10. La verdad
Ese día no ocurrió nada más. Volvimos a casa sin pronunciar palabra. A la mañana siguiente, después del desayuno, decidí ir a la sala de música y tocar el piano. Tenía uno en mi habitación, pero era aún pronto y a esas horas Carl y su padre aprovechaban para hacer su trabajo, por lo que preferí ir a la sala insonorizada. No me avisaron de nada en lo que pudiera participar hasta la tarde, por lo que tenía la mañana libre. Se acercaba el periodo de exámenes y ya no tenía clases, sino que nos habían dado un mes para dedicar al estudio. Antes de llegar a la sala, me encontré con el mayordomo y decidí hablar con él. Al parecer no le había contado nada a Carl sobre lo que vio el día anterior. ¿Entonces cómo sabía Carl lo de las manos?
- Acompáñeme un momento al comedor, señorita.
Así lo hice y el mayordomo me pidió que me sentara en el sitio de Carl para ponerme en su lugar. Al mirar al frente me di cuenta de lo que había sucedido. Palidecí. Me dio mucha vergüenza saber que Carl nos vio a través del espejo que había detrás de nosotros. Agradecí al mayordomo la ayuda y me dispuse a regresar a mi habitación. Ya no me apetecía tocar el piano. Ya no me apetecía nada.
- Señorita, quizá le gustaría saber la verdad sobre el señor Carl.
Me detuve y le escuché, interesada.
- Le conozco desde que era pequeño. Llevo sirviendo esta casa muchos años. Es verdad que su actitud no ha sido la más adecuada, y no pretendo justificarle, pero quizá quiera saber el motivo para comprender su comportamiento.
- Me vendría bien, gracias.
- Muchas personas trataron de acercarse a Carl por intereses, pero hubo una en especial que Carl no puede olvidar. Se trata de su amiga de la infancia. Se llevaban muy bien de pequeños, incluso sus familias hablaron de prometerlos. Pero los padres de la pequeña tenían otros planes para ella. Se casarían lo más pronto posible, luego habría un desafortunado accidente en el cual la familia Cat desaparecería del mapa y ella sería la única heredera, tras lo cual tendría libertad para casarse con quien deseara. La niña fue educada de esta manera y llegada a la adolescencia ya no era algo romántico lo que sentía hacia Carl, sino codicia disfrazada por una buena actuación.
- ¿Realmente hay personas así?- pregunté recordando que yo también actué, pero jamás pensé en atentar contra su vida.
- Fue su primer amor, confiaba en ella, pero desde que descubrieron el complot, no pudo volver a abrir su corazón a nadie y mucho menos confiar. Desde entonces no hizo más que "jugar", puesto que las que se le acercaban era por intereses, se divertía desenmascarándolas en público para humillarlas. Desconozco la razón por la que se enamoró de usted, pero desde luego le hizo mucho daño que también tratara de utilizarle por intereses y luego le traicionara siendo infiel- continuó el mayordomo.
- Puedo entenderlo, pero si soy su novia es por obligación, no quiero serle fiel a alguien que no amo...
- Si mal no recuerdo, hizo una apuesta con usted, pero usted accedió a apostar aun sabiendo las condiciones. Es como si estuviera dispuesta a ser su novia, si no, no hubiera hecho la apuesta.
- Es cierto que aposté por propia voluntad...- admití.
- Fue su manera de pedirle que fuera su novia sin que fuera tan directo como para arriesgarse.
- ¿Carl realmente quería que yo fuera su novia y la venganza fue solo una excusa para no mostrarse vulnerable?
¿Cómo no me había dado cuenta? Todo lo que hizo fue para estar conmigo porque me quería, pero no podía hacerlo directamente por todas las veces que le había rechazado antes, al fin vio su oportunidad y solo se llevó una decepción.
- ¿Ahora entiende por qué está tan dolido por haberle intentado engañar haciéndole creer que le gustaba cuando solo quería escapar de su posible asesino? Y creo que no es necesario explicar por qué se enfadó tanto cuando descubrió su infidelidad eligiendo a alguien que la buscaba para vengarse en vez de él, que hizo todo lo que pudo por estar con usted. No sabe cuán difícil le fue volver a confiar en alguien, y también fue traicionado.
- Sí, entiendo muy bien...- respondí cabizbaja, sintiéndome culpable.
- No está bien por su parte quitarle la libertad, señorita, pero le aseguro que es temporal. Se tranquilizará con el tiempo. Le pido que tome una decisión en cuanto a la relación que quiere con él. Si le quiere, no le traicione más. Si no le quiere, hágaselo saber cuando tenga la oportunidad y le aseguro que Carl no querrá seguir reteniendo junto a sí a alguien que no siente nada por él. Acabará dejándola marchar. Si actúa de esta manera ahora es porque aún ve que tiene posibilidades y porque necesita madurar un poco. Todavía no está preparado para alejar a la dama que cautivó su corazón, para quedarse solo y volver a rodearse de personas que se le acercan por intereses.
