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Epílogo

Un año más tarde...

Habíamos regresado a la ciudad donde había crecido. James quería celebrar que había terminado mi primer año de universidad y nuestro aniversario de bodas en el lugar donde comenzó todo. Pasamos cerca del instituto mientras recordábamos con nostalgia esos tiempos. Parecía que habían pasado más años, pero solo fueron tres. Habían ocurrido muchas cosas desde entonces.

- ¿Recuerdas la guerra de bromas?- James se rió-. El profesor nos pilló a los dos ahí delante...

-  Sí, tuve mucha vergüenza- me reí-. Y tú también.

- Bueno... Un poco.

Fuimos hablando de los días de instituto mientras caminábamos de la mano hacia la ciudad. Pasamos por delante de la casa de Carl y ambos pensamos lo mismo.

- El primer beso- dijimos a la vez.

- Ese juego de verdad o atrevimiento fue muy intenso- recordé la incomodidad en el ambiente, aunque viendo cómo estaba con James en ese momento, me parecía ya una anécdota.

- También fueron divertidos los juegos de los bailes el año pasado y esas noches que me colaba por la ventana para vernos en secreto- me guiñó un ojo, haciendo que me sonrojara.

- Aunque me daba pena Carl...

- Se lo merecía- James a veces seguía siendo frío y directo con respecto a algunos temas-. Yo no me arrepiento de ninguno de esos momentos contigo. Te confieso que fue difícil ese año que no te pude ver porque estaba centrado en recuperar mi posición, me animaba pensar que cuanto antes lograra volver a incorporarme a la alta sociedad como heredero Wishingwell, antes podría volver a por ti y valía la pena sacrificar uno o dos años para estar contigo el resto de mi vida. Por no hablar de los celos que me tenía que aguantar sabiendo que estabas con Carl y luego Lyon... Dos años se me hicieron muy largos, pero mantenía la esperanza de que al cumplirse, podría volver a estar contigo.

Me detuve y le abracé. Me gustaba mucho cuando se sinceraba conmigo en esos temas. James miró hacia la derecha y justo vio el callejón de esa primera cita.

- ¿Lo recuerdas?

- Claro... Todavía tenía mi debate mental sobre qué pensar de ti y si sería mejor delatarte o arriesgarme.

- Atrasar el viaje hizo que te llevara conmigo y creo que fue lo mejor, ya que no me imagino llegando a la isla y abrir la caja, aunque faltaba la mitad de la canción que recordaste en el barco, no creo que lo hubiera logrado sin ti. Si abría la caja y veía un anillo, no estaba seguro de qué haría. Me frustraría mucho, pues esperaba poder conceder mi deseo. Me di cuenta de que lo tenía gracias a que estuviste ahí. Fue mejor no abrir la caja hasta dos años después.

- Yo solo deseo no haber hecho esa apuesta con Carl. Aunque... De lo que más me arrepentí fue de traicionarte- dije mirándole con tristeza.

- Sabes que ya está perdonado, no se puede volver atrás en el tiempo.

James me llevó al callejón y me abrazó. Yo podía sentir su corazón latir y reformulé aquella frase:

- ¿Ves? Sí que tienes un corazón ahí dentro, lo oigo latir... Luego te quedaste de piedra. ¿Qué sucedió?

- Alguna vez tenía que contártelo. Dije que tras el primer beso no dejé de pensar en ti y recordar el beso y que sentí algo que había comenzado a florecer antes. Y luego dije que me di cuenta de que mi deseo se había cumplido cuando te salvé en la isla. Pues bien... En ese momento que tú dices, con esa frase, fue la primera vez que me di cuenta de que eso que sentía era algo nuevo y podría ser que mi corazón tuviera esperanza y no fuera de piedra después de todo. Empezaba a sospechar qué clase de sentimiento era, y vi que tú lo hiciste nacer y solo contigo querría compartirlo. Eso me hizo tener más ganas de ir a por el deseo, quería darte el amor que merecías, no me sentía digno de tener una relación contigo si no sabía ni lo que sentía. Es gracioso porque precisamente que yo pensara así demostraba que ya me había enamorado.

