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3. Un bonito misterio

No fui capaz de mirar a Carl mientras le contaba lo ocurrido en el viaje. Le conté que Lyon intentó algo y no lo consiguió; y se llevó una paliza. Luego cuando le tiré al mar... Cuando fuimos a la isla superando las trampas y Lyon se escapó mientras Will y yo conseguimos salir por arriba a duras penas. Y volvimos al barco y ese fue el fin del viaje.

- Hay algo más... Will y yo nos vimos en secreto en la bodega del barco... para que me dijera el plan. Lyon nos vio y pensó otra cosa. Pero no pudimos desmentírselo porque entonces habría descubierto que quizá no volvía vivo y nos traicionaría, aunque lo hizo igualmente. Y desde entonces me amenaza con decirte lo que cree que vio si no le beso- terminé de explicar.

Era todo verdad... excepto que no le conté la confesión de Will y el beso antes de que el barco llegara a puerto... Y tampoco le conté que Will me salvó. Levanté la mirada para ver la reacción de Carl.

- Así que eso fue lo que pasó...- murmuró Carl-. ¿Entonces... por qué estabas tan rara después del viaje?

No sabía cómo contestar a eso. ¿Qué podía decir? Nada era lo bastante convincente, según me decía mi conciencia.

- Verás... Yo... Me molesté por esa llamada que tuvimos... Parecía que solo querías jugar con mis sentimientos y no quise saber nada más.

- Lo siento. Supe que me equivoqué en hacerme el despistado con el tema de los sentimientos, pero no fui capaz de admitirlo y corregirlo- dijo Carl acercándome a él para rodearme la cintura con los brazos-. Si no es demasiado tarde, te quiero pedir sinceramente que seas mi novia. Esta vez por elección, no por una apuesta.

Aunque no accediera seguiría siéndolo un año más, por lo que tampoco tenía muchas opciones.

- Si ya soy tu novia, lo sabes- contesté.

- También quiero que lo seas por propia voluntad y de corazón.

- Para eso necesitaré un tiempo...

- Está bien, si me dejas, volveré a enamorarte, y al cabo de un mes, te lo pediré de nuevo en un baile... enmascarado.

Como había leído solo en cuentos... No podía creérmelo. Un baile enmascarado... Le abracé, contenta. Se notó que estaba encantada con la idea.

- Sabía que te gustaría la sorpresa. El que nos encontremos en ese baile demostrará el resultado de este mes de volver a enamorarte. Si nos encontramos, demostrará que habrá surtido efecto. Es como que el destino nos uniera- explicó.

- ¿Y qué pasa si no nos encontramos?- temí.

- Eso es imposible, eres inconfundible, te encontraré.

Sonreí, pensando en la forma de hacerme irreconocible, a ver si se le daba tan bien. Tendría que observar cómo se arreglaban las demás en esos bailes para imitarlas. Para eso, tendría que asistir a uno antes. Pero, ¿cuándo y dónde podría haber alguno pronto?

- ¿Nos vamos a casa?- preguntó Carl.

Asentí y fuimos a avisar a nuestros padres. Nunca había mencionado a su madre, pero no porque no tuviera, sino porque era tan callada que apenas podrías percatarte de su presencia. Era como si no estuviera y los demás tampoco hablaban mucho con ella. Pero su marido la cuidaba y la quería mucho, a lo cual ella reaccionaba con una tierna sonrisa. Simplemente supuse que así era su manera de ser feliz. Carl no hablaba de su madre tampoco, y gran parte de las reuniones no iba, ya que no le interesaban y a las fiestas tampoco asistía con regularidad. Era raro verla en público, si es que alguien se daba cuenta de su presencia.

Volvimos a casa solos, ya que sus padres decidieron quedarse un poco más. Me puse algo nerviosa en el coche cuando Carl me cogió la mano y entrecruzó sus dedos con los míos. Lo hizo haciéndose el distraído mirando por la ventana, por lo que me pilló por sorpresa. Si era así en el coche, ¿qué pasaría en casa? Carl me miró y sonrió, fue entonces cuando me di cuenta de que su intención era tranquilizarme. Al llegar, me ayudó a subir las escaleras, ya que el vestido era largo y aveces me tropezaba. Cuando Cenicienta salió corriendo del baile, ¿cómo es que solo perdió un zapato por las escaleras? Yo me hubiera caído ya tantas veces que me atrapaban antes de llegar al suelo.

Y finalmente, llegamos delante de la puerta de mi habitación. Carl se acercó a mí y me pidió un beso con la mirada, lo cual le concedí. Varios más siguieron. Carl se detuvo y retrocedió.

- Lo que me dice mi cuerpo es que te lleve en volandas a mi cama... Pero decidí que te respetaría y te enamoraría, por lo que debo contenerme e ir despacio...- me dirigió una mirada de deseo que me hizo sentir un escalofrío-. Creo que... dejaré de verte de noche a solas si no tengo la cabeza fría. Hoy me has vuelto a dar esperanzas y se me ha subido un poco a la cabeza. Necesito descansar.

Iba a marcharse, pero se dio la vuelta y me sorprendió con otro beso, más largo que los anteriores. Me di cuenta de que debía ayudarle a despertar. Y qué mejor forma que... ¡Plas! Carl se apartó sobresaltado. Había funcionado.

- Lo siento, era para facilitártelo...- me disculpé.

- No te disculpes, lo necesitaba. Ya me encuentro mejor.

