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9. El deseo de Sarah [Final]

25 de diciembre 2018

Es más allá de la media noche, la cena de nochebuena no fue tan mal como pensé y es que estos días no me sentido tan triste como cuando llegué sobre todo porque la idea de que Cayden no es la persona que había pensado ha disipado algo de todas esas emociones oscuras.

No es que tenga demasiadas esperanzas, pero me martirizaba la idea de estar queriendo y extrañando a un...asesino. Por otro lado, sus palabras antes de alejarse fueron dolorosas y no he podido sacarlas de mi cabeza desde que las escuché.

Decidiendo ignorar mis avances por no acercarme a la banca en el patio, tomo un abrigo y un gorro, el clima variado de Vantore city solo ha traído una suave ventisca fría esta navidad, casi igual que el año pasado. Escondo mis manos en los bolsillos de mi pantalón deportivo al tiempo que tomo mi cámara y me encamino por el pasillo hacia la cocina, me detengo tomando una fotografía del árbol de navidad, aunque ahora sopeso que pude haberlo decorado mejor.

Jugueteo con el tirante de mi cámara colgando de mi cuello y tomo un puñado de pequeños malvaviscos antes de encaminarme a la puerta corrediza, sin embargo, mi cuerpo se paraliza cuando mis dedos encuentran la cerradura y mis ojos caen en la banca.

No está vacía.

Parpadeo varias veces preguntándome si he llegado al punto de alucinar. Mis dedos tiemblan y él alza la cabeza segundos después en los que solo estoy mirándolo embobada porque no sé qué hacer. La comisura de su labio se alza y no sé ni como alcanzo a distinguir ese gesto desde aquí. Después de unos segundos trago saliva y tomo varias respiraciones antes de abrir la puerta y deslizarme fuera, la brisa fría golpea mi rostro y siento sonrojo deslizarse por mis mejillas cuando él sonríe ampliamente.

—Hola, bebé—Suelto el aire entre mis labios acercándome con pasos lentos, sintiendo el cuerpo temblar, no lo pienso de más y me siento a su lado en la banca sintiendo mi corazón golpear con demasiada fuerza contra mi caja torácica.

—¿Qué haces aquí? —cuestiono con la vista fija en mis piernas. Me he sentado lo suficientemente lejos de él, pero siento la necesidad de extender mi mano y tocarlo porque creo que estoy soñando.

—¿No me pediste para navidad? —Relamo mis labios encogiéndome de hombros sin mirarlo.

—En realidad no, pedí varias cosas, pero no incluía a un chico que no me quiere —digo ladeando la cabeza, él suspira.

—¿Quién no querría a una chica como tú? —Me encojo de hombros.

—¿Cierto? ¿Qué estará mal con ese chico? —cuestiono finalmente alzando la vista hacia él, pasa una mano por su cabello y finalmente me permito extender mi mano hacia él y deslizar mis dedos por su mejilla, sus párpados se cierran cuando siente mi tacto.

—No te quiero, bebé—susurra inclinando su rostro hasta presionar su frente en la mía—. Te amo—Jadeo y me alejo clavando mis ojos en los suyos.

—¿Qué?

—No sabía por qué me había dolido tanto dejarte porque sabías la verdad si era lo que había hecho todo este tiempo: irme cuando las personas me llamaban de esa manera―dice sin alejar sus ojos de mi―. Pensé en todas las veces en las que sucedió y ninguna dolió tanto como escucharlas de ti y fue mucho mas fácil acostumbrarme, desde que sucedió, a huir y no quedarme a explicarlo porque fui llamado mentiroso por ello más de una vez.

» Maggie me dijo que te contó la verdad, tal vez aún te debo mucha porque mentí diciéndote que si hubiera sido por mí habría pasado cuando es mentira. Y sé que para ti puede ser poco tiempo el que pasamos juntos, pero me di cuenta de que me enamoré de ti cuando te vi como una niña emocionada en Blasse, cuando me besaste por primera vez allí, cuando te regalé la caja de cristal o simplemente cuando te sentabas conmigo en la banca y es jodidamente raro como siento que tiemblo diciéndote esto, si esto que siento no es amor por ti, entonces tendré que regresar a buscar el significado al diccionario― Sollozo cubriendo mi rostro con mis manos, sé que se acerca, rodea mi cuerpo con sus brazos y sollozo nuevamente.

—Te odio—siseo sabiendo que miento. Sabiendo que no puedo, mucho menos ahora que sé no es completamente culpable como pensé.

