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5: Nuevas reglas y frustraciones.

•~•

—No hace falta que lo botes.— Habló Obanai con bastante dolencia, mirando como su esposo tomaba todo de la alacena y lo echaba en una bolsa de basura.

Tomioka en respuesta lo miró con una sonrisa, pero volvió a una seriedad en segundos.

—Shinobu dijo que tus pastillas para dormir y similares están estrictamente prohibidas.— Respondió e Iguro rodó los ojos.

Han pasado un par de días desde que fueron con Kochō, y Tomioka se había vuelto un ente súper apegado a cualquier regla que la Doctora comente.

No es un problema tan grande, Obanai piensa que es algo de verdad muy tierno, jamás había visto a Tomioka tan preocupado y emocionado, pero llega a ser un problema a pequeña escala que, debido a su inesperada sensibilidad, se vuelve un problemas a escala aún mayor.

Sin sus pastillas para dormir, su taza de café recargado en las mañanas y ni siquiera las pastillas que había estado tomado antes por los síntomas del embarazo, Obanai se siente aún más irritado.

Por Dios, ni siquiera podía ir a la cocina por un té verde sin tener a Giyū a sus espaldas, con el teléfono en la mano para escribirle a Kochō si es recomendable o no.

Y como a Shinobu le encanta meterse en la cabeza de la gente, parece que exagera las consecuencias de todo y hace que Giyū esté actuando como un loco, (según Obanai).

—Eres un pesado.— Acusa Iguro para irse de la cocina y dirigirse al sillón, tirándose con fastidiado y cruzándose de brazos.

—¡Si te sientas así podría ser dañino para el bebé!

—¡Eso solo es cuando se nota la barriga, idiota!— Le grita desde su lugar cruzandose de brazos.

Y aunque la actitud irritable de Obanai podría ser un problema para Giyū, el hombre estaba tan feliz que ni siquiera lo notó.

Para él, la noticia del embarazo fue una completa sorpresa que ni siquiera llegó a considerar antes, solamente en sus sueños secretos al anhelar la idea de ser padre y hacer todas aquellas cosas que se hacen en los meses de espera antes de la gran llegada del bebé.

Y aunque Kochō le había comentado que por el tamaño del embrión, tal vez a penas y estaba entrando a los dos meses, eso no quita que Giyū estaba al tanto de todos los pequeños cambios que ha estado teniendo Obanai.

El más notable es su apetito que ha cambiado por el de una persona normal, comiendo un plato de comida entero sin la necesidad de hacer malas caras, diciendo explícitamente en pequeñas ocasiones que tiene hambre, así como antojos dulces en las tardes.

No es mucho, pero es un gran cambio si se lo preguntan a Giyū.

También estaba la cuestión de su físico. Las caderas de Obanai se habían ensanchado un poco, siendo señal de que pronto la barriga de su esposo se va a notar, o tal vez también esté engordando por al fin comer adecuadamente.

Y aunque los otros síntomas de Iguro aún seguían siendo un problema, sus dolores de cabeza, mareos y demás, Tomioka lo ha sabido manejar muy bien por la propia ayuda de Kochō en todo el proceso, quien no para de preguntar por Obanai cada día.

Quiero llevar punto por punto este caso. Habían sido sus palabras, en un principio Giyū pensó que fue por la cercanía que tenían, pero luego....—Un hombre embarazado no se ve todos los días, ¡haré un libro para venderlo a las grandes masas! 

Obanai estaba bastante enojado por las palabras de Shinobu, pero Giyū no podía negar que también tenía esa misma necesidad de decirle al mundo sobre el embarazo de Iguro.

Tal vez no al mundo, pero sí a los más cercanos, debido a que la situación se había quedado entre los tres solamente.

Giyū no podía evitar las ganas de ir y decir con mucho orgullo a toda persona conocida que será papá.

Y es que aún no puede creerlo a veces. Va a ser papá.

Su mente viaja y divaga en el trabajo cuando no está cerca de Iguro, y se mantiene ocupada en estar pendiente y en servicio de su esposo cuando están juntos. Se preocupa por la salud de Obanai y de que siga con las nuevas reglas.

