Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

El Despertar de Rosita© - Cap. 5


Capítulo 5


En eso sentí el timbre del teléfono, me sequé las lágrimas y atendí. Era mi madre.
—Aló.
—Hija, hola. ¿Cómo estás? Siento tu voz algo rara.
—Estoy bien, mamá, estaba durmiendo —dije para no preocuparla. No deseaba contarle la discusión que tuve con Ismael.
—Hija, creí que estabas trabajando. Llamé incluso a la peluquería, pero me dijeron que no ibas hoy y por eso te llamé, me preocupé, y además, para contarte que el próximo sábado es el cumpleaños de tu padre y queremos celebrarlo, así que avísale a Ismael y pasamos todos un buen momento.
—Okey, madre, le avisaré. Bueno, si Dios quiere ahí estaremos mi esposo y yo.
—Hija, me tengo que ir, pero si en realidad te pasa algo, confía en tu madre. Tú sabes que las madres tenemos un sexto sentido y sabemos cuándo a nuestros hijos les pasa algo. Lo importante es que no olvides que te quiero mucho —mencionó y esas palabras me emocionaron.
—Gracias, mamá, pero no te preocupes, no pasa nada, y tampoco te olvides que yo también te quiero. Nos hablamos al rato. Me diste un motivo para salir de compras.
—¡Qué bueno, hija! Ya, ahora sí me voy. ¡Nos vemos!
—Nos vemos, mamá. Adiós. —Y colgué.
Pensé en quedarme acostada todo el día, porque me sentía muy amargada, pero la llamada de mi mamá y lo que me dijo me hizo cambiar de opinión, así que me levanté, me duché, me arreglé y me fui de compras al mall. Llegué al lugar, estacioné mi auto y me fui a ver tienda por tienda, a ver si encontraba algo bonito para llevarle como regalo a mi padre. Hasta que, luego de mirar por casi todas las tiendas, encontré lo que quería; una hermosa camisa leñadora y un par de zapatos. Como a veces le gustaba viajar con mi madre al campo, sabía que le iban a gustar sus regalos. De pronto, vi la hora y eran las 14.30 horas, «¡qué tarde! Mejor me voy a almorzar en algún restaurante de acá mismo», pensé.
Encontré un sitio que llamó mi atención porque se veía muy diferente a los demás. Mi mesa estaba cerca de un ventanal, mejor aún. Admiré el menú y pedí salmón ahumado con ensalada y un jugo. Mientras esperaba por mi plato, mis ojos se quedaron prendados de las parejas que pasaban felices, ya sea de la mano, abrazados, sonriendo y besándose, a través de los vidrios de la ventana.
Me acordé cuando con mi marido hacíamos esas cosas, y me vino una nostalgia muy grande, que hasta ganas de llorar me dieron, pero no pude hacerlo, porque ya me habían traído mi plato y además, no era el lugar para montar ese espectáculo.
Un momento después, terminé comiéndome todo porque estaba muy rico, ahí fue cuando me di cuenta que precisaba de un café y que también, en otra mesa, había un tipo que me miraba y me sonreía. Por mi parte, lo miré muy seria y volteé la vista a otro lado, recayendo ésta nuevamente en el ventanal. Antes de irme, fui al baño del lugar y mientras caminaba hacia él, sentí la voz de un hombre que pedía su cuenta. Sin querer miré, (la curiosidad mató a la gata y aquel dicho me pegó en la cara), era aquel hombre y chocamos miradas. «¡Qué mala suerte! Quizás qué iría a pensar este tipo», pensé. Y con el rostro enrojecido, me perdí entre las mesas y me fui volando al baño.
Llegué y entré, y con los malditos nervios y la vergüenza del momento no cerré la puerta tras de mí. Como un rayo me dirigí al lavamanos para lavarme las manos y la cara, y me miré al espejo, como diciéndome: "apágate, apágate", por lo colorada que tenía la cara de vergüenza y de nervios. Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta, pero tras de mí había entrado aquel hombre, solo sentí unas manos audaces en mi cintura y levanté la mirada al espejo y lo vi detrás de mí, como si fuese parte de mi espalda. Traté de articular palabra, pero me giró hacia él y me besó en los labios. No pasaron más de 10 segundos, creo yo, y ese lapso de tiempo fue mucho, al menos para mí. No tuve tiempo ni de pensar en lo que estaba haciendo, o mejor dicho, en lo que me estaba haciendo. Fue en ese instante en que el hombre me miró a los ojos, satisfecho, y casi riendo me dijo que no podía dejar pasar esa oportunidad, porque besarme era lo que había querido hacer desde que me vio entrar, terminando su frase de oro con un "y me di cuenta que te gustó".
—¡Qué se ha creído! ¡Es usted un patán! —le grité con todas mis fuerzas mientras trataba de golpearlo, lo que no pude hacer, porque salió casi corriendo del baño y me dejó ahí, sola, temblando de nervios, rabia e impotencia. Cuando me decidí a salir del baño, volví a mojarme el rostro para disimular mi mala cara, pedí la cuenta y pagué, y fue cuando me percaté que en una esquina de mi mesa había una nota, la tomé y la leí: "tus labios han sido el platillo más delicioso que he probado en este restaurante". Levanté la vista, miré al ventanal y afuera estaba el tipo, que al verme leyendo su nota me sonrió y se fue. «Quién se cree este tipo, ¿un galán de galanes? Y no es nada más que un patán de patanes», pensé enojada, y cuando miré de nuevo al ventanal, lo vi parado ahí. En realidad, me asustó un poco, por lo que, cuando iba a llamar a alguien, advertí que él ya no estaba. Tenía miedo, pero lo peor de todo era que sentía que no sería la última vez que lo vería. Me odié a mí misma por pensar en algo así, pero era una sensación más fuerte que yo y no podía luchar contra ella.
Pensando y luchando conmigo misma, llegué al estacionamiento del mall, miré a todos lados, sabía que no me sentiría segura hasta no llegar a mi auto. Ya cerca de él, saqué las llaves de mi bolso y oí una bocina que me asustó, miré de reojo y era el auto del tipo que salía raudo del estacionamiento, no sin antes tirarme un beso con su mano. Pensé en meterme a mi vehículo y seguirlo, pero no pude hacerlo, porque con el susto se me cayeron las llaves y mi bolso, y de aquí a que estuviera en mi auto, ese tipo estaría muy lejos. Además, esa idea en parte no me desagradaba, ya que me brindaba algo de seguridad.
Al fin me metí en mi auto, dejé las compras tiradas en el asiento del copiloto y me fui directo a casa. Pensé en pasar a una estación de policía para hacer una denuncia, pero deseché la idea, no sé por qué.
Ya en casa, guardé el regalo de mi padre y me di cuenta que no había nadie en ella. «¿Llegará Ismael a dormir hoy?», me dije. Él fuera y a su mujercita casi se la violan en el baño de un restaurante. Así que fui a la cocina a preparar algo para comer y después a intentar descansar. No sabía qué hacer, pensé en una ensalada, pero creí que iba a quedar con hambre, y al final hice una deliciosa pizza de anchoas. Aprovechando que la dejé en el horno para que se cocinara, me fui a dar una ducha rápida. Salí del baño, me sequé el cabello y también mi cuerpo, y decidí andar desnuda por mi dormitorio. Bajé así al primer piso y me fui a la cocina, y mi pizza ya estaba lista. La saqué del horno, la puse en la mesa, le agregué orégano encima y olía exquisito. Cuando ya quedó lista, me fui a vestir; me puse mi babydoll mientras sentía que alguien me miraba. Me di la vuelta, asustada, casi dando un grito, cuando vi a Ismael.
—¡Me asustaste! —exclamé, colocando mi mano en mi pecho, suspirando de alivio.
—Disculpa, no quise asustarte, pero no me sentiste. Te vi subiendo la escalera y estabas desnuda, y sentí un rico aroma a pizza.
—Ah sí, me había duchado. Luego bajé y me fui a la cocina por la pizza.
—¡Qué rico! Ana Rosa, quería pedirte perdón por mi estupidez, idiotez, o como quieras llamarle. Te amo, eres todo para mí y no me gusta discutir contigo. Sabes que después me siento mal y me da arrepentimiento.
—A mí tampoco me gusta discutir, pero últimamente te encuentro como demasiado alterado. No sé qué te pasa, amor, por cualquier cosa te enojas. Y yo también te amo, eres mi vida.
—Mi amor, es que he tenido mucho trabajo, por eso he estado así.
—Bueno, entonces olvidemos todo este malentendido. —Caminé hacia él, le di un abrazo y un beso bien apasionado. Mientras lo besaba, vino a mi mente el beso de aquel tipo y me sentí muy extraña. Por suerte mi marido no lo notó, así que tampoco se lo comenté. No quise arruinar tan lindo momento, juntos.
—Amor, te amo —dijo Ismael.
—Yo igual. Entonces, a reconciliarnos como se debe. Mmm...
—Así es —expresó en un tono picarón y coqueto.
Me tomó en brazos y me llevó a la cama, nos besamos desenfrenadamente y empezamos a sacarnos la ropa en forma desesperada. Hicimos el amor con una total entrega de mi parte, pero lamentablemente no así de mi marido, ya que apenas estuvo desnudo me penetró inmediatamente, y a los pocos minutos terminó dentro de mí sin tantas caricias ni besos como lo hacía antes, y como la última noche lo había soñado, por decirlo de una manera muy diferente a lo que una reconciliación merece. En realidad, fue todo muy distinto. Pero no quise reprocharle nada, seguro estaba cansado. Además, constantemente se me venía a la mente la mirada de ese tipo y la sensación de su beso furtivo, fugaz y atrevido, el que me quedó dando vueltas sin que me hubiese dado cuenta de eso, hasta ese momento. Después, cuando estábamos descansando, me acordé de mi pizza.
—¡Amor, la pizza!
—¡Verdad! Bajemos y comamos lo que preparaste.
—Vistámonos y vamos a comer —añadí.
—¿Para qué vestirnos? Mejor bajemos desnudos, así como te encontré yo cuando subías las escaleras —dijo en forma socarrona.
—¡Ja, ja, ja! Okey, mi vida, vamos —expresé con un poco de vergüenza y nervios.
Así que bajamos desnudos y fuimos a la cocina a comer esa deliciosa pizza y a tomarnos un rico café. Nos reímos bastante, y pese a todo, Ismael no cambiaba su sentido del humor ni su manía por hacer chistes.
Cuando estábamos comiendo, me dijo:
—Ana Rosa, quería pedirte algo.
—¿Qué cosa, amor? —pregunté, pensando en lo mismo de siempre. Quizás, se aprovechó de esto para pedírmelo nuevamente, así que lo miré muy seria...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro