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En el Bosque Sombrío, donde incluso los elfos sombríos pisan con cuidado, habitan criaturas de pesadilla y leyenda, y entre ellas, los licántropos son los más temidos. Sin embargo, por encima de todas las amenazas que acechan en la penumbra, se encuentra una figura de poder y terror sin igual: el Señor de las Sombras, el guardián supremo del bosque, Gromar, Sylphar y Aqualon le tienen mucho respeto e incluso un poco de miedo
Licántropos:
Los licántropos del Bosque Sombrío son seres temibles, criaturas que combinan la ferocidad de los lobos con la inteligencia y astucia de los humanos. Su transformación no está limitada a las fases de la luna, y pueden cambiar de forma a voluntad, aunque prefieren la noche para cazar. En su forma de lobo, son imponentes, con pelajes oscuros y ojos que brillan con una luz roja y malévola.
Descripción y Habilidades:
Fuerza y Velocidad
Sobrehumanas: Los licántropos poseen una fuerza y velocidad descomunales, capaces de derribar árboles pequeños y moverse con una rapidez que confunde a sus presas.
Regeneración Rápida: Sus heridas se curan a una velocidad asombrosa, lo que los hace extremadamente difíciles de matar.
Sentidos Agudizados: Tienen un olfato, oído y visión extremadamente desarrollados, permitiéndoles rastrear a sus presas con una precisión mortal.
Comunicación Telepática: Entre ellos, los licántropos pueden comunicarse mediante pensamientos, lo que les permite coordinarse eficazmente durante una cacería.
El Señor de las Sombras:
El Señor de las Sombras es una entidad de poder casi mítico, cuya mera presencia envuelve el bosque en un aura de respeto y temor. Su origen es desconocido, y su existencia está envuelta en leyendas contadas en susurros por las criaturas del bosque.
Descripción y Presencia:
Apariencia: El Señor de las Sombras rara vez se muestra en una forma física definida. Cuando lo hace, aparece como una figura alta y encapuchada, con ojos que brillan con un fuego espectral y una sombra que parece moverse con vida propia. Su capa oscura parece hecha de la misma esencia de la noche, absorbiendo toda la luz que la rodea.
Poderes: Posee un dominio absoluto sobre las sombras y la oscuridad. Puede manipularlas para crear portales, formar barreras impenetrables o invocar criaturas de pura oscuridad para cumplir su voluntad. Su presencia puede inducir el miedo más profundo en el corazón de cualquier ser, paralizando a sus enemigos.
Guardia del Bosque: Aunque su naturaleza es temida, el Señor de las Sombras es el guardián definitivo del Bosque Sombrío. Su propósito es proteger el bosque de cualquier amenaza externa, manteniendo el equilibrio natural. No muestra misericordia hacia los intrusos que buscan dañar su dominio.
Relación con Otras Criaturas:
Elfos Sombríos: Los elfos sombríos reverencian al Señor de las Sombras como a un dios protector. Siguen sus indicaciones y nunca osan desafiar su autoridad. En raras ocasiones, el Señor de las Sombras se comunica directamente con la reina de los elfos sombríos, impartiendo sabiduría o advertencias.
Licántropos: Aunque son temidos, incluso los licántropos respetan y temen al Señor de las Sombras. Estos feroces depredadores evitan su ira y rara vez se atreven a desafiar su dominio.
Espíritu del Bosque: El Señor de las Sombras y el espíritu del bosque comparten una relación simbiótica. Mientras que el espíritu del bosque representa la vida y la energía, el Señor de las Sombras encarna la protección y el equilibrio, asegurando que la naturaleza siga su curso sin interferencias.
En el Bosque Sombrío, la presencia del Señor de las Sombras asegura que el equilibrio se mantenga, protegiendo a las criaturas que lo habitan y manteniendo a raya a cualquier amenaza. Su poder y autoridad son incuestionables, y bajo su vigilancia, el bosque permanece un lugar de maravillas y terrores ocultos.
