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20. Cinco de seis

Llevaba ya varias semanas al servicio de Lyon. Le divertía jugar conmigo a veces, pero no era mal "amo y señor", como le gustaba autodenominarse. De hecho, me había regalado más vestidos diseñados por él. Algunos incluso podía llevarlos por la calle sin que me miraran raro, sino más bien con admiración. Me diseñó otros dos uniformes de sirvienta cada cual más fantástico, pero eran bonitos (mientras no me viera nadie más llevándolos). De vez en cuando me equivocaba en alguna cosa y me "castigaba" a su manera, es decir que me hacía pasar un rato de vergüenza. Lo más vergonzoso que tuve que pasar una vez fue cuando derramé el té encima de unos documentos sin querer y tuvo que estar varios días rehaciéndolos. Cuando terminó, me ató las manos adelante para no poder defenderme y me dio una palmadita por cada día que se pasó rehaciendo los documentos. ¿Donde eran las palmaditas? Lo dejaré para la imaginación de cada uno. No me dolieron, claro está, pero pasé mucha vergüenza. Desde entonces tuve muchísimo más cuidado y le hice prometerme que no volvería a hacerlo. Solo entonces volví a salir de mi habitación para atenderle. Después del castigo, me llevó al sofá y me sentó sobre sus rodillas, aún sin desatarme las manos. Me cogió la cara con suavidad y me hizo mirarle.

- Eres consciente de que el castigo tenía que ser peor en esta ocasión porque el problema que causaste fue mayor, ¿no?

Asentí. Sabía que había metido la pata hasta el fondo, y de hecho esperaba algo peor, y me lo merecía, pero prefería cualquier cosa menos ser castigada como los niños, aunque era más cuestión de orgullo que del dolor. Lyon sabía muy bien lo que tendría más efecto.

- Buena chica. Espero que no vuelvas a hacerme enfadar. No quiero tener que pensar castigos más graves que los normales. Prefiero que se quede en algo de lo que reírnos más tarde.

Me acarició la cabeza y me pidió un beso en la mejilla. No quería dárselo después de la vergüenza que me hizo pasar, pero acabé haciéndolo a regañadientes. Lyon se había enfadado cuando vio lo que les había pasado a los papeles. Me ordenó que me fuera y no le hablara cuando hiciera mis tareas hasta que terminara de rehacer los documentos. Dijo que el castigo lo pensaría después, cuando se calmara. Me disculpé mucho pero mantuvo su postura y me tuve que ir como lo había ordenado. El día que terminó estaba cansado pero de mejor humor. No había comido apenas esos días y ni siquiera salió de su habitación. Tampoco durmió mucho. Si acepté el castigo fue porque vi lo que tuvo que pasar por mi culpa. No solo rehizo los documentos, sino que también tenía que terminar otras tareas mientras, por lo que todo junto le llevó más tiempo.

Después del castigo se tomó el día libre y se lo pasó casi todo durmiendo y por la noche también. Solo despertó para cenar. Al día siguiente, me encerré en mi habitación y me negué a salir de mi habitación hasta que me prometió que no recurriría a ese castigo en concreto de nuevo. Algunas tardes salía a hacer hípica y otras iba a clases de esgrima. En tres o cuatro ocasiones tuvo que acudir a alguna fiesta o cena de negocios. No me llevó a ninguna, pues Carl estaría presente.

Un día, empecé a pensar en las cosas que había dejado en mi habitación en casa de Carl y lo primero que pensé fue en el anillo de James. No me importaba nada más, pero debía recuperar ese anillo a toda costa. Esperé a la próxima fiesta a la que acudirían Lyon y Carl y aprovecharía para entrar a hurtadillas en casa de Carl y recuperar el anillo. Si James podía entrar sin ser visto, yo también.