Comencé a llorar, sintiéndome culpable por no haber sido sincera desde el principio en vez de jugar a dos bandos. Debí pedirle desde el principio ayuda sin intentar engañarle y no acceder a esa apuesta si no iba a estar dispuesta a cumplir mi parte como novia leal... ¿Cuántas veces seguiría proponiéndome lo mismo y seguir cayendo cada vez que veía a James? Decidí que hasta que fuera mayor de edad y James viniera a por mi respuesta, me dedicaría a compensarle a Carl todo ese tiempo perdido. Le consentiría. Quizá al final de ese año, Carl me perdonaría la deuda y me dejaría en libertad. Aunque quizá James ya no estuviera interesado en mí si hacía eso, pero mi corazón me lo pedía. "Lo siento, James, necesito hacerlo", pensé, "se lo debo".
- Gracias por contarme todo esto.
El mayordomo me dio un pañuelo y sonrió.
- Solo puedo hacer esto. No puedo decidir en lugar de su corazón. Elija a quien ama de verdad y no se arrepienta, no debe importarle la "deuda". Eso no es relevante para el señor Carl, ya le dije, señorita, que se usa de excusas. Si habla con él y le cuenta con sinceridad lo que siente, también demostrando que le importa lo que él siente, lo comprenderá. Él solo está cansado de falsedades y traiciones, engaños e intereses.
- Está bien, gracias por el consejo. Lo pensaré mucho.
Volviendo a mi habitación, me encontré con Carl, que salía de la suya. Le saludé rápidamente tratando de evitar que viera mi rostro enlagrimado y mis ojos rojos. Sin embargo, Carl me detuvo.
- Iba a buscarte. Quiero hablar contigo.
Me hizo pasar a su habitación y nos sentamos en el sofá. Me limpió la cara delicadamente con su pañuelo. Luego me dio un beso en la frente.
- Sofia, no hay manera de que pueda ser feliz viéndote así. Si me quieres, esta deuda no tiene sentido. Si no me quieres, obligarte a fingir que me quieres no me alegrará en absoluto, solo por esta deuda. Así que olvida la deuda y el trato y todo. Ya me cansé.
Me mostró la hoja con la deuda y la rompió.
- Quiero que sepas que me enamoré de ti porque vi que eras sincera conmigo, la única que no intentaba acercarse a mí por intereses. Me sacaste de apuros esa vez en el tren y me sorprendió tu habilidad con el ajedrez. Aunque no me gustaba que me rechazaras, me seguía atrayendo tu honestidad. Cuando intentaste fingir estar interesada para salvarte de Will, me molestó que no me pidieras ayuda directamente, pero vi la oportunidad de que pasaras tiempo conmigo, me conocieras mejor y quizá te enamoraras. Empezaba a funcionar, pero no supe detenerme a tiempo y cometí la estupidez de hacer esa apuesta con Lyon que te rompió el corazón. No supe aprovechar la oportunidad y solo conseguí alejarte. Debí dejarte la libertad de elegirme y no obligarte a estar dos años conmigo sí o sí. No me ha servido de nada.
- Carl...
- Hasta ahora te eché la culpa a ti, ahora me toca a mí tragarme mi orgullo y admitir que lo hice mal y pedirte perdón. Me dolió todo lo que hiciste, pero mi reacción no es excusable. Puedes quedarte o irte. Si no te importa, no quiero que mi padre se entere o me prometerá con alguien. Esperaba librarme hasta ser mayor de edad y elegir yo mismo con quién me caso.
- ¿Te importa que me quede hasta entonces?
- ¿Quieres seguir fingiendo?
- Con otros sí, contigo no fingiré. Es lo mínimo que puedo hacer por ti.
- Mientras que mantengas tu sinceridad conmigo... Puedo soportarlo.
Nos abrazamos, perdonando todo. Fue una sensación extraña, pues él me quería y yo estaba confusa, pero al menos no había más rencores ni engaños. Seguiría su programa y le acompañaría a lo que hiciera falta, pero era por propia voluntad y no por miedo.
- ¿Me dejas besarte?
Aquello me tomó por sorpresa y no supe cómo reaccionar. La verdad, no quise negárselo. Asentí.
- Si no te importa saber que no es correspondido...- contesté.
Carl bajó la mirada. Lo sabía muy bien, pero él sí me quería y deseaba hacerlo. Me dio un beso corto, por una parte para satisfacer sus ganas y por otra para no incomodarme. Después de ese día, las cosas cambiaron mucho. Empecé a acceder a más cosas ya que eran por voluntad propia que antes no hubiera querido. Al final, una noche incluso me pidió dormir con él y se lo concedí. Me rodeó con sus brazos bajo las sábanas y dormimos así hasta que se hizo de día. Le miré al despertar y recordé esa vez que dormimos juntos antes del viaje, cuando aún me gustaba, la noche que me rompió el corazón. Cuando despertó, me miró sonriendo y me acarició la cara. Entonces me di cuenta de que volvía a sentir cosas por él. Empezaba a gustarme de nuevo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro