El Despertar de Rosita © - Cap. 20
Capítulo 20
—Aló, aló, ¿hay alguien ahí? Aaaaaaaah no hay nadie, chao —dijo una voz muy tierna. Era un niño. Su cadencia me causó mucha ternura.
Me senté en la cama, ese niño debía tener como unos cuatro años. Quizás se puso a jugar con el celular y apretó alguna tecla por error. Realmente su vocecita me causó mucha ternura. Pero también había otro mensaje, y cuando lo iba a oír sentí la puerta y un grito que me sobresaltó, por lo que rápidamente dejé el celular en el velador.
—¡Amor!, ¿puedes bajar? ¡Te tengo una sorpresa! —expresó mi esposo.
Me levanté, me pusé una bata, abrí la puerta y salí del dormitorio. Todavía me sentía enternecida con la vocecita de aquel niño. Le iba a contar a Ismael lo que había escuchado, pero cuando me asomé quedé asombrada, no podía creer lo que veían mis ojos.
—Me llamaron diciendo que hay un incendio acá —dijo Ismael disfrazado de bombero.
Estaba perpleja, si hasta olvidé lo que le iba a contar. Así que bajé calmadamente por las escaleras, llegué hasta él y lo miré fijamente. Luego, me acerqué a su oído.
—Así es, hay un tremendo incendio aquí —aseguré coquetamente.
—Dígame, ¿dónde está aquel fuego?
—Le mostraré. —Y me quité la bata, mostrándole mi lencería nueva, las ligas y las botas.
Ismael me miró asombrado.
—Necesito que apague este incendio que está en todo mi cuerpo —añadí, tocándome.
—Entonces, venga que se lo apagaré con todo gusto —respondió, tomándome en brazos y llevándome a la habitación.
Cuando llegamos al dormitorio, me dejó suavemente en la cama y apagó la luz, quedando solamente encendida la del pasillo, la cual nos daba un ambiente tenue, permitiéndonos vislumbrar, pero no ver con total claridad.
—Su fuego llega a derretir, necesito apagarlo suavemente.
Sonreí y me dejé llevar. Cerré mis ojos, ya que sentía un placer enorme; últimamente Ismael me estaba dado increíbles sorpresas.
Empezó a besar mis labios con suavidad y luego con pasión, pasando por mi cuello, mis hombros, besando mis pechos, pero por encima de mi brassier. Prosiguió con mi abdomen y llegó donde "Rosita". Comenzó a besarla por encima de mis bragas, después las corrió y pasó su lengua suavemente por ella, consiguiendo que yo emitiera gemidos leves. Ismael ya sabía llegar a uno de mis puntos débiles.
—Creo que voy a necesitar otra manguera, pues este incendio aumentó de forma considerable. Espere un momento —dijo y salió de la habitación.
No entendía nada, estaba muy excitada, hasta que repentinamente se abrió la puerta y por ella entró mi marido, diciendo:
—Ahora, cierre sus hermosos ojos.
No dije nada y simplemente obedecí. Me sentía ansiosa, pero también nerviosa. «¿Qué estará tramando Ismael?», pensé. Entonces, oí que nuevamente abrían la puerta.
—Listo, amor, ya puedes abrir tus ojos.
Así lo hice y quedé perpleja, porque había otro bombero dentro de la habitación usando un antifaz. Quería decirle a Ismael que mejor lo dejáramos hasta acá, que no me parecía hacerlo en nuestra casa y menos en nuestro dormitorio. Pero el tipo del antifaz se acercó a mí, tomó mi mano y me levantó de la cama. Luego, caminó a mi alrededor; me sentía muy nerviosa ante su presencia. Después, Ismael hizo lo mismo. La verdad, a pesar de mis nervios era un juego muy excitante tenerlos a los dos, acechándome. Con posterioridad, el hombre se puso frente a mí, mi esposo por detrás de mí, y ambos se acercaron.
