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1. El retorno del enemigo


Aviso: Esta historia es una secuela. Para entenderla leer primero "El Deseo de un Villano".

***

Había pasado cerca de un año desde que había regresado de la isla. Desde entonces no volví a ver a Will, ni a Sara, ni a Lyon. Sin embargo, sí vi a mis padres. El padre de Carl nos invitó a regresar a la mansión principal, donde vivía Carl antes de venir a nuestra pequeña ciudad. Allí, recibiría una educación similar a la de Carl, aunque él se preparaba para seguir los pasos de su padre, por lo que necesitaba estudios más especializados. Por otra parte, yo tuve que aprender modales y normas de la clase alta. Me resultaba muy complicado aprender tantas cosas, pero al cabo de unos meses ya conseguía recordar y poner en práctica más de la mitad.

Tuve suerte de estar ocupada estudiando y Carl todavía más, pues estuve evitando cualquier muestra de afecto. Estaba segura de que se dio cuenta de que algo había ocurrido en mi viaje, pero no tuvo ocasión para preguntarme hasta pasados unos meses, cuando tuvimos vacaciones por navidad. Encontré la excusa perfecta para evitar la conversación. Por año nuevo fui a visitar a mis padres, que habían regresado a casa tras volver a comprometerse. Las preguntas que tenía para mi madre eran infinitas. En cuanto nos vimos, nos abrazamos, trayendo al presente nuestra buena relación del pasado, antes de que se marchara y fingiera su muerte.

Me contó sobre sus viajes, sus aventuras, cómo evitó a los interesados en su información... Pero lo más interesante fue su reacción cuando le conté sobre mi viaje a la isla.

- Había dos cajas.

- Eso es porque se necesitaban ambas para cumplir el deseo -dijo ella.

- ¿Ah sí? ¿Y cómo sabía la persona que lo puso ahí lo que podría desear el que lo encontrara?

- Porque lo que desean los seres humanos es ser felices. Solo tuvo que pensar en algo que podría aportar a la felicidad.

- ¿Amor y dinero?- propuse.

- Puede. O una máquina del tiempo para cambiar algo del pasado o el futuro.

Nos reímos, ya que eso era imposible. Sin embargo, me quedé pensativa. ¿Qué podría haber dentro de cada caja para que se complementen? Empecé a hacerme teorías en la cabeza, pero jamás hubiera pensado que era lo que más tarde descubrí, o mejor dicho, me mostraron.

Regresé a mi nueva casa al terminar las vacaciones y de nuevo Carl y yo estuvimos demasiado ocupados como para hablar. En realidad, yo trataba de ocuparme cuando él ya no lo estaba, de forma que nunca coincidiéramos. No es que nunca tuviéramos tiempo. Durante varios meses más, conseguí que las cosas funcionaran de esa forma hasta que un día Carl decidió ponerle fin. Me esperó en la puerta de mi habitación hasta que volví de las clases para ir a dormir. Me detuve un segundo, por la sorpresa, pero no iba a dejarme intimidar, por lo que avancé hasta quedar frente a él.

- Ya ni te conozco, nunca hablamos, nunca pasamos tiempo juntos, ¿es eso lo que querías? ¿Convertirte en una extraña para que acabe anulando el trato?

Sus palabras venían cargadas de amargura, rabia... Más allá de no poder llevar a cabo su venganza, parecía que me echaba de menos. Yo ya me había acostumbrado a mantener la distancia. Al principio solo podía pensar en Will y me costaba centrarme en lo que estudiaba, me dormía tarde, aveces incluso lloraba porque le echaba de menos. Y ni mucho menos prestaba atención a Carl. Con el tiempo, empecé a enfriar mis sentimientos hacia Will y mantuve la distancia con Carl, de modo que cerré mi corazón para dejar de sufrir. Pero en ese momento, me sentí un poco mal por Carl.

- ¡Qué importa! De todas formas no sientes nada por mí.

- Sienta o no amor, sí que quiero que tengamos una buena relación, no solo que finjas en público y ya ni eso haces. Teníamos un trato y no lo estás cumpliendo- me reprochó.

- Bueno, sí, está bien. Pero no quiero hablar ahora de esto, sabes que mañana se casan mis padres de nuevo y quiero dormir para estar descansada. Cuando tenga ocasión intentaré actuar más como una novia- dije desganada.

- Esa ocasión es mañana. Si no, mi padre está pensando en concertar entrevistas de matrimonio en vista de que tú y yo no parece que vayamos a ninguna parte.

