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El Despertar de Rosita © - Cap. 30


Capítulo 30


Me largué a reír por la expresión de sorpresa que tenía Lucas, al mismo tiempo que Matt y las chicas nos miraban con signo de pregunta.
—Amiga, ¿qué quieres que te diga? Tienes un muy buen gusto con los hombres. Este Matt está como quiere, tiene una estampa varonil a la que ninguna mujer se puede resistir y tú fuiste una de ellas. Y te lo digo, ni yo me resisto a este bombón. ¡Uy! ¡Qué estoy diciendo!, si yo soy fiel, pero de cuerpo, no de pensamiento, ¡ja, ja, ja, ja!
—¡Qué loco eres, amigo, me haces tanto reír, ja, ja, ja!
—Así soy yo y no pienso cambiar mi forma de ser. Tengo que admitir que me alegro que que de a poco estés rehaciendo tu vida, pero un consejo, tómate las cosas con calma. Me dolería mucho verte sufrir nuevamente por alguien. Espero que sepa ganarse tu corazón y darte el amor que te mereces. Con razón te dieron ganas de hacer aquel trío con el cuerazo que es este Matt; y tu marido, que se convirtió en otro cuerazo… No tenías por dónde perderte, niña. ¡Ay, Dios! ¡En qué momento te di ese consejo de que hicieras un trío que no me acuerdo!
—Lucas, yo tampoco me acuerdo, pero se te olvida que no lo hice por querer hacerlo, me vi obligada, y recuerda que Ismael ya pronto será mi ex marido, y por lo mismo está pasando a la historia.
—"Obligada"… Ella la sometida, la vulnerable, la virginal... Sóplame este ojo y el otro también, que me entró una piedra, ¡ja, ja, ja, ja!
—¡Oye! Es en serio —dije.
—¡Ya! Déjalo ahí. A todo esto, ¿dónde está mi vaso? ¡Lo encontré! Vamos a celebrar.
Fue una gran noche, Matt, mis amigos y yo lo pasamos increíble. Con lo chistoso que es Lucas nos reímos casi toda la noche. Siento que se está encendiendo una pequeña luz de felicidad en mí.
Después de una semana estaba pagando una cuenta en el banco, y después de cancelar me fui de ahí. Al llegar a mi auto, sentí que alguien tocó mi hombro, pensé que era Matt o alguno de mis amigos. Me volteé, sonriendo, y cuando vi quien era, me llevé una sorpresa que no esperaba, dejándome muy perpleja y casi con la boca abierta.
—Hola, tanto tiempo. —Saludó.
—Hola. Así es, ¿necesitas algo? —formulé muy seria.
—En realidad, nada, solo vine a saludarte y a felicitarte también.
—¿A felicitarme?
—Obvio, supe que ya tienes pareja. ¡Que rápido te olvidaste de mí! —exclamó Ismael, sarcásticamente.
—¡Qué caradura eres! Por si te olvidas, yo también tengo derecho a rehacer mi vida.
—¡Claro! Pero tenía que ser con el imbécil de Matt. Sabía que ese tipo tenía alguna intención contigo.
—Bueno, y si fue así, ¿cuál sería tu problema? Nosotros ya nos separamos, solo falta que nos divorciemos y listo.
—¡Por supuesto! Y así te casas con el gringo ese. ¡Qué buen plan tienes, Ana Rosa!
—¡Ja, ja, ja! Lo único que me faltaba, que te diera un arranque de celos. Que descaro de tu parte —respondí enojada.
—Obvio que estoy celoso, si yo todavía te amo. No puedo sacarte de mi cabeza ni de mi corazón. Entiendo que cometí un gran error, pero la tentación fue más fuerte, y si volviera el tiempo hacia atrás, lo habría pensado mil veces antes de hacerlo —mencionó, emocionado.
—La verdad, me gustaría creer en lo que dices, pero me es imposible y te voy a decir el por qué. Si realmente hubieras estado arrepentido, no habrías seguido engañándome de esa manera con Geraldine. Te creo si hubiera sido una calentura de una noche, quizás te la habría perdonado, pero seguiste con ella y tuvieron un hijo. ¡Un hijo! Para mí significa que nunca te arrepentiste de lo que me hiciste, te calentó tanto esa puta que no quisiste parar, no querías perder pan y pedazo, y qué mejor que estar con las dos. Total, yo no iba a saberlo. Pero te salió el tiro por la culata, pues me enteré igual y saliste más que perdiendo. Otra cosa, tú ya tomaste la decisión de quedarte con ella y el niño, yo salí de tu vida y pronto será para siempre y sin ningún papel de por medio. Así que te quiero fuera de mi vida, no quiero tener nada que ver contigo, ninguna atadura, ¿me entendiste?
—Lo sé y soy un desgraciado, pero te sigo amando ¡Volvamos! Mira, dejo todo con tal de volver a estar contigo y salvar nuestro matrimonio. Yo sé que me sigues amando, y te lo prometo, nadie se interpondrá en nuestro amor.
—Realmente, estás loco, Ismael. ¿Tú crees que puedo olvidarme del mal que me hiciste así como así, y decirte "Sí, amor, volvamos y olvidémonos de todo". Déjame decirte que esa "Ana Rosa" tonta que tuviste alguna vez, se fue bien lejos. Ahora soy lo que quiero ser, ¿y sabes?, no me interesa volver contigo, porque sé que no van cambiar las cosas con ella. Ahora tienes una responsabilidad bien grande con tu hijo. Ya decidiste formar una familia, así que olvídate de mí, no quiero ni puedo perdonarte —aseguré bastante decidida.
—Tus palabras me duelen mucho, pero quiero saber una cosa, y que seas muy sincera… Mírame a los ojos, por favor —dijo, resignado.
—¿Para qué?
—Para que me respondas una sola pregunta.
—¿Qué cosa?
—¿Me sigues amando?
Lo miré detenidamente y casi sin parpadear, quizás podría haberle dicho que ya no lo amaba, que lo había olvidado definitivamente, pero no era una mentirosa como lo era él.
—Podría decirte que no te amo y que te olvidé, pero no es así. Te sigo amando, pero ya no con la misma pasión de antes.
—Lo entiendo, pero ahora que sé que me sigues amando, te juro que voy hacer lo sea para que volvamos a estar juntos.
—Ismael, entiende, eso ya fue y no hay vuelta atrás. Estoy feliz como estoy ahora y no quiero perder más mi tiempo contigo.
—Me interesa bien poco lo que digas, porque yo te amo y es lo único que me importa. Tú eres mía, de nadie más, y no me vas a sacar de tu vida tan fácilmente. Eso te digo, y ahora adiós —comentó y se fue.
Lo miré hasta que se perdió en un grupo de personas. Mi corazón latía muy fuerte por él, no sabía si era porque me emocioné al verlo o, simplemente, debido a la desilusión que iba creciendo hacia él. Así que subí a mi auto y me fui a casa, y cuando iba llegando, vi que Matt estaba afuera. Me estacioné y me acerqué a él.
—Matt, hola. ¿Cómo estás?
—Bien y tú. ¿Dónde estabas?
—Fui al banco a pagar una cuenta. Entremos en la casa.
Y eso hicimos. Le pregunté si había almorzado, me contestó que no; yo tampoco había comido; y cuando fui a la cocina, me di cuenta que la señora Julia había cocinado Arroz a la Valenciana. Calenté la comida y al rato ya estábamos en la mesa disfrutando de ella. Preferí contarle lo que me pasó hoy con Ismael, para que no hubiera malos entendidos. A Matt no le hizo mucha gracia, pero me entendió, y asimismo me preguntó sí yo todavía amaba a mi esposo, le contesté que sí, ya que las cosas lindas que vivimos no se olvidaban así como así, pero que ese amor ya no era tan intenso y estaba segura que no pretendía volver con él. Entonces, Matt sonrió y se quedó tranquilo, asegurándome que poco a poco se iba a ganar mi corazón. Además, me sugirió que en la noche cenáramos en el departamento que arrendó para que pasáramos un buen rato. Acepté sin tanto rodeo. Le pedí que se llevara mi auto, mencionándole que me viniera a buscar. Le pareció una buena idea y aceptó, se despidió para hacer unas compras y tener todo listo. Creo que esta noche iba a ser muy especial para los dos.
Las horas pasaron, y cuando ya estuve lista me admiré en el espejo. Me puse un vestido corto de color café oscuro, tacones y una chaqueta, me maquillé suavemente y por último me alisé el cabello. Esta noche quería verme bonita para este acontecimiento. De pronto, Matt llamó y me dijo que ya estaba afuera, esperándome, por lo que tomé mi cartera y bajé al primer piso, dejando encendidas las luces del dormitorio, más la del antejardín. Al cabo de un momento, lo encontré admirándome muy sonriente. Luego, tomó mi mano y me hizo dar una vuelta.
—Ana Rosa, estás preciosa —admitió.
—Gracias, tú también estás muy guapo —comenté, y nos dimos un beso.
—Vamos, entonces.
—Por supuesto. —Subimos al auto y nos marchamos rumbo al departamento.
Un instante después, ya estábamos ahí.
—Adelante, está usted en su casa, o mejor dicho, en su departamento —mencionó cortésmente.