Amor, no, ¡no más pastillas para dormir!

¿De dónde saca Obanai tantas? Se sabe que tiene problemas para conciliar el sueño, pero cada día como mínimo se deshace de dos.

¡No necesitas levantar eso! ¡Yo lo hago!

Hacer mucha fuerza también estaba prohibido, es peligroso y podría causar un aborto espontáneo si se realiza un mal movimiento, y aunque Iguro sigue exclamando que es muy temprano para preocuparse por nimiedades, Tomioka quiere hacerse cargo de todo.

Déjame hacer eso por tí.

—¡No te preocupes, amor! Ya lo hago.

—Dámelo, no es bueno que comas eso.

—¿Ha-hacerlo? No, amor, no, no. No es adecuado si estás así.

—Acuéstate, yo me encargo de limpiar todo.

Sabe que podría ser molesto para Iguro, pero no quiere cambiar sus métodos de cuidado.

Principalmente porque es mejor acostumbrar a Obanai a que no haga nada desde temprano, sabe muy bien que es un hombre demasiado terco cuando quiere hacer algo.

—Giyū, no jodas.— El menor insulta una mañana, Obanai se levantó con un humor de perros por no haber podido dormir bien.— Me siento del asco y tengo un sueño aún peor, por favor, déjame tomar mi café.

—No, mi amor. Es perjudicial para el bebé, en lugar de eso te tengo esto.— Tomioka se levanta de la mesa y se dirige a la nevera, sacando un jugo con un fuerte color morado.— Kochō dijo que será muy bueno para tí, te subirá las defensas. Es un jugo de zanahoria, remolacha y naranja. ¡Te ayudará con tu anemia!

—Quiero mi café, no esa mierda.

—El café le hará daño al bebé.— Deja la jarra de jugo en la mesa y se cruza de brazos.

—Giyū, no sé porqué no lo entiendes.— Obanai se lleva una mano a su frente y la soba.— Necesito ir al trabajo y debo estar con energía, no me puedo permitir dormir en la oficina. Por favor, necesito mi café.

—Lo sé, y de eso quiero hablar contigo.— Relaja su actitud y evita la mirada del más bajito.— Pensé que sería buena idea que dejes el trabajo, al menos por un tiempo...

Obanai abre bien los ojos y parpadea incrédulo.

—¿Disculpa?

—Lo mejor para tí es que descanses, yo puedo encargarme de todo lo demás, ¿bien?

Y aunque Obanai entendía las intenciones de Tomioka, y lo agradecía, no lo hacía lo suficiente como para no irritarse por lo dicho.

—¿Estás loco?— Quiere calmarse y lo logra un poco, aunque por la exageración que presenta su marido haga que le quiera gritar.— Giyū, no puedo dejar el trabajo "por un tiempo", ¿qué te pasa?

—Podría ser peligroso si te exiges mucho, sobretodo porque no has dormido bien. — Ve como Obanai parece molesto, y siente un poco de inquietud.

—¿No he descansado bien por culpa de quién?— Iguro se cruza su brazos y hace mala mueca.— Sin mis pastillas no puedo dormir durante toda la noche y tú lo sabes.

—Tus pastillas tienen implementos que podrían ser perjudiciales para el crecimiento del bebé y tú también lo sabes.

—Eso no me afectaría si me dejaras tomarme mi café, lo necesito para ir al trabajo.— Antes de que Tomioka contestara, Obanai lo silencia con un gesto.— Y no, no dejaré de trabajar solo porque tú lo pides.

—Pero es perjudicial-.

—¡No, Giyū! ¡No es perjudicial— Le interrumpe, golpeando la mesa y asustando a Tomioka.— Me tienes harto, ¡eres demasiado molesto!

Tomioka no pudo contestar enseguida, se quedó callado y apretó los labios en una fina línea.