Por alguna razón, me molestó pensar en la posibilidad de que fuera a entrevistas de matrimonio con otras chicas. Asentí y traté de entrar a mi habitación, pero Carl se colocó delante del picaporte. Con un gesto, me indicó que quería un beso para dejarme pasar. Se lo di, pero en la mejilla.

- Ha pasado mucho tiempo, si quieres más, tendrás que volver a ganarte mi corazón.

Con una mezcla de decepción y un rayo de esperanza en su mirada, me dejó entrar y con una reverencia elegante me deseó una buena noche antes de que cerrara la puerta. Suspiré y fui a mirar por la ventana. El día siguiente sería el equinocio de primavera y también la boda de mis padres. Tendría una semana y media de vacaciones entre trimestres y me quedaría sin motivos para evitarle.Debía al menos darle una oportunidad, ya que no fue culpa suya que nos distanciáramos, sino mía, por serle infiel con corazón y mente y gestos de afecto hacia Will. Por muy injusto que pudiera parecerme que jugara con mis sentimientos, en el fondo parecía que yo le importaba y no se merecía una infidelidad. Seguramente sospechaba.

Si Lyon no volvía a aparecer para contarle lo sucedido, quizá Carl mismo acabaría haciéndome confesar. Debía comenzar a eliminar sospechas para que eso no ocurriera. En cuanto a Lyon... Si le daba un beso para que Carl no se enterara, tan solo seguiría creciendo la bola de nieve, pues Lyon tendría todavía más motivos para chantajearme. Pero si no lo hacía le contaría todo a Carl... Desde luego, no podía vivir al servicio de Lyon cumpliendo con cada petición cada vez que me amenazara con contárselo a Carl. En algún momento tendría que hablar con él si quería que Lyon dejara de tener poder sobre mí. O encontrar una debilidad suya.

Me desvestí y fui a dormir, pensando en cómo actuaría al día siguiente para contentar a Carl pero sin hacer cosas que no me apetecieran mucho. ¿Quizá estar cerca de él? ¿Cogerle la mano? Si me pegara mucho a él quizá se cansaría de mí y sería él quien mantuviera la distancia. Me lo planteé como posible opción con probabilidades de funcionar. Sí, eso era lo que haría.

Al día siguiente, una vez arreglada, vestida y peinada, salí y bajé las escaleras de la entrada, donde Carl y su padre me esperaban para ir al coche. Durante el año que había pasado con ellos, les había acompañado en diversos banquetes, reuniones y fiestas, incluso a un par de bailes. Me habían visto arreglada en más de una ocasión, pero nunca demasiado, pues no quería llamar mucho la atención con mi aspecto y solía llevar vestidos que estaban de moda y era común ver a las chicas ricas llevarlos. No obstante, ese día me arriesgué a llevar un vestido especial: el favorito de mi madre cuando era joven. Quizá no se adecuaba a la moda, pero era más bonito que cualquier otro que pudiera verse esa temporada. Le había hecho algunos arreglos para adaptarlos a mi gusto, pero el vestido en sí ya era perfecto.

Era como un vestido de gala, color crema, hinchado, con muchos pliegues, una capa de tela rosa clarito transparente en la parte de la falda y no tenía tirantes ni mangas, era de palabra de honor. En el lado derecho, la tela transparente estaba recogida un poco hacia una rosa con un lazo blanco debajo, cosida sobre la falda. Era realmente un vestido precioso. Reflejaba la luz del sol. Decidí recoger la mitad de mi pelo en un moño bajo, rozando el hombro derecho y decorándolo también con una rosa y un lazo blanco debajo como en la falda del vestido.

Cuando me vieron, pude ver el asombro en sus caras. No pude evitar sonreir. Sam Cat me elogió mientras que su hijo se limitó a sonrojarse por un instante y disimularlo besando mi mano y haciendo un cumplido, tras lo cual me acompañó al coche ofreciéndome su brazo. Me sonrojé un poco al ver su reacción, pero estaba satisfecha.

Después de la ceremonia, cuando al fin pude saludar a mis padres y abrazarles, me hicieron dar dos vueltas y expresaron lo contentos que estaban de que llevara ese vestido.

- Estás preciosa, Sofia, ya eres toda una señorita- dijo mi madre, emocionándose.

- Como tu madre cuando tenía tu edad y la conocí en la boda de mi primo- añadió mi padre.

