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El Despertar de Rosita© - Cap. 2

Capítulo 2




Llegué muy callada a mi trabajo, le pedí a Sara si podía atender a mi mejor clienta, no me podía concentrar, ella dijo que sí y atendió a la señora Rossetti. Me puse a leer un catálogo para olvidar la discusión que tuve con mi esposo.


El hecho de que no quisiera atender a mi mejor clienta, excusándome por un dolor de cabeza, le pareció extraño a mi jefa. Al rato, se acercó a hablar conmigo.


-Ana Rosa, ¿qué pasa?


-Nada, jefa.


-Te conozco, algo te pasó, mi niña.


La miré, no aguanté y me puse a llorar. Sara me conocía muy bien y me abrazó. Después de contarle la discusión que tuve con Ismael, omitiendo la verdadera razón, pues me daba vergüenza contárselo −dije una mentira−, le mencioné que mi esposo quería que me retirara del trabajo.


-Ana Rosa, disculpa lo que voy a decir de tu marido, pero en realidad, es bastante machista y también lo encuentro muy poco humilde.


-¿Por qué lo dices?


-Porque se nota, hija. Bueno, casi todos lo notamos.


-Sigo sin entender, ¿me lo puedes explicar claramente?


-Okey, te lo voy a decir...


Sara empezó a contarme, dijo que se dio cuenta de la manera de ser de mi esposo el primer día que lo llevé a la peluquería; en realidad, recuerdo muy bien ese día, pero como estaba muy feliz de que Ismael conociera el lugar donde trabajo, no me percaté mucho de su indiferencia a lo que yo me dedicaba. Pero al rememorar ese momento, recuerdo que fue así...


-Sara, chicos, vengan, les quiero presentar a mi novio.


-Voy, amiga, espera un poquito, me estoy tomando un rico café -dijo Lucas.


-¿Amor, este es tu lugar de trabajo? Pensé que era un poco más exclusivo -formuló con algo de indiferencia.


Me reí y no me di cuenta en ese momento de sus palabras y de su actitud, pero Sara y los demás sí, y a ninguno le gustó el comentario que él realizó. Se los presenté a cada uno, pero el ambiente que él mismo produjo con su actitud, se sentía extraño. Casi no habló con ellos, como que le molestaba el sitio y el ambiente, porque ya se quería ir, excusándose de que tenía una reunión muy importante en la oficina. Por lo tanto, pidió disculpas, dijo que tenía que retirarse, se despidió, yo lo acompañé a su auto y se fue. Volví a la peluquería y noté que mis compañeros algo comentaban, pero cuando me vieron se quedaron callados. Les pregunté acerca de qué hablaban, pero se hicieron los desentendidos, y como yo estaba demasiado feliz, no le tomé asunto a lo que pasó.


-Tienes razón, Sara, ahora comprendo porqué mi marido quiere que salga de mi trabajo, lo encuentra muy poca cosa. Y no me di cuenta ese día de la actitud que tuvo Ismael cuando lo conocieron, me sentía tan feliz de presentárselos -aseguré, sintiéndome un poco mal por no decir la verdadera razón, pero al recordar esa situación, realmente pasó de esa forma.


-Hija, eso ya pasó, ahora tienes que estar bien con tu esposo -dijo Sara.


-Eso es verdad, Ana Rosa. Disculpen que me haya entrometido en su conversación, pero por casualidad estuve escuchando. Olvida lo que pasó ese día, como te dice Sara, lo importante es que estás con él y se aman, y estas discusiones absurdas no valen la pena. Si lo amas y él te ama, te comprenderá tarde o temprano y lo entenderá. Recuerda, hija, la mujer hace al hombre -expresó José antes de irse a atender a su clienta preferida, la señora Guerrero.


-Sí, amiga, hazle caso a José y reconcíliate con tu amorcito -agregó Lucas.


-Lucas, ¿qué haces acá? -dijo Sara.


-¡Sorry, jefecita!, pero no pude evitar escucharlas cuando conversaba, estaba preocupado por mi amiga Ana Rosa.


-Lucas, amigo, no se te quita lo curioso -comenté, sonriendo.


-Obvio, amiga, eso es algo innato en mí, sobre todo cuando ese alguien es especial para mí, tengo que saber qué es lo que le pasa y así darles mis consejos que no fallan ―acentuó.


-Vaya... Bueno, chicos, tengo que ir al médico, se me hace tarde. Gloria, tienes que cerrar la peluquería hoy -anunció mi jefa.