Le miré con un brillo de ilusión en mis ojos. Y pensar que le tenía tanto miedo en esos momentos mientras él pensaba en que quería tener una relación conmigo al regresar del viaje... Le di un beso repentino en los labios. Lejos de sorprenderse, me estrechó contra sí y me devolvió el beso multiplicado. El año que vivimos juntos como matrimonio fue un sueño hecho realidad. No siempre fue fácil, a veces el trabajo y el estudio no nos dejaban pasar tiempo de calidad juntos y el cansancio nos hacía sensibles a la irritación, pero no dejábamos que eso nos alejara. Siempre tendríamos las noches para reencontrarnos y dejar las palabras de lado para expresar nuestros sentimientos de otras formas.

El noviazgo duró tan solo unos meses, pero tras varias citas supimos que no necesitábamos pensarlo mucho; queríamos vivir juntos, por lo que pusimos fecha para la boda lo antes posible. Vivimos con ilusión esos meses.

- ¿Quieres dar una vuelta en barco?- me propuso cuando volvimos a retomar el paseo.

- Claro, contigo todavía no he ido. Me encantaría. Quiero aprovechar este día al máximo, ya que mañana regresamos...

James me ayudó a subir en la barca y remó. Se le daba muy bien, tenía práctica de cuando fuimos a la isla. Desde entonces él fue varias veces más para recuperar el anillo. Me preguntó si quería aprender. Yo lo intenté, pero fue un desastre. Casi le doy en la cabeza si no esquivaba.

- Recuerda que tienes que golpear el agua no a mí- bromeó.

- Sí, lo sé, pero los remos no me hacen caso- dije frustrada.

James se reía sin piedad mientras yo intentaba conseguir que la barca se moviera en una dirección y dejara de dar vueltas. Al final lo dejé y me reí también. Nos miramos. Estábamos mojados de tanto que salpiqué agua con los remos. James seguía riéndose mientras remaba. Metí la mano en el agua y le salpiqué. Soltó los remos.

- ¿Así que quieres jugar?- su tono pícaro me produjo mariposas en la tripa.

- Puedes seguir remando- traté de calmar las turbulencias que se avecinaban.

- Ya no soy James... Ahora soy Will y te voy a dar una lección- sonrió con malicia y me preparé mentalmente para lo que venía.

En ocasiones jugaba a volver a su antiguo nombre, haciendo referencia a cómo era entonces. Su lado villano. Como no estaba en peligro real, me divertía seguirle el juego, aunque me hacía sentir mariposas en la tripa ver retomar ese lado suyo para jugar un poco.

- ¿Una lección? ¿Qué puedes hacerme sin tirarme...?- le provoqué.

Se puso en pie y me cogió en brazos, asomándome encima del agua. Hizo como que me dejaba caer, pero me sujetó. Mi corazón dio un vuelco y grité del susto.

- Vale, vale, lo pillo, para- dije medio asustada medio divertida.

- Sabes nadar, no sería un problema- insinuó-. Y en cualquier situación, te haré la respiración artificial... Así- Me hizo una pequeña demostración.

- Ay, Will, qué malo eres...- sonreí mientras me dejaba sentarme en el barco.

Regresamos a la orilla y compramos unas toallas. Al lado estaba el puesto de palomitas. Esa vez nada nos impediría comerlas en paz sentados en el banco.

- Espero que esta vez no termine el día rodeado de policías- bromeó James.

- ¿Tienes que recordármelo? Me horroricé cuando regresé con las palomitas y vi la escena. Había olvidado que...

- La verdad, no podía creer que me hubieras traicionado. Te vi llorando, pero tampoco te consideré inocente. No sabía cómo reaccionar ante lo mal que me sentía. Confiar en alguien hacía que doliera más ante una sospecha evidente de traición.