Gromar, Sylphar, Aqualon y Cesc entran en el bosque sombrío, los dragones andan merodeando por la zona, parece que no le temen al bosque sombrío, Gromar, Sylphar, Aqualon y Cesc sigilosos para no ser detectados por los seres que habitan en este bosque, mientras caminan Gromar, Sylphar, Aqualon y Cesc avanzan a pequeños pasos, de pronto se escuchan sonidos de tambores en la lejanía y cada un determinado sonido de tambor después resuena una trompeta, pero no una trompeta cualquiera si no la trompeta de la destrucción de Azrael, es un sonido que es desagradable y se te mete en la cabeza de tal modo que te rechina los oídos, cada vez que suena trompeta de la destrucción Gromar, Sylphar, Aqualon y Cesc se tapan los oidos y de caen al suelo, los tambores sonaban cada vez más cerca, los demonios llenos de odio hacia Gromar, Sylphar y Aqualon iban cada vez más rápido, una vez dentro de el bosque sombrío para ir más rápido empezaron a arranca árboles o a prenderles fuego, así como piezan a talar el primer árbol salen del bosque sombrío una orda de licántropos llenos de ira hacia los demonios, eso les permito a Gromar, Sylphar, Aqualon y Cesc ganar un poco de tiempo.
Los demonios avanzaban cada vez más profundamente en el Bosque Sombrío, su número parecía interminable. Licántropos y demonios se enzarzaron en una lucha sin igual, garras y colmillos contra espadas y fuego. A pesar de su renuencia inicial, los elfos sombríos comprendieron que debían unirse a la causa para evitar la destrucción total de su hogar. Así, con arcos en mano y dagas envenenadas, salieron de las sombras, luchando codo a codo con los licántropos. El combate era feroz y el destino del bosque pendía de un hilo cuando una nueva amenaza surgió de los cielos: los dragones rojo, azul y blanco. Sus rugidos resonaron por todo el bosque, y el fuego del dragón rojo comenzó a devorar las copas de los árboles.
El bosque sombrío tenía sus propios guardianes del aire: las lechuzas gigantes. Estas majestuosas criaturas, con sus enormes alas y ojos penetrantes, se lanzaron al combate aéreo contra los dragones. En una danza mortal entre las copas de los árboles y el cielo, las lechuzas atacaron con garras y picos afilados, mientras los dragones lanzaban llamaradas y zarpazos. La lechuza más grande, conocida como Luna Plateada, lideró el ataque contra el dragón azul. Tras una feroz lucha en las alturas, Luna Plateada logró derribar al dragón azul, que cayó envuelto en llamas, derrotado. Los dragones rojo y blanco, viendo el destino de su compañero, rugieron de frustración pero decidieron retirarse, lanzando una última mirada de odio antes de desaparecer en el horizonte.
Con los dragones retrocediendo y los licántropos y elfos sombríos luchando unidos, la balanza comenzó a inclinarse a favor de los defensores del bosque. Los demonios, ahora enfrentando enemigos tanto en tierra como en el aire, comenzaron a flaquear. La presencia del Señor de las Sombras se hizo más palpable, y su poder fluyó a través del bosque, fortaleciendo a sus defensores. Finalmente, exhaustos pero victoriosos, Gromar, Sylphar, Aqualon, y Cesc se encontraron en un claro iluminado tenuemente por la luz de la luna. La batalla había terminado, pero el bosque sombrío había cambiado para siempre. Aunque las cicatrices del combate eran evidentes, la unión entre elfos, licántropos y las lechuzas gigantes había demostrado ser la clave para preservar su hogar. En lo más profundo del bosque, el Señor de las Sombras observaba en silencio, su forma oscura fundiéndose con las sombras. Había logrado una vez más proteger su dominio, asegurando que el equilibrio se mantuviera y que el Bosque Sombrío continuara siendo un refugio de maravillas y terrores ocultos.
Azrael y Malakan no podían creer que en el Bosque Sombrío cayeran todo su ejército. Azrael, furioso porque sabía que había estado muy cerca de capturar a Cesc, observaba desde una colina cómo sus tropas se retiraban. Aquello era inaceptable para él. Con una determinación fría y calculadora, silbó, y el dragón rojo voló hasta su lado. Montado sobre el imponente dragón rojo, Azrael sobrevoló el Bosque Sombrío, su ira reflejada en sus ojos. En un ataque desesperado, ordenó al dragón rojo lanzar una oleada de fuego devastador. El fuego del dragón cayó sobre el bosque con una furia implacable, cogiendo a todos por sorpresa y comenzando a destruir hectáreas de árboles centenarios y maleza en cuestión de segundos. El rugido del dragón y el crujir de los árboles envueltos en llamas resonaron por todo el Bosque Sombrío. Las lechuzas gigantes, que antes habían luchado valientemente, fueron barridas por el ataque feroz del dragón rojo. Sus cuerpos cayeron en llamas al suelo, incapaces de resistir la furia desatada del enemigo aéreo.
