24. El deseo de Lyon
La fiesta terminó y cuando se marchó el último de los invitados, la familia se reunió para abrir los regalos.
- Nunca había visto tantos regalos- me maravillé, observando que había más de los que se veían a simple vista.
- Demasiados, estaremos hasta mañana- se quejó Lyon.
- Pues para mí es divertido ver qué hay en cada uno.
- ¿Cuánto hace que no recibes un regalo, Sofi?
- Desde las navidades pasadas, mis padres me regalaron... Bueno sin contar los vestidos que me has hecho.
- ¿Carl no te ha hecho ningún regalo?
- Bueno... Nada empaquetado. Si cuentas el anillo del baile de fin de curso y la ropa...
- La ropa es normal, tendrás que vestirte con algo. Me refiero a tu cumpleaños o el día de los enamorados o incluso navidad...
- Pues... No. Pasaron muchas cosas. No hemos celebrado nada.
Lyon se sorprendió. Se acercó a mí y me abrazó desde atrás.
- Tendrás una fiesta de cumpleaños, te lo prometo. Un día especial solo para ti.
Sonreí y me emocioné un poco. De haber sabido que Lyon me trataría tan bien habría accedido antes. Aunque antes su actitud era insoportable, no me veía aceptando por nada del mundo. ¿O quizá era solo una apariencia?
- Gracias, Lyon. Muchas gracias, por todo.
Me giré y le devolví el abrazo, con fuerza. Para mi sorpresa, comencé a llorar. Lyon me acarició la cabeza y no dijo nada. Sus padres se limitaron a asentir y sonreírle.
- Has cambiado, hijo.
Él se encogió de hombros y volvió a centrarse en mí. Me secó el rostro con su pañuelo y me mostró una sonrisa, mirándome a los ojos.
- ¿Abrimos los regalos?
- Sí.
Me tranquilicé y sonreí también. Fue increíble la experiencia de abrir los regalos con toda la familia. Tratábamos de adivinar qué era por la forma y el sonido. Al sacudir uno de los regalos, se oyó un cristal roto. Nos miramos con cara de "oh-oh" y luego echamos a reír. Bueno, un regalo menos.
Había un regalo que me llamó la atención. No dije nada, pero supe de quién era. No sabía si ofenderme o reírme. Era un colgante con una llave dorada. Recordaba esa llave, era la llave de las mazmorras, solo que pintada para hacer juego con el colgante. Quizá simbolizaba mi libertad. Si me hacía dueña de la llave, claramente era libre para decidir qué hacer con ella. Esa llave valía tanto para la entrada como para las cerraduras de las celdas. Seguramente valía para salir, solo que yo no sabía usarla. Decidí interpretarlo como que podía quedarme tranquila de que no se vengaría más. Lyon se la quedó mirando confuso.
- ¿Qué se supone que significa esto? ¿Que tienes la llave al corazón de alguien?- bromeó.
De pronto se me encendió la bombilla. No solo era la llave física, quizá significaba también...
- Eso es una tontería- dije riéndome.
Aunque, en realidad, no pude sacármelo de la cabeza desde ese día. ¿Carl realmente había cambiado? En ese caso, no me importaría darle otra oportunidad. Las cosas no terminaron bien entre nosotros, de hecho, ni siquiera fue un final en condiciones. No fue algo claro. Simplemente me fui. Parecía más bien una pausa. Con Lyon no tenía ninguna relación, por lo que mi estado romántico estaba en el aire.
El año nuevo lo celebramos en casa de uno de los invitados de nuestra fiesta de navidad. Hubo un gran banquete. Hablé con muchas personas, pero no vi a James ni a Carl. Pasé la mayor parte del tiempo acompañando a Lyon, asegurándome de que se cuidara y siguiera las instrucciones del médico. Y que no cayera en la tentación de dejar salir su lado mujeriego.
- ¿Estás celosa?- me preguntó.
- ¿Era lo que pretendías?
- ¿Ha funcionado?
- Un poco- admití-. Yo soy tu acompañante, no me sustituyas.
Lyon se rió y rodeó mi cintura con su brazo, atrayéndome hacia sí.
- Nadie podría sustituirte.
Me dio un pico que me pilló por sorpresa, pero no dije nada, solo me sonrojé y bajé la cabeza, mirando hacia otro lado. Se lo permitía porque lo hacía muy de vez en cuando, y sabía que se controlaba mucho, por lo que no me importaba dejarle hacer algún gesto cariñoso de vez en cuando, sobre todo cuando transmitía ternura, no deseo.
Varios días más tarde, llegó mi cumpleaños. Fue una gran fiesta y Lyon invitó a todos mis conocidos, incluso a mis padres, a Sara, a Max, el jefe y la banda, incluso a James y a Carl. Charlotte mi compañera de clase y su nuevo novio el cantante. Yo no sabía nada, fue una sorpresa hasta que bajé y les vi a todos. Me llevé las manos a la boca y traté de contener las lágrimas.