Volvió a su semblante formal con una sonrisa un poco forzada. Me dio un beso en la mano y, tras desearme buenas noches, se marchó. Entré a mi habitación, me cambié deprisa y me dejé caer en la cama, pensando en todo lo que había pasado. Y así me quedé dormida.

Unos días más tarde, una compañera de clase nos invitó a todos a su cumpleaños. Y nos avisó de algo que llevaba deseando escuchar desde la boda.

- Será un baile enmascarado. No olvidéis vuestros mejores trajes de gala y unas máscaras originales para que no se sepa quién es quién. Haremos el juego de todos los años.

Me pregunté qué juego sería, pero sonaba divertido. Además, escuché que invitaría jóvenes de otros institutos y ciudades. Así sería más difícil adivinar quién era cada uno. Me emocioné con el evento y al llegar a casa fui a contarle a Carl todo con una sonrisa de oreja a oreja.

- Yo no podré ir, tengo una reunión importante, pero me alegra verte tan contenta- sonrió con sinceridad y me dio un beso en la frente-. Siéntete libre de ir a comprarte lo que más te guste para ir a ese baile.

Le di las gracias y fui a prepararme para ir de compras. Esos días habíamos conversado un poco más y el día anterior Carl me sorprendió con un ramo de rosas. Me sentía mejor estando con él que antes, era como si estuviéramos en igualdad de condiciones. La primera vez, él estaba interesado y yo no, luego fue al revés y finalmente ambos habíamos alcanzado un nivel medio del cual volvíamos a partir. Me preguntaba cómo sería esa vez. Por una parte, quería que viniera al baile, pero por otra parte, no me importaba conocer gente nueva sin sentir su mirada o verle hablar con otras chicas.

Un mal pensamiento se cruzó por mi mente mientras entraba a una tienda, atraída por un vestido del escaparate. Lyon... Él sí que no quería que estuviera. Una vez comprado todo, volví a casa y dejé todo preparado para la tarde siguiente. Apenas pude dormir de la emoción y empecé a imaginarme cosas que podían salir mal, como mancharme, o tropezar con el vestido, o chocarme con alguien, o decir algo inapropiado...

Finalmente llegó el momento. Carl quiso acompañarme hasta la puerta, pero solo le dejé que viniera en el coche y ya, pues no quería que supieran ya que era yo por su culpa. Se puso también una máscara por si acaso y me ayudó a salir del coche. Me despedí con la mano y subí sola las escaleras de la entrada a la mansión. Mi corazón latía deprisa mientras llegaba al balcón desde donde bajaría al salón de baile. Podía ver a todos desde ahí arriba. No pude reconocer a nadie. No sería tan fácil. Detrás de mí, se acercó un joven caballero que observó el panorama sin inmutarse.

- Qué belleza...- dijo.

- Sí, qué colorido todo...- respondí, despistada.

- No me refería al panorama- sonrió y me miró de reojo, tras lo cual bajó las escaleras y se perdió entre los invitados.

Sentí curiosidad por él. Recién llegaba y sin conocerme ya estaba hablándome con esas confianzas... O quizá sí me conocía. Con un poco de suerte, volvería a verle y si conseguía bailar con él o verle de cerca podría averiguar por lo menos si me sonaba de algo. "Que no sea Lyon, que no sea Lyon..." pensé, bajando por las escaleras. Con los nervios, aceleré el paso y en los últimos escalones pisé mal y perdí el equilibrio. Pensé que ya todo había terminado para mí, no volverían a invitarme nunca a un baile tras hacer el ridículo de esa forma. Sin embargo, no pasó nada. Una mano me sujetó a tiempo de evitar que me cayera. Fue todo tan rápido que casi nadie lo advirtió.

- Deja esa energía para el baile- el joven de antes me guiñó un ojo y me ofreció su brazo para acompañarme.

Acepté, temiendo volver a caerme. Al llegar al centro, hizo ademán de bailar conmigo, pero no me moví. Se quedó desconcertado. Estaba esperando que me lo pidiera. Él lo captó y así lo hizo, tras lo cual finalmente accedí. El baile era algo movido, por lo que tuve que estar atenta a los pasos y no tuve tiempo de fijarme en su rostro. Casi hacia el final, le miré a los ojos y justo entonces terminó la canción y se apagaron todas las luces. Por lo visto, era parte del juego. De pronto, sentí sus labios sobre los míos y cuando intenté apartarle, ya se había alejado.

Cuando se encendieron las luces, ya no estaba. Me toqué los labios, sorprendida. No volví a verle en toda la noche y cuando pregunté a los de mi alrededor si habían visto a alguien con la ropa que describí nadie sabía nada. Empecé a preguntarme si fue real. La segunda parte del juego estaba por comenzar. Yo ni siquiera había entendido la primera. Tuve que preguntar a alguien y mis dudas fueron aclaradas. El juego consistía en que una persona tenía que darle un beso a la persona que había elegido para bailar con la seguridad de saber quién es. Luego, la otra persona debía adivinar también y tras decir su nombre, quitarse las máscaras. Entonces descubrirían si habían adivinado.

A mi alrededor veía cómo unos y otros trataban de adivinar quién era quién y solo se quitaban la máscara si adivinaban. Había sonrisas, caras de desilusión, sorpresa, enfado... Pero desde luego, yo me quedaría sin saber quién fue y por qué me besó... ¿Sabía quién era yo? ¿Quizá solo fue por diversión? Era tan dulcemente misterioso que decidí que sería un bonito recuerdo.

Quizá, solo quizá, volvería a verle en otro baile enmascarado.

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