Gromar, Sylphar, Aqualon y Cesc, junto con los elfos sombríos y los licántropos, se reagruparon rápidamente, buscando una manera de contrarrestar este nuevo asalto. La reina de los elfos sombríos, con su voz firme, comenzó a dar órdenes, organizando a sus arqueros para que dispararan flechas encantadas hacia el dragón, mientras los licántropos se dispersaban para buscar refugio y planear su próximo movimiento. El Señor de las Sombras, sintiendo el desequilibrio creciente, decidió intervenir directamente. Desde las profundidades del bosque, su figura etérea emergió, envolviéndose en sombras que absorbían la luz de las llamas circundantes. Con un gesto de su mano, invocó una tormenta de oscuridad que se alzó para enfrentar el fuego del dragón.
El dragón rojo, con Azrael a sus lomos, se encontraba ahora enfrentando no solo a los defensores del bosque, sino también al poder del Señor de las Sombras. Las flechas encantadas volaban hacia el dragón, algunas logrando penetrar sus escamas y provocarle rugidos de dolor. La tormenta de sombras, una mezcla de viento y oscuridad, comenzó a envolver al dragón, apagando parte de su fuego y dificultando sus movimientos. Azrael, consciente de que estaba siendo superado, dirigió al dragón con una mezcla de furia y desesperación. El dragón lanzó más llamaradas, pero cada vez era más difícil mantener su vuelo estable en medio de la tormenta oscura y las continuas flechas que lo acosaban.
En medio del caos, Aqualon decidió aprovechar la oportunidad. Vio en el suelo al dragón azul, aunque había escapado herido está allí quieto, Aqualon toca al dragón azul y en una simbiosis casi perfecta pudo montar encima del dragón azul, ahora ya encima del dragón azul sin problemas, echaron el vuelo con determinación, Aqualon notaba que el dragón intentaría todo lo que esté e sus posibilidades para vencer, el dragón azul sabia que la única opción era luchar contra el dragón rojo, sus colmillos y garras destellando con una luz azulada. El choque entre ambos dragones fue titánico. Aqualon, con su experiencia y conocimiento del terreno, logró llevar la pelea a las alturas, alejando el fuego del dragón rojo de los árboles del bosque. Los dos dragones se enzarzaron en una lucha brutal en el cielo, sus rugidos resonando por todas partes.
Azrael, viendo que la batalla aérea no estaba a su favor, intentó dirigir al dragón rojo para escapar. Sin embargo, Aqualon, con una maniobra decisiva, logró atrapar al dragón rojo con las poderosas garras del dragón azul, llevándolo en un vuelo en espiral hacia el suelo. Azrael se vio obligado a saltar en el último momento, rodando por el suelo mientras su dragón era derribado. El impacto del dragón rojo contra el suelo fue ensordecedor. El Señor de las Sombras aprovechó este momento de debilidad y, con un gesto final, canalizó toda la oscuridad del bosque para envolver al dragón rojo y a Azrael en sombras inquebrantables. La tierra misma pareció abrirse, tragándose a ambos y cerrándose después, como si el bosque los reclamara para siempre.
La batalla había terminado. El bosque, aunque herido y con grandes pérdidas, comenzaba a recuperarse. Las llamas fueron extinguidas por la magia del Señor de las Sombras y la colaboración de los elfos sombríos y los licántropos. El silencio, aunque tenso, volvió a reinar. Gromar, Sylphar, Aqualon y Cesc, junto a los demás defensores, se reunieron en un claro. El Señor de las Sombras, su forma oscura aún visible entre los árboles, se inclinó ligeramente, como agradecimiento y reconocimiento por la valentía mostrada. El Bosque Sombrío había resistido una vez más, gracias a la unión de sus habitantes y la intervención decisiva de sus guardianes. Aunque la amenaza de Azrael y Malakan aún pendía en el horizonte, el bosque estaba preparado para enfrentar cualquier desafío, protegido por sus antiguos y poderosos defensores.
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