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15. El juego

Dalia intentó todo lo que estaba en su mano para atraer la atención de Carl, pero no lo consiguió. Incluso tras decirle que se conocían de pequeños y ella sentía algo por él desde entonces, Carl siguió rechazándola. No le dio ningún motivo en especial, solamente le decía que lo sentía mucho pero por el momento no podía ser. Max, Dalia y yo estábamos al borde de la desesperación. Pasaban los días y no lográbamos nada. Entonces Max tuvo una idea.

- ¿Y si quedamos para jugar verdad o atrevimiento y cuando le toque a él atrevimiento le retamos a que tenga la cita con Dalia?- propuso él.

- Me parece bien, puede que funcione- opiné-. Invitemos a más gente para que no sea sospechoso.

En cuanto le propuse a Carl quedar, inmediatamente me invitó a su casa, incluso cuando le dije que vendría más gente, no retiró su oferta. En cuanto oyó sobre esto, Sara se apuntó y propuso invitar a Will también, argumentando que sería más interesante. Pensé que podría aprovechar para preguntarle sobre lo que les hizo a los del barrio peligroso.

- ¿Verdad o atrevimiento?- se sorprendió Will cuando se lo propusimos- Está bien, será interesante...

El tono que usó nos dio escalofríos a todos, pero intentamos sonreír y asentir. Max, Dalia, Carl, Sara y yo intercambiamos miradas dudosas, pero no íbamos a echarnos atrás. Cada uno tenía su motivo para jugar, y me pregunté cuál era el motivo de Will... ¿Simplemente por diversión? Tampoco descartaría esa posibilidad.

El jueves por la tarde fuimos todos a casa de Carl. Mi padre se había ido de nuevo de viaje, por lo que nadie me preguntaría si llegaba tarde a casa. Will venía con una sonrisa pícara en el rostro. Me entraron ganas de borrarle esa sonrisa de la cara, pero que estuviera serio me daba más miedo. Al final decidí que quizá era mejor dejar las cosas como estaban. Vi que todos estaban de buen humor, al parecer tenían ganas de divertirse, quizá traían sus propias ideas destinadas a alguien en concreto. Al fin y al cabo, yo también tenía al menos una.

Al principio nos dedicamos a mirar la casa de Carl, era muy lujosa y había mucho que ver, todo tipo de decoraciones por todas partes y muebles bonitos. Era como estar en la era victoriana. Precioso. Podía mirar cada día y aun así descubriría algo nuevo. Estaba atardeciendo y el sol se acercaba al horizonte. Nos sentamos todos en círculo en una alfombra en su habitación, pues el salón era muy grande y lleno de cosas que podríamos romper sin querer haciendo alguno de los retos. Además, la habitación era más acogedora.

- Como somos seis, nos pondremos un número cada uno y tiraremos dos dados. El dado blanco es quien recibe la pregunta o reto y el dado rojo indicará al que pregunte o rete- empezó explicando Max-. Si alguien quiere evitar una pregunta o reto a toda costa, tendrá que cerrar los ojos y beber cualquier mezcla extraña que le prepare el que le ha retado. Reglas: no proponer cosas que falten el respeto a la dignidad de nadie y que sean posibles y realistas. Ejemplo: No le pidáis a alguien que se quite ropa delante de todos o que golpee a otro. Si alguien propone algo que todos consideremos que se ha pasado de la raya, tendrá que cambiarlo o le tocará a otra persona. Si estáis de acuerdo con esto y respetáis las reglas, tenéis que comprometeros a jugar de verdad y hacer lo que se dice, no os echéis atrás por cobardes.

Todos estuvimos de acuerdo con las reglas. Si no se faltaba al respeto de nadie, cualquier cosa debería ser factible y divertida. Al menos eso pensé al principio. Yo era el número 1, Sara el 2, Dalia el 3, Max el 4, Carl el 5 y Will el 6. Ese era el orden en el que estábamos sentados, por lo que Will estaba a mi izquierda, cerrando el círculo. Max tiró los dados.