- No quiero que te sientas sola en tu cumpleaños, así que, me guste o no, invité a todos tus seres queridos, amigos, compañeros...- Lyon tosió cubriéndose con la mano-. Para que me perdones por no poder estar ahí contigo.
Lyon había vuelto a caer enfermo y no podía levantarse de la cama. El día anterior se había esforzado por pasarlo conmigo, quería que lo celebráramos solo él y yo, ya que en la fiesta estaría con todos, y también porque empezaba a encontrarse mal y quizá no podría asistir a la fiesta. Por la mañana fuimos al parque a dar una vuelta en barco por el lago, luego tuvimos un pícnic y por la tarde fuimos a ver una representación dramática del Lago de los Cisnes. Cenamos en un restaurante renombrado y comimos versiones en miniatura de tartas decoradas con un gusto exquisito. Cuando regresamos a casa, Lyon me pidió que fuera a su habitación cuando me hubiera puesto el vestido que diseñó para que lo llevara en la fiesta de cumpleaños. Quería ser el primero en verlo.
Me lo puse y me arreglé el cabello. Era un vestido increíble. El mejor que había diseñado hasta entonces. Y el último que diseñaría. Dijo que su línea estaba completa, había diseñado todas sus ideas y estaba satisfecho con su última creación. Aseguraba que estaba perfecto y no lo superaría. Quería terminar su trabajo en el punto álgido.
Cuando me vio, se quedó embobado.
- Sabía que el vestido era increíble, pero verlo puesto en ti... Wow.
En ese momento no me quedaron dudas de que Lyon estaba sinceramente enamorado. Su expresión lo decía todo. Había hecho tanto por mí... ¿Cómo no me di cuenta? Debí tomarle en serio desde el principio. Yo le había visto como benefactor, como amigo, protector, pero no me había planteado tener una relación romántica.
- ¿Me consientes un poco?- me preguntó, tomándome de la mano y guiándome al sofá, donde nos sentamos y puso la otra mano en mi mejilla, mirándome fijamente-. No me cansaría de verte...
Entendí sus intenciones, pero me negué. No sentía lo mismo que él, no sería justo.
- Por favor, solo esta vez, no te pediré nada más.
Cada vez me era más dificil mantenerme firme. Le miré los labios, pero no quise admitirme a mí misma que no me importaba probarlos. Bastante tuve con James y Carl, no quería que Lyon fuera otro más. Si de James me había enamorado y con Carl me dejé llevar, ¿qué me pasaba con Lyon? Amor no era, al menos no romántico, no como James. Tampoco quería cerrar los ojos y dejarme llevar como con Carl... Con Lyon me era suficiente estar cerca de él, reírnos, cuidarle cuando enfermaba, hacer la tarea en la misma mesa, contarnos cómo fue el día... Aveces entraba en escena algún juego o travesura por su parte, más al principio cuando era su sirvienta personal, pero luego se fue volviendo más afectivo. Mmmm... Afecto... ¿era esa la palabra?
Mientras pensaba en todo eso, Lyon decidió hacer otro intento.
- ¿Me odias?
- ¡No!
- Entonces, ¿me quieres?
No supe qué contestar. Le miré a los ojos, tratando de darme cuenta.
- Por muy poco que sea, si sientes algo, no me lo niegues... No será tan malo como crees.
- No creo que sea malo... Solo que la diferencia entre lo que tu sientes y lo que yo...
- Lo sé, pero no tiene importancia, solo importa lo que ambos queremos.
Se acercó y antes de rozarse nuestros labios, me susurró:
- Me haría muy feliz... Pero si no quieres, detenme.
Esperó cinco segundos. 1... Mi corazón latía más deprisa... 2... pero en vez de llegar más sangre al cerebro para pensar mejor, 3... cada vez mi razón tenía más prisa por dormirse. 4... No sabía si estaba bien... 5... Pero tampoco estaba mal. Lyon me besó. No uno de esos picos o besos cortos... No era tierno o juguetón... Estaba lleno de sentimientos que me transmitía con cada movimiento de sus labios. Me abrazó y sentí su corazón latir. No... No estaba mal... Debió de ser lo mejor que pude hacer por él. Era lo único que quería, lo único que me pidió. A cambio, me lo dio todo. No me arrepentí de cumplir su deseo.
Al cabo de unos minutos, se detuvo, dándose por satisfecho, y me miró a los ojos con una expresión tierna y cálida. Sonrió.
- Gracias... Tengo algo para ti. Es mi regalo.
Y me entregó una caja. La caja de la isla.
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