—¿Lo haces? —Golpeo su pecho con mis puños, no se aleja, no me detiene.

―No puedo—digo después de unos segundos, vuelvo a sollozar. Finalmente, mis brazos se envuelven alrededor de su cintura, presiona un beso en mi frente—. Lo siento...

—¿Se supone que eres culpable de algo, bebé? —Me encojo de hombros. Muerdo con fuerza mi labio inferior alejándome.

—Lamento haberte hablado así, no pienso que eres un monstruo...—Cayden alza las cejas y desliza sus dedos por mis mejillas limpiando los rastros de lágrimas cuando se aleja—. Pero sigues siendo culpable... ¿por qué no me explicaste? ¿Por qué dejaste que pensara que realmente lo hiciste? —Cayden sonríe, sus ojos llenándose de dolor que hace que mi estomago de encoja.

—Porque en parte fue mi culpa y no quería que me vieras de esa manera todo el tiempo, me acostumbré a huir sin explicar porque eso es más fácil que sentir las miradas juzgándome como un asesino—Vuelvo a sollozar y presiono mi frente en su pecho.

—Más fácil, pero más cobarde...

―Si, bueno, contigo no fui muy valiente que digamos si siempre estuve escondiéndome, pero mira, eres todo una insistente que me obligó a enamorarme―Parpadeo muchas veces preguntándome si me he estado mintiendo todo este tiempo, si solo he estado escondiendo lo que realmente siento y por eso me he sentido tan hundida este año.

― ¿Tú me pediste para navidad? —cuestiono con la respiración agitada, por la manera en la que se siente escucharlo decir que está enamorado de mí, lo miro. Clavando mis ojos en los suyos, la comisura de sus labios se alza y sacude la cabeza negando.

—No puedo forzar a Santa a traerme un querubín de esa forma tan fácil, pero digamos que le pedí ayuda para que me perdonaras.

—Eso no será tampoco fácil para Santa —musito tomando una de sus manos, deslizo mis dedos por su palma aun sintiendo la humedad en mis ojos.

—¿Ni un poquito?

—Ni un poquito —respondo, él suspira―. Pero, tienes un bonus de oportunidad si me respondes todo lo que quiero saber―Suelta una risita y sus dedos se deslizan bajo mi barbilla, presiona sus labios en la comisura de los míos antes de sonreír ampliamente.

―Y un chico listo no perdería esa oportunidad ¿no? ―Asiento rápidamente echando mi cabello hacia atrás con arrogancia.

―Exacto, porque yo soy especial para todo el mundo.

―Lo eres, cariño.




25 de diciembre 2018

Ella me observa con cautela. Es lo que he causado y maldita sea un ácido se extiende por mi estomago porque ella no hacía eso cuando la conocí, ella solo se dejaba llevar. Sus ojos se llenan de lágrimas y sus labios se fruncen en un puchero que me dan ganas de besar, pero no sé si ella vaya a aceptarme eso.

― ¿De verdad vas a contarme todo lo que quiera saber? ―cuestiona insegura después de unos minutos en los que solo me observó y como siempre habladora me contó mucho de su año. Sé que yo mismo he causado esa inseguridad porque nunca le dije nada sobre mi y justamente lo más oscuro tuvo que descubrirlo de la peor manera haciéndonos sufrir a ambos; o al menos a mi sí.

Se supone que este último mes me preparé para todo, para verla, para tocarla, para escucharla y sentirla, pero justo ahora solo quiero atraparla en mis brazos como todo un cavernícola y llevarla conmigo a la habitación.

― Lo que quieras, bebé―Porque justo ahora yo le daría lo que sea que me pida.

Este año fue todo un infierno, en cuanto regresé me hundí en la tesis que debía hacer junto al trabajo con papá, busqué todas las maneras de estar ocupado, eso me llevó a trabajar en otros negocios que van a servirme en un futuro no tan lejos.

― ¿Cómo es la vida con tu familia? ―Paso el dorso de mi mano por sus mejillas y me encojo de hombros

―No tan mal como se pensaría, antes de lo que sucedió era normal, vivía con papá porque mamá vivía fuera del país...

―Para curar su depresión―Sonrío, la memoria de Sarah es muy buena, ella recarga su cabeza en mi hombro mientras le hablo sobre ello, mi vida en Montreal no fue realmente lo que esperé este ultimo año, evité mucho a mi familia a pesar de que no pude salvarme por mucho tiempo de ellos.