Dado blanco: 2
Dado rojo: 6

Todos estábamos expectantes. Sara tuvo miedo de Will, por lo que eligió verdad, pensando que así se libraba de algo peor.

- ¿Puedo preguntarle cualquier cosa o solo preguntas de sí o no?- preguntó Will a Max.

- Cualquier cosa.

Sara tragó saliva.

- ¿Cuál fue el último chico que te ha gustado?

No me pareció que esa pregunta fuera muy inteligente, puesto que ni yo recordaba la última vez que a Sara le gustó alguien. Sin embargo, ella enrojeció al instante y me di cuenta de que me había perdido algo.

- Carl- susurró ella.

Carl enrojeció, pues no se lo esperaba. Dalia se sorprendió por la reacción de Carl. Max y yo estábamos boquiabiertos. Will ni se inmutó. Al parecer, se había fijado y ya desde el principio comenzaba a infiltrar el caos en el grupo. Me pregunté en qué acabaría todo eso. Había relaciones extrañas entre cada uno de nosotros, quizá eso era lo que haría el juego más entretenido, o quizá acabaríamos mal... Esperaba que no.

Max volvió a lanzar los dados.

Dado blanco: Carl.
Dado rojo: Max.

Carl trató de evitar a toda costa tener que confesar algo, por lo que eligió atrevimiento sin pensar.

- Te reto a que aceptes cualquier proposición que te haga Sofia- le dijo Max.

- Vale- dijo Carl sin pensar, creyendo que conmigo estaba fuera de peligro.

Sin embargo, yo pillé la indirecta.

- Responde con un sí a cualquier pregunta que te haga Dalia.

Carl ya empezaba a ver por dónde iba eso.

- ¿Sales conmigo el domingo en vez de con Sofia?

Carl no contestó. Se ve que había algo más que le impedía aceptar salir con ella, no sólo el haber quedado conmigo.

- ¿Prefieres beber cualquier mezcla que te prepare?- insinuó Max.

- Sí- contestó Carl, temblando.

Cerró los ojos y Max puso en un vaso limonada, jabón y vinagre.

- Si no te lo bebes entero tendrás que completar el reto- le avisé.

El pobre fue corriendo al baño para devolver tras los primeros sorbos. Tuvo que decirle que sí a Dalia. Miró a Will, quien se encogió de hombros y sonrió satisfecho. Carl suspiró, molesto. Me dio la impresión de que Will iba a salir ganando con eso. ¿Y si era parte del favor que le pidió a Max y por eso este quería que fuera con él en una cita en vez de con Carl? El ambiente olía a secretos. Me sentía como si todos ocultaran algo y solo yo estuviera perdida.

Will recogió los dados y los tiró.

Dado blanco: Will.
Dado rojo: Carl.

Will se cruzó de brazos, esperando el ataque de Carl. Este se quedó un rato pensativo, maquinando algún malvado plan que pudiera estar a la medida de Will.

- Elijo verdad- le hizo saber Will.

- ¿Si tuvieras que besar a una de las chicas de aquí, quién sería?- preguntó Carl.

"Carl idiota", pensamos todos. Sin importar qué diría, sería incómodo para todos el resto del juego. No quería saber la respuesta, ojalá Will eligiera beber una mezcla extraña, que quizá era el objetivo de Carl.

- ¿Estás seguro de que eso es lo que quieres que conteste?- preguntó Will.

- ¿Prefieres tomarte alguna poción preparada por mí?- inquirió Carl, dando razón a mi intuición.

- Te contestaré si eso es lo que quieres. Tienes la oportunidad de preguntarme cualquier cosa y la desperdicias. Pero bueno- comentó Will.

- Contesta- le apremió Sara.

- ¿No es obvio? Elegiría la opción que más os molestaría a todos. Sofia.

Enrojecí y sentí un escalofrío. Fue una sensación muy extraña. Traté de no imaginármelo, pero no lo conseguí.

- Veo por vuestras caras que he acertado- se rió Will.

