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14. El zorro

Mis secuestradores me llevaron fuera del parque y de pronto un coche se detuvo frente a nosotros. Pensé que eran de los suyos, pero se sorprendieron y se echaron atrás. Del coche salió James con el jarrón que había cogido del baile.

- Este jarrón es muy valioso, os lo daré  a cambio de ella- dijo.

- Hmm... Creo que ella valdría más ya que estás dispuesto a entregar un jarrón valioso con tanta facilidad- respondió el cabecilla.

- Lo bueno de este jarrón es que tiene más de un uso- respondió James con una sonrisa maliciosa.

En un minuto estaban todos en el suelo y el jarrón maldito no tenía ni un rasguño. ¿De qué estaba hecho? James miró el jarrón orgulloso.

- Parece porcelana, pero es mármol fino. ¿Estás bien?

- Sí, has llegado justo a tiempo... ¿Cómo es que has vuelto?

- Me fui para darte un pequeño susto, no podría dejarte sola aquí en la noche por muy molesto que estuviera. Si alguien tiene que asaltarte, que sea yo- me guiñó un ojo mostrando una sonrisa pícara.

Le abracé, dándole las gracias. Me devolvió el abrazo y me estrechó contra sí, lo que me produjo mariposas en la tripa.

- Lo siento, en realidad no pienso eso que te dije... Pero aún no puedo dejar a Carl... Te pediría que no te rindas conmigo... pero sería injusto.

- Lo injusto es pedirte de pronto dejar a Carl y estar conmigo cuando he desaparecido tanto tiempo. Pero era necesario. No te preocupes, no me rendiré. Me conoces, deberías saber que no abandono un objetivo.

Me dio un beso en la cabeza y me llevó al coche. Antes de partir, me preguntó dónde quería pasar la noche. Era una gran tentación elegirle, pero ya bastante molesto debía de estar Carl como para que encima me viera regresar al día siguiente.

- James, Carl debe de estar furioso, si no regreso cuanto antes...

- ¿Y no crees que le sentaría bien descansar para tranquilizarse? ¿Y tú tienes fuerzas para enfrentarle ahora?

- Tienes razón.

Ni siquiera intenté oponerme más. La tentación me venció. Sin embargo, al llegar a su casa, nos encontramos con un inconveniente bastante grande. Carl estaba ahí esperándonos de pie junto a su coche. Estaba de brazos cruzados y la expresión de su rostro no era precisamente reconfortante. Sentí un escalofrío cuando me atravesó con la mirada.

- Sofia, no tienes que volver con él... Si me eliges no tendrás que volver a preocuparte de él ni sentir miedo- me dijo James viendo mi palidez.

- No quiero huir- dije con voz temblorosa.

Me cogió la mano, tratando, una vez más, de convencerme. Le miré con amargura. Por muy grande que fuera la tentación, sentía algo por Carl y principalmente era su novia. Y desde luego una novia no debía irse con otro a su casa. Primero tenía que terminar la relación con Carl. Pero... no era capaz. Aún no sentía que era el momento. Mientras me siguiera gustando, no podría empezar de nuevo con James. No era justo para ninguno de los tres.

Salí del coche y fui hacia Carl. En ese momento se me pasó por la cabeza que quizá hubiera sido mejor el secuestro. Carl me indicó que subiera al coche y acto seguido hizo lo mismo. No dijo nada hasta que llegamos a casa. Ni siquiera cuando me acompañó hasta mi habitación. Cuando iba a entrar, le miré a los ojos, pero me encontré con una mirada fría que me heló. Sentí dolor en el pecho, su silencio decía más de lo que hubieran expresado unas palabras. Y lo que yo imaginaba que podía estar pensando en vez de saberlo era el verdadero castigo. Me lo merecía, pero no soportaba que estuviera así. Carl me entregó un sobre y se marchó a su habitación. Lo miré extrañada y entré, cerrando la puerta. Lo abrí y saqué la carta. En ese momento, oí un ruido en la ventana y al girarme vi que había alguien vestido de negro con capa y sombrero. Al principio me asusté, hasta que reconocí la vestimenta.

- ¿Qué haces aquí? ¿Estás loco?

- Estaba preocupado de que Carl te hubiera hecho algo.

El zorro, alias James, se acababa de colar en mi habitación. Vino hacia mí se aseguró de que estaba bien.

- No me ha dicho nada. Solo me ha dado esta carta- le dije.

- ¡Qué extraño! Ni que fuera el día de los enamorados- dijo James al verla por encima.

¿Por qué me daría Carl una carta de amor en un momento así? Estábamos a comienzos de verano. No estábamos cerca de ninguna fecha especial. James me rodeó la cintura con sus brazos desde atrás y en un instante olvidé todo y los latidos superaron en volumen mis pensamientos.

- Me quedaré hasta que tú me digas- dijo James con picardía disfrazada de una oferta aparentemente inocente, sin embargo, era su estrategia. Sabía que no podía negarme-. Si quieres que me vaya ahora, lo haré- me susurró al oído, poniéndome la piel de gallina al sentir el cosquilleo de su aliento.

- Mmmm...- intentaba pensar, pero no me salía nada.

- Como dije, me quedaré hasta que tú me digas. Si no me dices nada, seguiré aquí.

Viendo que no decía nada, me llevó al sofá y me quitó los zapatos. Luego él hizo lo mismo con los suyos. Así no se oiría nada. Descalzos sobre la alfombra, me invitó a un vals improvisado, lento. Acabamos cada vez más cerca. Sentía su mano en mi cintura acercándome a sí y su otra mano sujetando la mía estrechándola un poco más. Finalmente di una vuelta y giré hasta acabar en sus brazos. Nuestros rostros estaban cerca  y una invisible fuerza magnética atrajo nuestros labios entre sí.