—Me frustra que no me dejes hacer nada, aún cuando sabes lo mucho que detesto sentirme incapaz.— Comenta y se cruza de brazos, mirando a un costado bastante afectado.— ¿Ahora quieres que deje el trabajo? ¿Quieres que me quedé solo en casa? Por Dios, Tomioka.

Hubo un pequeño silencioso, antes de que Tomioka decidiera tomar la palabra.

—No quería que te molestarás conmigo ni que pensaras que soy pesado.— Intenta ver a Iguro, pero él hombre solo mira a un costado con la misma expresión.— Lo único que quiero es que estén bien. Tú y el bebé.

—Y lo estoy, lo estamos.— Tajante habla, pero su mirada se desvió a Giyū un segundo.— Pero te aseguro que colmar mi paciencia no es beneficioso para ninguno de los dos. Digo, tres.

—Eres alguien que se enferma fácil, Obanai.— Habla y se gana una mirada afiliada en a penas un segundo, pero por la curvatura de las cejas ajenas sabe que le dieron la razón.— Me da miedo que te descuides, como siempre acostumbras, y que le afecte al bebé.

—...

—Lo único que quiero es que estés bien, lamento comportarme como un maniático, pero me asusta que actúes tan inconscientemente.

Se toma unos segundos, pero finalmente Obanai es capaz de aflojar su mirada y soltar un suspiro.

—Eres un idiota. Actúas como si tuviese síntomas de parto, a penas y se empieza a notar la barriga...— Mira a un costado, aceptando silenciosamente su error.

—¿Ah?— Tomioka lo observa y sonríe.— ¿Ya se nota? ¿En serio?

Giyū se levanta de la mesa y se acerca a Iguro, viendo bastante contento.

—No lo había notado.— La risa de Tomioka es alegre cuando toca el vientre del menor y le levanta la camisa. Aunque a penas puede verse la diferencia, y se siga viendo bastante plana la parte abdominal, es un cambio que Giyū hubiese visto enseguida.— ¿Por qué no me dí cuenta antes?

—Porque estás más ocupado pensando en las cosas malas que podrían pasarnos, en lugar de enfocarte en mí.— No era la intención, pero la voz de Iguro salió como un capricho, delatando un poco lo "dejado de lado" que se sentía.— Ni siquiera intentas tocarme.— Admite indignado.

—E-Es que...— Giyū se sonroja un poco y deja de tocar el vientre de su esposo, se endereza y mira a un costado.— ¿No le hará daño al bebé?

—¿Por qué no lo preguntas a Kochō?— Alza una ceja y aquella mirada hace que Tomioka se sienta más nervioso y apenado. Satisfecho con la reacción, Iguro se ríe.— Es broma, no lo hagas, Giyū.— La mano de Obanai sube hasta la mejilla de su esposo, acariciando con cuidado y después mira a un costado.— Prometo ser más cuidadoso, no quiero preocuparte de más.

—Yo prometo no ser tan estricto, no quiero que te sientas incapaz.— Dice, y su mano sube hasta su mejilla y toma la mano de Iguro, llevándola a su boca para plantarle un beso.

Un leve sonrojo se planta en las mejillas de Obanai, pero sonríe satisfecho y se inclina un poco hasta el mayor, dando una leve señal de querer un beso que Giyū no quiere desperdiciar.

Fue un tacto pequeño e inocente, con una pequeña inclinación de cabeza antes de que se separen y se miren felices a los ojos.

—Te amo.— Susurra Tomioka.

—Yo te amo más.— Contesta Obanai, mirando a un costado.— Pero, en serio, ¿podemos intentar tener intimidad? Ha pasado un mes desde la última vez...

—Déjame preguntarle a Shinobu antes para-.

—Agh, olvídalo, vete al demonio.— Interrumpe Obanai alejándose completamente.

Tomioka se ríe y ayuda a Obanai a sentarse, teniendo que apurarse si quieren llegar temprano a sus respectivos trabajos.

En dicho horario laboral, Tomioka se dió con la tarea de preguntarle a Kochō si podían mantener relaciones durante el embarazo.

Después de todo, él también lo necesitaba.

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