Mi cara estaba roja, Max y Carl estaban molestos por lo que dijo Will y por mi reacción mientras Dalia y Sara miraban celosas a Carl. Se había creado una situación incómoda. Will había logrado su objetivo y se divertía con la situación. Capté la mirada vengativa que nos lanzó Sara. Empecé a tener miedo por lo que podía pasar. Quise romper ese momento incómodo tirando los dados. En vez de diversión, parecía que empezaba la guerra.

Dado blanco: Will.
Dado rojo: yo.

Mis ojos se iluminaron. Esperaba poder preguntarle eso a Will.

- Elijo atrevimiento- contestó él, cortándome las posibilidades.

Pero yo no pensaba rendirme.

- Atrévete a contar...- comencé, pero entonces me di cuenta de que podía perfectamente preguntar a Max y que había otra cosa aún más importante que quería saber-... cuál es tu mayor deseo.

Will se quedó de piedra. No se esperaba eso. Al parecer era algo de lo que no esperaba hablar con nadie.

- Realmente no pierdes el tiempo, ¿eh?- me dijo en tono frío-. Desafortunadamente, eso entra en la categoría de verdad, no de atrevimiento. Atrevimiento son acciones, así que reformula tu frase.

- Tienes razón- contesté al instante, captando su mirada penetrante que me atravesaba como cuchillas afiladas.

Había entrado en terreno peligroso y tenía que salir de ahí cuanto antes. Los demás callaron y observaban. A ellos también les intimidó la reacción de Will. Sobre todo Max, quien sabía de lo que era capaz.

- Buena elección- dijo Will más relajado, produciendo que todos respiráramos aliviados.

- Atrévete a... Intercambiar tu ropa con la de Sara.

Sara protestó, pero se divirtió con la idea de verle con vestido, por lo que acabó accediendo. Will estaba confuso, no sabía qué pensar de la idea. Pero tuvo que hacerlo. Sara fue a la habitación de al lado para quitarse la ropa, mientras Will fue al baño. Todos estaban expectantes por el resultado y se les había pasado el enfado. Entré a la habitación y cogí el vestido de Sara, dándoselo a Max para que se lo entregara a Will. Max me dio a mi la ropa de Will y entré con ella de nuevo a la habitación.

- Espero que no huela mal- insinuó Sara.

Instintivamente, olí la ropa de Will y me sorprendí. Olía a rosas. ¿Por qué un chico escogería ese aroma? Mientras Sara se vestía, no podía evitar hacerme preguntas. El olor se notaba poco, pero yo lo reconocía. Sara ni se dio cuenta. No olía mal y eso le bastaba. Entramos a la habitación de Carl, donde encontramos a los demás riéndose a carcajadas de Will. Ni siquiera había podido abrochar los botones del vestido, por lo que se le notaba la espalda. Noté que tenía rasguños.

- ¿Te ha pasado algo?- pregunté en voz baja, cerca de él.

- Tuve que esconderme en unos rosales, no es nada- contestó Will en el mismo tono-. Hay algunos que aún piensan que pueden conmigo. ¿Puedes creerlo?- se rió.

Me contagió la risa y acabé riéndome también. No se le podía tomar en serio con esas pintas. Cuando vieron a Sara todos se rieron, la ropa de Will le quedaba grande y tenía que sujetarse los pantalones para que no se le cayeran. Max le hizo cosquillas para tentarla, pero cuando vio que la pobre no podía más de la risa y casi dejaba caer los pantalones, paró. De todas formas, la camisa de Will parecía un vestido por lo largo que le quedaba.

- Voy a hacerte un favor y devolverte tu vestido- dijo Will.

Sin embargo, en ese momento se oyó un sonido que puso a Sara los pelos de punta. El vestido se había roto desde el cuello hasta la cintura, y la parte de arriba cayó hacia los lados, dejando a Will con el torso desnudo y el vestido pareciendo falda. Al principio nos asustamos, pero no pudimos evitar reír aún más. Will empezaba a enrojecer, sintiéndose ridículo. No pude evitar observar que tenía buen cuerpo. Me daba algo de vergüenza verle así, pero por otra parte, su torso era como las estatuas que dibujaba en la asignatura de arte. Will me miró levantando una ceja, como preguntando qué miraba. Al momento enrojecí y llevé a Sara para que se cambiara. El vestido quedó inutilizable. Will se cambió y Carl le dejó a Sara ropa suya que le había quedado pequeña. Sara se olvidó de todo y se quedó encantada, oliendo la ropa de Carl y suspirando como una enamorada. ¿Cómo no me di cuenta antes de que le gustaba?