- Estuve esperando volver a probar tus dulces labios- me susurró con sus labios rozando los míos antes de volver a juntarlos.

Con él todo era como salido de un cuento. Ya desde que era un "villano" y me metió en su mundo mi vida se volvió una aventura increíble. Cada vez mejor. Esa noche fue mágica. Empezando por el momento en que entró por la ventana hasta que se marchó poco antes de la madrugada dándome un beso en la mejilla como despedida.

A la mañana siguiente, al despertar, me quedé un momento con los ojos cerrados recordando lo ocurrido la noche anterior. Me giré y olí la almohada. Sí, aún olía a él. Envuelta en ese aroma, viajé una vez más en mi mente hasta unas horas atrás. Después del baile nos dejamos llevar por los besos, luego las caricias, luego sentí las manos de James desabrochando mi vestido. Entonces me alarmé. No quería llegar tan lejos. Quise protestar, pero él mantuvo mis labios ocupados. Solo cuando me aparté decidió tranquilizarme.

- Confía en mí.

Se detuvo cuando mi espalda quedó descubierta y la acarició mientras me besaba. Luego me llevó a la cama y me dio la vuelta. Me pregunté vagamente qué pretendía aunque disfrutaba demasiado como para detenerle, además de que él no era de sangre caliente como Carl y no actuaba por impulso. Podía estar segura de que sabía lo que hacía. Me empezó a dar besos por la espalda, lo que me produjo escalofríos. Empezó desde abajo y terminó con mi cuello, girándome hacia él y tratando de ver la expresión de mi rostro antes de continuar. Abrí los ojos y le miré embobada. Debía de estar roja. No sabía si era porque se le daba bien o porque cualquier cosa que viniera de él me gustaría, pero estaba en las nubes. Intenté llegar con las manos a los botones de la espalda, pero James me aconsejó que me pusiera la ropa para dormir. Le miré sin estar convencida de que quisiera que me viera así.

- Si quieres cierro los ojos.

Le cubrí los ojos con un pañuelo que até detrás de su cabeza y fui al vestidor para cambiarme. Al volver, vi que se había quitado algunas partes de su traje para estar más cómodo. Quedó solo con la camisa y el pantalón. Me metí en la cama, tapándome con la sábana. James se quedó encima de la sábana. Al sentir que había vuelto y ya no me movía, se puso encima de mí y me sujetó ambas manos contra la almohada, entrecruzando los dedos. Las mariposas en la tripa no dejaban de revolotear. Era su estilo.

- ¿Recuerdas que hace dos años cuando te tuve así temblabas de miedo?- dijo él- Ahora temblarás por otros motivos.

Me estremecí. No dejaría de tener ese efecto en mí. Sabía cómo darle emoción a las cosas. Y, ay, cómo me gustaba eso de él... Tenía esa chispa que Carl jamás podría. James se acercó a mis labios, pero solo los rozó, produciéndome un cosquilleo. Pasó al cuello y también lo rozó solamente. Era como si cambiara de opinión sobre dónde sellarme con sus labios. Bajó un poco más deslizando la punta de sus labios por mi piel hasta mi escote y se detuvo en el borde. Me hacía cosquillas y no pude evitar moverme. Desde el punto donde se quedó, la punta de su lengua hizo el recorrido inverso hasta llegar de nuevo a mis labios, que eran aún más sensibles que mi piel al tacto de su lengua. Ahogué un gemido. James decidió que había tenido suficiente y terminó con un pico. Sin preguntar se metió bajo la sábana conmigo y me abrazó desde atrás, tumbado de lado. Puse mis manos sobre las suyas y sonreí.

- ¿Te ha gustado?- me sorprendió James con la pregunta.

Solté una risita en voz baja.

- ¿No te gustaría repetir?- volvió a preguntar.

- Mmmm... Contigo todo es increíble, James... Pero prefiero que no vuelva a suceder esto mientras esté con...

- Cásate conmigo, Sofi.

Me callé y no pude decir nada más. Me impactaron sus palabras. Llamarme de esa forma y decirme eso con una voz que mostraba ternura... Me giré hacia él y le cogí la cara entre mis manos. Se quedó a la espera de lo que iba a hacer. Le di un beso en los labios y le quité el pañuelo. Le costó un poco verme al principio. Luego me miró a los ojos y vio mi sonrisa.

- Ojalá poder estar para siempre así entre tus brazos- le dije.

- Cumpliré tu deseo. Vas a ver, prepararé una petición de matrimonio que no podrás rechazar. Un día vendré y te llevaré conmigo y no te soltaré más. Más te vale estar preparada.

- No puedes hacer nada antes de un año, ya lo sabes.

- Lo sé, pero cuando pase, nada ni nadie me va a detener.

- Era de esperar de mi villano favorito convertido en príncipe- bromeé.

Me estrechó contra sí y nos quedamos dormidos con una sonrisa hasta que sentí un beso en mi mejilla y supe que se marchaba. Recogió sus cosas y se fue como había venido. Yo estaba medio dormida aún y seguí con mi sueño cuando no oí nada más.

Al terminar de recordar todo, abrí los ojos de nuevo y bajé de la cama. Entonces vi la carta que había dejado sobre la mesa. Respiré profundamente y me la llevé a la cama para leerla con comodidad. Al parecer, Carl no llegó a dármela meses atrás.

" Querida Sofia:

Hoy es San Valentín. Hace mucho que no hablamos como solíamos y siento que la química ya no es la que era. Pero tengo una sorpresa para ti..."

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