Me habían contado la historia antes, cuando se conocieron en la boda, pero de una forma un tanto particular. Carl, que estaba a mi lado, me invitó a sentarnos a la mesa y que le contara la historia. Por alguna razón, me sentía más cómoda hablando con él ese día. Había buen ambiente.

- Había un lago cerca del lugar de la boda y todos los jóvenes fueron a bañarse cuando esta terminó. A las chicas les hubiera gustado, pero no querían mojarse los vestidos y tampoco podían entrar sin ellos mientras estuvieran los chicos presentes, y aunque no estuvieran, sabían que siempre había alguno que robaba la ropa. Eso fue precisamente lo le hicieron a mi padre. Mi madre se enfrentó a ellos y les dijo que le devolvieran la ropa para que pudiera salir, pero ellos pusieron una condición. Debían besarse.

- Vaya es muy típico- se rió Carl-. Yo también aprovecharía.

- Lo sé muy bien- murmuré y seguí con la historia-. Antes era aún más raro ver a dos jóvenes besarse delante de otros y menos aún sin conocerse. Todos estaban expectantes por ver lo que harían. Mi madre no creyó ni por un momento que ellos cumplirían su parte, por lo que les dijo que para estar segura, que el chico que robó la ropa de mi padre le dejara su propia ropa a ella para entrar al lago y no estropear el vestido. El chico aceptó por diversión, ver a una chica vestida de hombre y además el beso, era dos en uno.

- ¿Te gustaría probarte mi ropa?

- Deja que termine de contar. No sé, quizá un día pruebe. Bueno, una vez que el chico se metió al lago tras quitarse la ropa y no estar en ropa interior delante de las demás chicas, mi padre fue a por el y mi madre se puso la ropa de él y cogiendo también su vestido huyó y se escondió. Viendo que fueron burlados, se marcharon todos y el chico se puso la ropa de mi padre para irse. Mi madre regresó para darle su ropa una vez se puso el vestido de nuevo y mi padre pudo salir. Así es como se conocieron. Mi padre quedó impresionado con sus agallas y quiso conocerla mejor. Hablaron y él la acompañó hasta su casa y ahí se desmayó. Se había resfriado y tenía fiebre y ella le cuidó hasta que se recuperó.

Tras decir las últimas palabras, me quedé callada, recordando cómo me cuidó Will cuando yo estaba resfriada tras caerme de la barca con Max... Incluso era posible que fuera el mismo lago sobre el que le estaba contando a Carl.

- ¿Y luego se enamoraron y se casaron?- preguntó Carl.

- Bueno, sí. Antes la gente se casaba mas rápido.

Unos invitados vinieron a saludar a Carl y ahí terminó la conversación. Fui a dar un paseo por el jardín del restaurante y de pronto, alguien tocó mi hombro.

- Buenas tardes señorita- se oyó una voz familiar que me hizo estremecer.

Al girarme, me quedé helada.

- ¿Quién te ha invitado? ¿Y por qué?

- Sam Cat, por supuesto, mis padres no podían faltar. Tus padres no podían oponerse ni mucho menos.

- ¿Qué quieres?- pregunté, aunque sabía muy bien la respuesta.

- No es lo que crees. Solo me aseguro que te me reserves un baile.

Me sorprendí, realmente esperaba otra cosa. No vi inconveniente, por lo que accedí.

- Sabía que no podías rechazar.

Y sonriendo, se alejó, dirigiéndose al lugar del banquete. Poco después regresé a la mesa, preguntándome todavía qué se proponía. Lo supe poco después. Carl se sentó a mi lado con cara de desagrado. No dijo nada hasta que comenzaron a servir la comida.

- ¿Por qué accediste a bailar con él?

Por poco me atraganté. Tragué el bocado y comencé a toser.

- ¿Es que solo puedo bailar contigo?

- Sabes muy bien que Lyon es mi rival. Lo hace a propósito. Quiere dejarme mal.

- ¿No vas a bailar con otras?

Carl me miró indignado y decidió actuar por impulso.

- No pensaba hacerlo, pero ya que mi novia me deja plantado tendré que buscar un reemplazo para no estar una canción aquí sentado aburrido. Habráse visto.

- Lo siento.

- No quiero que tengas nada que ver con Lyon. Solo puede traerte problemas.

- Lo sé.

"Y precisamente por eso accedí al baile. Quiero ver qué trama", pensé, "pero también... Temo que en un descuido te diga lo que te oculto. Todavía no quiero perderte".

N/A:  Dibujo de Sofia hecho por mí. Más en instagram: @flightoffantasy7.

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