—Gracias. ¡Qué lindo lugar! Y que buen gusto tienes, Matt.
—Muchas gracias, me es bastante cómodo, la verdad. ¿Me permite su chaqueta?
—Claro que sí. ¡Qué atento! —mencioné algo coqueta, mientras me ayudaba a quitármela y la sostenía, para luego dejarla en un perchero que se encontraba cerca de la puerta.
—¿Deseas beber algo? ¿Vino, champaña o pisco sour? Eso sí, comprado, pues no sé hacerlo.
—¡Ja, ja, ja! Okey. Vino, por favor.
Sonrió y empezó a servir vino tinto. De pronto, recordé algo, cuando salí de casa y subimos al auto sentí que alguien nos vigilaba. Sí, vi un auto extraño que me pareció sospechoso, pero no le tomé la debida atención. Y cuando Matt encendió el motor, me regaló un suave y tierno beso en los labios, y al poco andar, aquel auto sospechoso quedó en el olvido. Posteriormente, cuando estábamos en el centro esperando que cambiara el semáforo, miré por el espejo retrovisor y me di cuenta que el auto estaba detrás; me asusté un poco, debía reconocerlo, pero cuando cambió de luz el semáforo el auto nos adelantó y se marchó. La verdad, me dio una mala impresión, pero no quise contarle a Matt, pues pensé y sigo pensando que era una coincidencia. Lo que me extrañó mucho fue, que tenía los vidrios polarizados y por lo tanto no pude ver quien era el que lo conducía. En fin, preferí no arruinar este momento tan mágico con ese tipo de cosas.
Matt se sentó a mi lado para brindar, después de ello me pidió que lo siguiera a la mesa. Quedé bastante impresionada con lo que veía, todo estaba muy romántico a la luz de las velas. Me aseguró que había cocinado arroz a la valenciana con machas a la parmesana y camarones, además de haber preparado ensaladas mixtas, junto a un rico vino blanco que acompañaba todas estas delicias. Si hasta postre tenía; una torta helada; se preocupó de todo y eso me cautivó bastante, sobre todo el comer y disfrutar a la luz de las velas. Ni siquiera Ismael tuvo nunca esa preocupación, pero Matt, no sabía como decirlo, era tan romántico, que conocer ese lado suyo me hizo sentir bastante impresionada.
Después de terminada la cena, se levantó y puso música, se acercó a mí, me tomó la mano y nos pusimos a bailar lentamente, mirándonos a los ojos; me sentía en las nubes. Cuando terminó la canción, nos besamos, primero como unos adolescentes, como si recién estuviéramos conociendo el amor. Acto seguido, nos fuimos a la habitación y cuando entramos, vi el dormitorio bellamente decorado con velas encendidas que se hallaban alrededor de la cama, pero excepto a los pies de ella. Para qué decir más, la cama estaba adornada con pétalos de rosas, con los cuales dibujó un corazón, mientras el mío latía a mil. Volvimos a mirarnos fijamente y nos empezamos a besar. Su mano llegó al cierre del vestido y de a poco empezó a bajarlo. Se apartó, mientras por mi parte abría los ojos; me asusté, pues en un lapso de tiempo creí ver a Ismael. Quise detener todo, pero se me ocurrió cerrar los ojos otra vez, y cuando volví abrirlos, al que contemplé en ese momento fue a Matt, y eso me tranquilizó.
Cuando terminó de bajar el cierre, me quitó el vestido, y muy lentamente se sacó su ropa, además de la interior. Después, apartó la mía y quedamos desnudos, me tomó en brazos y me acostó suavemente en la cama, situándose encima de mí, besándome, dejándome sentir cómo su pene penetraba de a poco en mi "Rosita", ya no lo hacía con brusquedad, me pareció que ahora lo hacía con amor, ya que me bombeaba muy suavemente, diciéndome al oído: "Mi amor, ahora te estoy haciendo el amor. Te amo". Después lo monté, lo hice suave y rápido a la vez, estaba muy extasiada y también muy excitada. Me sentía en las nubes. Luego, me puse en cuatro mientras me seguía bombeando y a la vez se quejaba y me decía: "Ana Rosa, ahora soy todo tuyo”. A continuación, situó mis piernas sobre sus hombros, siempre bombeándome suave, pero también un poco fuerte y rápido, a la par que nos besábamos. Al rato empecé hacerle sexo oral, Matt no paraba de quejarse y yo a la vez me masturbaba, hasta que no pudo más y acabó en mi boca. Me tragué su semen con todo gusto para luego solo descansar y quedarnos dormidos.
Esa noche fue la más hermosa de mi vida...

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