostro.
-Con una condición -dijo y dirigieron sus ojos tan abiertos a ella. -. ¡Sonic se viene conmigo!
-¿¡Qué!? ¡No, ni hablar! -respondió él mirando a otro lado con los brazos cruzados. Sonó casi tan infantil como Amy.
-En realidad... -dijo Tails por lo bajo, llamando la atención otra vez. -Creo que va a ser lo mejor. Sonic conoce mejor esta ciudad y podréis pelear escapar más rápido si ese robot aparece otra vez -Sally se sintió algo abochornada, Sonic traicionado y Amy victoriosa. -. Además, Twinkle Park deja pasar gratis a las parejas lindas.
A Tails no se le daba bien jugar a ser travieso, pero solo era consciente de la relación cómica y hasta absurda de Sonic y Amy, no de la que mantenía este con Sally.
-Entonces no hay elección, Sonikku, ¡te vienes con Lily y conmigo? -dijo Amy triunfadora, mientras Sonic deseaba que la tierra le tragase. Empezó a suplicarle a Sally desesperado, como si realmente aquello le aterrorizase.
-Por favor, Sally, no me hagas ir con ella, ¡yo te quiero a ti! -exclamó mientras zarandeaba los hombros de Sally. Ella se ruborizó y dijo lo más cordialmente que pudo:
-Creo que Tails tiene razón. Será más seguro y convincente que le protejas a ella. Mientras tanto nosotros podremos investigar tranquilamente en el laboratorio. -Sonic se congeló y tragó saliva con los ojos aún desorbitados.
-No... -Amy lo cogió del brazo y empezó a caminar con él a rastras en dirección a Twinkle Park. -¡¡¡No...!!!
Tails y Rotor no pudieron evitar reír con un poco de malicia, aunque era más que nada por lo adorable que resultaban. Sally se sintió mal por algún motivo, ¿por qué? no estaba segura. Pero ver a Amy llevándose a Sonic de esa manera por una vez le causó una punzada en el pecho y no una risa divertida como a sus compañeros.
Al fin y al cabo, Amy siempre fue muy obsesiva con Sonic y se notaba a la legua lo mucho que le atraía, pero Sonic nunca correspondió. Era simpático y amable con ella, como con todos, pero le causaban rechazo sus constantes muestras de cariño. Y como Amy también poseía mal carácter si alguien jugaba con su paciencia, Sonic terminaba huyendo con el rabo entre las piernas. Tenía más miedo de esa amiga que del robot más fiero y temible de Eggman.
●●●
-Doctor, tengo las nuevas analíticas de Chaos -dijo Orbot, acercándose a Eggman con una ligera reverencia. -. Ha sufrido varias contusiones cerebrales, pero se recuperará enseguida.
-¿No han servido las Emeralds? -preguntó el doctor con voz ronca. Parecía cansado por algo.
-De hecho, sí, con la inclusión de la primera Emerald se ha recuperado antes de sus heridas, y con la exposición a la segunda ha aumentado aún más su capacidad regenerativa. Tan solo... -Orbot se quedó en silencio, pensativo.
-¿Qué? -preguntó Eggman girando un poco la cabeza, con algo de impaciencia en su voz.
-Bueno, al ver la segunda Emerald, Chaos se ha vuelto más agresivo. Como si deseara desesperadamente la gema.
Eggman sintió un pequeño nudo en el estómago, pero no le dio mayor importancia.
-Con reducirlo bastará. Tal vez sea por llevar miles de años encerrado en ese pedrusco, o quizá es una señal de lo mucho que desea hacerse poderoso. Y eso es algo que hará para mí.
-Dudo que eso sea una buena noticia, Doctor... -dijo el secuaz juntando los dedos, temeroso.
-Según esos murales de los templos, Chaos mató al 90% de la población Equidna hace milenios. Y fue por las tonterías de los propios Equidnas, así que tenía un buen motivo. -explicó Eggman muy seguro de lo que estaba diciendo, algo que no terminó de transmitirle a Orbot.
-Y... ¿no cree que el hecho de haber destruido una civilización entera es un motivo de peso para temerlo? Yo no dormiría tranquilo, si fuese capaz de dormir... -Eggman frunció el ceño y se giró, hastiado de lo que decía su ayudante.
-¿Quieres que te programe ahora mismo una aplicación de siesta? Aviso de que habría que desmontarte entero... -dijo Eggman en un gruñido tan profundo y amenazante que Orbot dio las gracias por no poder tragar saliva o desprender sudor frío. Sin embargo, sí que podía sentir miedo, mucho. Auténtico pavor en ese instante.
Eggman vio que Orbot ya se había asustado bastante y se irguió otra vez manteniendo su seria expresión. El brillos de sus pequeñas gafas y su bigote daban escalofríos con tan pocas luces.
Volvió a su sillón y se dispuso a seguir observando y tecleando en aquel gigantesco ordenador holográfico. Orbot se dio la vuelta y se dirigió rápidamente a otro lugar.
Eggman estaba raro, realmente raro, estaba más cruel que de costumbre desde que fueron en busca del Cetro de Las Tinieblas. Antes podía ser imponente, pero solo durante unos instantes, no llegaba a transmitir esa aura tan siniestra con sus lacayos.
Y su furia no eran simples brotes y rabietas, sino una frialdad constante. Orbot ya no estaba tan dispuesto a hacer rabiar a su jefe...
●●●
Big ya había llegado a Station Square, caminando por la playa después de haber llegado en su bote a la costa. Le costó un poco encontrar una torreta o puente de madera apropiados, ya que varios de ellos estaban partidos o hundidos.
Aún así, él no les prestó mucha atención y simplemente atracó en una esquina que daba con la orilla de Costa Esmeralda y uno de los puentes ascendentes. Se puso la caña de pescar en el hombro y se dirigió a pasos tranquilos pero enormes (por algo se llamaba literalmente "grande") a la gran ciudad.
El cielo ya era prácticamente nocturno, aunque con su vista felina no le supuso un problema. Era un gato (y uno muy grande) al fin y al cabo.
Cualquiera se preguntaría quién estaría realmente dispuesto a cruzar más de doscientos kilómetros de océano en un pequeño bote de madera para buscar a su mascota, pero cualquiera diría también que por una mascota querida se hace lo que sea. De tantas veces que Froggy se había escapado de sus manos, Big ya se imaginaba cualquier sitio en donde pudiera estar; una playa al lado de su jungla natal, o hasta una fábrica abandonada en el hemisferio opuesto...
Cualquiera diría que su mascota era casi tan falto de inteligencia como su dueño, aunque también era notable quién de los dos pecaba de más parsimonia intelectual.
Las estrellas eran de igual de brillantes que en las ruinas, pero no tan misteriosas. En una jungla resultaban unas pequeñas brújulas, unas luciérnagas inmóviles, pero en una playa a Big le parecían un simple adorno.
En la jungla también tenía, curiosamente, una mayor sensación de seguridad. A pesar de que en una jungla cualquiera se esperaría un puñado de criaturas venenosas y salvajes, en realidad era un terreno bastante tranquilo. Y Big lo sabía.
En cambio, en una playa, por muy desierta y turística que fuese, no sentía ninguna tranquilidad. Orcas en vez de ranas, sol en vez de agradable sombra, agua en vez de árboles... Nada le importaba a Big, nada le parecía mejor que su hogar, su cabaña apartada junto a un estanque.
Tendría que buscar bien a sus amigos o su mascota, aunque su falta de observación panorámica le hacía parecer que estaba siempre en las nubes. En realidad, significaba que estaba concentrado, motivo por el que siempre terminaba encontrando a Froggy (o quizás por continua, milagrosa e inexplicable suerte). Lo bueno de que fuese una simple rana (y no precisamente pequeña) es que siempre tendría que permanecer cerca del agua, incluso desde lejos podía llamar la atención por su forma de desplazarse mediante cortos y cómicos saltos.
Además, aún llevaba en su interior una joya...
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