Si, vi las estrellas con mamá, eso me llevó a contarle lo que viví con Sarah las dos últimas navidades. Lo que sucedió con ese hombre antes y como me dejaba juzgar porque me sentía culpable, porque me hizo sentir culpable cuando por alguna razón lo fui a ver. Me rogó que evitara que fuera a la cárcel, dijo que si algo le sucedía yo sería el culpable. Y así me hizo sentir en cuanto supe que se quitó la vida lanzándose del último piso del hospital.

Mamá me hizo entender que no lo era, cada uno toma sus decisiones y debe asumir sus consecuencias, no estuvo bien golpearlo de aquella manera, pero tampoco sus acciones estaban bien porque yo no iba a dejar que abusara de mi hermana y quedarme tranquilo.

Me costó una conversación con mi abuelo paterno entender mucho más y a pesar de que entendí todo eso había una cosa que no me dejaba dormir tranquilo, sintiéndome atormentado por no haberle explicado.

Sarah se metió tan hondo en mi piel que no supe como sacarla y cuando Maggie me llamó regañándome por no haber hablado claro con Sarah comprendí que una parte de lo que me tocaba hacer ella ya lo había hecho y lo agradecí tanto.

¿Ahora? Ahora es mi turno de completar el trabajo y esperar a ver qué tanto represento para Sarah, sobre todo porque me asusta no haber recibido una respuesta esperanzadora cuando dije que la amaba, no esperaba que me lo dijera de vuelta, pero tampoco esperé el silencio que le siguió, sin embargo, siento mi pulso acelerarse y mi mundo iluminarse cuando en medio de todo mi divague sobre mi familia y mi vida fuera de aquí ella me interrumpe:

Te amo, Cay.

― ¿Así que Santa me la puso fácil? ―Ella suelta una risita alejándose, se pone de pies y se ubica entre mis piernas, alzo la vista para verla, empuja los rizos de mi frente y presiona un beso en ella suspirando.

―No quiero que me mientas otra vez, este año fue un infierno preguntándome por qué no habías confiado en mí, no sabía que había hecho mal y me sentía horrible por estar extrañándote y queriéndote mientras pensaba que eras una personas horrible por lo que había hecho y lo peor es que ni siquiera te defendiste y me dejaste pensarlo de la forma en que a mi mente le dio la gana―Rodeo su cintura con mis brazos presionando mi frente en su abdomen.

―Lo siento, bebé.

―Y si te pedí para navidad―Suelto una risita alejándome para verla, ella ahueca mis mejillas con sus palmas y presiona un beso en mis labios, uno que no hace más que recordarme lo estúpidamente cautivado que estoy por ella.

―Yo también―musito cuando me alejo y ella ríe sentándose en una de mis piernas, rodea mi cuello con sus brazos y suspira.

―Debiste venir antes para ir a Blasse―dice haciendo un puchero, rio y presiono un beso sobre su labio inferior.

―Prometo que podemos ir el próximo año

― ¿Volverás el próximo año?

― ¿Sigues pensando que solo quiero verte una vez al año, bebé?

― ¿Vas a ir a verme a casa? ―cuestiona emocionada y yo solo rio, es increíble como la cosa mas sencilla puede hacerla tan feliz.

―Todas las veces necesarias―murmuro recargando mi espalda en la banca, ella ladea la cabeza con el ceño fruncido.

―Eso puede ser costoso―dice abriendo mucho los ojos y yo suelto una risita al tiempo que acaricio su barbilla entre mis dedos.

―Mmm, un pajarito me dijo que vives en Toronto ¿y sabes por coincidencia donde vivo yo? ―Ella sacude la cabeza negando, abro mucho los ojos igual que ella y me acerco más―. Montreal―Entreabre los labios y ríe rodeando mi cuello con sus brazos.

― ¿Ves cómo me tuviste en las sombras sobre ti todo este tiempo?

―Y ya no más, bebé.

―Ahora háblame de tu deseo de navidad―Rio, deslizo mis dedos por su muslo cubierto por un pantalón deportivo.

―Es un querubín de ojos grises muy bonitos, cabello color chocolate suave y que huele bien, tiene la constelación en su bonita cara de ángel...―deslizo mi dedo índice sobre sus pecas cuando digo esto―. Bonitos pechos y buen culo―Sarah alza las cejas riendo―. También tiene una sonrisa bonita y una risa musical, está llena de inocencia y dulzura que no hace nada por evitar que me vuelva un adolescente cachondo y una imaginación enorme, ah y se llama Sarah Blownt.

―Mira que afortunado es usted Cayden Timbsly.

» Porque usted también ha sido el deseo de Sarah.

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