- ¿Realmente pensaste en matarme en ese bosque?

James no contestó. Terminó las palomitas y se tumbó en el banco, apoyando su cabeza en mi regazo. Quería revivir el momento dejando mejores recuerdos en ese lugar. Le acaricié la cabeza hasta que anocheció y decidimos regresar a su casa. Al pasar por el bosquecillo, James me llevó unos metros hacia el interior y me sujetó contra un árbol.

- Lo que más deseaba era verte, aunque fuera para vengarme. No tenía planeado qué haría exactamente, solo sabía que no te dejaría escapar. Quería mostrar mi rabia y desahogarme, pero no quería perderte o mi viaje sería inútil. Ya viste que estaba confuso y solo buscaba una razón para perdonarte y no podía admitir la que me dictaba mi corazón. Hubiera preferido castigarte de otra forma...

Me cogió la barbilla y me besó. Mi corazón latía fuerte, y más cuando me cogió y me levantó, haciendo que le abrazara con los brazos y las piernas y me sostenía desde debajo de los muslos con mi espalda contra el árbol. Esa posición me hizo sentir muchas cosas en las que no me paré a pensar porque estaba ocupada en el apasionado beso que James siempre hubiera preferido como fin de la venganza en vez de llorar sin admitir lo que sentíamos en ese entonces. Finalmente me bajó y suspiré, aún algo embobada por el beso. De camino a casa, me confesó:

- Desde que descubrí lo que sentía por ti, no dejé de recordar momentos como ese en los que podría haber aprovechado para castigarte de otras formas más satisfactorias y quizá hubiéramos entrado en una relación en vez de ir a la isla. Hay muchas cosas que me planteo cómo hubieran sido si me hubiese dado cuenta antes de todo.

- Sé que el pasado es pasado, pero me gusta cuando me cuentas qué piensas y qué tenías en la cabeza en aquel entonces. Además, podemos aprender del pasado y no desaprovechar el tiempo y oportunidades en el futuro- le dije sonriendo.

- Estoy de acuerdo, ten por seguro que no desaprovecharé...

Su tono de voz me produjo escalofríos, haciéndome una idea de sus intenciones. Antes de ir a su casa, pasamos a la casa de al lado para saludar a mis padres y ver al bebé, mi nuevo hermanito. Se alegraban de vernos. En más de una ocasión James se disculpó con ellos por sus acciones en el pasado que separaron a mi familia, pero mis padres le aseguraron que verme feliz con él era la mejor compensación. Vieron que cambió y que me amaba y me cuidaba.

Entramos en su casa. Estaba algo polvorienta, por lo que hicimos un poco de limpieza antes de cenar.

- Es muy bonito mi hermano, los bebés son muy tiernos en general...- dije.

James casi se atragantó, notando una indirecta.

- Sofi, tenemos que hablar...

Terminamos de comer y recogimos la mesa, tras lo cual fuimos a su habitación y nos sentamos en la cama.

- ¿Cómo voy a ser yo un buen padre con mi pasado? ¿Te das cuenta de lo que pasaría cuando nuestros hijos se enteraran de lo que sucedió? ¿Qué clase de ejemplo les daremos? No serán obedientes a unos padres que tomaron tan malas decisiones, y de tal palo tal astilla...

- Tienes razón... De pequeños sería fácil porque no se les ocurriría, pero al crecer e informarse mejor... Acabaría descubriéndolo. Nos perderían el respeto- me desilusioné.

- Lo peor es que tendrían tendencia a hacer lo que hicimos, ya sea meterse en líos o provocar los líos. Por no hablar de lo que los demás digan de ellos. No les dejarán vivir tranquilos en la adolescencia, ya sabes cómo es esa época, siempre se buscan razones para molestar- argumentó James.

Asentí, admitiendo que tener hijos les traería muchos problemas. Habría que evitarlo.

- ¿Pero y si sucede?

- No lo sé, no sé qué haremos... Pero desde luego lo último que haría sería contarles ese pasado que nos gustaría cambiar. Ahora mismo, Sofi, soy feliz de estar contigo y no necesito una familia para sentirme completo, tú eres toda la familia que necesito.

Me sonrojé, aunque aún estaba algo inconforme. James me tumbó en la cama y se colocó encima de mí, sujetándome las manos.

- ¿Recuerdas cuando te amenacé por primera vez aquí de esta forma? Quién diría que tres años y medio después estaríamos en el mismo sitio pero casados.

- Es cierto, en ese momento aprovechaste la oportunidad de otra forma- le saqué la lengua, juguetona.

- Ya te dije que no desaprovecharía más oportunidades- su sonrisa pícara me dejó claras sus intenciones-. Esta vez puedo decir realmente que eres mía... Porque nuestros corazones son uno.

Se sonrojó al decirlo, pero me hizo feliz que lo dijera, aunque le diera vergüenza. Fue un buen día y concluyó con una buena noche. Cuando nos metimos bajo la sábana para dormir, me quedé de frente a él y le susurré:

- Jamie... Te amo.

- Te amo, mi Sofi.

Me abrazó y me dio un beso en la frente. Le llamaba Jamie de forma cariñosa y no parecía importarle, de hecho le gustaba, mientras no se lo dijera en un contexto laboral, quería que le tomaran en serio y nadie empezara a llamarle así. Solo yo tenía ese privilegio.

El tiempo pasó y, la vida inevitablemente daba giros tomando caminos que no siempre eran los que nos gustarían. Nuestros temores se hicieron realidad cuando el médico nos lo confirmó. Al principio, James se desesperó, pasó varios meses planeando formas de lidiar con el futuro. Sin embargo, cuando llegó el momento y le dejé un hermoso bebé entre sus brazos, se olvidó de todo y se conformó con ir resolviendo las cosas según aparecían. Con solo mirar a nuestra niña, no podía más que resignarse con una sonrisa a que algún día surgirían las preguntas, pero hasta entonces, disfrutaría viéndola crecer. Yo no quería pensar mucho en ese momento, pero a veces charlábamos sobre el tema para dejar salir las preocupaciones y no retenerlas. La pequeña Rose crecía en la compañía de mi hermano pequeño, su tío, quien la cuidaba y protegía, la hija que Sara tuvo con Max y el hijo de Carl.

Sí, por increíble que pareciera, Carl se casó también, pero esa es otra historia.

Todo parecía ir bien, pero como temíamos, la adolescencia sacaría a la luz más que unas hormonas y síntomas de inconformismo y rebeldía. Nuestra Rose llevaba la atracción hacia lo peligroso y misterioso en la sangre. No faltaría mucho para que nuestro secreto saliera a la luz. Una noche, tumbado en el sofá ante la chimenea, James me confesó:

- No estoy preparado para esto, Sofi, quiero protegerla de sí misma. Es demasiado curiosa.

- Todo a su debido tiempo, sabremos qué hacer cuando llegue el momento. No podemos predecir nada- le tranquilicé, acariciando su cabeza, que estaba apoyada en mi regazo.

- Eso espero- sonrió, ya que le agradaba y calmaba que le acariciara.

- Pase lo que pase, juntos encontraremos la solución. Mira todo lo que hicimos para llegar hasta aquí. Las aventuras que corríamos. Las veces que nos libramos de la muerte... ¿Y ahora temes no poder hacer nada?

- Siempre sabes qué decir para animarme- me besó la mano y me miró a los ojos-. Estar contigo es todo lo que necesito.

Sonreí y mis pensamientos se dirigieron hacia Rose, que estaba durmiendo en su habitación. Había que disfrutar de la tranquilidad mientras durara.

N/A: Sigue leyendo, hay un anuncio sobre una tercera parte.

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