-¿Yo? Pero Sara, hoy tengo una cita, pensé que a Paulina le tocaba el cierre -proclamó la aludida.


-Lo siento, Gloria, pero te has ido todos estos días muy temprano y a todos nos ha tocado cerrar la peluquería, y además, Paulina no puede, porque mañana llega muy temprano a la apertura. Así que llame a su galán y avísele que llegará un poquito tarde.


-Ni modo. Lo voy a llamar, entonces -dijo Gloria con algo de enfado.


-Bueno, me voy. Nos vemos mañana y descansen. Y tú, Ana Rosa, hazme caso, y espero que te vaya muy bien con tu marido. ¡Ah! Antes que me olvide -se acercó a mi oído y dijo-: hazle caso a los consejos de tu amigo Lucas, esos no fallan ¡ja, ja, ja, ja! ¡Adiós! -Se despidió y se fue.


Me puse a pensar en los consejos que me dieron Sara, José y Lucas, y en realidad, tenían razón, así que hoy sí o sí me reconcilio con mi esposo. Quizás, deba pensar bien sobre la fantasía que tiene, y a lo mejor lo pasaremos muy bien, pero igual me aterra. Mejor pienso como lo voy hacer esta noche. En eso estaba, cuando Gloria llegó, refunfuñando:


-¡Qué rabia! ¡Cómo me hace esto Sara! Tenía una cita con un galán de lujo y ahora se le ocurrió a mi linda jefa que tenía que cerrar yo el boliche. Además, estoy tratando de llamar a Diego y no me contesta para decirle que nos juntemos un poco más tarde. Y ahora, ¿qué voy a hacer? -Se sentó, se tapó la cara con una toalla, y en verdad se veía muy molesta.


"Pobre Gloria", le dije que estuviera tranquila y que al rato llamara a su nuevo amor para contarle lo ocurrido y se juntaran a otra hora; no creo que se enoje. Ella algo se tranquilizó y dijo que trataría de llamar a Diego, y asimismo lo haría con la hora de la cita, cuando en eso se acercó Lucas.


-Chicas, para qué tanto escándalo. Tengo una idea, vengan.


-Cuéntanos -expresamos las dos.


-Gloria, dile a ese Diego que venga hasta acá. Además, el trabajo ha estado lento y capaz que nos vayamos un poco temprano.


-Pero Lucas, no entiendo qué quieres decir, explícame -manifestó ella.


-Eso, amiga, llama a tu amor y le dices que vas a salir tarde y que te venga a buscar, y pasan un buen momento acá en la peluquería. ¿Me entiendes, Gloria?


Los miré a ambos, tenían una cara de traviesos y sonreían como pensando en hacer alguna maldad. Entendí a la perfección el consejo de Lucas.


-¿Cómo se te ocurre eso? ¿Qué pasa si Sara se entera? ¡Se va enojar! -exclamé.


-Ana Rosa, ¿quién le va a decir a nuestra amada jefa? Por lo menos, de mi parte no le voy a decir nada y Gloria menos. ¿Tú se lo vas a contar?


-¡Cómo se te ocurre! ¡Qué loco eres!


-Lo sé, Ana rosa, pero es una buena idea.


-Lucas, a mí me encantó la idea, es excitante, morbosa, y además, yo era la perjudicada y mi amigo del alma, Luquitas, me salvó. Ahora, voy a llamar a Diego y también voy a comprar. Le pediré permiso a José, total, estoy desocupada. ¡Nos vemos, chicos! -dijo yendo donde José, a quien le pidió permiso para salir, y después que este la autorizó, se fue rápidamente, perdiéndose de nuestras vistas.


-Y tú, amiga, tienes que pensar en reconciliarte con tu marido. Así que ponte bien sexy para él, usa una ropa interior muy sugerente, ligas, y un par de botas, te aseguro que así lo vas a dejar loco y te acordarás de mí.


-Pero amigo, no tengo botas.


-Entonces, vamos a comprar unas que sean bien sensuales. ¿Te parece?


Pedimos permiso nosotros también y José nos miró bien raro, pero igual nos dejó salir. Así que fuimos a comprar las botas y la verdad, encontramos unas muy lindas y sensuales, tal y como lo mencionó mi amigo. Hallamos también las ligas y la ropa interior, y de paso compré unas velas y rosas para hacer un camino con sus pétalos; hoy mi marido quedará realmente loco y tendremos esa noche de pasión sin límites. Mmm... ¡Qué excitante se siente de solo pensarlo!


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