El desconocido comenzó a besarme en los labios, subiendo la intensidad en cada roce, y mi esposo, entretanto, me besaba la espalda y con su lengua la recorría hasta llegar a mi trasero, besándolo y dándole suaves mordiscos. El tipo del antifaz ahora besaba todo mi cuello, y con su lengua llegó hasta mis senos, desabrochó mi brassier, me lo quitó y se puso, por decirlo de alguna manera, a devorar y a disfrutar de mis senos. Tener a estos hombres así me resultaba demasiado excitante, tanto que Ismael sí había tenido razón al decir que el incendio se había propagado de manera considerable.
Luego, los dos se alejaron un poco, me miraron, y muy lentamente se empezaron a sacar la ropa, quedando solamente en ropa interior, pero con sus cascos. Yo estaba muda.
—¿Te gusta lo que ven tus ojos, amor? —preguntó mi esposo.
—La verdad, al principio no estaba de acuerdo con esto, pero ahora me encanta lo que veo. Últimamente, me estás sorprendiendo bastante.
—Eso es lo que deseabas y tu sueño se ha cumplido. Otra pregunta, ¿qué te parece mi compañero?
—Muy sensual y apasionado, pero me gustaría saber quién es. Encendamos la luz para que se quite el casco y el antifaz.
—En su momento, amor, no comas ansias.
—Okey, seré paciente.
—Entonces, seguiremos apagando el fuego —agregó muy morbosamente mi marido.
Se sacaron los cascos y sus boxers, se veían muy sensuales los dos. Por mi parte, me sentía feliz y ansiosa. Mi esposo me sacó mis bragas, me dejó solamente con las ligas y las botas; creo que eso los excitó aún más. Esa noche me entregué mejor que cuando hice el trío en Miami, pues era diferente, porque no me sentí obligada como en aquella ocasión. Ahora era completamente permitido y la verdad, lo estaba disfrutando al máximo.
Me habría encantado saber quien era ese hombre misterioso, y lo bueno de todo, que no tenía nada que ver con Matt. El sujeto era fogoso y delicado, disfruté muchísimo cuando me hizo sexo oral, ¡cómo movía esa lengua y sus labios! Mi marido al principio miraba y se masturbaba, le encantaba verme en acción con otro hombre, y cuando monté al tipo del antifaz, me tiró hacia adelante y él entró en acción. Sentí a "Nachito" entrar de a poco por mi recto.
¡Uf! Sentí un poco de dolor, pero mucho placer a la vez, y cuando estuvo completamente dentro de mi ano, Ismael empezó a bombear de a poco. Después, los dos hombres me bombearon fuerte y rápido y yo no paraba de gemir. Hicimos posiciones increíbles, una de las que me gustó fue cuando monté nuevamente al hombre, dándole la espalda y la penetración fue anal, mi esposo puso mis piernas con mis botas sobre sus hombros y penetró a "Rosita", embistiéndome hasta que consiguieron acabar.
Sí, fue la noche más explosiva de mi vida, y lo mejor de todo, Matt no le había llegado ni a los talones a este incógnito sujeto.
Después, nos pusimos a descansar, me sentía demasiado satisfecha.
—Ana Rosa, esto ha sido increíble. Te has portado como siempre lo soñé, y mi amigo se comportó como él sabe hacerlo.
—Gracias, amor, tú también eres increíble, y la verdad, siempre quise que fueras así. Te encuentro toda la razón, se comportó a la altura contigo. Ambos me dieron mucho placer.
—Bueno, es hora de presentarte al bombero, voy a encender la luz. Pero antes, y como bien dije, "voy a presentar al bombero" —repitió—. Por lo tanto, amigo, le voy a pedir que se vuelva a poner su uniforme, incluido su casco, y por favor, asegúrese de guardar bien su manguera —añadió Ismael, riendo.
—Ya quiero saber quien es —comenté ansiosa.
—Amigo, puede presentarse ante nuestra excitante señora…
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