Parecía el plan perfecto. Poco después de despedir a Lyon, fui corriendo por la puerta de atrás a esconderme en el maletero del coche. Cuando el coche finalmente se detuvo y escuché que Lyon había salido, salí sigilosamente y me dirigí al ala este, donde estaba mi habitación antes. Escalé por los salientes hasta la ventana y llegué hasta el balcón. Abrí la ventana y entré. Empecé a buscar el anillo en los cajones y finalmente lo encontré y me lo puse. Oí unos pasos por el pasillo y me apresuré a salir. Bajé hasta el jardín y me escondí tras unos arbustos. Miré el anillo a la luz de la luna y me di cuenta de que ese anillo era el que Carl me había dado. Oí que la puerta se cerraba y supuse que la persona se había ido. Volví a subir y empecé a buscar otra vez. De pronto sentí como una brisa y miré hacia la ventana, pero entonces me di cuenta de que lo que sentía en mi cuello era la respiración de alguien. Me sobresalté, pero antes de reaccionar, sus brazos me bloquearon la salida, apoyados en el escritorio a cada lado de mi cintura.

- ¿Qué haces aquí?- esa voz bajita en mi oído me puso los pelos de punta- Y con este traje tan atractivo de sirvienta...

Me flaquearon las piernas y el miedo se apoderó de mí. Entonces me cogió la mano y la alzó, fijándose en el anillo.

- ¿Me echabas de menos?

- Lo que echo de menos es como eras antes cuando no eras malvado.

- ¿Yo? ¿Malvado? Entonces si no lo fuera, ¿volverías conmigo?

- ¿Eres capaz de olvidarte de todas tus venganzas?

- No puedo hacer eso.

- Entonces yo tampoco puedo volver contigo.

Carl me hizo dar la vuelta para mirarle.

- Mírate, tratas de parecer valiente porque piensas que no puedo hacerte nada...

Me aparté de él y corrí hacia la puerta para salir al pasillo, pero Carl reaccionó deprisa y me agarró la mano antes de que pudiera salir tras abrir la puerta. Grité asustada y me tapó la boca.

- Estás en mi territorio, Sofia, y yo mando en mi territorio.

Forcejeé para librarme, pero solo conseguí caerme y arrastrar a Carl conmigo. Sujetó mis manos contra el suelo y no pude moverme más.

- ¿Qué quieres hacerme?- pregunté sin estar segura de querer saber la respuesta.

- Algo que hace tiempo quería pero estaba dispuesto a respetarte mientras durara el trato. Ahora ya no hay trato... Y prefiero hacerte mía antes de que nadie más pueda. Entonces tendrás que quedarte conmigo porque nadie más te querrá.

- Pero estarías cometiendo un delito si es contra mi voluntad- traté de defenderme.

- No si accedes a cambio de que no tengas que pasar el resto de tu vida encerrada ahí abajo. Aunque si te encierro nadie sabrá nunca lo que te ha pasado y puedo aprovecharme de ti las veces que quiera.

- Prefiero...

Empecé a dudar sobre lo que prefería. No podía creer que eso me estuviera pasando. ¿Realmente Carl era capaz?

- ¿Prefieres la cama? Si no contestas será aquí mismo.

No quería ninguna...

- Pues aquí mismo- concluyó Carl al ver que no decía nada.

Empecé a llorar y lamentarme, hablando atropelladamente y sin sentido, arrepintiéndome por todas las cosas que había hecho mal que habían conducido a ese momento.

- Por favor, mátame, enciérrame, tortúrame, haz lo que sea pero no me quites lo más preciado que tengo... Es para alguien especial, con amor, no para llevar a cabo una venganza... Nunca te he creído capaz de algo así, Carl, me arrepiento de todo lo que he sentido por ti... Si me haces esto te odiaré y temeré toda mi vida...

- ¿Y si no lo hago?

- Estaría agradecida aunque es tu deber como un caballero respetar a las damas...

- Sofia, deja de llorar, no voy a...

- ¡Sofia!- exclamó Lyon.