- Si te gustaba Carl, ¿cómo es que me dijiste que saliera con él?- le pregunté.

- Entonces no me gustaba. Pero cuando vino a estudiar con nosotros y vi lo popular que era, empezó a atraerme más. No por ser popular, sino por su actitud frente a todos. Creí que era antisocial cuando le vi en el tren, pero me di cuenta de que no es así, y me gusta.

Me encogí de hombros. Mi amiga tenía gustos raros. Salimos de esa habitación y volvimos a sentarnos en círculo. Max tiró los dados.

Dado blanco: Max
Dado rojo: Dalia

- Elijo verdad- dijo Max.

- ¿Te gusta de verdad Sofia o solo te dio rabia que ella fuera la única que no estuviera loca por ti?- preguntó Dalia.

- Me dio rabia pero me atrajo que ella fuera diferente.

- ¿Entonces la segunda opción?- insistió Dalia.

- Supongo que sí.

Sinceramente, prefería que fuera así, aunque me sentía un poco raro. Tiré los dados.

Dado blanco: Carl
Dado rojo: Will

Will miró a Carl con una sonrisa maliciosa en el rostro.

- Elijo atrevimiento- dijo Carl.

Desde luego, ya sabía que por nada del mundo escogería verdad.

- Atrévete a imitar un perro cojo. Tienes que dar vueltas en la habitación a cuatro patas, obedecer órdenes y tal.

Carl no tuvo más opción que ponerse a cuatro patas y correr por la habitación sin usar un pie, sacando la lengua y ladrando. Todos nos reímos menos Sara, que ya no sabía qué pensar de él.

- Dame la patita- dijo Max, mientras Carl obedecía.

- Dame la otra patita- dijo Will, provocando que Carl se cayera de morros por falta de equilibrio.

Carl volvió a su sitio y tiró los dados, esperando que fuera su turno vengarse. Sin embargo...

Dado blanco: yo
Dado rojo: Sara

- Atrevimiento- dije con miedo.

- Atrévete a besar a Will.

Ambos enrojecimos y nos quedamos de piedra. Mi amiga realmente quería vengarse de nosotros. Max y Carl protestaron, pero las reglas eran las reglas. O eso o tomar una mezcla rara.

- Will, dijiste que si tuvieras que besar a alguien sería a ella, ¿no?- insinuó Sara-. Pues adelante.

Will me miró, esperando a ver alguna reacción por mi parte. Mi corazón latía a mil por segundo. Sentí que se me iba a salir del pecho en cualquier momento. Sería mi primer beso, no quería que fuera así... Tragué saliva, mientras mi mirada se dirigía hacia sus labios. La verdad, no me eran desagradables. Me sorprendí a mí misma por las cosas que pensaba. A mí Will no me gustaba, seguramente me hubiera sentido tan nerviosa de ser cualquier otro chico. ¿No?

- Ah y no me vale un pico. Un beso no es un beso si no dura mínimo 5 segundos- avisó Sara.

Me acerqué a Will, nuestros rostros estaban a veinte centímetros de distancia. ¿Besar a Will, un villano que me sacaba información para beneficio propio y una vez casi creí que me iba a matar pero el mismo que me defendió de la banda de Max y la regañina del maestro? ¿Quién era Will realmente? ¿Qué clase de persona era?

- No tengas debates filosóficos en tu cabeza, no te ayudarán- se burló Will, para relajar un poco la tensión.