Carl se levantó y se apartó mientras vio cómo Lyon se agachaba junto a mí y me ayudaba a incorporarme. En ese momento, alcé la mirada y vi también a James. Habían oído mis gritos.

- ¿Qué le habéis hecho?- se enfadó James.

- Yo no le hice nada, y Lyon... Bueno, como puedes ver ahora Sofia y él se llevan bastante bien- dijo Carl.

- ¿Sofia?- me miró a mí y yo bajé la mirada.

- Estoy bien...

- Bueno Sofia, ahí está tu querido Jimmy, ¿no te vas con él?- se burló Carl y recibió al instante un puñetazo.

- No vuelvas a llamarme así.

-Lo siento, James, no vamos a vernos más. No me preguntes ni me busques- le pedí.

- Ya la has oído- dijo Lyon-. Puedes irte.

- Solo me lo creeré si me lo dice a solas- contestó James.

Me fui con él a un lugar más apartado y con lágrimas en los ojos le repetí lo que dije.

- Sofia, dime qué sucede de verdad.

- Por favor, no insistas, me lo pones más difícil. Por ahora no puedo...- salí corriendo en llantos para alejarme de él.

- Si así lo quieres...- apretó los puños y se marchó-. Pero esto no ha acabado aquí.

Volví con Lyon y Carl cuando conseguí calmarme un poco.

- Ha venido ella solita a mi casa y se ha puesto mi anillo, ¿estás seguro de que quieres seguir protegiéndola?- preguntó Carl.

Lyon no respondía. Entonces me vio.

- Creí que era mi anillo, no lo vi bien en la oscuridad- me justifiqué.

- No se volverá a escapar para venir a tu casa a molestar, me encargaré de ello- dijo Lyon a Carl y me miró con cara de que me fuera preparando cuando llegáramos a casa-. ¿Le devuelves su anillo?

Tragué saliva. Lyon estaba notablemente molesto. Me quité el anillo y se lo di a Carl. Mientras Lyon se adelantaba para irse, me quedé un poco para aclarar una cosa con Carl.

- ¿De verdad ibas a...?

- Claro que no. ¿Todavía no me conoces? Sabes que me enfado y te amenazo, pero no sería capaz de hacer algo así. Un hombre de verdad no hace eso. Sólo quería asustarte y de paso, asustar a James y Lyon.

- ¿Sabías que vendrían y creaste esa situación a propósito?

- Sois predecibles. Solo es una parte de mi venganza.

- ¿La primera fueron las mazmorras?

- Y la segunda darte celos con Jane.

- La tercera el susto...

- Y la cuarta que no podrás estar con James y haberle herido.

- La quinta será el castigo que me espere cuando llegue a casa de Lyon...- suspiré.

- ¿Te castiga? ¿Cómo?- se interesó Carl.

Me sonrojé y traté de pensar qué contestarle.

- No es asunto tuyo- dijo Lyon, que había vuelto a por mí al ver que no iba detrás de él-. Pero desde luego la trato mejor que tú. Yo no voy encerrando en mazmorras a la gente dejando que pasen hambre y frío y se vuelvan locos con la soledad.

- Pero si la has convertido en tu sirvienta.

- Mejor que estar en una mazmorra. Y es verdad que me trata mejor que tú- dije con frialdad-. Seguramente irme con Lyon es lo mejor que me ha podido pasar.

Aquello fue un golpe bajo para Carl y lo noté en su rostro. Lyon sonrió satisfecho y me cogió de la mano para irnos.

- Está bien. Sonríe mientras puedas...- murmuró Carl-. Cinco partes de la venganza... A lo mejor sí que me he pasado. Pero me falta una.

Me quedé un poco preocupada, aunque pensando en cada una de las partes, realmente sí quedaba una, conseguir lo que no pudo... Que yo quisiera estar con él, de corazón. ¿Cómo planeaba conseguir eso?

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