Acorté la mitad de la distancia que separaba nuestros labios, sin embargo, no fui capaz de acercarme más. ¿Nervios? ¿Miedo? ¿Cobardía? En cualquier caso, Will decidió acortar la otra mitad de la distancia un instante después, queriendo acabar con eso. Cerramos los ojos mientras nuestros labios encajaban, adentrándose en terreno desconocido y produciendo un cosquilleo con el roce. Sara olvidó contar hasta cinco los primeros segundos por la impresión que le causó esa vista que parecía imposible. Luego recordó contar, pero alargó un poco los números. Yo solo quería que me tragara la tierra por la extrema vergüenza que estaba pasando. Mi corazón no aguantaría más. Seguramente estaba temblando, pero no me di cuenta hasta que justo antes de separar nuestros labios, sentí la mano de Will en mi mejilla.

Nos miramos unos instantes. Yo estaba roja y él también, pero más bien parecía intrigado.

- ¿Por qué tiemblas?

Su pulgar acarició mi mejilla una vez, haciendo que se me pusiera la piel de gallina. Vi que todos nos miraban y me levanté bruscamente y fui corriendo al baño, encerrándome ahí. Por un momento, el mundo pareció detenerse. No sabía describir qué sentí exactamente, pero desde luego no fue tan malo como imaginaba que sería besar a alguien en quien no tenía interés. Me lavé la cara y me miré al espejo. "Solo es un reto", me dije a mí misma, "no significa nada. Nada va a cambiar, Will sigue siendo un villano que se aprovecha de mi familia y de todos, temblaba de miedo, seguro". Inspiré, espiré, y volví a la habitación. Había silencio. Todos se habían quedado inmóviles, viendo a Will cubriéndose la boca con la mano y mirando al suelo. Parecía como si estuviera en estado de shock.

- ¿Tanto te ha afectado?- pregunté sin pensar.

- No he sentido nada, no te hagas ilusiones- repondió nervioso, como poniéndose a la defensiva.

Me sentí ofendida. Realmente ese chico no tenía sentimientos.

- Idiota- murmuré.

Su cabeza se giró hacia mí y me miró de tal forma que mi cabeza gritó "corre" y así lo hice. Tuve la sensación de que me seguía. El terror se apoderó de mí y corrí con todas mis fuerzas hacia mi casa sin mirar atrás. Era ya de noche. No abrí la puertecita de la valla, salté por encima y caí en la hierba del jardín. Cuando quise levantarme, era demasiado tarde, Will me sujetaba contra el césped.

- Estás en mi propiedad, saltaste al jardín equivocado- dijo sin alzar la voz-. ¿Cómo te atreves a llamarme eso? ¿Crees que vas a salirte con la tuya?

Aunque su tono de voz parecía calmado, incluso juguetón, algo me inquietaba y me aterraba. Por primera vez, no sentí que era un villano el que me acorralaba, sino un hombre. Y eso me aterraba todavía más.

- Dime, ¿por qué tiemblas?

- Porque no sé qué quieres de mí...

- ¿Es miedo? ¿Incluso cuando te pregunté antes?

Asentí. Solo quería que me dejara ir a casa y desconectar de todo lo sucedido.

- Deja que me vaya, por favor...- supliqué, sintiendo que flaqueaban mis fuerzas.

- ¿Por qué tienes miedo? Si quisiera, podría hacerte lo que quisiera y no podrías hacer nada para evitarlo. Pero no quiero. No te he hecho nada. Entonces, ¿por qué sigues teniendo miedo? ¿Por qué huyes?

- Tu mirada me dio miedo, parecía que ibas a hacerme algo...- dije con voz temblorosa.

- Ya te dije que mientras no te entrometas en mis planes no tengo nada contra ti. Aunque hagas algo que me moleste no sería razón suficiente como para gastar mis energías en mancharme las manos.

Oyó pasos y decidió dejar que me levantara. En ese momento llegaban los demás y Max y Sara me atraían hacia ellos de manera sobreprotectora.

- No me ha hecho nada- les dije.

- Ha sido divertido jugar con vosotros. Buenas noches- se despidió Will tranquilamente entrando en su casa.

Yo también les dije lo mismo y entré en mi casa. Vi por la ventana cómo se iban. Desde luego había sido una tarde extraña. Había olvidado icluso el motivo por el cual empezó todo. Solo podía pensar en Will. Su torso como de estatua y sus labios cálidos y suaves.

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